TIEMPO DTE EL AÑO  – CICLO C

DOMINGO XXIV

LUNES XXIV

MARTES XXIV

MIÉRCOLES XXIV

EXALTACIÓN DE LA CRUZ (F)

JUEVES XXIV

15 DE SEPTIEMBRE – NTRA SRA DE LOS DOLORES

VIERNES XXIV

SÁBADO XXIV

TIEMPO DTE EL AÑO  – CICLO C

DOMINGO XXIV

Habrá una gran alegría en el cielo

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Éxodo   32, 7-11. 13-14

El Señor dijo a Moisés:

«Baja en seguida, porque tu pueblo, ese que hiciste salir de Egipto, se ha pervertido. Ellos se han apartado rápidamente del camino que yo les había señalado, y se han fabricado un ternero de metal fundido. Después se postraron delante de él, le ofrecieron sacrificios y exclamaron: «Este es tu Dios, Israel, el que te hizo salir de Egipto.»»

Luego le siguió diciendo: «Ya veo que este es un pueblo obstinado. Por eso, déjame obrar: mi ira arderá contra ellos y los exterminaré. De ti, en cambio, suscitaré una gran nación.»

Pero Moisés trató de aplacar al Señor con estas palabras: « ¿Por qué, Señor, arderá tu ira contra tu pueblo, ese pueblo que tú mismo hiciste salir de Egipto con gran firmeza y mano poderosa?

Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Jacob, tus servidores, a quienes juraste por ti mismo diciendo: «Yo multiplicaré su descendencia como las estrellas del cielo, y les daré toda esta tierra de la que hablé, para que la tengan siempre como herencia.»»

Y el Señor se arrepintió del mal con que había amenazado a su pueblo.

Palabra de Dios.

SALMO     Sal 50, 3-4. 12-13. 17 y 19 (R.: Lc 15, 18)

R.  Iré a la casa de mi Padre.

¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,

por tu gran compasión, borra mis faltas!

¡Lávame totalmente de mi culpa

y purifícame de mi pecado! 

Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,

y renueva la firmeza de mi espíritu.

No me arrojes lejos de tu presencia

ni retires de mí tu santo espíritu.  

Abre mis labios, Señor,

y mi boca proclamará tu alabanza.

Mi sacrificio es un espíritu contrito,

tú no desprecias el corazón contrito y humillado. 

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo

a Timoteo         1, 12-17

Querido hermano:

Doy gracias a nuestro Señor Jesucristo, porque me ha fortalecido y me ha considerado digno de confianza, llamándome a su servicio a pesar de mis blasfemias, persecuciones e insolencias anteriores. Pero fui tratado con misericordia, porque cuando no tenía fe, actuaba así por ignorancia. Y sobreabundó en mí la gracia de nuestro Señor, junto con la fe y el amor de Cristo Jesús.

Es doctrina cierta y digna de fe que Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el peor de ellos. Si encontré misericordia, fue para que Jesucristo demostrara en mí toda su paciencia, poniéndome como ejemplo de los que van a creer en él para alcanzar la Vida eterna.

¡Al Rey eterno y universal, al Dios incorruptible, invisible y único, honor y gloria por los siglos de los siglos! Amén.

Palabra de Dios.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 15, 1-32

 Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos.»

Jesús les dijo entonces esta parábola: «Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: «Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido.»

Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.»

 Y les dijo también: «Si una mujer tiene diez dracmas y pierde una, ¿no enciende acaso la lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, llama a sus amigas y vecinas, y les dice: «Alégrense conmigo, porque encontré la dracma que se me había perdido.»

Les aseguro que, de la misma manera, se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte.»

Jesús dijo también: «Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su padre: «Padre, dame la parte de herencia que me corresponde.» Y el padre les repartió sus bienes.

Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa. Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. El hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. Entonces recapacitó y dijo: «¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre! Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros.» Entonces partió y volvió a la casa de su padre.

Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó.

El joven le dijo: «Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo.»

Pero el padre dijo a sus servidores: «Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado.»

Y comenzó la fiesta.

El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso.

Él le respondió: «Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo.»

El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: «Hace tantos años que te sirvo, sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!”

Pero el padre le dijo: «Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado.»»

Palabra del Señor.

     O bien más breve

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 15, 1-10

Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos.»

Jesús les dijo entonces esta parábola: «Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: «Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido.»

Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.»

Y les dijo también: «Si una mujer tiene diez dracmas y pierde una, ¿no enciende acaso la lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, llama a sus amigas y vecinas, y les dice: «Alégrense conmigo, porque encontré la dracma que se me había perdido.»

Les aseguro que, de la misma manera, se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte.»

Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

  • La lectura del Éxodo describe el pecado del pueblo elegido -un pecado grave, contra el  primer mandamiento: la idolatría- pero, sobre todo, la actitud de Dios que se deja convencer  por la intercesión de Moisés, se «arrepiente de la amenaza» y perdona al pueblo. Así aparece Dios: lo suyo es perdonar. 

***

  • Pablo se presenta como el primero de los pecadores y también como el  primer testigo de la longanimidad de Dios. La principal enseñanza que quiere dar es: «Que  Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores».

***

  • Jesús en el evangelio nos enseña a asumir el verdadero amor que no margina, sino que sale al encuentro del otro, no se molesta, da tiempo, cariño y compañía.
  • En este capítulo  de Lucas aparecen las tres llamadas «parábolas de la misericordia»,  dirigidas a los fariseos endurecidos y a los pecadores que se  arrepienten y piden perdón. Jesús  va a responder a un problema que se presentaba: si Dios ama a los pecadores y a los paganos,  ¿cuáles son las exigencias para estar cerca  de Dios?
  • Las parábolas de la oveja y la moneda perdidas, muestran que Dios  ama a todos, sea cual sea su conducta; en cambio, los fariseos desprecian a los pecadores,  porque éstos no observan la Ley.
  • El hijo pródigo es figura de  pecadores y paganos; el hermano mayor endurecido, en cuanto hombre observante y  escrupuloso pero carente de misericordia, representa a los fariseos; y el padre  misericordioso es, naturalmente, Dios. El padre de la parábola no espera  tranquilamente en su casa que su hijo vuelva derrotado y vencido para recordarle su injusticia y su pecado. El padre de la parábola hace algo más: apenas ve que el hijo se acerca;  sale a su encuentro para cubrirlo de besos.
  • La intención de Jesús en esta parábola es hacer resplandecer toda la pasión  del amor de Dios a los hombres. Dios es como un padre que no puede olvidar nunca a sus  hijos y que los tiene tanto más presentes cuanto más alejados están y más necesitados de  su cariño. El amor que aquí se proclama es el amor que perdona.
  • No es el amor que se complace en los hijos fieles, sino el amor que persigue por todos los caminos al hijo descarriado para que al fin encuentre el modo de volver a la casa paterna. Es el amor al hijo que no tiene ya mérito alguno por el que deba ser amado. Un amor redentor que resucita.
  • Seguramente, es el recuerdo  inolvidable del amor del padre lo que motiva y hace posible el regreso del hijo. La errónea emancipación que lleva al pecado nos corrompe, y esa corrupción es el peor castigo. Todos, alguna vez, en nuestra experiencia de pecado hemos sentido muy vivamente el encuentro con el propio límite. Y en ese momento se agolpó en nuestro corazón una mezcla rara de amargura, dolor, vergüenza y lástima  de nosotros mismos.
  • Esa dolorosa y amarga  experiencia puede ser el punto de partida del camino de retorno para rehacer la propia vida. No hay oscuridad tan grande que no pueda ser iluminada por Dios. Nunca es tan grande la debilidad ni tan ciego el egoísmo, que nos  incapacite para convertirnos.
  • La experiencia más rica y densa del ser humano se da en el reencuentro. A fuerza de equivocaciones, cuando aprendemos a leerlas y no las tapamos, podemos ir comprendiendo que vamos madurando como personas en la medida que nos vamos despojando del instinto egoísta y vamos suplantando el “yo” por el “nosotros”.
  • La conversión es pasar por la experiencia desoladora del vacío que se produce una vez que el espejismo de felicidad que promete el mundo pierde su encanto y somos capaces de hacer memoria del amor del Padre.
  • El hijo no regresa a buscar el afecto familiar, ni vuelve porque está arrepentido de verdad. Regresa porque tiene hambre y se siente fracasado, y lo  único que desea es comer como los criados de su padre. Como él no amaba, no podía imaginarse o admitir que él era amado. No creía en la posibilidad de volver a ser hijo. Sin embargo el amor gratuito del Padre lo restituye como Hijo en la fiesta de la vida.
  • Anunciar la Buena Noticia es proclamar el amor de Dios a todos los hombres. Amor que descansa sobre nuestra debilidad, sobre lo que somos, por eso es amor que se hermana necesariamente con el perdón. Vivir el perdón de Dios es descubrir su misericordia, eliminando las frías y severas exigencias con respecto al prójimo, y considerándonos pecadores, limitados y pequeños.
  • Hablamos con frecuencia de la justicia de Dios, de la bondad de Dios, de la omnipotencia  de Dios, de la providencia de Dios, del amor de Dios. Pero este evangelio nos lleva a hablar de la  alegría de Dios. Las dos parábolas iniciales nos han hablado de la  alegría de Dios. De una alegría de Dios que tiene que ser la nuestra.
  • Dios nos ha enviado a su Hijo y nos  invita a la alegría indescriptible. El último misterio de esta historia que se hace nuestra certeza es que hay para todos  nosotros un regreso, porque hay una casa paterna.
  • Necesitamos  volver a decir en voz muy alta: que nuestro Dios, el Dios de los cristianos, es el Dios de la  ternura, de la misericordia, de la acogida al que se equivoca o fracasa.
  • Por muy grande que sea el secularismo que nos invade, los cristianos no podemos dedicarnos a conservar lo que tenemos. Se nos pide salir del redil para buscar la oveja perdida, barrer la casa para encontrar la moneda que se perdió, hay que recibir con los brazos abiertos al hijo que se fue; y cuando esto suceda hay que hacer una fiesta grande invitando a todos para anunciar el éxito de la búsqueda.
  • Si no somos capaces de llamar y tratar como «hermanos» a los que se han alejado de nuestro lado porque no piensan o no obran como nosotros, no podemos llamarnos cristianos. Lo paradójico de esta parábola es que nadie puede sentirse ni tan afuera ni tan adentro.
  • La Iglesia, como la define el Vaticano II (69), es en Cristo como un sacramento, o sea, «signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano». Ella debe buscar ante todo llevar a los hombres a la reconciliación plena, proclamando la misericordia de Dios y exhortando a los hombres a la penitencia para que abandonen el pecado y se conviertan a Dios. (Instrucción pastoral sobre el sacramento de la Penitencia C.E.E)

PARA DISCERNIR

  • ¿Qué imagen tengo de Dios?
  • ¿Actúo por amor o por miedo?
  • ¿Soy generoso para dar el perdón y humilde para recibirlo?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Ayúdame a vivir siempre en tu casa

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

…”.se puede decir por tanto que el amor hacia el hijo, el amor que brota de la esencia misma de la paternidad, obliga en cierto sentido al padre a tener solicitud por la dignidad del hijo. Esta solicitud constituye la medida de su amor, como escribirá san Pablo: «La caridad es paciente, es benigna…, no es interesada, no se irrita…, no se alegra de la injusticia, se complace en la verdad…, todo lo espera, todo lo tolera» y «no pasa jamás». La misericordia – tal como Cristo nos la ha presentado en la parábola del hijo pródigo – tiene la forma interior del amor, que en el Nuevo Testamento se llama agapé. Tal amor es capaz de inclinarse hacia todo hijo pródigo, toda miseria humana y singularmente hacia toda miseria moral o pecado. Cuando esto ocurre, el que es objeto de misericordia no se siente humillado, sino como hallado de nuevo y «revalorizado». El padre le manifiesta, particularmente, su alegría por haber sido «hallado de nuevo» y por «haber resucitado». Esta alegría indica un bien inviolado; un hijo, por más que sea pródigo, no deja de ser hijo real de su padre; indica además un bien hallado de nuevo, que en el caso del hijo pródigo fue la vuelta a la verdad de sí mismo…

…la parábola del hijo pródigo expresa de manera sencilla, pero profunda la realidad de la conversión. Esta es la expresión más concreta de la obra del amor y de la presencia de la misericordia en el mundo humano. El significado verdadero y propio de la misericordia en el mundo no consiste únicamente en la mirada, aunque sea la más penetrante y compasiva, dirigida al mal moral, físico o material: la misericordia se manifiesta en su aspecto verdadero y propio, cuando revalida, promueve y extrae el bien de todas las formas del mal existentes en el mundo y en el hombre. Así entendida, constituye el contenido fundamental del mensaje mesiánico de Cristo y la fuerza constitutiva de su misión.

Así entendían también y practicaban la misericordia sus discípulos y seguidores. Ella no cesó nunca de revelarse en sus corazones y en sus acciones, como una prueba singularmente creadora del amor que no se deja «vencer por el mal», sino que «vence con el bien al mal».

Es necesario que el rostro genuino de la misericordia se siempre desvelado de nuevo. No obstante múltiples prejuicios, ella se presenta particularmente necesaria en nuestros tiempos”…


Dives in misericordia, IV

PARA REZAR

¿Qué me dirás, Dios mío,
cuando llegue a tu presencia?
¿Qué voy a decir, Señor,
cuando me encuentre cara a cara contigo?
Yo me quedaré mudo,
sin saber qué decir, cómo hablar…
Pero tú me sorprenderás con tu amor,
como siempre,
y antes de que yo abra la boca,
me tomarás de la mano 
y me dirás, como al hijo pródigo,
¡Ven a mis brazos, hijo mío,
no ves que te estoy esperando!
Y entonces entenderé,
por fin, la parábola de tu amor de Padre.
Y se me quedará clavada en el corazón,
para siempre,
como un dardo profundo,
esa palabra que lo dice todo en tus labios:
¡HIJO!
Ojalá que pueda decir,
con toda mi alma,
con todo mi corazón y todas mis fuerzas,
esa otra palabra maravillosa:
¡PADRE!
Porque tú, Señor, eres verdaderamente nuestro padre
y nosotros somos de verdad tus hijos.

LUNES XXIV

Basta una palabra y mi sirviente sanará

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo

a los cristianos de Corinto 11, 17-26. 33

Hermanos:

Ya que les hago esta advertencia, no puedo felicitarlos por sus reuniones, que en lugar de beneficiarlos, los perjudican. Ante todo, porque he oído decir que cuando celebran sus asambleas, hay divisiones entre ustedes, y en parte lo creo. Sin embargo, es preciso que se formen partidos entre ustedes, para se pongan de manifiesto los que tienen verdadera virtud.

Cuando se reúnen, lo que menos hacen es comer la Cena del Señor, porque apenas se sientan a la mesa, cada uno se apresura a comer su propia comida, y mientras uno pasa hambre, el otro se pone ebrio. ¿Acaso no tienen sus casas para comer y beber? ¿O tan poco aprecio tienen a la Iglesia de Dios, que quieren hacer pasar vergüenza a los que no tienen nada? ¿Qué les diré? ¿Los voy a alabar? En esto, no puedo alabarlos.

Lo que yo recibí del Señor, y a mi vez les he transmitido, es lo siguiente: El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó el pan, dio gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía.» De la misma manera, después de cenar, tomó la copa, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza que se sella con mi Sangre. Siempre que la beban, háganlo en memora mía.» Y así, siempre que coman este pan y beban esta copa, proclamarán la muerte del Señor hasta que él vuelva.

Así, hermanos, cuando se reúnan para participar de la Cena, espérense unos a otros.

Palabra de Dios.

SALMO          Sal 39, 7-8. 9. 10. 17 (R.: 1Cor 11, 26b)

R.        Proclamen la muerte del Señor, hasta que él vuelva.

Tú no quisiste víctima ni oblación;

pero me diste un oído atento;

no pediste holocaustos ni sacrificios,

entonces dije: «Aquí estoy.»  R.

«En el libro de la Ley está escrito

lo que tengo que hacer:

yo amo, Dios mío, tu voluntad,

y tu ley está en mi corazón.»  R.

Proclamé gozosamente tu justicia

en la gran asamblea;

no, no mantuve cerrados mis labios,

tú lo sabes, Señor.  R.

Que se alegren y se regocijen en ti

todos los que te buscan,

y digan siempre los que desean tu victoria:

«¡Qué grande es el Señor!»  R.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 7, 1-10

Cuando Jesús terminó de decir todas estas cosas al pueblo, entró en Cafarnaún. Había allí un centurión que tenía un sirviente enfermo, a punto de morir, al que estimaba mucho. Como había oído hablar de Jesús, envió a unos ancianos judíos para rogarle que viniera a curar a su servidor.

Cuando estuvieron cerca de Jesús, le suplicaron con insistencia, diciéndole: «El merece que le hagas este favor, porque ama a nuestra nación y nos ha construido la sinagoga.»

Jesús fue con ellos, y cuando ya estaba cerca de la casa, el centurión le mandó decir por unos amigos: «Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa; por eso no me consideré digno de ir a verte personalmente. Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. Porque yo -que no soy más que un oficial subalterno, pero tengo soldados a mis órdenes- cuando digo a uno: «Ve», él va; y a otro: «Ven», él viene; y cuando digo a mi sirviente: «¡Tienes que hacer esto!», él lo hace.»

Al oír estas palabras, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la multitud que lo seguía, dijo: «Yo les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe.»

Cuando los enviados regresaron a la casa, encontraron al sirviente completamente sano.

Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

  • El relato de la Eucaristía que nos trae aquí Pablo es el más antiguo, porque todavía no se habían escrito los evangelios. La tradición que el Apóstol transmite no la ha recibido directamente del Señor, sino que, como tantas otras cosas, la ha aprendido de la Iglesia y recoge la tradición litúrgica más antigua. Pablo, por una parte lo transmite como una de las tradiciones que legó a la comunidad de Corinto; y por otra explicita su pensamiento teológico.
  • Los corintios celebraban la eucaristía durante una comida, llamada «ágape» pero estas reuniones eucarísticas no van bien. Hay divisiones entre ellos. Se forman grupos separados unos de los otros. Los ricos se agrupaban en las mismas mesas y más libres en su horario y más fuertes económicamente, no esperaban a los que venían después comiendo y bebiendo abundantemente, mientras que los pobres, tenían que conformarse con lo que podían meter en su canasta.
  • Pablo les reprocha hacer de ella precisamente, todo lo contrario de lo que ha de ser un encuentro familiar y los acusa duramente, diciéndoles que eso que celebran, no es la Eucaristía que Cristo pensó y que esas reuniones causan más daño que provecho. El pecado de los corintios era la falta de fraternidad.
  • En el razonamiento de Pablo, la acción eucarística que realiza la comunidad cristiana, está íntimamente relacionada con la muerte del Señor. La Iglesia, repitiendo la última cena del Señor, vive en comunión con Él y proclama incesantemente su Muerte y Resurrección, hasta que celebre la Pascua definitiva en el Reino eterno del Padre. Por otro lado la eucaristía, al mismo tiempo que edifica la comunidad, necesita una evidenciada comunión fraterna.

***

  • Cafarnaún significa aldea de consuelo. Estaba ubicada a solo 4 kilómetros de la desembocadura del río Jordán. Los centuriones eran la espina dorsal del ejército romano. Cada legión romana constaba de 6000 hombres divididos en sesenta centurias de cien hombres cada una. Al frente de cada centuria se encontraba un centurión. Ellos eran verdaderos soldados profesionales, veteranos y responsables de la disciplina y la moral del ejército. En muchos casos, para ganarse la estima del pueblo,  actuaban como benefactores.
  • Lucas, nos relata que este centurión, un pagano que posiblemente conoce a Jesús de oídas, envió a unos dirigentes judíos para que intercedieran por él ante el Maestro. Los mismos que se escandalizan cuando Jesús cura en sábado o se acerca a los pecadores, hacen de emisarios de aquellos que los benefician.
  • El centurión busca a Jesús porque ha hecho una analogía. Él fue nombrado por un poder superior como jefe  y ejerce autoridad sobre sus soldados y ellos le obedecen. Cuando oye sobre la enseñanza y los milagros de Jesucristo, piensa inmediatamente que este poder le viene de una autoridad superior que se lo ha confiado para que lo ejerza sobre la vida de la gente, sobre las enfermedades y sobre los demonios. Si Jesús tiene autoridad, puede hacer lo mismo que él, ordenar y que su palabra sea cumplida.
  • Al decir que no era digno que Jesús entre en su casa, expresa la conciencia de tener un lugar inferior en la cultura judía y que cualquier judío piadoso que entre en su casa no quedará sin contaminarse. Se mantiene a distancia enviando emisarios porque con buena conciencia no quiere que Jesús quede impuro por hacerle un favor. El centurión le da a Jesús la máxima autoridad, aun sobre todo el imperio romano al que él representa.
  • Jesús elogia su fe, y no se detiene en su colaboración con la sinagoga ni en su amor a la nación. Porque la fe es la fuerza más poderosa y sólo por medio de la fe se alcanza la salvación y la vida.
  • Habitualmente vemos como la gente para creer tiene necesidad de tocar, de recibir la imposición de manos, la unción con aceite, un poco de barro, una oración específica, un rito, etc. Pero lo sorprendente de este caso es que el centurión simplemente creyó que si Jesús daba una orden, aunque sea breve y aunque no esté presente, su criado sanaría.
  • Jesús saliendo del círculo de sus seguidores y de su propia nación aprovecha esta situación cargada de ambigüedades para mostrar posibilidad de la fe.  Este hombre se muestra con una humanidad muy grande al preocuparse por un esclavo enfermo. Algo realmente inesperado. Esta humanidad es el inicio de la fe. Una fe que es  humildad para reconocer la superioridad de Jesús sobre él, quien también es una persona de autoridad.
  • Tener fe no es la afirmación de ciertas pautas dogmáticas, el cumplimiento de ciertas prácticas rituales de una religión correcta o una simple pertenencia institucional, sino la absoluta confianza en el poder salvador de Jesús. Es establecer una relación donde se reconoce en la presencia de Jesús el mediador de la acción de Dios. Esto es lo que Jesús elogia de este pagano como contraposición a lo que critica de los jefes religiosos del pueblo.
  • Jesús se encarna y realiza su plan de salvación en una vida real, concreta, con sus tensiones  e incoherencias. En estas situaciones Jesús no deja de mostrar su bondad y amor que trasciende los méritos de quienes lo buscan. No ignora las contradicciones y el pecado, los señala, pero no se deja condicionar a la hora de realizar  su misión: mostrar el amor universal de Dios, mostrar la dignidad de todos los hombres, ser sensible al sufrimiento de cualquiera y mostrar el camino de redención.

PARA DISCERNIR

  • ¿Cuáles son las manifestaciones más corrientes de nuestra fe?
  • ¿Qué necesitamos para creer?
  • ¿Dónde experimento de un modo más grande la bondad de Dios?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Basta una palabra

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

«Señor, yo no soy digno»

En la lectura del evangelio que acabamos de escuchar vemos cómo Jesús alaba nuestra fe juntamente con la humildad. Cuando ha prometido ir a curar al criado del centurión, éste ha contestado: «Señor, no te molestes; yo no soy quién para que entres bajo mi techo; dilo de palabra y mi criado quedará sano». Reconociéndose indigno, se muestra no sólo digno de que Cristo entre en su casa, sino también en su corazón…

Porque no habría sido ninguna dicha si el Señor hubiera entrado en su casa y no hubiera entrado también en su corazón. En efecto, Cristo, Maestro en humildad por su ejemplo y sus palabras, se sentó a la mesa en  casa de un fariseo orgulloso, llamado Simón (Lc 7,36s). Pero por mucho que estuviera en su mesa, no estaba en su corazón: allí «el Hijo del Hombre no tuvo donde reclinar su cabeza» (Lc 9,58). Aquí, ocurre lo contrario: no entra en la casa del centurión, pero posee su corazón…

Es pues la fe unida a la humildad lo que el Señor alaba en el centurión. Cuando éste dice: «Señor, no te molestes; yo no soy quién para que entres bajo mi techo», el Señor responde: «Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe»… El Señor vino primero, según la carne, al pueblo de Israel para buscar primero en ese pueblo su oveja perdida cf Lc 15,4)… Los demás, en tanto que hombres, no podemos conocer la medida de la fe de los hombres. Sólo él que ve el fondo del corazón, él a quien nadie engaña, que ha conocido lo que era el corazón de ese hombre al escuchar su palabra llena de humildad, y, a cambio, le dio una palabra que cura.

San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte) y doctor de la Iglesia – Sermón 62

PARA REZAR

Mírame Señor

Mírame Señor, no soy digno

de que entres en mi casa.

Háblame Señor, tu palabra

bastará para sanarme.

Sáname Señor, Tú conoces

cuántas luchas en mis límites,

quiero dar a luz el misterio

que descansa en mi interior.

De tu Cuerpo brota sangre y agua viva,

va cayendo suavemente en mi interior,

te recibo con asombro y me conmuevo.

Cristo vivo, Dios está presente

en mi pobre corazón.

Mírame Señor, yo no sé confiar

en medio de tormentas.

Háblame Señor, Tú me alientas

y camino sin temor.

Cuídame Señor, nadie más sostiene

mi vida entregada.

Te prometo, oh Dios, serte fiel

hasta la cruz y cruz de amor.

Te amaré Señor, aunque tenga

que olvidarme de mí mismo,

tomaré mi cruz,

seguiré tus pasos si mirar atrás.

Sonreiré Señor, aunque todo fracase

y quede solo,

y si estoy muy mal

tu palabra ardiente me liberará.

Lavaré Señor mis vestidos

en tu sangre de cordero.

Cantaré Señor,

y tu fuego abrasará mi corazón.

Aliviarás Señor, con el paso

de tu Cuerpo en mis entrañas.

Te bendeciré Señor, contemplando

el crecimiento que anidé.

MARTES XXIV

Joven, yo te lo ordeno, levántate

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo

a los cristianos de Corinto.            12, 12-14. 27-31a

Hermanos:

Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo, es uno, y estos miembros, a pesar de ser muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo. Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo -judíos y griegos, esclavos y hombres libres- y todos hemos bebido de un mismo Espíritu.

El cuerpo no se compone de un solo miembro, sino de muchos.

Ustedes son el Cuerpo de Cristo, y cada uno en particular, miembros de ese Cuerpo.

En la Iglesia, hay algunos que han sido establecidos por Dios, en primer lugar, como apóstoles; en segundo lugar, como profetas; en tercer lugar, como doctores. Después vienen los que han recibido el don de hacer milagros, el don de curar, el don de socorrer a los necesitados, el don de gobernar y el don de lenguas. ¿Acaso todos son apóstoles? ¿Todos profetas? ¿Todos doctores? ¿Todos hacen milagros? ¿Todos tienen el don de curar? ¿Todos tienen el don de lenguas o el don de interpretarlas?

Ustedes, por su parte, aspiren a los dones más perfectos.

Palabra de Dios.

SALMO          Sal 99, 1-2. 3. 4. 5 (R.: 3c)

R.        Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.

Aclame al Señor toda la tierra,

sirvan al Señor con alegría,

lleguen hasta él con cantos jubilosos.  R.

Reconozcan que el Señor es Dios:

él nos hizo y a él pertenecemos;

somos su pueblo y ovejas de su rebaño.  R.

Entren por sus puertas dando gracias,

entren en sus atrios con himnos de alabanza,

alaben al Señor y bendigan su Nombre.  R.

¡Qué bueno es el Señor!

Su misericordia permanece para siempre,

y su fidelidad por todas las generaciones.  R.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Lucas   7, 11-17

Jesús se dirigió a una ciudad llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud. Justamente cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda, y mucha gente del lugar la acompañaba. Al verla, el Señor se conmovió y le dijo: «No llores.» Después se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron y Jesús dijo: «Joven, yo te lo ordeno, levántate.»

El muerto se incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre.

Todos quedaron sobrecogidos de temor y alababan a Dios, diciendo: «Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo.»

El rumor de lo que Jesús acababa de hacer se difundió por toda la Judea y en toda la región vecina.

Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

  • Los cristianos de Corinto estaban muy divididos. Para dar respuesta a esta situación, Pablo, ayer urgía a crecer en unidad fraterna; y hoy desde otro punto, plantea que la Iglesia es el Cuerpo de Cristo, y como tal Cuerpo, debe mantener su unidad con la Cabeza y entre los varios miembros.
  • Pablo usa la comparación de la comunidad con el cuerpo humano, para convencer a los corintios, de que tienen que construir entre todos una iglesia más unida.
  • La motivación es profundamente teológica. No somos una asociación que para ser eficaz tiene que mantenerse unida. La Iglesia está convocada y unida por el Dios Trino, en la que todos hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo.
  • Para Pablo, la pluralidad y diversidad de ministerios y carismas, debe conjugarse dinámicamente con la unidad que nos da el ser todos, hijos del mismo Padre, miembros de Cristo Cabeza y también miembros los unos de los otros, unidos, articulados y animados todos vitalmente, por el mismo Espíritu.
  • En tiempo de san Pablo, esas oposiciones raciales y sociales eran extremadamente notorias: entre un «esclavo» y un «hombre libre» no había ningún punto común; ni siquiera tenían los mismos derechos elementales en la sociedad civil.
  • Ser el cuerpo de Cristo, significa que debemos ser la “visibilidad” de Cristo, signo de su presencia actual en el mundo.

***

  • Dos procesiones se encuentran: por un lado, un hijo único de una mujer viuda que llevan a enterrar fuera de la ciudad; por otro, los discípulos que acompañan al Señor de la vida. Una procesión es conducida por un muerto: una persona joven, una historia truncada en el momento de mayor vitalidad; la otra, rodea al Viviente. El hijo de la viuda y el Hijo de Dios se chocan. Ella enterraba a su único hijo, y en adelante estará sola en la vida, sin apoyo, sin seguridad para su ancianidad. De algún modo, está tan muerta como su hijo.
  • Jesús detiene a los que lo llevan, siente compasión, ve la desgracia del otro como si fuera suya. Dios no quiere abandonar a la muerte al hombre del que siente compasión. Con la fuerza resucitadora de su Palabra, levanta del féretro al joven difunto. La pérdida de este hijo querido, es transformada por la buena nueva, en don ofrecido nuevamente a su madre.
  • La misericordia de Dios es la otra cara de su poder creador: Dios ama, y su amor es vida, renacimiento, resurrección, salvación, gracia, novedad, admirable intercambio.
  • Paradójicamente en la puerta de la ciudad, el muerto y el vivo cambian su condición: el muerto será despertado a la vida, mientras que el Vivo se encamina libremente a la muerte. En el joven que Jesús devuelve con vida a su madre, ya está la  promesa del Resucitado.
  • Jesús ocupa el puesto del hijo de la viuda porque el amor compasivo, lo hace ocupar el lugar del ser amado de un modo total y definitivo.
  • Jesús llamó al joven a la vida y rescató también a la viuda condenada a la miseria, a la marginación y al dolor. Madre e hijo, reviven a los ojos de la comunidad gracias a la compasión de Jesús; que sin temor a entrar en contacto con la impureza de un muerto, desafía todo tipo de prejuicios; y sin temor a la condena de sus enemigos, desafía a la muerte misma adelantando su batalla final.
  • En medio de nuestro dolor, hoy tenemos la certeza de ser escuchados, porque nuestro sufrimiento, nuestros gritos de rebeldía o nuestra miseria silenciosa, han sido superados por el amor compasivo de Jesús que ha tomado nuestro lugar y  desde su cruz nos lleva a la resurrección.
  • Por esta fe, en la que reconocemos que Dios nos ama entrañablemente, nos crea, nos recrea y nos quiere vivos; estamos llamados a ser testigos de la vida. El Señor resucitado se manifiesta siempre en las obras que rescatan a los afligidos y a todos los sufrientes de nuestros días, a quienes la vida les ha sido negada.
  • Jesús sigue encabezando la procesión de la vida por los caminos de nuestra historia, para llevarnos a la celebración festiva, de una vida de misericordia realizada en la justicia y el amor verdadero. Esto sólo será posible en la medida en que nos animemos, como Jesús,  a ponernos en el lugar de nuestros hermanos.

PARA DISCERNIR

  • ¿Por dónde pasa hoy la procesión de la muerte?
  • ¿Por dónde la de la vida?
  • ¿En cuál me siento encolumnado?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Señor eres el Camino, la Verdad y la Vida

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

«Muchacho, a ti te digo, ¡levántate!» (Lc 7,14)

…”Que nadie tenga duda, si es cristiano, que incluso ahora los muertos resucitan. Ciertamente, todo hombre tiene ojos para ver resucitar a los muertos como resucitó el hijo de esta viuda del que nos habla el evangelio. Pero no todos pueden ver resucitar a los hombres que están muertos espiritualmente. Para ello hay que haber resucitado interiormente. Es una obra mayor resucitar a un hombre para vivir para siempre que resucitar a alguien para volver a morir más tarde.

La madre de este joven, esta viuda, fue transportada de alegría al ver a su hijo resucitar. Nuestra madre, la Iglesia, se alegra también viendo todos los días la resurrección espiritual de sus hijos. El hijo de la viuda estaba muerto en su cuerpo, pero aquellos estaban muertos en su espíritu. Hubo llanto por la muerte del primero, pero no hubo pena por la muerte invisible de los últimos ya que no se veía esta muerte. El único que no quedaba indiferente era aquel que conocía estos muertos. Sólo él los podía devolver a la vida. En efecto, si el Señor no hubiera venido a resucitar a los muertos, el apóstol Pablo no hubiera dicho: «Levántate, tú que duermes, y Cristo te iluminará.»”… (Ef. 5,14)

San Agustín (354-430) obispo de Hipona y doctor de la Iglesia – Sermón 98

PARA REZAR

El valor de mi vida es tu Hijo Jesucristo.
El valor de mi vida es la sangre
que tu Hijo derramó por mí en la cruz.
Señor Jesucristo,
tómame de la mano
y llévame a disfrutar tu misericordia.
Ven, Señor Jesús, tómame de la mano
y camina conmigo en medio de tu pueblo,
y roza con tu gloria,
a los enfermos,
a los ciegos,
a los oprimidos,
a los esclavos del pecado,
a los cojos,
a los que no pueden caminar,
a los deprimidos,
a los esclavos del miedo,
y líbralos.
Camina conmigo, Señor Jesús.
Tu perfecto caminar me enamora.
Tu perfecto caminar me asombra.
Camina conmigo, Señor, entre tu pueblo.
Y toca;
toca con tu poder,
toca con tu misericordia,
toca con tu amor

y danos la vida,

¡Amén!

MIÉRCOLES XXIV

EXALTACIÓN DE LA CRUZ (F)

Lectura del libro de los Números  21, 4b-9


En el camino, el pueblo perdió la paciencia y comenzó a hablar contra Dios y contra Moisés: « ¿Por qué nos hicieron salir de Egipto para hacernos morir en el desierto? ¡Aquí no hay pan ni agua, y ya estamos hartos de esta comida miserable!»
Entonces el Señor envió contra el pueblo unas serpientes abrasadoras, que mordieron a la gente, y así murieron muchos israelitas.

El pueblo acudió a Moisés y le dijo: «Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti. Intercede delante del Señor, para que aleje de nosotros esas serpientes.»
Moisés intercedió por el pueblo, y el Señor le dijo: «Fabrica una serpiente abrasadora y colócala sobre un asta. Y todo el que haya sido mordido, al mirarla, quedará curado.»

Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso sobre un asta. Y cuando alguien era mordido por una serpiente, miraba hacia la serpiente de bronce y quedaba curado.


Palabra de Dios.

SALMO         Sal    77, 1-2. 34-35. 36-37. 38 (R.: cf. 7b)

R. No olviden las proezas del Señor.


Pueblo mío, escucha mi enseñanza,
presta atención a las palabras de mi boca:
yo voy a recitar un poema,
a revelar enigmas del pasado. R.


Cuando los hacía morir, lo buscaban
y se volvían a él ansiosamente:
recordaban que Dios era su Roca,
y el Altísimo, su libertador. R.

Pero lo elogiaban de labios para afuera
y mentían con sus lenguas;
su corazón no era sincero con él
y no eran fieles a su alianza. R.

El Señor, que es compasivo,
los perdonaba en lugar de exterminarlos;
una y otra vez reprimió su enojo
y no dio rienda suelta a su furor. R.

O bien

Lectura de la carta del apóstol san Pablo

a los cristianos de Filipos    2, 6-11


Jesucristo, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz.

Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: «Jesucristo es el Señor.»

Palabra de Dios.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Juan     3, 13-17


Jesús dijo a Nicodemo:

«Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo.

De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en él tengan Vida eterna.

Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.»

Palabra del Señor

PARA REFLEXIONAR

  • En el libro de los Números la serpiente de bronce es levantada por Moisés sobre un asta en medio del campamento. Todos los israelitas que mordidos por las serpientes venenosas, habían sido castigados por sus rebeldías; miraban la serpiente de bronce y se curaban. La exaltación de esa serpiente portadora de muerte se convertía para el pueblo arrepentido en portadora de vida.

***

  • En san Pablo Jesucristo quiso acreditarse como verdadero hombre y vivir como uno de tantos. Por su obediencia al Padre y por su solidaridad con todos los pecadores, Cristo se anonadó hasta el límite de la muerte y muerte de cruz.
  • Pero Dios lo ensalzó para darle un «nombre» que está por encima de todo nombre. El nombre es para los hebreos la expresión del propio ser, la proclamación de lo que uno es y de su misión; al recibir Jesús el «nombre-sobre-todo-nombre» Pablo expresa que Jesús es el Señor. Jesús ha querido ser Dios para nosotros, haciéndose verdaderamente hombre solidario en todo.

***

  • Juan utiliza la narración de la serpiente de bronce, elevada por Moisés en el desierto, como figura que ilustra proféticamente lo que sucede en la «elevación» del Hijo del Hombre en la cruz.
  • Hacia ese Jesús elevado en señal de oprobio, nosotros levantamos nuestros ojos de la fe, porque reconocemos en Él el amor salvador del Padre y el amor fiel y salvador del Hijo, que ha aceptado perder la vida, es decir, entregarla al Padre y a todos nosotros.
  • Las palabras de Jesús a Juan expresan en forma resumida su misión, que consiste en dar al hombre «vida eterna», la misma vida de Dios, y que se concede a los hombres en virtud de su elevación.
  • El levantamiento de Jesús es a la vez su muerte en cruz y su glorificación; es fruto del rechazo del mundo y atracción salvadora de todos los hombres; Jesús es elevado para morir en manos del mundo y es elevado para salvar por el Padre; «para que todo el que crea en Él tenga vida eterna». Jesús elevado, atrae a todos los hombres; es la luz verdadera que ilumina a todos.
  • Jesús no es juicio sino salvación. Dios no es el que juzga, sino el que salva. La salvación tiene lugar por la fe. El propósito y la voluntad de Dios es la salvación del mundo, no su condenación. Dios ama al mundo con un amor incomprensible e inconmensurable. El Dios que revela Jesús no es un Dios a imagen de los hombres, que se dedica a garantizar el orden en el mundo, ni un super vigilante del escenario del mundo, ni el custodio del orden moral. Dios ama, Dios es amor. Sólo Jesús, con sus palabras y sus gestos que lo conducen a la cruz, puede dejar entrever esto.
  • El Padre no envía al Hijo a la muerte, sino a la solidaridad con los hombres. Jesús sabe que la salvación no le llega al hombre por la huida de la realidad humana, sino por la identificación hasta el fondo con ella. Jesús se comportó como un hombre cualquiera. Nada le fue ahorrado de la común condición humana sino que la asumió hasta la muerte. Esta profunda comunión con nosotros es lo que hace a Jesús tan entrañable y tan próximo a cada uno de nosotros.
  • El Padre no envía al Hijo a la muerte sino al cumplimiento fiel de su misión de revelar el amor de Dios, su misericordia sobre todos los hombres, y la muerte de Jesús es una consecuencia de su obrar. Al enviar a su Hijo al mundo, el Padre corre este riesgo que no «escatimó».
  • Se trata, por tanto, de un claro predominio del designio de salvación en la actuación amorosa de Dios en el mundo; de una prioridad de la salvación sobre la condenación; se trata de un triunfo de la salvación.
  • La cruz fue para Cristo la voluntad del Padre cumplida hasta el extremo, su última palabra y la más elocuente. La cruz fue para Cristo ponerse en el último lugar y prestar el mejor servicio a todos los hombres. Para servir hay que ponerse en la cola, en el último lugar, descendió el que vino al mundo a servir y no a ser servido. Por eso fue también la cruz el trono de su exaltación y su gloria.
  • Para Jesús la cruz no fue un final desgraciado o inesperado, sino la culminación de su camino. No hay quiebre entre lo que hizo durante su vida pública y su cruz. La cruz es camino de vida, se trata de seguir a Jesús, en el intento de vivir como Él viviría en este tiempo y en nuestra realidad concreta. Escoger un camino que sea consecuente con lo que Él nos enseñó: un camino que, sirva a la verdad y no a la mentira, al amor generoso y no al egoísmo insolidario, a la justicia de cada día y no al aprovecharse de los débiles.
  • En el desierto que nos presenta el mundo, de nosotros depende levantar  el signo de un futuro más fuerte que la muerte. No se trata de colocar crucifijos por todas partes; se trata de que nosotros mismos estemos marcados por el amor de tal manera que todo hombre pueda reconocer el rostro de Cristo y la esperanza de curación.
  • La cruz que exaltamos no son los maderos cruzados sino el coraje de Jesús, que optó por el Reino y por el amor sin temor a las consecuencias a que lo iban a llevar. La exaltación de la cruz es la exaltación de la fidelidad de Jesús a la causa del Reino. Cruz es el sufrimiento que se producirá en nuestra vida como consecuencia de seguir a Jesús y los valores del evangelio.
  • Esta celebración tiene que ser para nosotros la ocasión de hacer memoria, de recordar y proclamar muy alto que Cristo ha sido exaltado en la cruz y que todos los que son de Cristo no podemos pretender otra gloria que ésta. Tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo y no conformarnos a este mundo. Si somos discípulos de Cristo estaremos siempre con Él en la cruz, en la contradicción.
  • Los creyentes no vivimos la cruz como derrotados, sino como portadores de una esperanza final. Si asumimos esa cruz inevitable en todo aquel que se esfuerza por ser fiel a su vocación y por construir un mundo más humano, más habitable, es porque queremos arrancar para siempre del mundo y de nosotros el mal y el sufrimiento. A una cruz como la de Jesús, sólo le espera resurrección. Por eso, aunque parezca contradictorio, nos gozamos y hacemos fiesta contemplando la cruz, por encima de otras exaltaciones pasajeras y mundanas que nos embotan cada día.
  • La exaltación de la cruz no es la exaltación del sufrimiento y del sacrificio, ni la consagración del dolor, sino revelación cumbre del amor y la posibilidad de transformar el abatimiento en construcción de vida humana plena. Jesús nos enseña cómo pasar de la muerte a la vida.

PARA DISCERNIR

  • ¿Busco la verdad a toda costa, sin acobardarme ante la posibilidad de que me pongan la cruz?
  • ¿Acepto las cruces (históricas, no naturales) que ya cargo? (Enumerarlas, revisarlas ante mí mismo).
  • ¿Soy capaz de rebajarme por el bien de otros?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Jesucristo es el Señor

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

«Cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí»

…”Hoy es el día de la Exaltación de la Santa Cruz; cruz que merece nuestro amor y a la cual, por nuestro amor, ha sido suspendido el Salvador del mundo entero. Nuestro Señor ha dicho: «Cuando haya sido elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí. Con estas palabras quiere decir que su deseo más  grande es atraer hacia Él nuestros corazones terrenos, poseídos por el amor hacia las cosas de este mundo; quiere atraer hacia Él nuestra sed de gozos y satisfacciones de la tierra. Nuestra alma, bella y orgullosa, retenida por la complacencia en sí misma, por el amor a la satisfacción material de nuestra sensibilidad, quisiera Él atraerla totalmente hacia Sí. Sí, a fin de que Él sea elevado en nosotros y crezca en nuestros corazones. Porque para aquellos que Dios ha sido siempre grande, todas las cosas creadas son pequeñas, y las cosas pequeñas las consideran como si nada fuesen.

La belleza de esta Cruz es Cristo crucificado elevado de manera inimaginable, muy por encima de todos los santos, de todos los ángeles, de todos los gozos, delicias y felicidades que todos juntos poseen. Y puesto que su verdadera mansión se encuentra en lo más alto de los cielos, quiere habitar en eso que hay en lo más alto de nosotros mismos, es decir, en nuestro amor y en nuestros sentimientos más elevados, más íntimos, más delicados. Quiere atraer hacia Él los aspectos más simples de nuestro espíritu y de nuestra alma en lo que tienen de más eminente, y elevar todo ello hasta Él. Si logramos que esto sea una realidad en nosotros, Él nos atraerá hasta su mansión más elevada y la más íntima… Cuanto más ahora yo le dé lo que es mío, lo que tengo, tanto más Él me dará lo que es suyo”…

Juan Taulero – Sermón 58

PARA REZAR

Nos acercamos a los crucificados

Hoy, nos acercamos a tu cruz,

y nos acercamos
a los crucificados de la humanidad.
Queremos pasar sus rostros, que son tu rostro,
por nuestro corazón.
Nos sentimos llamados a recorrer países enteros,
donde hay tantos relatos de cruz
por el hambre, la guerra, la injusticia sin fin.
Pasamos por nuestros ojos las imágenes de las víctimas,
los cuerpos mutilados por las bombas,
las mujeres embarazadas violentamente,
los niños atrapados en redes comerciales.
Oímos la voz de los sin voz,
el ruido de los pies de tantos emigrantes
que dejan su tierra con dolor,
el eco apagado de tantos condenados a muerte
por el hambre, el sida, las drogas,
el hilito de voz que sale de las cárceles,
de los hospitales, de todos los marginados.
Que nuestras lágrimas, nuestra solidaridad,
nuestro estilo de vida, rieguen tantas semillas
de amor y de esperanza sembradas cada día en la tierra.

JUEVES XXIV

15 DE SEPTIEMBRE – NTRA SRA DE LOS DOLORES

Una espada te traspasará el alma

Lectura de la carta de los Hebreos            5, 7-9

El cual, habiendo ofrecido en los días de su vida mortal ruegos y súplicas con poderoso clamor y lágrimas al que podía salvarse de la muerte, fue escuchado por su actitud reverente,  y aun siendo Hijo, con lo que padeció experimentó la obediencia; y llegado a la perfección, se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen, proclamando por Dios Sumo Sacerdote a semejanza de Melquisedec.

Palabra de Dios

SALMO                Sal 30, 2-3. 3-4. 5-6. 15-16. 20

R: Sálvame, Señor, por tu misericordia.

A ti, Señor, me acojo:

no quede yo nunca defraudado;

tú, que eres justo, ponme a salvo,

inclina tu oído hacia mí. R


Ven a prisa líbrame,

sé la roca de mi refugio,

un baluarte donde me salve,

tú que eres mi roca y mi baluarte;

por tu nombre dirígeme y guíame. R


Sácame de la red que me han tendido,

porque tú eres mi amparo.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás.

Pero yo confío en ti, Señor,
te digo: “Tú eres mi Dios”
En tu mano están mis azares:
líbrame de los enemigos que me persiguen.

Que bondad tan grande, Señor.
reservas para tus fieles,
y concedes a los que a ti se acogen
a la vista de todos.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según San Lucas               2, 33-35

Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: “Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -y a ti misma una espada te atravesará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones”.

Palabra del Señor

PARA REFLEXIONAR

  • La fiesta de este día hace alusión a siete dolores de la Virgen durante el peregrinar de su hijo por este mundo. El número siete manifiesta la influencia bíblica, ya que en la Sagrada Escritura el uso del número siete aparece para significar la indeterminación y, con más frecuencia, la universalidad. Conmemorar los Siete Dolores de la Virgen equivaldría a celebrar todo el inmenso dolor de la Madre de Dios por el dolor de su Hijo no sólo en la pasión, sino a lo largo de toda su vida.
  • Las palabras proféticas del anciano Simeón le anuncian a la Virgen María que una espada le atravesará el alma. Esta espada se refiere a los dolores que tendrá que padecer. También la imagen de la espada puede referirse a la Palabra de Dios a la que ha sido fiel, muchas veces con dolor.
  • La Iglesia Católica ha venerado siempre con singular cariño los siguientes siete dolores de la Virgen: el nacimiento de Jesús en un pobre portal, la presentación en el templo, la huida a Egipto, la pérdida de Jesús en el templo, el encuentro con Jesús en la calle de la amargura, la muerte de Jesús en la cruz y cuando Jesús es bajado de la cruz y colocado en brazos de su Santísima Madre.
  • En toda su vida y en cada dolor María nos precede y muestra un camino de fe y de seguimiento de Cristo.
  • María, como todo discípulo de Jesús, ha tenido que aprender a situar las relaciones familiares en el contexto del proyecto del Padre. También Ella, por causa del Reino, tiene que dejar al Hijo (cf. Mt 19,29), y ha aprendido a valorarlo según el plan de Dios, aun cuando sea el hijo querido de sus entrañas. También Ella ha tenido que crucificar su carne (cf. Ga 5,24) para poder ir transformándose a imagen de Jesucristo. Pero el momento más fuerte de sufrimiento, será cuando acompañe con su corazón de madre toda la aflicción de Jesús, en el momento de su entrega al Padre.
  • Esta unión y asociación al dolor del Hijo la hace intercesora y mediadora de la gracia de la redención. Mediante su experiencia de dolor, el dolor  humano puede ser sustraído de la maldición y convertirse en mediación de una vida salvada y al servicio de los que sufren. María es la primera que, sufriendo con su hijo moribundo en la cruz, cooperó de un modo absolutamente especial en la obra del Salvador. (L.G.61).
  • María, además, es  modelo de paciencia y perseverancia evangélica en el dolor, al participar en los sufrimientos de Cristo. Así ha sido durante toda su vida, y lo confirma en el momento del Calvario; y por haber estado estrechamente unida a la muerte de Cristo, también lo está a su resurrección. El vía crucis de María, sólo la resurrección lo transformará en canto de júbilo y paz.
  • «En verdad, Madre santa, una espada traspasó tu alma. Jamás, esta espada hubiera penetrado en la carne de tu Hijo sin atravesar tu alma. Por lo tanto, te llamamos más que mártir, ya que tus sentimientos de compasión superaron las sensaciones del dolor corporal».  San Bernardo

PARA DISCERNIR

  • ¿Acepto con paciencia los dolores de la vida?
  • ¿Acompaño afectuosamente el dolor de los demás?
  • ¿Recurro a la Virgen ante el sufrimiento y el dolor?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Quiero decir que sí como vos, María

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

«Y a ti misma, una espada te traspasará el corazón»
“…Oveja contemplando a su cordero que es llevado al matadero (Is 53,7), consumida de dolor; le seguía, con las demás  mujeres, clamando así: «¿Adónde vas, hijo mío? ¿Por qué acabas de esta manera tu corta vida (Sl 18,6)? Todavía hay, en Caná, otras bodas, ¿es allí que tú vas ahora, tan rápidamente para hacer, de nuevo, vino del agua? ¿Te puedo acompañar, hijo mío, o es mejor que espere? Dime una palabra, Verbo, no pases delante de mí en silencio…, tú, que eres mi hijo y mi Dios…

«Tú vas hacia una muerte injusta y nadie comparte tu sufrimiento. Pedro no te acompaña ahora, él que decía: « Aunque tuviera que morir, yo jamás te negaré » (Mt 26,35). Te ha abandonado ese Tomás que exclamaba: «Muramos con él » (Jn 11,6).  Y también los demás, los íntimos, ellos que han de juzgar a las doce tribus (Mt 19,28), ¿dónde están, ahora? No ha quedado ninguno; y tú, completamente solo, hijo mío, mueres por todos. Es tu salario por haber salvado a todos los hombres y haberles servido, hijo mío y Dios mío.»

Girándose hacia María, aquél que salió de ella, exclamó: «¿Por qué lloras, madre ?… Yo, ¿no sufrir? ¿no morir? ¿Cómo podría salvar a Adán? ¿Dejar de habitar el sepulcro? ¿Cómo devolvería la vida a los que permanecen en el país de los muertos? ¿Por qué lloras? Mejor que grites: ‘Él sufre voluntariamente, mi hijo y mi Dios’. Virgen sensata, no te vuelvas semejante a las insensatas (Mt 25,1s); tú estás dentro de la sala de bodas, no reacciones, pues, como si estuvieras fuera… No llores más, pues es mejor que digas: ‘Ten piedad de Adán, sé misericordioso con Eva, tú, mi hijo y mi Dios.’

… « Ten  la seguridad, madre, que tú serás la primera en verme salir del sepulcro. Vendré a mostrarte de qué males he rescatado a Adán, qué de sudores he derramado por él. A mis amigos les revelaré el sentido de las señales que verán en mis manos. Entonces, tú verás a Eva como en otros tiempos”….

San Román – Himno 25, María en el camino de la cruz

PARA REZAR

Señora y Madre nuestra:

tú estabas serena y fuerte junto a la cruz de Jesús.

Ofrecías tu Hijo al Padre para la redención del mundo.

Lo perdías, en cierto sentido,

porque El tenía que estar en las cosas del Padre,

pero lo ganabas porque se convertía en Redentor del mundo,

en el Amigo que da la vida por sus amigos.

María, ¡qué hermoso es escuchar

desde la cruz las palabras de Jesús:

«Ahí tienes a tu hijo», «Ahí tienes a tu Madre».

¡Qué bueno si te recibimos en nuestra casa como Juan!

Queremos llevarte siempre a nuestra casa.

Nuestra casa es el lugar donde vivimos.

Pero nuestra casa es sobre todo el corazón,

donde mora la Trinidad Santísima. Amén.

Si de la feria:

1 Cor. 15, 1-11

S.R. 117, 1-2.16-17.28

El Evangelio es propio de la memoria (el trascripto anteriormente o Jn.19,25-27) 

VIERNES XXIV

Jesús anunciaba la Buena Noticia del Reino de Dios

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo

a los cristianos de Corinto 15, 12-20

Hermanos:

Si se anuncia que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo algunos de ustedes afirman que los muertos no resucitan?

¡Si no hay resurrección, Cristo no resucitó! Y si Cristo no resucitó, es vana nuestra predicación y vana también la fe de ustedes. Incluso, seríamos falsos testigos de Dios, porque atestiguamos que él resucitó a Jesucristo, lo que es imposible, si los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, la fe de ustedes es inútil y sus pecados no han sido perdonados. En consecuencia, los que murieron con la fe en Cristo han perecido para siempre.

Si nosotros hemos puesto nuestra esperanza en Cristo solamente para esta vida, seríamos los hombres más dignos de lástima.

Pero no, Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos.

Palabra de Dios.

SALMO          Sal 16, 1. 6-7. 8b y 15 (R.: 15b)

R.        Señor, al despertar, me saciaré de tu presencia.

Escucha, Señor, mi justa demanda,

atiende a mi clamor;

presta oído a mi plegaria,

porque en mis labios no hay falsedad.  R.

Yo te invoco, Dios mío, porque tú me respondes:

inclina tu oído hacia mí y escucha mis palabras.

Muestra las maravillas de tu gracia,

tú que salvas de los agresores

a los que buscan refugio a tu derecha.  R.

Escóndeme a la sombra de tus alas.

Pero yo, por tu justicia, contemplaré tu rostro,

y al despertar, me saciaré de tu presencia.  R.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Lucas   8, 1-3

Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también algunas mujeres que habían sido curadas de malos espíritus y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes.

Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

  • Una vez más, Pablo partirá de una dificultad de fe de los griegos que con mentes muy racionalistas, tendían a pensar que la resurrección del «cuerpo» era imposible.
  • Cristo resucitó, triunfando de la muerte, y nosotros también estamos destinados, aunque no sepamos cómo, a la vida eterna, como Él y con Él. Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos. Esta verdad es lo que nos puede ayudar a vivir esta vida con un norte esperanzador. La última palabra no va a ser la muerte, sino la vida plena en la presencia de Dios.
  • La resurrección es una «fuerza activa» que destruye el pecado y la muerte. Es un hecho histórico que sucedió una vez en Jerusalén y es también una realidad de fe que trabaja en el corazón del mundo liberando al hombre del pecado y de la muerte.

***

  • El Evangelio hoy nos muestra lo que sería una jornada corriente de los tres años de vida pública de Jesús. Jesús recorre los campos de Galilea y se le junta un pequeño grupo de hombres y de mujeres, para el gran anuncio del Reino. Los que acompañaban a Jesús son los que escuchan, meditan y hacen suya su palabra.
  • El grupo que sigue a Jesús es variado. Una parte la componen los «Doce», aquellos que Jesús había llamado y constituido para extender y continuar su obra. La otra, la componen las mujeres que provienen de diversa procedencia y después de haber sido redimidas, van tras el maestro acompañándolo en el anuncio del Reino. Estas mismas mujeres lo acompañaron, al igual que otros discípulos, durante todo el trabajo misionero. Luego, cuando la mayoría de los seguidores lo abandonaron, ellas continuaron fieles al pie de la cruz. Fueron las primeras testigos de la resurrección. Mantuvieron la fe en quien las había sanado y llamado, aunque los discípulos no les creyeran.
  • Jesús, junto con ellos evangeliza anunciando la acción poderosa de Dios, que se hace  visible y palpable en su tierna cercanía a todos los hombres y a todas las situaciones. Dios está obrando la salvación de la humanidad desde el compromiso activo de Jesús.  La salvación irrumpe desde dentro del sufrimiento humano, que ahora es abrazado por el corazón misericordioso de Jesús.   
  • Esta nueva humanidad está ya en germen en el grupo de los hombres y mujeres que acompañan permanentemente a Jesús. Su presencia constante al lado del maestro de Nazaret, es también una forma de anuncio de lo que todos estamos llamados  a vivir. 
  • Desde la experiencia de la gracia que nos viene por los sacramentos, la Palabra, la oración y la vida nueva del amor, nosotros entramos en la intimidad que nos hace discípulos de Jesús.
  • El discípulo es un compañero, el que come el mismo pan, es un familiar que de tanto estar con Él presiente su manera de pensar las cosas, sus reacciones, conoce sus preferencias. La familiaridad se engendra en la vida de cada día y en el trato personal continuo.
  • El discípulo es un seguidor que ha escogido el programa del Evangelio como proyecto de vida. Lee la realidad a través de la pauta de la Buena Nueva del Evangelio. El discípulo es el trabajador del Reino de Jesús que lo va construyendo y le da forma en el quehacer cotidiano.

PARA DISCERNIR

  • ¿Estoy en la escuela del discipulado?
  • ¿Dónde se da mi compartir más profundo con Jesús?
  • ¿A qué me siento llamado por el Señor?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Quiero ser buena noticia para mis hermanos

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

«Lo acompañaban los Doce y algunas mujeres»

“…Sabemos que entre sus discípulos, Jesús escogió a doce para ser los padres del nuevo Israel, y los escogió para que «estuvieran con él y enviarlos a predicar». Este hecho es evidente, pero, además de los Doce, columnas de la Iglesia, padres del nuevo Pueblo de Dios, escogió también a muchas mujeres para que fueran del número de sus discípulos. No puedo hacer más que evocar brevemente las que se encuentran en el camino del mismo Jesús, desde la profetisa Ana hasta la Samaritana, la Sirofenicia, la mujer que sufría pérdidas de sangre y a la pecadora perdonada. No insistiré sobre los personajes que entran en algunas parábolas vivientes, por ejemplo la del ama de casa que cuece el pan, la que limpia la casa porque pierde la moneda de plata, la de la viuda que importuna al juez. En nuestra reflexión de hoy son más significativas estas mujeres que han jugado un papel activo en el conjunto de la misión de Jesús.

Naturalmente, en primer lugar se piensa en la Virgen María, que por su fe y su colaboración maternal coopera de manera única a la redención hasta el punto que Elizabet pudo proclamarla «bendita entre todas las mujeres», añadiendo: «Dichosa la que ha creído». Hecha discípula de su Hijo, María manifiesta en Caná su absoluta fe en él, y lo siguió hasta la cruz donde recibió de él una misión maternal para con todos los discípulos de todos los tiempos, representados allí por Juan.

Detrás de María vienen muchas mujeres, las cuales, a títulos diversos, han ejercido alrededor de la persona de Jesús funciones de diversa responsabilidad. Son ejemplo elocuente de ello las que seguían a Jesús asistiéndole con sus recursos y de las que Lucas nos transmite algunos nombres: María de Magdala, Juana, Susana, y «otras muchas». Seguidamente los Evangelios nos informan que las mujeres, a diferencia de los Doce, no abandonaron a Jesús a la hora de la Pasión. Entre ellas destaca, de manera particular, María de Magdala, la cual, no tan sólo asistió a la Pasión, sino que fue la primera en recibir el testimonio del Resucitado y a anunciarle. Es precisamente a ella a quien santo Tomás de Aquino reserva el calificativo único de «apóstol de los apóstoles», y añadiendo este bello comentario: «Así como una mujer anunció al primer hombre palabras de muerte, así también una mujer anunció a los apóstoles palabras de vida»”…

     (Referencias bíblicas: Mc 3,14-15; Lc 2, 36-38; Jn 4, 1-39; Mt 7, 24-30; Mt 9, 20-22) Lc 7, 36-50; Mt 13, 33; Lc 15, 8-10; Lc 18, 1-18; Lc 1, 42; Lc 1, 45; Jn 2, 25; Jn 19, 25-27; Lc 8, 2-3; Mt 27, 56.61; Mc 15, 40; Jn 20, 1. 11-18)

Papa Benedicto XVI – Audiencia general del 14-02-07

PARA REZAR

Bienaventuranzas del Misionero

Bienaventurado el MISIONERO que vive enamorado de Cristo, que se fía de El cómo de lo más necesario y absoluto, porque no quedará desilusionado.

Bienaventurado el MISIONERO que mantiene su ideal y su ilusión por el Reino y no pierde el tiempo en cosas accidentales, porque Dios acompaña a los que siguen su ritmo.

Bienaventurado el MISIONERO que no tiene nada, y lo que es y posee lo gasta en servicio de sus hermanos, porque Cristo será toda su riqueza.

Bienaventurado el MISIONERO que se sabe necesario donde la Iglesia lo reclame, pero que en ningún lado se siente indispensable, porque experimentará el gozo del deber cumplido.

Bienaventurado el MISIONERO que sabe poner su oído en el corazón de Dios para escuchar sus deseos, porque el Espíritu lo ayudará a discernir los acontecimientos.

Bienaventurado el MISIONERO que no se enorgullece de sus éxitos y reconoce que el Espíritu hace todo en todos, porque se verá libre de ataduras.

Bienaventurado el MISIONERO que siempre tiene un tiempo para contemplar a Dios, a los hombres y al mundo, porque habrá entendido el valor de ser hijo, hermano y señor.

SÁBADO XXIV

Recibir la palabra y dar fruto

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo

a los cristianos de Corinto 15, 35-38. 42-49

Hermanos:

Alguien preguntará: ¿Cómo resucitan los muertos? ¿Con qué clase de cuerpo?

Tu pregunta no tiene sentido. Lo que siembras no llega a tener vida, si antes no muere. Y lo que siembras, no es la planta tal como va a brotar, sino un simple grano, de trigo por ejemplo, o de cualquier otra planta.

Lo mismo pasa con la resurrección de los muertos: se siembran cuerpos corruptibles y resucitarán incorruptibles; se siembran cuerpos humillados y resucitarán gloriosos; se siembran cuerpos débiles y resucitarán llenos de fuerza; se siembran cuerpos puramente naturales y resucitarán cuerpos espirituales.

Porque hay un cuerpo puramente natural y hay también un cuerpo espiritual. Esto es lo que dice la Escritura: El primer hombre, Adán, fue creado como un ser viviente; el último Adán, en cambio, es un ser espiritual que da la Vida.

Pero no existió primero lo espiritual sino lo puramente natural; lo espiritual viene después. El primer hombre procede de la tierra y es terrenal; pero el segundo hombre procede del cielo. Los hombres terrenales serán como el hombre terrenal, y los celestiales como el celestial.

De la misma manera que hemos sido revestidos de la imagen del hombre terrenal, también lo seremos de la imagen del hombre celestial.

Palabra de Dios.

SALMO          Sal 55, 10. 11-12. 13-14 (R.: cf. 14c)

R.        Caminaré delante de Dios en la luz de la vida.

Mis enemigos retrocederán cuando te invoque.

Yo sé muy bien que Dios está de mi parte.  R.

Confío en Dios y alabo su palabra;

confío en él y ya no temo:

¿qué pueden hacerme los hombres?  R.

Debo cumplir, Dios mío, los votos que te hice:

te ofreceré sacrificios de alabanza,

porque tú libraste mi vida de la muerte

y mis pies de la caída,

para que camine delante de Dios

en la luz de la vida.  R.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Lucas   8, 4-15

Como se reunía una gran multitud y acudía a Jesús gente de todas las ciudades, él les dijo, valiéndose de una parábola: «El sembrador salió a sembrar su semilla. Al sembrar, una parte de la semilla cayó al borde del camino, donde fue pisoteada y se la comieron los pájaros del cielo. Otra parte cayó sobre las piedras y, al brotar, se secó por falta de humedad. Otra cayó entre las espinas, y estas, brotando al mismo tiempo, la ahogaron. Otra parte cayó en tierra fértil, brotó y produjo fruto al ciento por uno.»

Y una vez que dijo esto, exclamó: « ¡El que tenga oídos para oír, que oiga!»

Sus discípulos le preguntaron qué significaba esta parábola, y Jesús les dijo: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás, en cambio, se les habla en parábolas, para que miren sin ver y oigan sin comprender.

La parábola quiere decir esto: La semilla es la Palabra de Dios. Los que están al borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el demonio y arrebata la Palabra de sus corazones, para que no crean y se salven.

Los que están sobre las piedras son los que reciben la Palabra con alegría, apenas la oyen; pero no tienen raíces: creen por un tiempo, y en el momento de la tentación se vuelven atrás.

Lo que cayó entre espinas son los que escuchan, pero con las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, se van dejando ahogar poco a poco, y no llegan a madurar. Lo que cayó en tierra fértil son los que escuchan la Palabra con un corazón bien dispuesto, la retienen, y dan fruto gracias a sus constancia.

Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

  • La oposición entre los corintios y Pablo, venía, en gran parte, de dos esquemas mentales diferentes, de dos concepciones del hombre. Los griegos tenían una concepción dualista, que separaba el cuerpo del alma, hasta llegar a dar a ésta una cierta autonomía.
  • Dios salva a todo el hombre. Para responder a la objeción de los corintios sobre la resurrección de los muertos,  Pablo se basa sobre todo en la íntima conexión entre la de Cristo y la nuestra.
  • Para él es evidente que el modo de existir de nuestro cuerpo resucitado no será como el anterior. Dios nos tiene destinados a la vida, como al mismo Cristo. No sabemos «cómo». Eso queda en sus manos. Pero la comparación de la semilla y la planta, del primer Adán y del segundo ayuda a entender algo del misterio.
  • Nosotros, al morir, al atravesar como Cristo la puerta de la Pascua, seremos los mismos con una existencia nueva, transformada, definitiva, para la que estamos destinados. Como Jesús, que en su Pascua no volvió a la existencia de antes, sino a una nueva y definitiva vida, en la que está.
  • La resurrección no es exigida por la naturaleza humana. El hombre es mortal. Pero ha recibido el Espíritu, que lo hace participar de esta nueva vida divina.

***

  • En el evangelio, Lucas nos enseña que si bien la semilla es buena, el terreno no está suficientemente preparado. La recepción de la Palabra no ocurre de cualquier modo. A veces  las interminables preocupaciones nos atrapan y no hay un espacio vital donde la buena semilla del evangelio germine.
  • Otras veces la falta de profundidad nos hace incapaces de seguirla cultivando para que se desarrolle en toda su potencialidad. Pero cuando el terreno es bueno, el fruto es desbordante, mucho más de lo que un campesino de aquellos tiempos podría esperar. Esta es la imprevisible fecundidad de la semilla en la buena tierra.
  • Frecuentemente nos detenemos demasiado en considerar el tipo de tierra sin prestar atención al sembrador y su actitud. Como todo hombre de campo no es un improvisado y sabe de la calidad de los terrenos, pero su sabiduría también radica en no trabajar con parámetros únicos ni definitivos. 
  • Por eso esta semilla arrojada al voleo, incluso exageradamente nos habla de generosidad, y luego de cuidadosa y discreta observación que acompaña el crecimiento, con la paciencia de quien sabe que hay que respetar los tiempos. 
  • Él sembrador no es ansioso, no fuerza la semilla ni castiga la tierra. No pierde el control ni se deja condicionar por la respuesta del terreno; él siempre siembra con libertad de corazón y con inmensa alegría, no importa que los resultados no sean los esperados. Ya ha sido ganancia el tener la semilla y la tierra.
  • La Palabra de Dios nunca pasa en vano y a Dios le corresponde hacerla fructificar cómo y cuando quiera. Dios sabe cómo hace su obra. No nos corresponde a nosotros pretender ver cómo Dios obra el crecimiento en el corazón de cada uno, lo que nos toca es dejarnos sembrar y a su vez sembrar responsable, amorosa y generosamente. 

PARA DISCERNIR

  • ¿Descubro los tiempos de mi vida en la fe?
  • ¿Reconozco la fuerza intrínseca de la Palabra en mi vida?
  • ¿Qué obstáculos impiden que la palabra de fruto abundante?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Quiero dar fruto Señor

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

«El resto cayó en tierra buena»

…”Me parece que es a María a quien se dirige el bienaventurado profeta Joel cuando exclama: «No temas, tierra, jubila y regocíjate, porque el Señor hace grandezas» (2, 21). Porque María es una tierra: es esta tierra sobre la cual el hombre de Dios, Moisés, recibió la orden de quitarse sus sandalias (Ex 3, 5), imagen de la Ley que la gracia ocupará su lugar. Ella es, además, esta tierra sobre la cual, por el Espíritu Santo, se estableció entre nosotros aquel de quien cantamos que «asentó la tierra sobre sus cimientos» (Sl 103, 5). Es una tierra que, sin haber sido sembrada hace nacer el fruto que da su alimento a todo viviente (Sl 135, 25). Una tierra sobre la cual no ha crecido, en absoluto, la espina del pecado: sino que, por el contrario, dio a luz a aquel que lo arrancó de raíz. En fin, una tierra no maldita como la primera, cuya siega estaba llena de espinas y abrojos (Gn 3,18), sino una tierra sobre la que reposa la bendición del Señor, y que lleva en su seno un «fruto bendito» como lo dice la palabra sagrada (Lc 1, 42)…  

Alégrate, María, casa del Señor, tierra que Dios ha pisado con sus pasos… Alégrate, paraíso más dichoso que el jardín de Edén en el que germina toda virtud y crece el árbol de Vida”…

San Teodoro el Estudita (759-826), monje en Constantinopla – Homilía 2 para la Natividad de María, 4, 7; PG 96, 683s

PARA REZAR

Creemos en Dios, nuestro Padre.

La tierra, nacida de su palabra creadora,

ha dado su mejor fruto:

Jesús, su Hijo, su Verbo eterno.

Creemos en Jesús, semilla de vida,

grano hundido en la tierra,

espiga gloriosa de la resurrección.

Creemos en el Espíritu Santo,

fuerza que fecunda la Palabra

y que sostiene en la Iglesia

la esperanza de la cosecha.

Por Mari