PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Génesis    18, 1-10a

El Señor se apareció a Abraham junto al encinar de Mamré, mientras él estaba sentado a la entrada de su carpa, a la hora de más calor. Alzando los ojos, divisó a tres hombres que estaban parados cerca de él. Apenas los vio, corrió a su encuentro desde la entrada de la carpa y se inclinó hasta el suelo, diciendo: «Señor mío, si quieres hacerme un favor, te ruego que no pases de largo delante de tu servidor. Yo haré que les traigan un poco de agua. Lávense los pies y descansen a la sombra del árbol. Mientras tanto, iré a buscar un trozo de pan, para que ustedes reparen sus fuerzas antes de seguir adelante. ¡Por algo han pasado junto a su servidor!»

Ellos respondieron: «Está bien. Puedes hacer lo que dijiste.»

Abraham fue rápidamente a la carpa donde estaba Sara y le dijo: « ¡Pronto! Toma tres medidas de la mejor harina, amásalas y prepara unas tortas.»

Después fue corriendo hasta el corral, eligió un ternero tierno y bien cebado, y lo entregó a su sirviente, que de inmediato se puso a prepararlo. Luego tomó cuajada, leche y el ternero ya preparado, y se los sirvió. Mientras comían, él se quedó de pie al lado de ellos, debajo del árbol.

Ellos le preguntaron: « ¿Dónde está Sara, tu mujer?»

«Ahí en la carpa», les respondió.

Entonces uno de ellos le dijo: «Volveré a verte sin falta en el año entrante, y para ese entonces Sara habrá tenido un hijo.»

Palabra de Dios.

SALMO         Sal 14, 2-3b. 3c-4b. 5 (R.: 1a)

R.      Señor, ¿quién se hospedará en tu Carpa?

El que procede rectamente

y practica la justicia;

el que dice la verdad de corazón

y no calumnia con su lengua.  

El que no hace mal a su prójimo

ni agravia a su vecino,

el que no estima a quien Dios reprueba

y honra a los que temen al Señor. 

El que no presta su dinero a usura

ni acepta soborno contra el inocente.

El que procede así, nunca vacilará.   

El misterio oculto desde toda la eternidad,

ahora manifestado a los santos

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo

a los cristianos de Colosas       1, 24-28

Hermanos:

Ahora me alegro de poder sufrir por ustedes, y completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, para bien de su Cuerpo, que es la Iglesia. En efecto, yo fui constituido ministro de la Iglesia, porque de acuerdo con el plan divino, he sido encargado de llevar a su plenitud entre ustedes la Palabra de Dios, el misterio que estuvo oculto desde toda la eternidad y que ahora Dios quiso manifestar a sus santos. A ellos les ha revelado cuánta riqueza y gloria contiene para los paganos este misterio, que es Cristo entre ustedes, la esperanza de la gloria.

Nosotros anunciamos a Cristo, exhortando a todos los hombres e instruyéndolos en la verdadera sabiduría, a fin de que todos alcancen su madurez en Cristo.

Palabra de Dios.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Lucas     10, 38-42

Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra.

Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude.»

Pero el Señor le respondió: «Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada.»

Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

  • En la primera lectura nos encontramos con un relato que tiene todas las connotaciones de leyenda sagrada, pero que expresa el misterio de la vida de Abraham. El que se lo jugó todo apoyado en la palabra de Dios. En su promesa pone en funcionamiento la sagrada ley de la hospitalidad. La gran misión se jalona en actitudes sencillas, humanas, profundas y concretas.

 *** 

  • La segunda lectura pone de manifiesto que el misterio de Dios se ha revelado a los suyos, a la Iglesia y se ha hecho presente en Cristo. De alguna manera ha dejado ya de estar velado y de ser algo imposible para los hombres. Sigue siendo un misterio, pero está humanizado en Cristo y está humanizado en el servicio de proclamarlo a los hombres

***           

  • En el camino de fe del hombre, Dios se deja encontrar y se hace huésped. Abraham ofrece hospitalidad a Dios, que se le muestra bajo las apariencias de tres extranjeros que van de paso. En el Evangelio Jesús se detiene para descansar en casa de sus amigos de Betania.
  • En la figura de las dos hermanas se hacen visibles dos modos de recibir a Jesús. Marta es una típica ama de casa: siempre haciendo algo, no se detiene un instante. María sentada a los pies del Maestro, en la postura clásica del discípulo lo escucha con atención. Era la forma común de comportamiento entre los alumnos de los rabinos.
  • Cristo responde juzgando ambas actitudes. Su respuesta no es de condenación a la preocupación que anima a Marta sino que esclarece la situación y le da su verdadera dimensión.
  • Marta y María representan dos dimensiones del seguimiento de Jesús. Marta se entrega en múltiples tareas, es una mujer servicial, atenta seguramente a todo lo que pudiera necesitar Jesús y cualquiera de los que iban con él.  Jesús no desautoriza la acción. Incluso una mística como santa Teresa dice, que, si todos hiciésemos como María, Jesús se quedaría sin comer. Para Jesús no hay oposición entre acción y contemplación: pero todo debe tener su raíz profunda en esa escucha atenta de la Palabra de Dios. Así, podemos llegar a ser «contemplativos en la acción» o «activos en la contemplación».
  • María «ha escogido la parte mejor, y ésa no se le quitará». María centrada en las palabras de Jesús, en la Buena Noticia simboliza la escucha de la palabra de Dios que no excluye las demás ocupaciones, pero sí debe ser lo primero. De esa escucha debe surgir la verdadera acción por el reino. Para que la acción del creyente sea auténtica tiene que estar fundamentada en la escucha de la vida que se manifiesta en Jesús de Nazaret.
  • El auténtico hombre activo es contemplativo, y al contrario. Sólo uniendo la acción y la contemplación viviremos a fondo nuestra vida, sabremos mirar con ojos serenos lo que verdaderamente merece la pena, podremos descubrir la presencia de Dios en nuestra vida y en la vida de cada ser humano.
  • Somos discípulos recibiendo a Jesús como huésped de nuestra vida en la verdad misteriosa de su Palabra. En cada Eucaristía siempre se nos brinda la ocasión de dar hospitalidad como discípulos del Maestro a la Palabra de verdad que fortalece la fe, centra la esperanza y purifica el amor. Lucas hace de María un modelo de discípulo de Jesús en razón de la escucha de la Palabra y nos presenta a Marta como discípula que es capaz de servir desde el amor.
  • Marta y María. Una síntesis. No una contraposición ni una competición que nos marca una senda en nuestra vida de discípulos misioneros: hombres de la escucha atenta, y comprometidos en el trabajo generoso por el Reino.
  • “Una cosa es necesaria”, escuchar y hospedar  progresivamente el proyecto de Dios para cada uno respondiendo con generosidad y entrega.

PARA DISCERNIR

  • ¿Qué lugar le doy a la oración?
  • ¿Descubro la necesidad ponerme a la escucha del Señor?
  • ¿En que modifica mi oración mi modo de vivir mi apostolado?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Ayúdame a elegir la mejor parte

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Dios mío ¡enséñeme la alegría de alabarlo!

La alabanza es parte esencial del amor. En consecuencia es parte indispensable de nuestros deberes hacia Dios, es fácil de entender…Existe una segunda causa por la que debemos alabar a Dios: nos hace el incomparable favor de permitirnos alabarlo.

Permitir a alguien decirnos, repetirnos en todos los modos, que nos ama ¿no es el favor más grande que podemos hacerle? Es como decirle que su amor nos place, nos agrada. Es como decirle que lo amamos también… Dios nos permite de tenernos a sus pies, murmurando sin fin palabras de admiración y amor. ¡Qué gracia! ¡Qué bondad y felicidad!… Sería una ingratitud despreciar tal favor. Sería despreciarlo si no lo aceptamos. Dios no sólo nos permite esa felicidad de felicidades, sino que lo pide. Nos pide decirle que lo admiramos y amamos. ¿No responderemos a una tal preciosa y tierna invitación? Sería ingratitud, indignidad, rudeza…

Mi Señor y mi Dios, enséñame a encontrar toda mi alegría en alabarlo. Es decir, a repetirle sin fin que Usted es infinitamente perfecto y que lo amo infinitamente. “Que el Señor sea tu único deleite, él colmará los deseos de tu corazón” (Sal36, 4), dijo el salmista. ¡Enséñeme a encontrar a sus pies mi deleite, viendo su belleza infinitas y con un murmullo de alabanza amoroso e incesante!… Santa Magdalena, obténgame  la gracia de alabar a Nuestro Señor, nuestro Maestro común, como él quiere.

San Carlos de Foucauld (1858-1916) – ermitaño y misionero en el Sahara – Meditaciones sobre el Evangelio

PARA REZAR

Señor, buscarte a ti y buscar lo que tú quieres es lo mismo.

Cuando busco al Dios que llevo dentro, te busco a ti,

y al encontrarte, necesariamente te pregunto siempre lo mismo

¿qué quieres Señor que haga?

Y la respuesta que me das es indefectiblemente

una respuesta de amor manifestado en las obras.

Ponerse a tu disposición se traduce cada día

en hacer lo que tú quieres.

Y tú quieres siempre el amor a ti y a los hermanos.

Mal podría llamarme seguidor tuyo

si no fuera esa mi única pretensión.

Encontrarte es ponerse en actitud permanente de escucha.

Encontrarse contigo, Señor, es abrir el corazón a tus proyectos,

que son los proyectos de tu Reino universal y de amor.

Encontrarse contigo en la oración, en mi santuario interior,

es mirar al futuro, soñar contigo, con tu Iglesia,

con tu humanidad sedienta de ti.

Es animarse cada día a comenzar de nuevo,

desde la sencillez, despojándose de los propios planes

para ponerse bajo los planes programados por Dios.

Tú haces tuya la vida de tu seguidor,

si el seguidor se pone a disposición del Padre,

como hiciste tú: “Aquí estoy, Señor, para hacer

tu voluntad”.

Lectura del libro del Éxodo            14, 5-18

Cuando informaron al rey de Egipto que el pueblo había huido, el Faraón y sus servidores cambiaron de idea con respecto al pueblo, y exclamaron: « ¿Qué hemos hecho? Dejando partir a Israel, nos veremos privados de sus servicios.» Entonces el Faraón hizo enganchar su carro de guerra y alistó sus tropas. Tomó seiscientos carros escogidos y todos los carros de Egipto, con tres hombres en cada uno. El Señor endureció el corazón del Faraón, el rey de Egipto, y este se lanzó en persecución de los israelitas, mientras ellos salían triunfalmente. Los egipcios los persiguieron con los caballos y los carros de guerra del Faraón, los conductores de los carros y todo su ejército; y los alcanzaron cuando estaban acampados junto al mar, cerca de Pihajirot, frente a Baal Sefón.

Cuando el Faraón ya estaba cerca, los israelitas levantaron los ojos y, al ver que los egipcios avanzaban detrás de ellos, se llenaron de pánico e invocaron a gritos al Señor. Y dijeron a Moisés: « ¿No había tumbas en Egipto para que nos trajeras a morir en el desierto? ¿Qué favor nos has hecho sacándonos de allí? Ya te lo decíamos cuando estábamos en Egipto: «¡Déjanos tranquilos! Queremos servir a los egipcios, porque más vale estar al servicio de ellos que morir en el desierto.»»

Moisés respondió al pueblo: « ¡No teman! Manténganse firmes, porque hoy mismo ustedes van a ver lo que hará el Señor para salvarlos. A esos egipcios que están viendo hoy, nunca más los volverán a ver. El Señor combatirá por ustedes, sin que ustedes tengan que preocuparse por nada.»

Después el Señor dijo a Moisés: « ¿Por qué me invocas con esos gritos? Ordena a los israelitas que reanuden la marcha. Y tú, con el bastón en alto, extiende tu mano sobre el mar y divídelo en dos, para que puedan cruzarlo a pie. Yo voy a endurecer el corazón de los egipcios, y ellos entrarán en el mar detrás de los israelitas. Así me cubriré de gloria a expensas del Faraón y de su ejército, de sus carros y de sus guerreros. Los egipcios sabrán que soy el Señor, cuando yo me cubra de gloria a expensas del Faraón, de sus carros y de sus guerreros.»

Palabra de Dios.

SALMO          Ex 15, 1b-2. 3-4. 5-6 (R.: 1b)

R.        Cantaré al Señor, que se ha cubierto de gloria.

Cantaré al Señor, que se ha cubierto de gloria:

Él hundió en el mar los caballos y los carros.

El Señor es mi fuerza y mi protección,

Él me salvó.

El es mi Dios y yo lo glorifico,

es el Dios de mi padre y yo proclamo su grandeza.  R. 

El Señor es un guerrero,

su nombre es «Señor.»

El arrojó al mar los carros del Faraón y su ejército,

lo mejor de sus soldados se hundió en el Mar Rojo.  R. 

El abismo los cubrió,

cayeron como una piedra en lo profundo del mar.

Tu mano, Señor, resplandece por su fuerza,

tu mano, Señor, aniquila al enemigo.  R. 

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Mateo   12, 38-42

Algunos escribas y fariseos le dijeron a Jesús: «Maestro, queremos que nos hagas ver un signo.»

Él les respondió: «Esta generación malvada y adúltera reclama un signo, pero no se le dará otro que el del profeta Jonás. Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del pez, así estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra tres días y tres noches.

El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay alguien que es más que Jonás.

El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra esta generación y la condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay alguien que es más que Salomón.»

Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

  • Hoy vemos al faraón que se arrepiente de haber dejado escapar a este pueblo numeroso, que era mano de obra barata. El mismo que había dejado partir a los hebreos, hizo enganchar su carro, tomó todos los carros de Egipto y se lanza a perseguirlos.
  • Por otro lado, el pueblo israelita que acaba de ser liberado de la esclavitud, se ha olvidado de Dios y empieza a murmurar contra Moisés. A pesar de todo están dispuestos a volver a la vida de esclavos, debido a las ventajas que sacaban. Acorralados entre el mar y sus perseguidores egipcios, no ven salida a la situación.  Moisés los anima  y los invita a avanzar hacia la libertad, con decisión y sin miedo, porque el Señor les va a conceder victoria aunque el camino esté lleno de dificultades.
  • El relato del paso del Mar Rojo es un acontecimiento clave y el mejor símbolo de la liberación, es el hecho constituyente del pueblo de Israel. No es una historia científica sino un relato religioso, en el que continuamente el Dios fiel a su promesa, salva a su pueblo y lo guía.
  • Por encima de un pueblo que duda y que no acaba de confiar en la palabra de Yahvé, Moisés aparece como un hombre de fe pura e inquebrantable.

***

  • Jesús había realizado signos suficientes para mostrar no solamente que venía de Dios, sino que era Dios. Pero, aun así, a algunos maestros de la ley y fariseos no les alcanzaba y le piden que demuestre su procedencia divina con una señal prodigiosa. Le piden que les dé muestras palpables de que es el Hijo de Dios. Sin embargo, por más milagros que hubiera hecho, no habrían creído.
  • El Señor, con tono profético, les recuerda el signo particular que Dios realizó en el profeta Jonás, cuando estuvo en el vientre de una ballena, durante tres días completos y luego lo arrojó. 
  • Esta figura del misterio pascual, es la única señal que se les dará. Allí el poder de Dios se manifestará con todo su esplendor. Frente a ella deberán optar.
  • Ellos no aceptan el mensaje salvador que les ha anunciado Jesús. Han cerrado su mente y su corazón a la novedad del Reino. Se sienten seguros en sus tradiciones, instituciones y códigos. Su sabiduría y elocuencia los hace soberbios y autosuficientes.
  • La resurrección de Jesús es el único signo que se nos ha dado y se nos dará.  También nosotros, hemos sido sepultados con Cristo, y vivimos por Él y en Él, ahora y por siempre, habiendo dado un verdadero “paso pascual”: paso de muerte a vida, del pecado a la gracia. Liberados de la esclavitud del pecado, llegamos a ser hijos de Dios. Es “el gran prodigio”, que ilumina nuestra fe y nos abre a la esperanza de vivir amando como Dios nos invita a hacerlo,  para poseer su Amor en plenitud.
  • La resurrección es el triunfo de la vida sobre toda forma de muerte. Por eso la Pascua de Jesús como la nuestra, por el bautismo, son el signo de vida por excelencia; causa de tantos “milagros cotidianos de la gracia”.

PARA DISCERNIR

  • ¿Le pedimos a Jesús que nos dé un “signo”, una “prueba” de su presencia?
  • ¿Qué busco en este tipo de pedido?
  • ¿Cambia mi actitud de fe ante la ausencia de respuestas visibles?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Jesús, bendito signo del Padre

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

El signo de Jonás

He aquí que la huída del profeta Jonás lejos de Dios (Jo 1,3) se cambia en imagen profética, y lo que se presenta como un naufragio funesto se convierte en signo de la Resurrección del Señor. El mismo texto de la historia de Jonás nos muestra a las claras como éste realiza plenamente la imagen del Salvador. De Jonás se ha escrito que “huyó lejos de la presencia de Dios”. El mismo Señor, para tomar la condición y un rostro humano ¿no ha huido de la condición y el aspecto de la divinidad? Así lo dice el apóstol Pablo: “Él, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo” (Fl 2,6-7). El que es el Señor ha revestido la condición de Servidor; para pasar desapercibido en el mundo, para vencer al demonio, él mismo huyó en el hombre… Dios está en todas partes: es imposible escapar de él; para “huir lejos de la faz de Dios”, no en un lugar sino en cierta manera por el aspecto, Cristo se refugió en el rostro totalmente asumido de nuestra servidumbre.

El texto sigue: “Jonás bajó a Jope para huir a Tarsis.” El que desciende, es éste: “Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo” (Jn 3,13). El Señor bajó del cielo a la tierra, Dios bajó hasta el hombre, el todopoderosos bajó hasta nuestra servidumbre. Pero Jonás que bajó hasta la nave tuvo que subir a ella para viajar; así Cristo, bajado hasta el mundo, subió, por las virtudes y milagros, a la nave de su Iglesia.

San Pedro Crisólogo (c. 406-450) – obispo de Ravenna, doctor de la Iglesia – Sermón 3

PARA REZAR

Oración de san Francisco

Alto y glorioso Dios:
ilumina las tinieblas de mi corazón,
dame una fe recta,
esperanza cierta,
caridad perfecta
y humildad profunda.

Dame, Señor,
comprensión y discernimiento
para cumplir
tu verdadera y santa voluntad.
Amén.

Lectura del Cantar de los Cantares          3, 1-4a

Así habla la esposa:

En mi lecho, durante la noche, busqué al amado de mi alma. ¡Lo busqué y no lo encontré! Me levantaré y recorreré la ciudad; por las calles y las plazas, buscaré al amado de mi alma. ¡Lo busqué y no lo encontré!

Me encontraron los centinelas que hacen la ronda por la ciudad: «¿Han visto al amado de mi alma?» Apenas los había pasado, encontré al amado de mi alma.

Palabra de Dios.

O bien:

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo

a los cristianos de Corinto 5, 14-17

Hermanos:

El amor de Cristo nos apremia, al considerar que si uno solo murió por todos, entonces todos han muerto. Y él murió por todos, a fin de que los que viven no vivan más para sí mismos, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

Por eso nosotros, de ahora en adelante, ya no conocemos a nadie con criterios puramente humanos; y si conocimos a Cristo de esa manera, ya no lo conocemos más así.

El que vive en Cristo es una nueva criatura: lo antiguo ha desaparecido, un ser nuevo se ha hecho presente.

Palabra de Dios.

SALMO          Sal 62, 2. 3-4. 5-6. 8-9 (R.: 2b)

R.        Mi alma tiene sed de ti, Señor, Dios mío.

Señor, tú eres mi Dios,

yo te busco ardientemente;

mi alma tiene sed de ti,

por ti suspira mi carne

como tierra sedienta, reseca y sin agua.  R.

Sí, yo te contemplé en el Santuario

para ver tu poder y tu gloria.

Porque tu amor vale más que la vida,

mis labios te alabarán.  R.

Así te bendeciré mientras viva

y alzaré mis manos en tu Nombre.

Mi alma quedará saciada

como con un manjar delicioso,

y mi boca te alabará

con júbilo en los labios.  R.

Veo que has sido mi ayuda

y soy feliz a la sombra de tus alas.

Mi alma está unida a ti,

tu mano me sostiene,  R.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según San Juan     20, 1-3. 11-18

El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»

María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús. Ellos le dijeron: «Mujer, ¿por qué lloras?»

María respondió: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.»

Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció.

Jesús le preguntó: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?»

Ella, pensando que era el cuidador de la huerta, le respondió: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo.»

Jesús le dijo: «¡María!»

Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: «¡Raboní!», es decir «¡Maestro!»

Jesús le dijo: «No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: «Subo a mi Padre, el Padre de ustedes; a mi Dios, el Dios de ustedes».»

María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que él le había dicho esas palabras.

Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

  • María de Magdala fue la primera testigo de la resurrección del Señor. Va al sepulcro muy temprano, siente dolor y tristeza y por eso llora. Corrió hacia el sepulcro para terminar los ritos de la sepultura; pero sobre todo quería reencontrarse con lo que estaba aparentemente perdido. Buscaba, aferrada al recuerdo, sentir la presencia de Aquel a quien había amado. La piedra había dicho la última Palabra sellando la puerta del sepulcro, y ahora la encuentra corrida. Se estremece al oír aquella voz familiar y tan querida, y su corazón, responde con palabras que la razón se niega todavía a pronunciar.
  • El Espíritu revela el único lugar donde Dios habita para siempre, y donde Dios ha elegido tener su morada: el corazón que ama. Ahí se busca a Dios y ahí se lo encuentra.
  • María Magdalena nos enseña que el amor es el único camino de la fe. La inolvidable aparición de esa mañana nueva, no atiende más que a esta llamada, y la fe está toda ella en esta respuesta.
  • María se siente transformada por la presencia del Resucitado. Del dolor y del llanto pasa a la alegría. La resurrección debe ser una experiencia que nos transforme, nos haga sentir personas, nos convoque y nos envié a llevar esta buena noticia de vida a todas partes.
  • Confesar que Él es Señor y Dios, es entrar en comunión con Él, y dejar que la Vida, asuma nuestras muertes, nuestras pequeñas muertes de cada día y la muerte última y definitiva. Muertes que por Él, llevan en sí la semilla de una vida sin fin.

PARA DISCERNIR

  • ¿Cómo es mi experiencia de encuentro con el Resucitado?
  • ¿Experimento que me llama por mi nombre a una vida nueva?
  • ¿Siento el impulso de anunciar su presencia en medio nuestro?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Encontré al amor de mi alma

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Ardía en deseos de Cristo, a quien pensaba que se lo habían llevado

…María Magdalena, cuando llegó al sepulcro y no encontró allí el cuerpo del Señor, creyó que alguien se lo había llevado, y así lo comunicó a los discípulos. Ellos fueron también al sepulcro, miraron dentro y creyeron que era tal como aquella mujer les había dicho. Y dice el evangelio acerca de ellos: Los discípulos se volvieron a su casa. Y añade a continuación: Fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando.

Lo que hay que considerar en estos hechos es la intensidad del amor que ardía en el corazón de aquella mujer, que no se apartaba del sepulcro, aunque los discípulos se habían marchado de allí. Buscaba al que no había hallado, lo buscaba llorando y, encendida en el fuego de su amor, ardía en deseos de aquel a quien pensaba que se lo habían llevado. Por esto, ella fue la única en verlo entonces, porque se había quedado buscándolo, pues lo que da fuerza a las buenas obras es la perseverancia en ellas, tal como afirma la voz de aquel que es la Verdad en persona: El que persevere hasta el final se salvará.

Primero lo buscó, sin encontrarlo; perseveró luego en la búsqueda, y así fue como lo encontró; con la dilación, iba aumentando su deseo, y este deseo aumentado le valió hallar lo que buscaba. Los santos deseos, en efecto, aumentan con la dilación. Si la dilación los enfría, es porque no son o no eran verdaderos deseos. Todo aquel que ha sido capaz de llegar a la verdad es porque ha sentido la fuerza de este amor. Por esto dice David: Mi alma tiene sed de Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? Idénticos sentimientos expresa la Iglesia cuando dice, en el Cantar de los cantares: Estoy enferma de amor; y también: Mi alma se derrite.

Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas? Se le pregunta la causa de su dolor con la finalidad de aumentar su deseo, ya que, al recordarle a quién busca, se enciende con más fuerza el fuego de su amor.

Jesús le dice: « ¡María!» Después de haberla llamado con el nombre genérico de «mujer», sin haber sido reconocido, la llama ahora por su nombre propio. Es como si le dijera:

«Reconoce a aquel que te reconoce a ti. Yo te conozco, no de un modo genérico, como a los demás, sino en especial».

María, al sentirse llamada por su nombre, reconoce al que lo ha pronunciado, y, al momento, lo llama: «Rabboni», es decir: «Maestro», ya que el mismo a quien ella buscaba exteriormente era el que interiormente la instruía para que lo buscase.

San Gregorio Magno, Homilía 25 sobre los evangelios (1-2.4-5: PL 76, 1189-1193)

PARA REZAR

Liturgia de las horas

Estaba al alba María,

llamándole con sus lágrimas.

Vino la gloria del Padre

y amaneció el primer día.

Envuelto en la blanca túnica

de su propia luz divina,

la sábana de la muerte

dejada en tumba vacía,

Jesús, alzado, reinaba;

pero ella no lo veía. 

Estaba al alba María,

la fiel esposa que aguarda.

Mueva el Espíritu al aura

en el jardín de la vida.

Las flores huelan la Pascua

de la carne sin mancilla,

y quede quieta la esposa

sin preguntas ni fatiga.

¡Ya está delante el esposo,

venido de la colina! 

Estaba al alba María,

porque era la enamorada.

Amén.

 Lectura del libro del Éxodo           16, 1-5. 9-15

Los israelitas partieron de Elím, y el día quince del segundo mes después de su salida de Egipto, toda la comunidad de los israelitas llegó al desierto de Sin, que está entre Elím y el Sinaí.

En el desierto, los israelitas comenzaron a protestar contra Moisés y Aarón. «Ojalá el Señor nos hubiera hecho morir en Egipto, les decían, cuando nos sentábamos delante de las ollas de carne y comíamos pan hasta saciarnos. Porque ustedes nos han traído a este desierto para matar de hambre a toda esta asamblea.»

Entonces el Señor dijo a Moisés: «Yo haré caer pan para ustedes desde lo alto del cielo, y el pueblo saldrá cada día a recoger su ración diaria. Así los pondré a prueba, para ver si caminan o no de acuerdo con mi ley. El sexto día de la semana, cuando preparen lo que hayan juntado, tendrán el doble de lo que recojan cada día.»

Moisés dijo a Aarón: «Da esta orden a toda la comunidad de los israelitas: Preséntense ante el Señor, porque él ha escuchado sus protestas.» Mientras Aarón les estaba hablando, ellos volvieron su mirada hacia el desierto, y la gloria del Señor se apareció en la nube. Y el Señor dijo a Moisés:

«Yo escuché las protestas de los israelitas. Por eso, háblales en estos términos: «A la hora del crepúsculo ustedes comerán carne, y por la mañana se hartarán de pan. Así sabrán que yo, el Señor, soy su Dios.»»

Efectivamente, aquella misma tarde se levantó una bandada de codornices que cubrieron el campamento; y a la mañana siguiente había una capa de rocío alrededor de él. Cuando esta se disipó, apareció sobre la superficie del desierto una cosa tenue y granulada, fina como la escarcha sobre la tierra. Al verla, los israelitas se preguntaron unos a otros: «¿Qué es esto?» Porque no sabían lo que era. Entonces Moisés les explicó: «Este es el pan que el Señor les ha dado como alimento.»

Palabra de Dios.

SALMO          Sal 77, 18-19. 23-24. 25-26. 27-28 (R.: 24b)

R.        El Señor les dio como alimento un trigo celestial.

Los israelitas tentaron a Dios en sus corazones,

pidiendo comida a su antojo.

Hablaron contra Dios, diciendo:

«¿Acaso tiene Dios poder suficiente

para preparar una mesa en el desierto?»  R. 

Entonces mandó a las nubes en lo alto

y abrió las compuertas del cielo:

hizo llover sobre ellos el maná,

les dio como alimento un trigo celestial.  R. 

Todos comieron un pan de ángeles,

les dio comida hasta saciarlos.

Hizo soplar desde el cielo el viento del este,

atrajo con su poder el viento del sur.  R. 

Hizo llover sobre ellos carne como polvo

y pájaros como arena del mar:

los dejó caer en medio del campamento,

alrededor de sus carpas.  R. 

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Mateo   13, 1-9

Aquel día, Jesús salió de la casa y se sentó a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a él, de manera que debió subir a una barca y sentarse en ella, mientras la multitud permanecía en la costa. Entonces él les habló extensamente por medio de parábolas.

Les decía: «El sembrador salió a sembrar. Al esparcir las semillas, algunas cayeron al borde del camino y los pájaros las comieron. Otras cayeron en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotaron en seguida, porque la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemaron y, por falta de raíz, se secaron. Otras cayeron entre espinas, y estas, al crecer, las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta. ¡El que tenga oídos, que oiga!»

Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

  • El pueblo ya se ha olvidado de la victoria del Mar Rojo y de la fidelidad de Dios. Ahora experimenta la dureza del desierto y empieza a protestar.
  • El peor enemigo de Moisés es el pueblo mismo, no los egipcios al principio, o los enemigos que encuentran en el camino.
  • Esta vez tienen hambre, porque el desierto es escaso en medios de subsistencia. Pero Dios, una vez más, se muestra cercano. Se sirve de dos fenómenos naturales que, fueron interpretados como actuaciones prodigiosas de Dios para con su pueblo. Una bandada de codornices y el maná.
  • El maná y las codornices que Dios nos regala para nuestro camino, hoy, son: su Palabra, la Eucaristía que es el Pan de vida, y la ayuda de las demás personas que comparten nuestra vida y con las que hacemos camino en común.

 *** 

  • Comienza Mateo con el tercer gran discurso formativo de Jesús a sus discípulos. En este nuevo discurso Jesús no sólo dice lo que hay que hacer sino que también les enseña a discernir la voluntad de Dios en cada circunstancia de la vida. 
  • Jesús en el lenguaje de las parábolas, nos revela su experiencia de Dios, su relación, su intimidad a la vez que nos introduce en verdaderos ejercicios de discernimiento espiritual que tratan de captar el acontecer silencioso del Reino en medio de las circunstancias de la vida, e invitan a realizar una elección correcta de la voluntad de Dios.
  • Así como el “sembrador” esparce la semilla en la tierra sin escatimar, así también Jesús anuncia la Palabra confiada por el Padre a todos, sin distinciones y sin reservas. No busca sembrar en el mejor de los terrenos para asegurarse la mejor de las cosechas. Él ha venido para que todos «tengan vida y la tengan en abundancia». Por eso, no escatima en desparramar puñados generosos de semillas, ya sea «a lo largo del camino», como «entre piedras», o «entre espinos.
  • La imagen del sembrador aparentemente inexperto proclama la bondad de Dios, quien no tiene límites para ofrecer sus bendiciones.
  • La pequeña porción de semilla que cayó posiblemente en un rincón del terreno, en un trozo de tierra abonada, creció y dio mucho fruto. De modo semejante ocurre con la Palabra anunciada por Jesús, tendrá una fecundidad extraordinaria en quien reconoce en el Evangelio de Jesús la voluntad del Padre y está dispuesto a acogerla y ponerla en práctica.
  • Dios se ha hecho Palabra para que pudiéramos entrar en relación con él y sigue dirigiéndonos su Palabra a cada uno de nosotros de manera personal.  Esto implica para cada uno el hacerse a sí mismo “buena tierra” desde la confianza en la fuerza de la palabra de Jesús para que esta semilla pueda crecer y dé frutos de vida renovada en la justicia y la misericordia.
  • Aun cuando nos parezca que habla a la muchedumbre, Dios nos tiene presente a cada uno con nuestra realidad personal y tiene un proyecto salvífico para cada hombre.
  • Frente al desánimo que sentimos muchas veces cuando todo el esfuerzo que se realiza parece inútil, que se gastan demasiadas fuerzas y que son pocos los resultados, el relato de la parábola presenta una conclusión sorprendente: el terreno fértil, el que acoge generosamente la semilla,  produce una cosecha que supera cualquier expectativa razonable. 

PARA DISCERNIR

  • ¿Me dejo guiar e iluminar por la Palabra del Señor para discernir su voluntad en las situaciones cotidianas?
  • ¿Qué frutos  ha dado en mí la palabra que rezo cada día?
  • ¿Qué conversión me pide la palabra escuchada hoy?

REPITAMOS Y VIVAMOS HOY LA PALABRA

Quiero dar fruto abundante Señor

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

“El ciento por uno”

“De igual manera que toda la fuerza de la ley y los mandatos que Dios ha dado a los hombres se cumple en la pureza del corazón, como lo dijeron los padres, así también todos los modos y maneras por los cuales los hombres rezan a Dios se cumplen en la oración pura. Los gemidos, las prosternaciones, las súplicas, los lamentos, todas las formas que puede tomar la oración tienen en efecto su fin en una oración pura… La reflexión no tiene nada más que lo que tiene: ni oración, ni movimiento, ni lamento, ni poder, ni libertad, ni súplica, ni deseo, ni placer de lo que espera en esta vida o en el mundo venidero; después de la oración pura, no hay otra oración… Más allá de este límite, está la admiración, no hay más oración; la oración cesa, y comienza la contemplación…

La oración es la semilla, y la contemplación, la cosecha de las gavillas. El segador se maravilla de ver lo indecible: ¿cómo a partir de pequeños granos desnudos que sembró, pudieron crecer de repente ante él tales espigas florecientes? La vista de su cosecha le quita todo movimiento…

Lo mismo que apenas se encuentra un hombre entre varios millares para cumplir un poco mejor los mandatos y las normas de la Ley y alcanzar la pureza del alma, de igual manera sólo se encuentra un hombre de cada mil que sea digno de alcanzar con mucha vigilancia la oración pura, de atravesar el límite y de descubrir este misterio. Porque no es dado a muchos, sino a poco, el conocer la oración pura”.

Isaac el Sirio (siglo VII), monje – Discursos ascéticos, serie 1a, n° 32

PARA REZAR

Señor, enséñanos a orar, a abrir las manos ante ti.

Orar con limpio corazón, que sólo cante para Ti,

con la mirada puesta en Ti, dejando que hable, Señor.

Orar buscando la verdad, cerrar los ojos para ver.

Dejarnos seducir, Señor, andar por tus huellas de paz.

Orar hablándote a Ti, de tu silencio y de tu voz,

de tu presencia que es calor. Dejarnos descubrir por Ti.

Orar también en sequedad, las manos en tu hombro, Señor.

Mirarte con sinceridad: Aquí nos tienes, Señor.

Lectura del libro del Éxodo 19, 1-2. 9-11. 16-20b

El primer día del tercer mes, después de su salida de Egipto, los israelitas llegaron al desierto del Sinaí. Habían partido de Refidim, y cuando llegaron al desierto del Sinaí, establecieron allí su campamento. Israel acampó frente a la montaña.

El Señor dijo a Moisés: «Yo vendré a encontrarme contigo en medio de una densa nube, para que el pueblo pueda escuchar cuando yo te hable. Así tendrá en ti una confianza a toda prueba.» Y Moisés comunicó al Señor las palabras del pueblo.

Luego añadió: «Ve adonde está el pueblo y ordénales que se purifiquen hoy y mañana. Que laven su ropa y estén preparados para pasado mañana. Porque al tercer día el Señor descenderá sobre la montaña del Sinaí, a la vista de todo el pueblo.

Al amanecer del tercer día, hubo truenos y relámpagos, una densa nube cubrió la montaña y se oyó un fuerte sonido de trompeta. Todo el pueblo que estaba en el campamento se estremeció de temor. Moisés hizo salir al pueblo del campamento para ir al encuentro de Dios, y todos se detuvieron al pie de la montaña. La montaña del Sinaí estaba cubierta de humo, porque el Señor había bajado a ella en el fuego. El humo se elevaba como el de un horno, y toda la montaña temblaba violentamente. El sonido de la trompeta se hacía cada vez más fuerte. Moisés hablaba, y el Señor le respondía con el fragor del trueno.

El Señor bajó a la montaña del Sinaí, a la cumbre de la montaña, y ordenó a Moisés que subiera a la cumbre.

Palabra de Dios.

SALMO          Dn.  3, 52a. 52b. 53. 54. 55. 56

R.        Alabado y exaltado eternamente.

Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres,

bendito sea tu santo y glorioso Nombre. R. 

Bendito seas en el Templo de tu santa gloria,

por encima de todo.

Bendito seas en el trono de tu reino,

y exaltado eternamente. R.

Bendito seas tú, que sondeas los abismos,

y te sientas sobre los querubines.

Bendito seas en el firmamento del cielo,

aclamado y glorificado eternamente. R.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Mateo   13, 10-17

En aquel tiempo, los discípulos se acercaron y le dijeron: « ¿Por qué les hablas por medio de parábolas?»

Él les respondió: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden. Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice:

Por más que oigan, no comprenderán, por más que vean, no conocerán. Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus oídos no oigan, y su corazón no comprenda, y no se conviertan, y yo no los cure.

Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen. Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron.»

Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

  • Entramos en los capítulos que constituyen la parte central del Éxodo. En ellos nos encontramos con el relato de la preparación de la alianza, el código de la alianza y el relato de la celebración de la alianza.
  • Los hijos de Israel llegaron al desierto del Sinaí, donde Dios espera a los suyos para hacer alianza con ellos, y darles su ley.
  • Al tercer día, al rayar el alba, hubo truenos, relámpagos y una densa nube sobre la montaña. Dios se sirve también de los fenómenos naturales para dar a conocer su presencia salvadora.
  • El pueblo reconoce la grandeza de Dios y se purifica para encontrarse con Él, aunque sólo Moisés será el elegido para subir al monte.
  • Yahvé ayudó a Israel a atravesar el desierto, conduciéndolo hasta el Sinaí, para establecer una alianza con este pueblo.
  • Yahvé le dice a Moisés que se presentará en una densa nube. En toda la tradición bíblica, la «nube» seguirá siendo el signo de la presencia divina. Dios es el que toma la iniciativa de ese encuentro.

***

  • Los discípulos preguntan a Jesús porque a la gente le habla en parábolas y a ellos no. Jesús responde diciendo que ellos, son de los que han comprendido y asimilado la Palabra, y que los otros aun habiéndola escuchado, no se han dejado transformar por su novedad.
  • Esta aptitud para comprender la palabra no se trata de un privilegio ‘dado’ a algunos, y ‘negado’ a otros. Comprender o no, es fruto de una apertura de corazón a su palabra, de un camino de conversión, de acercamiento a Jesús, y requiere esfuerzo. No es un simple oír la Palabra y dejar que ésta pase exteriormente sin que toque y cuestione la vida.
  • Para quien ha hecho un camino de apertura y confrontación con la Palabra de Dios, todo lo que sucede es ocasión de crecimiento, por eso está en condiciones de recibir más. Pero para quien no ha recorrido este camino, lo poco que podría tener lo pierde.
  • La causa de tal cerrazón es el corazón endurecido que no deja penetrar la ‘buena nueva’ de Cristo.
  • Jesús termina dirigiendo una “alabanza” a quienes estaban junto a Él y declara dichosos sus ojos, porque lo ven, y sus oídos, porque lo oyen.
  • Con Él llega la plenitud de los tiempos, y esta alabanza también nos alcanza. Si bien no hemos visto a Jesús con nuestros ojos, sí lo hemos conocido y lo conocemos por la fe. No hemos escuchado su voz con nuestros oídos, pero sí hemos escuchado y escuchamos sus palabras. El conocimiento que la fe nos da, aunque no es sensible, es un auténtico conocimiento, nos pone en contacto con la verdad y, por eso, también nos hace felices.
  • Estamos realmente en su tiempo, el tiempo de su gracia y salvación, un tiempo que no acaba. La oración y la Eucaristía nos aseguran esta cercanía y nos hacen realmente dichosos al mirarlo con ojos y oídos de fe.

PARA DISCERNIR

  • ¿Qué realidad personal he dejado transformar por mi escucha de la Palabra de Dios?
  • ¿Me animo a vivir cada día como tiempo de gracia y salvación?
  • ¿Qué cerrazones y endurecimientos me impiden recibir “más”?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Que comprenda, tu Palabra

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

«Muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros»

…”Al emperador Adriano, Augusto César, y a Verísimo, su hijo filósofo, y a Lucio, filósofo, y al Senado y a todo el pueblo romano: yo, Justino de Neápolis [Naplouse] en Siria de Palestina, uno de los muchos hombres de toda raza que son injustamente odiados y perseguidos, dirijo este discurso a favor de todos ellos…

Se nos pone la objeción de que aquel a quien llamamos Cristo no es sino un hombre, que los prodigios que le atribuimos son debidos a arte de magia y que logró hacerse pasar por Hijo de Dios. Nuestra demostración no se apoyará sobre lo que se dice sino sobre unas profecías hechas antes del acontecimiento, a las cuales, necesariamente, hemos de creer porque hemos visto y todavía vemos que se realiza lo que estaba predicho…

Entre los judíos hubo profetas de Dios a través de los cuales el Espíritu profético anunció por adelantado los acontecimientos futuros. Estas profecías fueron cuidadosamente conservadas por los sucesivos reyes de Judea, tal cual habían sido pronunciadas, en unos libros escritos en hebreo por la mano misma de los profetas…

Ahora bien, leemos en los libros de los profetas que Jesús, nuestro Cristo, ha de venir, que nacerá de una virgen, que llegará a la edad adulta, que curará toda clase de enfermedades y dolencias, que resucitará a los muertos, que será menospreciado y perseguido, será crucificado y morirá, que resucitará y subirá al cielo, que es y será reconocido Hijo de Dios, que enviará a algunos a anunciar estas cosas al mundo entero y que serán sobre todo los paganos los que creerán en él. Estas profecías fueron pronunciadas hace cinco mil, tres mil, dos mil, mil, ochocientos años antes de su venida porque los profetas se fueron sucediendo uno tras otro de generación en generación”…

San Justino (hacia 100-160), filósofo, mártir – Primera apología, 1.30-31

PARA REZAR

A pesar de todo

A pesar de todo…
Creo en la fuerza silenciosa y la oración
que viene de lo alto.

Creo en la serenidad, nobleza y comprensión.

Creo en la bondad espontánea,
en el gesto comunitario de quien sirve.

Creo en la luz radiante
reflejada en las manos que oran.

Creo en el sufrimiento
que habla de renuncia y donación.
Creo en la mirada comprensiva
de los que expresan paz interior
por su oración.

Creo en la flor de la gratitud
que florece en el fondo del alma.

Creo en el silencio y la oración
que todavía construyen islas de bienestar
en el barullo y la competencia.

A pesar de todo… y sobre todo,
creo en el Amor alimentado de oración,

silencio y reflexión
que puede trasformar la tierra colocándola
más cerca del cielo.
Dios es silencio,
palabra hecha oración.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo

a los cristianos de Corinto 4, 7-15

Hermanos:

Nosotros llevamos un tesoro en recipientes de barro, para que se vea bien que este poder extraordinario no procede de nosotros, sino de Dios.

Estamos atribulados por todas partes, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no aniquilados.

Siempre y a todas partes, llevamos en nuestro cuerpo los sufrimientos de la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Y así aunque vivimos, estamos siempre enfrentando a la muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De esa manera, la muerte hace su obra en nosotros, y en ustedes, la vida.

Pero teniendo ese mismo espíritu de fe, del que dice la Escritura: Creí, y por eso hablé, también nosotros creemos, y por lo tanto, hablamos. Y nosotros sabemos que aquel que resucitó al Señor Jesús nos resucitará con él y nos reunirá a su lado junto con ustedes.

Todo esto es por ustedes: para que al abundar la gracia, abunde también el número de los que participan en la acción de gracias para gloria de Dios.

Palabra de Dios.

SALMO          Sal 125, 1-2b. 2c-3. 4-5. 6 (R.: 5)

R.        Los que siembran entre lágrimas, cosecharán entre canciones.

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,

nos parecía que soñábamos:

nuestra boca se llenó de risas

y nuestros labios, de canciones.  R.

Hasta los mismos paganos decían:

« ¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!»

¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros

y estamos rebosantes de alegría!  R.

¡Cambia, Señor, nuestra suerte

como los torrentes del Négueb!

Los que siembran entre lágrimas

cosecharán entre canciones.  R.

El sembrador va llorando

cuando esparce la semilla,

pero vuelve cantando

cuando trae las gavillas.  R.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Mateo   20, 20-28

La madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante él para pedirle algo.

«¿Qué quieres?», le preguntó Jesús.

Ella le dijo: «Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.»

«No saben lo que piden», respondió Jesús. «¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?»

«Podemos», le respondieron.

«Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre.»

Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud.»

Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

  • Los apóstoles son, por antonomasia, los testigos de la  resurrección de Cristo, es decir, mensajeros y proclamadores del triunfo de Jesús sobre la muerte y, por tanto, los primeros anunciadores de la salvación para todos los hombres. Son aquellos que nos dan el perfil auténtico del discípulo-misionero que reclama la Iglesia de hoy en América Latina: en contacto con el Señor, aprendiendo en la escuela de su vida y anunciando lo que han visto y oído.
  • La primera lectura  nos habla de cómo unos años después de la resurrección, Santiago y los demás apóstoles, igual que el Maestro, pasaban haciendo el bien y dando testimonio de Jesús resucitado entre el pueblo, con la convicción de estar cumpliendo la voluntad de Dios, hasta el punto de  poder decir: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres».
  • Esta tarea la realizan con fuerza y decisión, porque son dóciles al Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen. Una fuerza que los sostiene hasta el fin, hasta el martirio si es necesario.
  • La lectura a los Corintios nos presenta el tesoro de ser apóstol, en vasos de barro. La predicación del evangelio es acción de Dios, sostenida con la fuerza del Espíritu Santo. Eso hace posible que el apóstol no viva angustiado, ni desesperado, ni abandonado.
  • En el evangelio, un día, la madre de los Zebedeos con sus hijos, se postró para pedir a Jesús, puestos de honor y gloria; uno a su derecha y el otro a su izquierda en el reino. Estos dos hermanos, hijos de Zebedeo, junto a Pedro, presenciaron la  resurrección de la hija de Jairo, la gloria del Tabor y la agonía de Getsemaní; y acreditaron su vehemencia, pidiendo a Jesús que lloviera fuego sobre los que lo rechazaban, ganándose así el apodo de “Boanerges” hijos del trueno.
  • Jesús los exhortó al servicio humilde de los hermanos. Frente a la ambición que busca un primer puesto, el Señor les apunta que al Reino se llega por el camino de la cruz. 
  • Esto no es un ideal  inasequible, sino un ideal que puede ser asumido en la vida del discípulo: Jesús vivió  según esta ley. Su misión fue servir a la humanidad abriéndole el camino de la vida, hasta  morir por ello. El amor que ha salido del Padre lo impulsa al servicio, y el servicio lo empuja hasta la entrega de la vida.
  • Jesús es consciente de que el ideal que Él propone, va contra las tendencias más innatas del espíritu humano, que impulsan a dominar a los demás.
  • El camino de conversión de los doce, y en particular, el que fue haciendo Santiago, es un llamado y esperanza para todos nosotros; que también podemos hacer realidad una Iglesia en la que no haya poderosos y esclavos, unos arriba y otros abajo; sino carismas puestos en comunión.
  • El discípulo está llamado a tener la misma actitud que el Maestro: «Igual que el Hijo del Hombre  que no ha venido a que lo sirvan, sino a servir y dar su vida en rescate de todos». Pidamos que cada uno, en nuestra tarea, sepamos ejercer nuestra responsabilidad, no buscando el aplauso ni el privilegio, sino el servicio. Pidámoslo en cada eucaristía haciendo memorial de la última cena de Aquel que siendo el Maestro y Señor lavó los pies de los  discípulos, para darnos ejemplo y para que también nosotros lo hagamos así.
  • Los discípulos, y Santiago entre ellos, lo comprendieron con la mirada puesta en su Maestro y lo confirmaron al precio de su propia sangre.
  • «Santiago vivió poco tiempo, pues ya en un principio le movía un gran ardor: despreció todas las cosas humanas y ascendió a una cima tan inefable que murió inmediatamente». San Juan Crisóstomo.

PARA DISCERNIR

  • ¿Cómo puedo llegar a ser “grande”?
  • ¿Cómo vivo la actitud de servicio que pide Jesús?
  • ¿En qué momentos específicos noto que me siento más inclinado a mandar o a servir?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Enviado a ser servidor

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

«Jesús los llevó a solas a una montaña alta y se transfiguró ante ellos.» Mc 9,2

…”Todos los que ven a Cristo no son iluminados del mismo modo sino según la medida de su capacidad de recibir la luz. Nuestros ojos corporales no  siempre están iluminados del mismo modo por el sol. Cuanto más alto uno sube, más puede contemplar su salida y mejor percibe su resplandor y su calor. Del mismo modo, nuestro espíritu cuanto más alto se eleva y sube hasta Cristo, más descubrirá el esplendor de su claridad, más intensamente será iluminado por su luz. El Señor mismo lo declara por boca del profeta: «Acercaos a mí y yo me acercaré a vosotros.» (Zac 1,3)…

De manera que no todos nosotros nos llegamos a Cristo de la misma manera, sino que cada uno lo hace según «sus capacidades». (Mt 25,15) O bien, nos vamos con las multitudes hacia él para que nos sacie con el pan de sus parábolas para no desfallecer por el camino (Mc 8,3), o bien, nos quedamos a sus pies, sin preocuparnos de nada más que de escuchar su palabra, sin dejarnos distraer por las múltiples necesidades del servicio. (Lc 10,38ss)… Sin duda alguna que los que se acercan así al Señor recibirán mucha más luz.

Pero, si igual que los apóstoles, sin alejarnos nunca de él, «permanecemos» constantemente con él en las tribulaciones (Lc 22,28) Cristo nos explicará en secreto lo que había dicho a las multitudes y con más claridad todavía nos iluminará. (M13, 11ss). En fin, si él encuentra a alguien capaz de subir a la montaña con él, como Pedro, Santiago y Juan, éste ya no sólo será iluminado por la luz de Cristo sino también por la voz del Padre”…

Orígenes (185-253) presbítero y teólogo – Homilías sobre el Génesis 1,7; SC 7 Pág. 72-73

PARA REZAR

Padre nuestro: necesitamos tu Espíritu:

  • para comprender las necesidades de todos los hombres
  • para participar con generosidad en tus planes
  • para iniciar en esta vida la salvación de la vida eterna
  • para responder al Evangelio con la promoción de la fe
  • para superar el materialismo que impregna nuestras vidas
  • para sumarnos al esfuerzo actual de solidaridad
  • para comprometernos en promover la paz y la justicia
  • para llenar nuestro corazón de tu presencia
  • para renovar nuestra forma de orar y meditar.

R.A.J.

Lectura del libro del Eclesiástico  44, 1. 9-15

Elogiemos a los hombres ilustres, a los antepasados de nuestra raza. No sucede así con aquellos, los hombres de bien, cuyas obras de justicia no han sido olvidadas. Con su descendencia se perpetúa la rica herencia que procede de ellos.

Su descendencia fue fiel a las alianzas y también sus nietos, gracias a ellos. Su descendencia permanecerá para siempre, y su gloria no se extinguirá.

Sus cuerpos fueron sepultados en paz, y su nombre sobrevive a través de las generaciones. Los pueblos proclaman su sabiduría, y la asamblea anuncia su alabanza.

Palabra de Dios.

SALMO          Sal 131, 11. 13-14. 17-18 (R.: Lc 1, 32b)

R.        El Señor Dios le dará el trono de David, su padre.

El Señor hizo un juramento a David,

una firme promesa, de la que no se retractará:

«Yo pondré sobre tu trono

a uno de tus descendientes.»  R.

Porque el Señor eligió a Sión,

y la deseó para que fuera su Morada.

«Este es mi Reposo para siempre;

aquí habitaré, porque lo he deseado.  R.

Allí haré germinar el poder de David:

yo preparé una lámpara para mi Ungido.

Cubriré de vergüenza a sus enemigos,

y su insignia real florecerá sobre él.»  R.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Mateo   13, 16-17

Jesús dijo a sus discípulos:

«Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen. Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron.»

Palabra del Señor.

Si de la feria:

Ex. 24,3 – 8

Mt. 13, 24-30

PARA REFLEXIONAR

  • Ante la necesidad de dilucidar la cuestión de la ascendencia de María, Padres de la Iglesia oriental, como San Epifanio y San Juan Damasceno, tomaron una vieja tradición en la que aparecen diversas noticias acerca de los abuelos maternos de Jesús. Por otra parte, el hecho de que tantas veces encontremos representaciones pictóricas y escultóricas alusivas a los primeros años de María, quien aparece reclinada en los brazos de su madre, Santa Ana, y a escenas de la vida pastoril de San Joaquín, a quien se presenta como padre de María, atestigua la popularidad y el cariño con que han gozado en el pueblo cristiano, San Joaquín y Santa Ana como padres de María y abuelos de Jesús.
  • La devoción a Santa Ana es más popular y más antigua que la de San Joaquín. Ya en el año 550, el 25 de Julio el emperador Justiniano le dedicó una basílica a Santa Ana en Constantinopla. Desde entonces, las iglesias orientales celebraron su fiesta en esa fecha. Siglos más tarde, y sobre todo a raíz de las cruzadas, esta celebración se difundió en Occidente, pero la celebración se colocó el día 26. Finalmente, en 1584 la fiesta quedó fijada para toda la Iglesia, tanto en los países orientales como en los occidentales.
  • El culto de San Joaquín se introduce hacia el siglo XIV, época en la que también se populariza el culto de San José. Dos siglos más tarde se consolida la fiesta que se celebraba primero el 20 de marzo. En 1738 se trasladó al domingo siguiente al 15 de agosto (Asunción de la Virgen); y finalmente, a principios del siglo XX, el Papa Pío X la fijó en el día siguiente de la Asunción, el 16 de agosto. A raíz de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, en 1969, se unió la conmemoración de los padres de María en una única fiesta, la del 26 de julio.

***

  • El pasaje de Mateo, nos sirve como marco de reflexión para la celebración de la fiesta de san Joaquín y santa Ana. Jesús alaba y llama felices a los discípulos porque, no solamente ven y escuchan lo que todos ven y escuchan, sino porque, además, pueden descubrir el paso de Dios. A diferencia de las otras bienaventuranzas que encontramos en Mateo 5, en esta, no se hace mención alguna a la condición de contrariedad o desgracia actual de los futuros bienaventurados. La felicidad aquí, es ver y entender desde ahora mismo el proyecto de Jesús. Jesús afirma que la felicidad se encuentra en el hecho de poder verlo y de oír sus palabras, porque con Él, ha llegado el tiempo definitivo (cfr. Heb 1,1-2), de tal manera que, al poner la mirada en su persona, podemos hablar de un antes y un después.
  • Así, Dios se sirve de unos elementos humanos como preparación del nuevo tiempo: por el hecho de formar parte de nuestra historia, el Hijo de Dios necesita una madre, y ésta será María; la Virgen también necesita unos padres que fueron Joaquín y Ana. Ellos, sin saberlo, serán los abuelos del Mesías.
  • La felicidad es haber descubierto la perla de gran valor. «El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas, que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra…» (Mt 13, 44-45). Así, pues, a semejanza de un tesoro o de una perla de gran valor, el Reino de Dios -el Reino de los cielos – se encontraba escondido en aquella casa de Nazaret, en la que María, hija de Joaquín y Ana, se preparaba al momento de la Anunciación.
  • …”Nosotros, cuando meditamos sobre el acontecimiento de la Anunciación en la plegaria del «Ángelus Domini», pedimos que el Reino de Dios -el Reino de los cielos- esté también escondido en nuestros corazones, en nuestras familias, en todo el campo de nuestra vida, a fin de que no se malgaste este tesoro, no se pierda esta perla de tanto valor, no se pierda por ningún motivo, ya que, «¿qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?» …(San Juan Pablo II)
  • Por todo esto, San Juan Damasceno felicita a los santos esposos con estas palabras: « ¡Oh matrimonio feliz de Joaquín y Ana, limpio en verdad de toda culpa! Seréis conocidos por el fruto de vuestras entrañas». Qué felicidad para los padres que tienen la suerte de tener unos hijos que pueden admirar su fidelidad y agradecer su comportamiento generoso, por el cual recibieron su existencia humana y cristiana. Pero también qué felicidad para los hijos que tienen la suerte de conocer más y mejor a Jesucristo, puesto que han recibido de sus respectivos padres la formación cristiana, con el ejemplo de vida y de oración familiar.

PARA DISCERNIR

  • ¿Le damos valor a los gestos cotidianos en los que Dios nos manifiesta su proyecto de amor?
  • ¿Buscamos a Dios en lo sencillo de la vida?
  • ¿Le damos valor a nuestra familia y a nuestra historia?

PARA REZAR

Señor, Dios de nuestros padres,

que concediste a san Joaquín y a santa Ana

el privilegio de tener como hija a María,

la madre del Señor, concédenos,

por la intercesión de estos dos santos,

la salvación que has prometido a tu pueblo.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.