PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de la Sabiduría        18, 5-9

Aquella noche fue dada a conocer de antemano a nuestros padres, para que, sabiendo con seguridad en qué juramentos habían creído, se sintieran reconfortados.

Tu pueblo esperaba, a la vez, la salvación de los justos y la perdición de sus enemigos; porque con el castigo que infligiste a nuestros adversarios, tú nos cubriste de gloria, llamándonos a ti.

Por eso, los santos hijos de los justos ofrecieron sacrificios en secreto, y establecieron de común acuerdo esta ley divina: que los santos compartirían igualmente los mismos bienes y los mismos peligros; y ya entonces entonaron los cantos de los Padres.

Palabra de Dios.

SALMO         Sal 32, 1 y 12. 18-19. 20.22 (R.: 12b)

R.      ¡Feliz el pueblo que el Señor se eligió como herencia!

Aclamen, justos, al Señor:

es propio de los buenos alabarlo.

¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor,

el pueblo que él se eligió como herencia! 

Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles,

sobre los que esperan en su misericordia,

para librar sus vidas de la muerte

y sustentarlos en el tiempo de indigencia. 

Nuestra alma espera en el Señor:

él es nuestra ayuda y nuestro escudo.

Señor, que tu amor descienda sobre nosotros,

conforme a la esperanza que tenemos en ti. 

Esperaba aquella ciudad

cuyo arquitecto y constructor es Dios

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta de los Hebreos    11, 1-2. 8-19

Hermanos:

La fe es la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de las realidades que no se ven. Por ella nuestros antepasados fueron considerados dignos de aprobación.

Por la fe, Abraham, obedeciendo al llamado de Dios, partió hacia el lugar que iba a recibir en herencia, sin saber a dónde iba. Por la fe, vivió como extranjero en la Tierra prometida, habitando en carpas, lo mismo que Isaac y Jacob, herederos con él de la misma promesa. Porque Abraham esperaba aquella ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.

También por la fe, Sara recibió el poder de concebir, a pesar de su edad avanzada, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía. Y por eso, de un solo hombre, y de un hombre ya cercano a la muerte, nació una descendencia numerosa como las estrellas del cielo e incontable como la arena que está a la orilla del mar.

Todos ellos murieron en la fe, sin alcanzar el cumplimiento de las promesas: las vieron y las saludaron de lejos, reconociendo que eran extranjeros y peregrinos en la tierra.

Los que hablan así demuestran claramente que buscan una patria; y si hubieran pensado en aquella de la que habían salido, habrían tenido oportunidad de regresar. Pero aspiraban a una patria mejor, nada menos que la celestial. Por eso, Dios no se avergüenza de llamarse «su Dios» y, de hecho, les ha preparado una Ciudad.

Por la fe, Abraham, cuando fue puesto a prueba, presentó a Isaac como ofrenda: él ofrecía a su hijo único, al heredero de las promesas, a aquel de quien se había anunciado: De Isaac nacerá la descendencia que llevará tu nombre. Y lo ofreció, porque pensaba que Dios tenía poder, aun para resucitar a los muertos. Por eso recuperó a su hijo, y esto fue como un símbolo.

Palabra de Dios.

O bien más breve:

Lectura de la carta de los Hebreos    11, 1-2. 8-12

Hermanos:

La fe es la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de las realidades que no se ven. Por ella nuestros antepasados fueron considerados dignos de aprobación.

Por la fe, Abraham, obedeciendo al llamado de Dios, partió hacia el lugar que iba a recibir en herencia, sin saber a dónde iba. Por la fe, vivió como extranjero en la Tierra prometida, habitando en carpas, lo mismo que Isaac y Jacob, herederos con él de la misma promesa. Porque Abraham esperaba aquella ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.

También por la fe, Sara recibió el poder de concebir, a pesar de su edad avanzada, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía. Y por eso, de un solo hombre, y de un hombre ya cercano a la muerte, nació una descendencia numerosa como las estrellas del cielo e incontable como la arena que está a la orilla del mar.

Palabra de Dios.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Lucas     12, 32-48

Jesús dijo a sus discípulos:

«No temas, pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino.

Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla. Porque allí donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón.

Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta.

¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlos.

¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!

Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa.

Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada.»

Pedro preguntó entonces: «Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?»

El Señor le dijo: ¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno? ¡Feliz aquel a quien su señor, al llegar, encuentra ocupado en este trabajo! Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes. Pero si este servidor piensa: «Mi señor tardará en llegar», y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse, su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles.

El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo. Pero aquel que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos severamente.

Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más.»

Palabra del Señor.

O bien más breve:

Lectura del santo Evangelio según san Lucas     12, 35-40

Jesús dijo a sus discípulos:

«Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta.

¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlos.

¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!

Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa.

Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada.»

Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

  • En la primera lectura nos encontramos con la noche pascual, que se ha convertido en el paradigma de un pueblo que siempre ha recurrido a su Dios para que lo liberara de todas las esclavitudes; que anhela salvación y que encuentra en el Dios comprometido con la historia la razón de ser de su identidad. Se hace memoria para actualizar y para “sentir” la misma presencia liberadora de Dios, porque el pueblo, la comunidad, las personas, siempre pueden estar amenazadas de esclavitud.

 ***  

  • La segunda lectura nos presenta al creyente como un peregrino; ha gustado los bienes invisibles. Así, el andar de Abraham no lo lleva tan sólo a una ciudad terrestre, ni a una tierra prometida material, sino a la ciudad invisible que constituye la vida con Dios.

***  

  • Jesús está abocado a la  formación de los discípulos durante el camino a Jerusalén. Los discípulos tienen miedo porque continúa dominando en ellos la mentalidad de un Mesías glorioso, más seguro y Jesús les presenta una nueva perspectiva de la misión que pasa por el sufrimiento. El reino que anuncia implica un cambio profundo en el modo de pensar y de ir construyendo la vida.
  • La primera palabra que en esta situación Jesús les dirige es “no teman”. Los invita a confiar en el Padre. Jesús nos lanza a la esperanza, nos proyecta más allá de nuestros miedos.
  • Los temores se disipan cuando entendemos que Dios Padre quiere darnos el Reino, cuando Dios nos dice que todo está en sus manos. Es su cercanía la que tranquiliza y no la promesa de algo futuro, aunque esto sea una realidad.
  • El reino no es algo que se nos dará más tarde, después de la muerte. Se da ahora y aquí. Esperar una justicia, una verdad, una solidaridad en el más allá evadiéndonos del compromiso en el más acá no es lo que Jesús anunció y realizó.
  • La invitación a renunciar a la riqueza no es para acumular méritos para el cielo, sino para ser coherentes con el proyecto del reino, para estar más libres a la hora de comprometernos con las realidades de este mundo desde el proyecto  salvador de Dios.
  • El corazón, en la Biblia, es el centro de las decisiones del ser humano, no solo de los afectos, sino de toda decisión. Buscar cuál es nuestro tesoro es  una llamada a reconocer dónde está el punto de atracción hacia el cual tienden nuestras aspiraciones más profundas.
  • La opción por el Reino requiere de los discípulos una actitud vigilante;  vigilancia activa y no mera contemplación.
  • Vigilar significa no distraerse, no «instalarse» satisfechos con lo ya conseguido. Vigilar es vivir despiertos, en tensión. No con angustia, pero sí con seriedad, dando importancia a lo que la tiene.
  • Vigilar es desarraigo y éxodo permanente hacia el reino de Dios. Para vigilar así hace falta ser pobre, hacerse pobre, y tener una promesa por delante.
  • Sólo el que ama y vive solidariamente y en apertura a los demás, dándose a Dios y al prójimo, tiene vida auténtica y, en definitiva, es feliz, porque entiende la vida con sabiduría.
  • La pobreza evangélica voluntaria es un acto de fe y de amor. Es apostar a las bienaventuranzas evangélicas cómo código de vida.
  • No somos dueños absolutos de nuestra vida, sino sólo administradores de ella. La hemos recibido de Dios y hemos de emplearla al servicio de su reino, que se concreta en servicio a toda la comunidad. De ahí la responsabilidad histórica de cada hombre.
  • Aquellos que saben que la vida no es un tour, valoran estas palabras de Jesús como una recomendación para que no perdamos la alegría de servir, para que no perdamos la senda. Sin temores, abiertos a la esperanza, pobremente y con vigilancia, no solo haremos un mundo mejor que el que hemos recibido, un mundo que sea casa de Dios, sino que también estaremos seguros de que cuando el Señor nos encuentre seremos tratados como verdaderos y fieles servidores.

PARA DISCERNIR

  • ¿Cuáles son las cosas o situaciones que me producen temor?
  • ¿Cuáles son mis esperanzas?
  • ¿Dónde tengo puesto mi corazón?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Ayúdame a tener el corazón preparado

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

“La historia de la humanidad transcurre bajo la mirada compasiva de Dios a la que nunca abandona. También a este mundo nuestro, Dios ha amado tanto que nos ha enviado a su Hijo. El anuncia la buena noticia del Reino a los pobres y a los pecadores. Por esto nosotros como discípulos de Jesús y misioneros queremos y debemos proclamar el Evangelio, que es Cristo mismo. Anunciamos a nuestros pueblos que Dios nos ama, que su existencia no es una amenaza para el hombre, que está cerca con el poder salvador y liberador de su Reino, que nos acompaña en la tribulación, que alienta incesantemente nuestra esperanza en medio de todas las pruebas. Los cristianos somos portadores de buenas noticias para la humanidad y no profetas de desventuras.” (Aparecida 29)

“La Iglesia debe cumplir su misión siguiendo los pasos de Jesús y adoptando sus actitudes (cf. Mt 9, 35-36). Él, siendo el Señor, se hizo servidor y obediente hasta la muerte de cruz (cf. Fil 2, 8); siendo rico, eligió ser pobre por nosotros (cf. 2 Cor 8, 9), enseñándonos el itinerario de nuestra vocación de discípulos y misioneros. En el Evangelio aprendemos la sublime lección de ser pobres siguiendo a Jesús pobre (cf. Lc 6, 20; 9, 58), y la de anunciar el Evangelio de la paz sin bolsa ni alforja, sin poner nuestra confianza en el dinero ni en el poder de este mundo (cf. Lc 10, 4 ss ). En la generosidad de los misioneros se manifiesta la generosidad de Dios, en la gratuidad de los apóstoles aparece la gratuidad del Evangelio.” (Aparecida 30)

PARA REZAR

La pobreza evangélica
Dios no puede derramar algo

donde ya está todo lleno de otras cosas.

Jesús lo dijo: «No se puede servir a dos señores»,

refiriéndose a Dios y al dinero.
La pobreza, el desprendimiento de todo lo que nos ata

y nos aleja de Dios, sea o no material,

nos deja «vacíos», para que Dios pueda entrar

plenamente en nuestro corazón.
Las cosas deben ser siempre un medio,

nunca un fin en sí mismas

Teresa de Calcuta

Lectura del libro del Deuteronomio          10, 12-22

Moisés habló al pueblo diciendo:

Y ahora, Israel, esto es lo único que te pide el Señor, tu Dios: que lo temas y sigas todos sus caminos, que ames y sirvas al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, observando sus mandamientos y sus preceptos, que hoy te prescribo para tu bien.

Al Señor, tu Dios, pertenecen el cielo y lo más alto del cielo, la tierra y todo lo que hay en ella. Sin embargo, sólo con tus padres se unió con lazos de amor, y después de ellos los eligió a ustedes, que son su descendencia, prefiriéndolos a todos los demás pueblos.

Por eso, circunciden sus corazones y no persistan en su obstinación, porque el Señor, su Dios, es el Dios de los dioses y el Señor de los señores, el Dios grande, valeroso y temible, que no hace acepción de personas ni se deja sobornar. El hace justicia al huérfano y a la viuda, ama al extranjero y le da ropa y alimento. También ustedes amarán al extranjero, ya que han sido extranjeros en Egipto.

Teme al Señor, tu Dios, y sírvelo; vive unido a él y jura por su Nombre.

El es tu gloria y tu Dios, y él realizó en tu favor esas tremendas hazañas de que fuiste testigo. Porque cuando tus padres bajaron a Egipto, eran apenas setenta personas, y ahora el Señor te ha hecho numeroso como las estrellas del cielo.

Palabra de Dios.

SALMO          Sal 147, 12-13. 14-15. 19-20 (R.: 12a)

R.        ¡Glorifica al Señor, Jerusalén!

¡Glorifica al Señor, Jerusalén,

alaba a tu Dios, Sión!

El reforzó los cerrojos de tus puertas

y bendijo a tus hijos dentro de ti.  R.

El asegura la paz en tus fronteras

y te sacia con lo mejor del trigo.

Envía su mensaje a la tierra,

su palabra corre velozmente.  R.

Revela su palabra a Jacob,

sus preceptos y mandatos a Israel:

a ningún otro pueblo trató así

ni le dio a conocer sus mandamientos.  R.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Mateo   17, 22-27

Mientras estaban reunidos en Galilea, Jesús les dijo: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres: lo matarán y al tercer día resucitará.» Y ellos quedaron muy apenados.

Al llegar a Cafarnaúm, los cobradores del impuesto del Templo se acercaron a Pedro y le preguntaron: «¿El Maestro de ustedes no paga el impuesto?» «Sí, lo paga,» respondió.

Cuando Pedro llegó a la casa, Jesús se adelantó a preguntarle: «¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes perciben los impuestos y las tasas los reyes de la tierra, de sus hijos o de los extraños?» Y como Pedro respondió: «De los extraños,» Jesús le dijo: «Eso quiere decir que los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizar a esta gente, ve al lago, echa el anzuelo, toma el primer pez que salga y ábrele la boca. Encontrarás en ella una moneda de plata: tómala, y paga por mí y por ti.»

Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

  • Este pasaje se inscribe dentro del tema más general de la vida del pueblo en la Alianza de Dios. Vuelve a recordarse a los oyentes el precepto del temor y amor al Señor para el bien del hombre. Y se insiste en la realidad de la elección divina, invitando a “circuncidar el corazón” –expresión que recuerda al profeta Jeremías (4,4; 9,25-25).
  • Seguidamente, el autor sagrado resalta la supremacía del Dios de Israel por encima de los dioses paganos y destaca el oficio divino de practicar justicia, especialmente a favor de los más necesitados: el huérfano, la viuda, el extranjero.
  • La lectura concluye invitando al hombre a colocarse en el lugar del extranjero, recordando que tiempo atrás él mismo lo fue en Egipto pero la bondad y la fuerza del Señor lo sacaron de allí e hicieron de él un pueblo “numeroso como las estrellas del cielo”.
  • En definitiva, meditando las hazañas en favor del pueblo e imitando el proceder de Dios –que no hace acepción de personas sino que practica la justicia con todos-, el hombre rinde el culto agradable al Señor, amándolo y sirviéndolo de corazón.

***

  • En tiempos de Jesús, el impuesto, era propio de los pueblos sometidos más que de los ciudadanos de derecho, a los que se llamaba hijos. Los que cobraban el «didracma», tributo anual para el templo, se acercaron a Pedro y le preguntaron si Jesús, su maestro, no pagaba el impuesto.
  • Desde tiempos de Nehemías, era costumbre que los israelitas mayores de veinte años, pagaran cada año, una pequeña ayuda para el mantenimiento del templo de Jerusalén: dos dracmas y la ofrenda de los sacrificios.
  • Jesús se presenta a sí mismo como un «Hijo de Hombre», como un hombre totalmente libre, e inmerso en el amor de Dios, pero que no escapa a las exigencias de su tiempo. Jesús afirmará que es superior al templo y se siente exento de pagar el impuesto al templo, pero, a pesar de esto, se comporta como un ciudadano, igual a los demás, un israelita piadoso, cumplidor de sus deberes.
  • Jesús inmediatamente imprime un giro decisivo a la cuestión. Los hijos del Reino, los que aceptaron a Jesús como Hijo del Padre, están libres del impuesto del templo. Jesús los ha liberado de esta obligación.
  • Sin embargo, como quiere evitar una ruptura que exacerbe los conflictos con la autoridad religiosa, señala un camino para poder cumplir con la obligación. Invita a Pedro a realizarlo mediante la práctica de su oficio de pescador.
  • El “Hijo” pagó el precio del esclavo, para que, los que estaban sometidos a la esclavitud, desde ese momento fueran hijos. Por eso Jesús, no se deja intimidar por la actitud de los funcionarios y con una libertad soberana pagará el impuesto.
  • Somos, como hijos de Dios, los testigos del Viviente, del hombre resucitado, y a través de Él somos invitados a ser los forjadores de la libertad humana en todas sus expresiones.

 PARA DISCERNIR

  • ¿Sabemos dar el lugar verdadero a las realidades divinas en la vida cotidiana?
  • ¿Sabemos dar el lugar verdadero a las realidades cotidianas dentro del plan de Dios?
  • ¿Vivimos nuestra vida como un testimonio constante de la obra de Dios?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Quiero vivir como tu hijo Señor

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Liberados por el Hijo del hombre que se entrega a manos de los hombres

…”Todos los pueblos, por nuestro Señor Jesucristo, han sido liberados de los poderes que los habían hecho cautivos. Es él, sí, es él quien nos ha rescatado. Tal como lo dice el apóstol Pablo: «Nos perdonó todos nuestros pecados. Borró el protocolo que nos condenaba con sus cláusulas, lo quitó de en medio, clavándolo en la cruz. Despojándose a sí mismo, arrastró a los poderes del mal en el cortejo de su triunfo» (Col 2,13-15). Libró a los encadenados y rompió nuestros lazos, tal como lo había dicho David: «El Señor liberta a los cautivos, el Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan». Y más aún: «Rompiste mis cadenas, te ofreceré un sacrificio de alabanza» (Sl 145, 7-8; 115, 16-17).

Sí, hemos sido liberados de nuestras cadenas, nosotros que hemos sido llamados por el Señor para ser congregados por el sacramento del bautismo…; hemos sido liberados por la sangre de Cristo y por la invocación de su nombre… Así, pues, amados míos, hemos sido lavados por el agua del bautismo de una vez por todas, y de una vez por todas somos acogidos en el Reino inmortal. Una vez por todas «dichosos aquellos que están absueltos de sus culpas, a quienes han sepultado sus pecados» (Sl 31,1; Rm 4,7). Mantened con valentía lo que habéis recibido, conservadlo para vuestra dicha, no pequéis más. Desde ahora guardaos puros e irreprochables para el día del Señor”…

 San Paciano de Barcelona (?- hacia 390), obispo – Homilía sobre el bautismo, 7

PARA REZAR                              

Tu modo 

Sin imponer, sin juzgar, sin segundas intenciones.

Así te acercas, Jesús, al que más te necesita.

Y a mí también.

Dejas espacio, silencio, posibilidad

Para que sea él -para que sea yo-

Quien exponga su deseo,

Mi necesidad, mi anhelo.

Sin prisas, sin condiciones, sin exigencias.

Así, Jesús, perdonas, curas, sanas.

¿Me lo creeré alguna vez?

¿Aprenderé tu modo

De acercarme,

De dejar espacio,

De perdonar,

De curar

Y de sanar?

Óscar Cala, sj

Lectura del libro del Deuteronomio          31, 1-8

Moisés fue a decir estas palabras a todo Israel: «Ya tengo ciento veinte años. En adelante no podré ejercer ninguna actividad; además, el Señor me dijo: «Tú no pasarás el Jordán.» El Señor, tu Dios, es el que cruzará delante de ti; él eliminará de tu presencia a todas esas naciones, y tú las desposeerás de sus dominios. Será Josué el que cruzará al frente de ti, como el Señor lo ha ordenado. El Señor tratará a esas naciones como trató a Sijón y a Og -los reyes amorreos- y a sus países, cuando los destruyó por completo. El las pondrá en tus manos, y entonces ustedes deberán comportarse con ellas conforme a la orden que les di.

¡Sean fuertes y valientes! No tengan miedo ni tiemblen ante ellas. Porque el Señor, tu Dios, te acompaña, y él no te abandonará ni te dejará desamparado.»

Después Moisés llamó a Josué y le dijo en presencia de todo Israel: «Sé fuerte y valiente. Tú irás con este pueblo hasta la tierra que el Señor les dará, porque así lo juró a sus padres, y tú los pondrás en posesión de ella. El Señor irá delante de ti; él estará contigo y no te abandonará ni te dejará desamparado. No temas ni te acobardes.»

Palabra de Dios.

SALMO          Deut 32, 3-4a. 7. 8. 9 y 12 (R.: 9a)

R.        La parte del Señor es su pueblo.

Yo voy a proclamar el nombre del Señor:

¡Den gloria a nuestro Dios!

El es la Roca: su obra es perfecta.  R.

Acuérdate de los días lejanos,

considera las épocas pasadas;

pregúntale a tu padre, y él te informará,

a los ancianos, y ellos te lo dirán.  R.

Cuando el Altísimo dio una herencia a cada nación,

cuando distribuyó a los hombres,

él fijó las fronteras de los pueblos

según el número de los hijos de Dios.  R.

Pero la parte del Señor es su pueblo,

la porción de su herencia es Jacob.

El Señor solo lo condujo,

no había a su lado ningún dios extranjero.  R.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Mateo   18, 1-5. 10. 12-14

En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: « ¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?»

Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: «Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos. Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos. El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo.

Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial.

¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió? Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se extraviaron. De la misma manera, el Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños.

Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

  • La entrada a la Tierra prometida no fue un juego para niños. Israel tuvo que conquistarla a la fuerza y se le pide que sea fuerte y valeroso.
  • Moisés se siente viejo y confiesa que no puede ya desplazarse. La Biblia nos habla de que tenía «ciento veinte años»  que es una cifra simbólica que indica «la perfección».
  • Moisés no va a poder entrar en la tierra prometida, por más que se lo haya pedido a Dios. A pesar de esto, no va a producirse un «vacío de poder» en un momento tan delicado como éste, en que están ya a las puertas de Canaán y se disponen a iniciar su ocupación. Dios convence a Moisés de que ha llegado el momento de transmitir sus poderes a Josué.
  • Llamó Moisés a Josué y le ordenó entrar con el pueblo en la tierra que el Señor juró dar a sus padres. El carisma de guiar al pueblo pasa ahora de Moisés a Josué; pero en realidad el guía seguirá siendo el mismo, Yahvé. En esta transmisión de poderes, Dios está siempre presente.
  • Dios repetirá las proezas del pasado para continuar su obra liberadora. Esta presencia activa de Yahvé es la que ha de animar y convencer íntimamente a Josué que la conquista tendrá éxito.

***

  • Los discípulos, todavía inmaduros y sin penetrar a fondo en el sentir de Jesús, aspiraban a ser hombres de prestigio a la sombra del Maestro. Tienen la humana preocupación del lugar que ocupan en la comunidad y se lo preguntan a Jesús.
  • La respuesta de Jesús es realmente desconcertante. Llama a un niño y lo pone como medida y modelo a seguir. Igual que los extranjeros, los enfermos y las mujeres, los niños carecían también de valor en el mundo antiguo. Su simplicidad e impotencia ante la vida, eran despreciadas en la mentalidad de la cultura antigua. Solo los varones adultos tenían algún valor.
  • Jesús, sin embargo, aprovecha ese significado de la niñez en aquella cultura, para enseñar la condición fundamental del discípulo. El niño que pone en medio es un joven sir­viente de los que habitualmente había en las casas. Al colocarlo en medio, lo hace Jesús centro de atención y modelo para los discípulos, echando por tierra que el más importante, va a ser el que más sabe o, el más dotado de cualidades humanas. El más importante es aquel que se hace niño. 
  • Lo que Jesús alaba de un niño es su pequeñez, su indefensión, su actitud de apertura, su necesidad de los demás. Y, en los tiempos de Cristo, también su condición de marginado en la sociedad. Por lo tanto, hacerse como niños es cambiar de actitud, convertirse, ser sencillos de corazón, abiertos, sin vueltas ni cálculos fríos, convencidos de que no podemos nada por nuestras solas fuerzas y necesitamos de Dios y de los demás.
  • En la comunidad de discípulos, la grandeza se juzga por criterios opuestos a los de la sociedad. El que sirve, no el que manda, es el más grande. Toda ambición de preeminencia o de dominio queda excluida.
  • El pequeño servidor pasa a ser modelo de discípulo. La disposición al servicio debe acompañar al discípulo en la misión; llevando de este modo con él, la presencia de Jesús.
  • Teniendo claro quién es el mayor, Mateo, presenta la actitud que debe tener la comunidad con los «pequeños», mediante la imagen de los pastores que abandonan el cuidado del rebaño para ir a buscar la oveja que se extravió. Con este relato sacado de la vida diaria de sus oyentes, muestra hasta dónde llega la misericordia de Dios y hasta dónde debe llegar la preocupación de la comunidad por cada uno de sus miembros, especialmente por los más pequeños o débiles.
  • A la actitud de los fariseos, excesivamente intransigente en su justicia, que veían en el pecador a un enemigo de Dios, Jesús opone la alegría de Dios, que prefiere la conversión del pecador, a la satisfacción de los justos estancados en sus hábitos adquiridos. Dios no espera el arrepentimiento para amar al pecador, sino que lo deja todo para ir en su búsqueda.
  • Cristo presenta la misericordia de Dios, como el esfuerzo incesante de Dios para salvar a los pecadores. Jesús mismo es, fiel al deseo del Padre y, lleva hasta las últimas consecuencias la búsqueda del pecador.
  • Los discípulos somos invitados a hacer la experiencia espiritual de la misericordia de Dios, que nos acepta tal como somos. Dios está siempre, anda siempre, en nuestra búsqueda. Aquel que no se avergüenza frente a Dios de sus límites y pide ayuda como un niño, puede gozar de la gracia que el Señor quiere derramar. La misericordia es la que llama al pecador a la conversión y la que lo restaura para que pueda vivir en la libertad de los hijos de Dios.
  • El testimonio del discípulo pasa por su vida reconciliada. El signo evangelizador en una sociedad que margina, clasifica y excluye, es el ejercicio de la misericordia para con los demás, para con toda miseria humana.
  • La Iglesia, como comunidad de discípulos, tiene que mostrar en su actitud concreta de plena acogida y de búsqueda a aquellos que se sienten en inferioridad de condiciones, o cualquier tipo de marginación; la valoración que Dios tiene de cada uno y la dignidad que nos regala por pura misericordia. Todo lo que se hace por el menor, por el más pequeño, es a Cristo a quien se hace.

 PARA DISCERNIR

  • ¿Qué imagen tengo del discípulo?
  • ¿Quiénes son los más importantes para mí?
  • ¿Qué actitud tengo con los errados?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Hazme pequeño como un niño, Señor

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

«Vuestro Padre del cielo no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños»

…”Ven, Señor Jesús, busca a tu siervo; busca a tu oveja fatigada; ven, pastor… Mientras tú te retrasas por los montes, tu oveja va errante: deja, pues, a las noventa y nueve restantes, que son tuyas y ven a buscar a la única que se ha perdido. Ven sin hacerte ayudar, sin hacerte anunciar; ahora es a ti a quien espero. No cojas tu látigo, coge tu amor; ven con la suavidad de tu Espíritu. No dudes en dejar en los montes a estas noventa y nueve ovejas que ya son tuyas; sobre las cumbres en que las has puesto, los lobos no tienen acceso a ellas… Ven a mí, que me he extraviado quedando lejos de los rebaños de allá arriba, porque también a mí me habías colocado con ellas, pero los lobos de la noche me han hecho abandonar tus apriscos.

¡Búscame, Señor, puesto que mi oración te busca! ¡Búscame, encuéntrame, levántame, llévame!  Al que tú buscas, puedes encontrarlo, al que encuentras, dígnate levantarlo, al que levantas, póntelo sobre tus hombros. Esta carga de tu amor, jamás te es cargosa, y sin cansarte te haces el pagador de la justicia. Ven, pues, Señor, porque es verdad que me extravío, «no he olvidado tu palabra» (Sl 118,16), y sé que seré curado. Ven, Señor, tú eres todavía el único capaz de llamar a tu oveja perdida, y a las otras que vas a dejar, no les causarás ningún dolor; también ellas estarán contentas de ver como regresa el pecador. Ven, y habrá salvación en la tierra y gozo en el cielo (Lc 15,7).

No mandes a tus pequeños servidores, no mandes mercenarios, ven tú mismo a buscar a tu oveja. Levántame en esta misma carne en que cayó Adán. Por tu gesto reconoce en mí, no al hijo de Eva sino al hijo de María, virgen pura, virgen por gracia, sin ninguna sospecha de pecado; después, llévame hasta tu cruz, ella es la salvación de los extraviados, el solo descanso de los cansados, la única vida de los que mueren”…

San Ambrosio (hacia 340-397), obispo de Milán y doctor de la Iglesia

Comentario al salmo 118, 22, 27-30; CSEL 62, 502-504 

PARA REZAR                              

Dentro de mí

Dentro de mí

Lates valiente

Gestando humanidad

Animando sin medida

Dentro de mí

Como soldado vigoroso

Renuevas promesas

Para lidiar batallas

Dentro de mí

Fortaleces pilares

Abres espacios

De esperanza y consuelo

Dentro de mí,

Te conviertes

En Señor de

Horizontes

Dentro de mí, tú

Jesús.

Por David Cabrera, sj

Lectura del libro del Deuteronomio          34, 1-12

Moisés subió de las estepas de Moab al monte Nebo, a la cima del Pisgá, frente a Jericó, y el Señor le mostró todo el país: Galaad hasta Dan, todo Neftalí, el territorio de Efraím y Manasés, todo el territorio de Judá hasta el mar Occidental, el Négueb, el Distrito y el valle de Jericó -la Ciudad de las Palmeras- hasta Soar. Y el Señor le dijo: «Esta es la tierra que prometí con juramento a Abraham, a Isaac y a Jacob, cuando les dije: «Yo se la daré a tus descendientes.» Te he dejado verla con tus propios ojos, pero tú no entrarás en ella.»

Allí murió Moisés, el servidor del Señor, en territorio de Moab, como el Señor lo había dispuesto. El mismo lo enterró en el Valle, en el país de Moab, frente a Bet Peor, y nadie, hasta el día de hoy, conoce el lugar donde fue enterrado. Cuando murió, Moisés tenía ciento veinte años, pero sus ojos no se habían debilitado, ni había disminuido su vigor. Los israelitas lloraron a Moisés durante treinta días en las estepas de Moab. Así se cumplió el período de llanto y de duelo por la muerte de Moisés.

Josué, hijo de Nun, estaba lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había impuesto sus manos sobre él; y los israelitas le obedecieron, obrando de acuerdo con la orden que el Señor había dado a Moisés.

Nunca más surgió en Israel un profeta igual a Moisés -con quien el Señor departía cara a cara- ya sea por todas las señales y prodigios que el Señor le mandó realizar en Egipto contra el Faraón, contra todos sus servidores y contra todo su país, ya sea por la gran fuerza y el terrible poder que él manifestó en presencia de todo Israel.

Palabra de Dios.

SALMO          Sal 65, 1-3a. 5 y 8. 16-17 (R.: cf. 20a y 9a)

R.        Bendito sea Dios, que nos concedió la vida.

¡Aclame al Señor toda la tierra!

¡Canten la gloria de su Nombre!

Tribútenle una alabanza gloriosa,

digan al Señor: « ¡Qué admirables son tus obras!»  R.

Vengan a ver las obras del Señor,

las cosas admirables que hizo por los hombres.

Bendigan, pueblos, a nuestro Dios,

hagan oír bien alto su alabanza.  R.

Los que temen al Señor, vengan a escuchar,

yo les contaré lo que hizo por mí:

apenas mi boca clamó hacia él,

mi lengua comenzó a alabarlo.  R.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Mateo   18, 15-20

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:

«Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano.

Les aseguro que todo lo que aten en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo.

Les aseguro, además, que si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».

Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

  • La muerte de Moisés cierra el libro del Deuteronomio y todo el Pentateuco. Son momentos solemnes: la última conversación que Moisés mantiene con Yahvé en la tierra.
  • Moisés subió de las estepas de Moab al monte Nebó, sobre una cima frente a Jericó. El Señor le mostró todo el país y le dijo: “Esta es la tierra que bajo juramento prometí a Abraham, a Isaac y a Jacob dar a su descendencia. Te dejo verla, pero no entrarás en ella”.
  • Después del desierto del Negueb, Moisés tiene a la vista: el verde palmeral de Jericó, los cultivos irrigados de las orillas del Jordán. Es el oasis, la abundancia.
  • Moisés había sido el «servidor de Dios»,  el «profeta que el Señor trataba cara a cara». Ha sido un hombre que dio lo mejor de sí mismo para «liberar a su pueblo» y conducirlo a esa «tierra de libertad y de felicidad».
  • Este es un texto emocionante, esa mirada de Moisés de la “tierra que mana leche y miel” es todo un símbolo. Moisés ve «con el corazón», toma por adelantado posesión de una tierra que Yahvé había prometido a Abrahán, Isaac y Jacob. Moisés no entrará en ella.
  • Allí murió Moisés, el servidor del Señor, muy cerca de la Tierra prometida. 

***

  • El capítulo 18 de Mateo está centrado en la dinámica que debe caracterizar las relaciones de los discípulos de Jesús entre sí. Hoy, el evangelista aborda el tema del perdón.
  • La sociedad primitiva, se manifestaba violentamente contra las faltas del individuo, porque al carecer de medios para perdonarlo, sólo podía repararse la ofensa mediante un castigo ejemplar setenta y siete veces más fuerte que la misma falta.
  • La ley del talión, marca un progreso importante al tener que ser la venganza, no superior a la ofensa o daño recibido. Si bien el Levítico da un paso en este proceso, no establece la obligación del perdón. Sin embargo se pone un fuerte acento en la solidaridad que debe unir a los hermanos entre sí y deja bien en claro la prohibición de arreglar sus diferencias recurriendo a procedimientos judiciales.
  • Una de las novedades que aporta el texto es la aparición del término «hermano» para designar la relación existente entre los integrantes de la comunidad de discípulos de Jesús.
  • Al inicio se presentan tres caminos para ganar al hermano. Los dos primeros: la corrección privada y la hecha en presencia de dos o tres testigos eran procedimientos habituales entre los judíos y confirmados por los libros sagrados.
  • Las ofensas y perjuicios entre hermanos llevan a la pérdida de la fraternidad y ésta no se recupera si el perjudicado, no gana al ofensor por el camino del perdón.
  • El camino de la corrección fraterna lleva al ofendido a buscar a la persona que le ha causado el problema y a tratar de hacerle ver el error. De este modo, se rompe el círculo vicioso de las ofensas mutuas porque el ofendido toma una actitud reconciliadora. Si el que ofende se niega a reconocer el error cometido, entonces se llama a dos testigos, no para recriminarle la falta, sino para ayudarlo a entrar en razón. Cuando esto no funciona, entonces, el problema pasa a manos de la comunidad. Este modo de obrar es exigente y no pocas veces ingrato e incómodo. Hay que evitar caer en la trampa de una equivocada “caridad cristiana”, que puede ser un puro escapismo, cobardía o comodidad.
  • Jesús repite a toda la comunidad lo que había dicho personalmente a Pedro: “Todo lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo, y todo lo que aten en la tierra, quedará atado en el cielo”. Así, todos los miembros de la comunidad quedan encargados de perdonar a sus hermanos. La Iglesia tiene que ser el lugar de la misericordia.
  • Nuestras comunidades necesitan ser espacios reconciliados y reconciliadores. Comunidades abiertas al diálogo, tolerantes y comprometidas con las necesidades de quienes lo necesitan.

 PARA DISCERNIR

  • ¿Cuál es nuestra actitud ante nuestros amigos, compañeros y vecinos cuando se presenta un conflicto?
  • ¿Somos capaces de vivir el amor de Cristo en la vida cotidiana?
  • ¿Preferimos aislarnos en nuestro rencor o damos pasos para el perdón?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

“Todo lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo»

Al hacer partícipes a los Apóstoles de su propio poder de perdonar los pecados, el Señor les da también la autoridad de reconciliar a los pecadores con la Iglesia. Esta dimensión eclesial de su tarea se expresa particularmente en las palabras solemnes de Cristo a Simón Pedro: «A ti te daré las llaves del Reino de los cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos» (Mt 16,19). «Consta que también el colegio de los Apóstoles, unido a su cabeza, recibió la función de atar y desatar dada a Pedro (cf Mt 18,18; 28,16-20)» (Vaticano II LG 22)

La fórmula de absolución en uso en la Iglesia latina expresa el elemento esencial de este sacramento: el Padre de la misericordia es la fuente de todo perdón. Realiza la reconciliación de los pecadores por la Pascua de su Hijo y el don de su Espíritu, a través de la oración y el ministerio de la Iglesia: «Dios, Padre misericordioso, que reconcilió consigo al mundo por la muerte y la resurrección de su Hijo y derramó el Espíritu Santo para la remisión de los pecados, te conceda, por el ministerio de la Iglesia, el perdón y la paz. Y yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» […].

Cristo actúa en cada uno de los sacramentos. Se dirige personalmente a cada uno de los pecadores: «Hijo, tus pecados están perdonados» (Mc 2,5); es el médico que se inclina sobre cada uno de los enfermos que tienen necesidad de él (cf Mc 2,17) para curarlos; los restaura y los devuelve a la comunión fraterna. Por tanto, la confesión personal es la forma más significativa de la reconciliación con Dios y con la Iglesia.

Catecismo de la Iglesia Católica – § 1444, 1449, 1484

PARA REZAR                              

Mirar el mundo 

Que mi mirada, Señor,

sepa ver más allá.

Que descubra Tu amor y tu grandeza

en el latir de cada realidad.

Que me duela el sufrimiento del prójimo,

Y consiga así reconocer en el desconocido

a un hermano a quien abrazar.

Que mis ojos acaricien Tus destellos

que aparecen en mi caminar.

Que sienta tu presencia,

aún en la ceguera y también en la oscuridad.

Que no me quede en visiones

que creen saberlo todo.

Que me duela el mundo,

tanto como te duele a Ti.

Que mire con un corazón compasivo,

como Tú me miras a mi.

Por Álvaro Lobo, sj

Lectura del libro de Josué  3, 7-10a. 11. 13-17

El Señor dijo a Josué: «Hoy empezaré a engrandecerte a los ojos de todo Israel, para que sepan que yo estoy contigo como estuve con Moisés. Ahora ordena a los sacerdotes que llevan el Arca de la Alianza: «Cuando lleguen al borde del Jordán, deténganse junto al río.»»

Josué dijo a los israelitas: «Acérquense y escuchen las palabras del Señor, su Dios.» Y añadió: «En esto conocerán que el Dios viviente está en medio de ustedes, y que él expulsará delante de ustedes a los cananeos el Arca de la Alianza del Señor de toda la tierra va a cruzar el Jordán delante de ustedes. Y apenas los sacerdotes que llevan el Arca del Señor de toda la tierra apoyen sus pies sobre las aguas del Jordán, estas se abrirán, y las aguas que vienen de arriba se detendrán como contenidas por un dique.»

Cuando el pueblo levantó sus carpas para cruzar el Jordán, los sacerdotes que llevaban el Arca de la Alianza iban al frente de él. Apenas llegaron al Jordán y sus pies tocaron el borde de las aguas -el Jordán se desborda por sus dos orillas durante todo el tiempo de la cosecha- las aguas detuvieron su curso: las que venían de arriba se amontonaron a una gran distancia, cerca de Adam, la ciudad que está junto a Sartán; y las que bajaban hacia el mar de la Arabá -el mar de la Sal- quedaron completamente cortadas. Así el pueblo cruzó a la altura de Jericó. Los sacerdotes que llevaban el Arca de la Alianza del Señor permanecían inmóviles en medio del Jordán, sobre el suelo seco, mientras todo Israel iba pasando por el cauce seco, hasta que todo el pueblo terminó de cruzar el Jordán.

Palabra de Dios.

SALMO          Sal 113a, 1-2. 3-4. 5-6

Cuando Israel salió de Egipto,

la familia de Jacob, de un pueblo extranjero,

Judá se convirtió en su Santuario,

la tierra de Israel fue su dominio.  R.

El Mar, al verlos, huyó,

el Jordán se volvió atrás;

los montes saltaron como carneros

y las colinas, como corderos.  R.

¿Qué tienes, Mar? ¿Por qué huyes?

Y tú, Jordán, ¿por qué te vuelves atrás?

Montes, ¿por qué saltan como carneros,

y ustedes, colinas, como corderos?  R.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Mateo   18, 21-19, 1

Se adelantó Pedro y le dijo: «Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?»

Jesús le respondió: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores. Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos. Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda. El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: «Señor, dame un plazo y te pagaré todo.» El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda.

Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: «Págame lo que me debes.» El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: «Dame un plazo y te pagaré la deuda.» Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía.

Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor. Este lo mandó llamar y le dijo: «¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda. ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de tí?» E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía.

Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos.»

Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, dejó la Galilea y fue al territorio de Judea, más allá del Jordán.

Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

  • Ha cambiado el líder. A Moisés le ha sucedido su fiel discípulo Josué. Pero lo importante es que Dios sigue al frente de su pueblo. Este relato del paso del Jordán, está construido siguiendo el modelo del relato del paso del mar Rojo.
  • De la misma manera que Dios protegió a su pueblo para que atravesara el mar de las Cañas, ahora es protegido para que pueda franquear el Jordán; las aguas se separan y el pueblo pasa a pie. Se ha concebido el paso del Jordán como una prueba de que la primera liberación pascual se renovaría cada vez que el pueblo tuviera necesidad de ella.
  • En el momento en que Israel termina su peregrinación hacia la Tierra Santa, se le recuerda con toda claridad, que su marcha ha sido una larga prueba liberadora de todas las esclavitudes y de todas las alienaciones; no sólo de las que les habían impuesto sus enemigos los egipcios, sino también de las que su pecado provocó a lo largo de su permanencia en el desierto.
  • La entrada del pueblo judío a la tierra de Canaán, no fue pacífica sino una larga lucha, encarnizada, con muchas víctimas. Siglos después, se tiende a mitificar con un lenguaje que parece litúrgico, presentando el paso por el Jordán con trompetas, cantos, procesión de sacerdotes y, sobre todo, el Arca de la Alianza, símbolo de la presencia de Dios entre los suyos. El don de la Tierra prometida es una «acción de Dios».
  • La detención de las aguas del Jordán, se debió sin duda, a un fenómeno natural; pero para el cronista, el acontecimiento no es más que un signo de la presencia de Dios al lado de su pueblo.

***

  • Al comienzo de este discurso «comunitario» son todos los apóstoles los que hicieron una pregunta a Jesús. Ahora es Pedro el que pregunta: “Señor, ¿cuántas veces lo tendré que perdonar?”
  • Si ayer era la corrección fraterna, hoy Jesús, sigue dando consignas sobre el perdón de las ofensas. Los apóstoles ubican el perdón de las ofensas en el campo legal o en la casuística. Están preocupados por los límites de la actitud fraterna.
  • Pedro que creía ir ya muy lejos proponiendo hasta siete veces, es sobrepasado por Jesús que va mucho más allá: “no te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”. Simbolismo de las cifras: «siete» es la cifra perfecta, multiplicada por sí misma, indica el infinito. En el antiguo testamento el número setenta y siete representaba la venganza de los hijos de Caín. Jesús cambia los términos y convierte el número de la venganza en símbolo de la reconciliación. Luego propone una parábola que muestra a que se exponen los que tratan de contabilizar la misericordia, el perdón y la fraternidad.
  • La parábola exagera a propósito: la deuda perdonada al primer empleado es descomunal. La que él no perdona a su compañero, pequeñísima. El contraste sirve para destacar el perdón que Dios concede y la mezquindad de nuestro corazón, porque nos cuesta perdonar una insignificancia. Lo propio de Dios es perdonar. Lo mismo han de hacer los discípulos de Jesús: el aviso es claro: «lo mismo hará con ustedes mi Padre del cielo, si no perdonan de corazón a su hermano».
  • Si Dios perdona gratuitamente las mayores deudas, nadie puede aducir razón válida para negar a otro el perdón. El perdón, se presenta así como el único modo de romper la cadena de la violencia interminable, iniciada y simbolizada en la venganza de los hijos de Caín.
  • Es el nuevo estilo de vida que Jesús propone a sus discípulos, es más exigente que el de los diez mandamientos del Antiguo Testamento. «Perdonar de corazón» está en relación con la sexta bienaventuranza.
  • La pertenencia al reino está marcada por el perdón y éste es sin límites y a todos, tomando como ejemplo a Dios mismo que desbarata todo cálculo humano. Vivir con perdón es el estilo del reino. Negarse a perdonar nos sitúa fuera del reino y, por consecuencia, fuera de la esfera del amor misericordioso de Dios.
  • En toda comunidad existen dificultades que generan ofensas personales, que amenazan con romper la armonía y la unidad de sus miembros. Tenemos que estar convencidos de que la solución no está en responder con la misma moneda, que no hay lugar para la venganza y que lo único transformante es el perdón.
  • Los discípulos están llamados a ser ministros e instrumentos de perdón y reconciliación con una actitud igual a la de Jesús, que murió perdonando. Dios nos perdona ilimitadamente, porque quiere hacer triunfar al amor. Y para confirmarlo basta contemplar al Crucificado.

PARA DISCERNIR

  • ¿Somos promotores de reconciliación y perdón en nuestras comunidades?
  • ¿Pongo límites al perdón?
  • ¿Hacemos del perdón y el amor una oportunidad de crecimiento en el amor?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Perdona, Señor, la infidelidad de tu pueblo

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

«Perdónanos nuestras ofensas, como nosotros también perdonamos» (Mt 5,12)

Todo hombre está en deuda con Dios y es al mismo tiempo acreedor de su hermano. ¿Quién puede no considerarse deudor de Dios, sino aquel en quien no puede hallarse pecado? Y ¿Quién es el que no tiene a su hermano por acreedor, sino aquel a quien nadie ha ofendido? ¿Crees que pueda darse en todo el género humano alguien que no esté personalmente implicado en algún pecado contra su hermano?

Por tanto, todo hombre es un deudor, que a su vez tiene acreedores. Por eso, Dios  que es justo te ha dado para con tu deudor una regla, que él mismo observará contigo. Existe en efecto, dos obras de misericordia que nos liberan, y que el mismo Señor ha expuesto brevemente en el evangelio: «Perdonad y seréis perdonados»; «Dad y se  os dará» (Lc 6, 37- 38). La primera trata del perdón, y la segunda de la caridad.

El Señor habla del perdón. Tú quieres ser perdonado cuando  pecas y tienes a tu vez otro al que tú tienes que perdonar. Referente a la caridad: un mendigo te pide, y tú eres el mendigo de Dios. En efecto, cuando oramos, todos somos mendigos de Dios: estamos a la puerta de nuestro Padre, de nuestro inmenso Padre, nos postramos ante él, suplicamos entre sollozos deseando recibir algo, y ese algo es Dios. ¿Qué te pide el mendigo? El pan. Y tú, ¿Qué es lo que pides a Dios, sino a Cristo que dijo: «Yo soy el pan vivo, que ha bajado del cielo»? ( Jn 6, 51). ¿Deseáis ser perdonados? «Perdonad, y seréis perdonados.» ¿Queréis recibir? «Dad y se os dará.»

San Agustín (354-430) – obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia –

1er Sermon 83, 2.4;

PARA REZAR

La oveja perdida 

Ven, Jesús, a buscarme,

busca a la oveja perdida.

Ven, pastor.

Deja las noventa y nueve

y busca la que se ha perdido.

Ven hacia mí. 

Estoy lejos.

Me amenaza la batida de los lobos.

Búscame, 

encuéntrame,

acógeme,

llévame.

Puedes encontrar al que buscas,

tomarlo en brazos

y llevarlo.

Ven y llévame

sobre tus huellas.

Ven Tú mismo.

Habrá liberación en la tierra

y alegría en el cielo.

Por San Anselmo

Lectura del libro del Apocalipsis  11, 19a; 12, 1-6a. 10ab

Se abrió el Templo de Dios que está en el cielo y quedó a la vista el Arca de la Alianza.

Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza.

Estaba embarazada y gritaba de dolor porque iba a dar a luz.

Y apareció en el cielo otro signo: un enorme Dragón rojo como el fuego, con siete cabezas y diez cuernos, y en cada cabeza tenía una diadema. Su cola arrastraba una tercera parte de las estrellas del cielo, y las precipitó sobre la tierra. El Dragón se puso delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo en cuanto naciera.

La Mujer tuvo un hijo varón que debía regir a todas las naciones con un cetro de hierro. Pero el hijo fue elevado hasta Dios y hasta su trono, y la Mujer huyó al desierto, donde Dios le había preparado un refugio.

Y escuché una voz potente que resonó en el cielo: «Ya llegó la salvación, el poder y el Reino de nuestro Dios y la soberanía de su Mesías.»

Palabra de Dios.

SALMO          Sal 44, 10bc. 11-12. 15b-16 (R.: 10b)

R.        Es la reina, adornada con tus joyas y con oro de Ofir.

Una hija de reyes está de pie a tu derecha:

es la reina, adornada con tus joyas

y con oro de Ofir.  R.

¡Escucha, hija mía, mira y presta atención!

Olvida tu pueblo y tu casa paterna,

y el rey se prendará de tu hermosura.

El es tu señor: inclínate ante él.  R.

Las vírgenes van detrás, sus compañeras la guían,

con gozo y alegría entran al palacio real.  R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo

a los cristianos de Corinto 15, 20-27a

Hermanos:

Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos. Porque la muerte vino al mundo por medio de un hombre, y también por medio de un hombre viene la resurrección.

En efecto, así como todos mueren en Adán, así también todos revivirán en Cristo, cada uno según el orden que le corresponde: Cristo, el primero de todos, luego, aquellos que estén unidos a él en el momento de su Venida.

En seguida vendrá el fin, cuando Cristo entregue el Reino a Dios, el Padre, después de haber aniquilado todo Principado, Dominio y Poder. Porque es necesario que Cristo reine hasta que ponga a todos los enemigos debajo de sus pies. El último enemigo que será vencido es la muerte, ya que Dios todo lo sometió bajo sus pies.

Palabra de Dios.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Lucas   1, 39-56

María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó:

« ¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor.»

María dijo entonces:

«Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso he hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre.»

María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.

Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

  • La Asunción de María es un acontecimiento que nos afecta de cerca. Sobre todo hombre destinado a morir, hay una promesa de Cristo que lo abre a una futura resurrección. El misterio de la Asunción de la Virgen nos asegura que la muerte no es la última palabra.
  • Dios da señales que invitan a la esperanza: la lucha a muerte del dragón contra la mujer y su descendencia, el arca de la alianza como signo de la presencia de Dios en medio de su pueblo. María asunta es figura de la Iglesia, tanto la celestial como la que camina dando a luz a Cristo para el ser humano de hoy, y prefigura la victoria final de toda la Iglesia con Cristo, por Él y en Él.
  • La segunda lectura nos afirma que Cristo es el Resucitado, el vencedor de la muerte, causa de la resurrección de los muertos. Cristo ha derrotado la muerte en su propio terreno y le ha arrebatado todo su poder sobre la vida, liberando a todos los que estaban bajo su poder.

***           

  • El evangelio se centra en el encuentro de las dos madres y de sus respectivos niños, se unen los relatos paralelos de la infancia de Juan, el último profeta y de Jesús. El Espíritu marca la continuidad del designio de Dios entre Antiguo y Nuevo Testamento. Lucas pone en boca de María este himno inspirado en el cántico de Ana y en toda la tradición bíblica que expresa la fe y la esperanza de los pobres y humildes del pueblo de Dios. Son los pobres del Señor quienes, en María y con ella, alaban a Dios por las grandes obras que ha hecho en ellos.
  • La «asunción» gloriosa de María que celebramos no se trata de ningún viaje sideral. Esa asunción gloriosa significa que en María, Dios ha dignificado a todos los seres humanos, convirtiéndolos en plenos participantes de su obra salvífica.
  • Esta fiesta nos invita a vivir en el presente el futuro prometido por Dios y adelantado en la Virgen. María vivió su existencia como una manifestación de la obra salvadora de Dios. No hubo momento de su existencia en el que el amor misericordioso del Padre no se hiciera solidaridad, misericordia y compasión con todas las personas que, como ella, vivían situaciones de pobreza y exclusión.
  • María encarnó todos aquellos valores que nos permiten comprender como el futuro de Dios se puede manifestar en las limitaciones de nuestro presente. María nos invita a vivir gozosamente la vida como un encuentro permanente con el Dios de la vida y la historia que realiza su obra redentora en las miserias de nuestro mundo y en las limitaciones de nuestra existencia.
  • La Asunción es la victoria de Dios confirmada en María y asegurada para nosotros. La Asunción es una señal y promesa de la gloria que nos espera.
  • «Hoy sube al cielo la Virgen llena de gloria, y colma de gozo a los ciudadanos celestes». « ¡Qué regalo más hermoso envía hoy nuestra tierra al cielo! Con este gesto maravilloso de amistad —que es dar y recibir— se funden lo humano y lo divino, lo terreno y lo celeste, lo humilde y lo sublime. El fruto más granado de la tierra está allí, de donde proceden los mejores regalos y los dones de más valor. Encumbrada a las alturas, la Virgen Santa prodigará sus dones a los hombres». San Bernardo.

PARA DISCERNIR

  • ¿Cómo ilumina mi fe la realidad de la muerte?
  • ¿Qué lugar le doy a la Virgen en mi esperanza?
  • La Asunción de la Virgen ¿Qué le aporta a mi experiencia de fe?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

El Poderoso ha hecho grandes cosas en mí

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Bendita eres entre todas las mujeres (Lc 1,42)

¿Quién celebrará dignamente las alabanzas de su santísima Asunción? ¿Quién puede decir con qué felicidad ella salió de su cuerpo, con qué felicidad vio a su Hijo, con qué alegría avanzó hacia el Señor, rodeada de coros de ángeles, llevada por el celo diligente de los apóstoles? Mientras  tanto ella contemplaba al Rey en su belleza y veía a su Hijo esperarla en la gloria, libre de toda pena, tal como ella había sido exenta de toda mancha. Ella dejó la morada de su cuerpo para permanecer eternamente con Cristo. Ella pasó a la visión de Dios y su alma bienaventurada, más brillante que el sol, más elevada que el cielo, más noble que los ángeles, la exhaló hacia el Señor. (…)

Cuando vamos a la fuente de la vida, vamos a la vida. De la vida, de su flujo incesante, se bebe la vida eterna. Antes de su partida, la Virgen madre ya ha bebido en esta fuente inagotable, porque en su paso mismo, no fue tocada por el sabor de la muerte en lo más mínimo. Tan bien vio a su Hijo, que ella no sufrió de la separación de la carne. Se lanza, liberada, en una bienaventurada visión y, saciada del rostro tan deseado de Dios, encuentra los venerables habitantes del cielo, prontos a servirla y conducirla.

San Amadeo de Lausanne (1108-1159) – monje cisterciense, obispo – Homilía mariana VII

PARA PROFUNDIZAR UN POCO MÁS

Fundamento de este dogma

El Papa Pío XII bajo la inspiración del Espíritu Santo, y después de consultar con todos los obispos de la Iglesia Católica, y de escuchar el sentir de los fieles, el primero de Noviembre de 1950, definió solemnemente con su suprema autoridad apostólica, el dogma de la Asunción de María. Este fue promulgado en la Constitución «Munificentissimus Deus»:

«Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo».

El Papa Pío XII presentó varias razones fundamentales para la definición del dogma:

1-La inmunidad de María de todo pecado: La descomposición del cuerpo es consecuencia del pecado, y como María, careció de todo pecado, entonces Ella estaba libre de la ley universal de la corrupción, pudiendo entonces, entrar prontamente, en cuerpo y alma, en la gloria del cielo.

2-Su Maternidad Divina: Como el cuerpo de Cristo se había formado del cuerpo de María, era conveniente que el cuerpo de María participara de la suerte del cuerpo de Cristo. Ella concibió a Jesús, le dio a luz, le nutrió, le cuidó, le estrechó contra su pecho. No podemos imaginar que Jesús permitiría que el cuerpo, que le dio vida, llegase a la corrupción.

3-Su Virginidad Perpetua: como su cuerpo fue preservado en integridad virginal, (toda para Jesús y siendo un tabernáculo viviente) era conveniente que después de la muerte no sufriera la corrupción.

4-Su participación en la obra redentora de Cristo: María, la Madre del Redentor, por su íntima participación en la obra redentora de su Hijo, después de consumado el curso de su vida sobre la tierra, recibió el fruto pleno de la redención, que es la glorificación del cuerpo y del alma.

PARA REZAR

Decir tu nombre, María

Decir tu nombre, María,
es decir que la Pobreza
compra los ojos de Dios.

Decir tu nombre, María,
es decir que la Promesa
sabe a leche de mujer.

Decir tu nombre, María,
es decir que nuestra carne
viste el silencio del Verbo.

Decir tu nombre, María,
es decir que el Reino viene
caminando con la Historia.

Decir tu nombre, María,
es decir junto a la Cruz
y en las llamas del Espíritu.

Decir tu nombre, María,
es decir que todo nombre
puede estar lleno de Gracia.

Decir tu nombre, María,
es decir que toda muerte
puede ser también Su Pascua.

Decir tu nombre, María,
es decirte Toda Suya,
Causa de Nuestra Alegría.

Oración

Señor Dios todopoderoso, tú que, mirando complacido la profunda humildad de la siempre Virgen María, la elevaste a la excelsa dignidad de ser madre de tu Hijo hecho hombre y, en este día, la coronaste de gloria y de honor, concédenos, por su intercesión, que ya que como María tenemos parte en tu redención, alcancemos, también como ella, la gloria del reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo

Lectura del libro de Josué 24, 14-29

 Josué habló al pueblo diciendo: «Teman al Señor y sírvanlo con integridad y lealtad; dejen de lado a los dioses que sirvieron sus antepasados al otro lado del Río y en Egipto, y sirvan al Señor. Y si no están dispuestos a servir al Señor, elijan hoy a quién quieren servir: si a los dioses a quienes sirvieron sus antepasados al otro lado del Río, o a los dioses de los amorreos, en cuyo país ustedes ahora habitan. Yo y mi familia serviremos al Señor.»

El pueblo respondió: «Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a otros dioses. Porque el Señor, nuestro Dios, es el que nos hizo salir de Egipto, de ese lugar de esclavitud, a nosotros y a nuestros padres, y el que realizó ante nuestros ojos aquellos grandes prodigios. Él nos protegió en todo el camino que recorrimos y en todos los pueblos por donde pasamos. Además, el Señor expulsó delante de nosotros a todos esos pueblos y a los amorreos que habitaban en el país. Por eso, también nosotros serviremos al Señor, ya que él es nuestro Dios.»

Entonces Josué dijo al pueblo: «Ustedes no podrán servir al Señor, porque él es un Dios santo, un Dios celoso, que no soportará ni las rebeldías ni los pecados de ustedes. Si abandonan al Señor para servir a dioses extraños, él, a su vez, los maltratará y los aniquilará, después de haberles hecho tanto bien.»

Pero el pueblo respondió a Josué: «No; nosotros serviremos al Señor.»

Josué dijo al pueblo: «Son testigos contra ustedes mismos, de que han elegido al Señor para servirlo.»

«Somos testigos», respondieron ellos.

«Entonces dejen de lado los dioses extraños que hay en medio de ustedes, e inclinen sus corazones al Señor, el Dios de Israel.»

El pueblo respondió a Josué: «Nosotros serviremos al Señor, nuestro Dios y escucharemos su voz.»

Aquel día Josué estableció una alianza para el pueblo, y les impuso una legislación y un derecho, en Siquém. Después puso por escrito estas palabras en el libro de la Ley de Dios. Además tomó una gran piedra y la erigió allí, al pie de la encina que está en el Santuario del Señor. Josué dijo a todo el pueblo: «Miren esta piedra: ella será un testigo contra nosotros, porque ha escuchado todas las palabras que nos ha dirigido el Señor; y será un testigo contra ustedes, para que no renieguen de su Dios.»

Finalmente, Josué despidió a todo el pueblo, y cada uno volvió a su herencia. Después de un tiempo, Josué, hijo de Nun, el servidor del Señor, murió a la edad de ciento diez años.

Palabra de Dios.

SALMO         Sal 15, 1-2a y 5. 7-8. 11 (R.: cf. 5a)

R.      Señor, tú eres la parte de mi herencia.

Protégeme, Dios mío,

porque me refugio en ti.

Yo digo al Señor: «Señor, tú eres mi bien.»

El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz,

¡tú decides mi suerte!  R.

Bendeciré al Señor que me aconseja,

¡hasta de noche me instruye mi conciencia!

Tengo siempre presente al Señor:

él está a mi lado, nunca vacilaré.  R.

Me harás conocer el camino de la vida,

saciándome de gozo en tu presencia,

de felicidad eterna a tu derecha.  R.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Mateo         19, 13-15

Trajeron entonces a unos niños para que les impusiera las manos y orara sobre ellos. Los discípulos los reprendieron, pero Jesús les dijo: «Dejen a los niños, y no les impidan que vengan a mí, porque el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos.»

Y después de haberles impuesto las manos, se fue de allí.

Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

  • Leemos hoy la continuación de la gran asamblea de Siquém. Se va a celebrar una nueva Alianza. Si tantos favores le debe Israel a su Dios, a ese amor debe responder también con su amor. Josué no halaga los oídos del pueblo: les recuerda que la Alianza que ahora renuevan supone «quitar de en medio los dioses» que los han tentado en Egipto, en el desierto y, ahora, en la tierra que acaban de ocupar.
  • Por tanto, se trata de elegir hoy a quién quieren servir. Sus palabras han surtido efecto y el pueblo responde: «lejos de nosotros abandonar al Señor para ir a servir a otros dioses. La Alianza se redactó por escrito y se erigió una gran piedra como testigo del momento.
  • Aquel día Josué pactó una alianza para el pueblo. Le impuso un estatuto y un derecho en Siquém. Escribió todo esto en el libro de la Ley de Dios. Tomó una gran piedra y la plantó al pie de la encina que hay en el Santuario del Señor.
  • El Dios único y verdadero, creador y padre, fuente de vida y de gracia, es el cimiento y la fuerza de toda la obra religiosa de Israel.
  • La fe no es sólo una adhesión mental a unos puntos doctrinales. Es una actitud activa que mueve por entero al ser humano: se trata, en efecto, de renunciar a los dioses falsos y engañosos que el hombre se da a sí mismo y de prendarse del único Dios verdadero y absoluto.

***

  • Al subir a Jerusalén para sufrir, Jesús se detendrá varias veces  a lo largo del camino para acercarse con preferencia a los más débiles y marginados de la sociedad: los enfermos, los «pecadores». Lo doloroso de su camino hacia Jerusalén por las consecuencias, no lo alejan de su ministerio compasivo con los más pobres, los más pequeños y los enfermos.
  • En la mentalidad judía, aun siendo el niño una bendición, se le consideraba oficialmente como un ser insignificante que no adquiere total importancia hasta su entrada adulta en la sinagoga, a los doce años.
  • Era común en la época el rito de la imposición de manos y la bendición de los niños. Lo hacían los padres y también se pedía la bendición de los rabinos importantes.
  • Seguramente muchas madres se acercan a Jesús con los niños, para que los bendiga, teniendo en cuenta la fama que había adquirido con su enseñanza y los milagros que realizaba.
  • Los apóstoles se impacientan con los niños que le traen a Jesús para que los bendiga. Jesús no sólo se detiene y reprende a los discípulos, sino que hace de su gesto una enseñanza. «Dejen que los niños vengan a mí», no es sólo una invitación a hacerse como niños, sino una declaración y una verdadera promesa hecha a todos los que son como ellos que son parte del Reino.
  • El Reino, que no es un logro del hombre, es dado gratuitamente por Dios; Jesús bendice a los niños y los propone como modelo de todos los que quieran caminar hacia el Reino y quieran recibirlo. De nuevo se presenta la infancia como signo y figura del buen discípulo. Hacerse como niños no es un camino de infantilización, sino tener la capacidad de asumir desde la madurez de la fe la novedad de los valores de la Buena nueva del Evangelio, confiados en la ayuda y presencia permanente del Señor.
  • El discípulo sólo puede perseverar en el amor, la pobreza radical, el perdón absoluto de las ofensas si su corazón permanece tan disponible a la gracia como el de los niños.
  • Jesús alaba de los niños su pequeñez, su incapacidad de ascender por el camino del Evangelio con sus solas fuerzas. Así como en los brazos de los adultos los niños alcanzan lo que por sí mismos no pueden, para vivir el Reino no hay más recurso que dejarse llevar por Dios. Jesús propone al niño como modelo porque es la imagen de la apertura a la gracia.
  • “La niñez hoy en día debe ser sujeto de una acción prioritaria de la Iglesia, de la familia y de las instituciones del Estado, tanto por las posibilidades que ofrece como por la vulnerabilidad a la que se encuentra expuesta. Los niños son don y signo de la presencia de Dios en nuestro mundo por su capacidad de acoger con sencillez lo que será el fundamento de sus vidas y aquellos a quienes Jesús presentó como sus predilectos en el Reino y como modelo para entrar en él”. (Aparecida 457)

 PARA DISCERNIR

  • ¿Nos dejamos sorprender por la novedad del Evangelio?
  • ¿Nos abandonamos confiados en las manos del Padre?
  • ¿Valoro la propuesta de tener corazón de niño?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Señor, Tú eres mi bien

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

De las cartas de Santa Teresita del Niño Jesús

Cta. 36

Yo soy la pelotita del Niño Jesús; si Él quiere romper su juguete, es muy dueño de hacerlo. Sí, acepto todo lo que él quiera.

Cta. 49

Tú que eres un águila llamada a cernirte en las alturas y a clavar tu mirada fijamente en el sol, reza por esta cañita tan débil que está en el fondo del valle; el menor soplo la hace doblarse.

Pide que tu hijita sea siempre un granito de arena muy oscuro y muy escondido a los ojos de todos, que sólo Jesús pueda verlo. Que se haga cada vez más pequeño, que se vea reducido a nada.

PARA REZAR                              

Mi pequeñez

Tu que mi pequeñez miras piadoso
y no desdeñas descender a mí
entra en mi corazón ¡Rey del sagrario!
ya lo ves palpitar… solo por ti.
Y luego nada más seré dichosa
si me dejas, mi Bien, morir de amor…
Mira ¡oh Jesús! El grito de mi alma
¡Reina en mi corazón!

Pues mi gran pequeñez Tú no desdeñas
ya que no temes descender a mí
aprenda el amor que Tú me enseñas
reciba yo esa gran virtud de Tí.
Mi pecho lleno de candor divino
¡Oh sacramento! clamará favor
puesto que eres mi vida y mi destino
¡Guarda mi amor!
                                                                                                       Santa Teresita