SEMANA VIII
LUNES DESPUÉS DE PENTECOSTÉS – MARÍA MADRE DE LA IGLESIA
31 DE MAYO – LA VISITACIÓN DE SANTA MARÍA VIRGEN (F)
TIEMPO DTE EL AÑO – CICLO A
SEMANA VIII
LUNES DESPUÉS DE PENTECOSTÉS – MARÍA MADRE DE LA IGLESIA
Aquí tienes a tu hijo. Aquí tienes a tu madre.
Lectura de los Hechos de los apóstoles 1, 12-14
Después que Jesús subió al cielo, los Apóstoles regresaron entonces del monte de los Olivos a Jerusalén: la distancia entre ambos sitios es la que está permitida recorrer en día sábado. Cuando llegaron a la ciudad, subieron a la sala donde solían reunirse. Eran Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago, hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas, hijo de Santiago. Todos ellos, íntimamente unidos, se dedicaban a la oración, en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos.
Palabra de Dios.
SALMO Jdt 13, 18bcde. 19 (R.: 15, 9d)
R. ¡Tú eres el insigne honor de nuestra raza!
Que el Dios Altísimo te bendiga, hija mía,
más que a todas las mujeres de la tierra;
y bendito sea el Señor Dios,
creador del cielo y de la tierra. R.
Nunca olvidarán los hombres
la confianza que has demostrado
y siempre recordarán el poder de Dios. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Juan 19, 25-27
Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena.
Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo.»
Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre.»
Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
- María es, el primer y principal miembro de la Iglesia, nuestra hermana en la fe, y al mismo tiempo, nuestra Madre. Siendo Madre de Cristo, es Madre de su cuerpo que es la Iglesia. Siendo madre del que es la cabeza, lo es también de sus miembros los cuales estamos incorporados a Él por la gracia: «Como la maternidad divina es el fundamento de la especial relación de María con Cristo y de su presencia en el plan de salvación obrado por Jesucristo, así también constituye el fundamento principal de las relaciones de María con la Iglesia, por ser la Madre de Aquél que estuvo desde el primer instante de la encarnación en su seno virginal y unió así como Cabeza a su Cuerpo místico, que es la Iglesia. María, pues, por ser la Madre de Cristo, es también Madre de todos los fieles y los pastores, es decir, la Iglesia». (San Pablo VI, CVII)
- El Concilio Vaticano II, nos dice que María es Madre no sólo de la Cabeza, sino también de los miembros del Cuerpo místico de Cristo: «Porque cooperó con su caridad a que los fieles naciesen en su Iglesia» (LG 53). Cooperó en la encarnación y cooperó también en la cruz, en el momento en el que del Corazón traspasado de Cristo nacía la familia de los redimidos: «no sin designio divino, estuvo de pie, se condolió vehementemente con su Unigénito y se asoció maternalmente a su sacrificio, consintiendo amorosamente a la inmolación de la víctima que Ella había engendrado» (LG 58).
- Sin negar su sufrimiento, la actitud de la Virgen María ante la muerte de su hijo; fue la actitud de una madre, que aún en medio del dolor, se asocia, se une positivamente al sacrificio, no sólo porque la víctima inmolada era su propio Hijo, sino porque el amor la lleva a volver a dar su sí como lo dio el día de la Encarnación.
- María es nuestra Madre porque ha cooperado decisivamente para nuestro nacimiento a la gracia, pero sobre todo, porque en la medida en que el Espíritu Santo nos inserta en Cristo, hermanándonos con Él, María nos ama como miembros que somos de su Cuerpo. Ella no puede dejar de amar con amor maternal a los que están hermanados con su Hijo por la gracia.
- Esta realidad nos permite tener los mismos sentimientos que Cristo tenía hacia su Padre del cielo y hacia su Madre terrena. La maternidad de María no viene a oscurecer en nada la paternidad de Dios, sino que, más bien, llega a confirmarla, en la medida en que suscita en nosotros una confianza filial, clave para ser engendrados por Dios. Ella, con su delicadeza y su providencia maternal, prepara el camino de la mejor manera posible. La maternidad de María es así para nosotros un puro regalo de Dios.
- La vida de María aquí en la tierra fue una vida empapada de Dios, haciéndose: canto de glorificación en el magníficat, petición confiada en las bodas de Caná y espera perseverante con la Iglesia en el cenáculo. Desde entonces hasta nuestros días es en todo tiempo intercesora para todos los miembros del Cuerpo místico de Cristo: «No dejó en el cielo su oficio salvador, sino que continúa alcanzándonos, por su continua intercesión, los dones de salvación. María hace que la Iglesia se sienta familia (Documento de Puebla 285,287) y hace que el Evangelio se haga más carne entre nosotros (Documento de Puebla 303). Por su amor maternal cuida de los hermanos de su Hijo que peregrinan y se debaten entre peligros y angustias y luchan contra el pecado hasta que sean llevados a la patria feliz. Por eso la bienaventurada Virgen en la Iglesia es invocada con los títulos de abogada, auxiliadora, socorro, mediadora» (LG 62).
- María en el cielo sigue siendo nuestra madre e intercede maternalmente por nosotros. La intercesión de María es una intervención maternal llena de delicadeza, de finura, de paciencia, de solicitud, de tacto de Madre, que con su intervención múltiple va implorando las gracias indispensables. Como Madre de Dios, su intercesión es poderosa; como Madre nuestra, su intercesión es segura. María, Madre de la Iglesia, ruega por nosotros.
PARA DISCERNIR
- ¿Mi relación con la Virgen María se limita a simple piedad?
- ¿Experimento su materna protección?
- ¿Me confío a su intercesión?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Aquí tienes a tu hijo
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
…”El título de «Madre de la Iglesia», aunque se ha atribuido tarde a María, expresa la relación materna de la Virgen con la Iglesia, tal como la ilustran ya algunos textos del Nuevo Testamento.
María, ya desde la Anunciación, está llamada a dar su consentimiento a la venida del reino mesiánico, que se cumplirá con la formación de la Iglesia.
María en Caná, al solicitar a su Hijo el ejercicio del poder mesiánico, da una contribución fundamental al arraigo de la fe en la primera comunidad de los discípulos y coopera a la instauración del reino de Dios, que tiene su «germen» e «inicio» en la Iglesia (cf. Lumen gentium, 5).
En el Calvario María, uniéndose al sacrificio de su Hijo, ofrece a la obra de la salvación su contribución materna, que asume la forma de un parto doloroso, el parto de la nueva humanidad.
Al dirigirse a María con las palabras «Mujer, ahí tienes a tu hijo», el Crucificado proclama su maternidad no sólo con respecto al apóstol Juan, sino también con respecto a todo discípulo. El mismo Evangelista, afirmando que Jesús debía morir «para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos» (Jn 11, 52), indica en el nacimiento de la Iglesia el fruto del sacrificio redentor, al que María está maternalmente asociada”…
De la Catequesis de San Juan Pablo II en la audiencia general de los miércoles
17 de septiembre de 1997
PARA REZAR
Oración a María Madre de la Iglesia
María, tus hijos llenos de gozo,
Te proclamamos por siempre bienaventurada
Tú aceptaste gozosa la invitación del Padre
para ser la Madre de su Hijo.
Con ello nos invitas a descubrir
la alegría del amor y la obediencia a Dios.
Tú que acompañaste hasta la cruz a tu Hijo,
danos fortaleza ante el dolor
y grandeza de corazón
para amar a quienes nos ofenden.
Tú al unirte a la oración de los discípulos,
esperando el Espíritu Santo,
te convertiste en modelo
de la Iglesia orante y misionera.
Desde tu asunción a los Cielos,
proteges los pasos de quienes peregrinan.
guíanos en la búsqueda
de la justicia, la paz y la fraternidad.
María gracias por tenerte como Madre.
Amén.
El 21 de noviembre de 1964, al terminar la tercera sesión del Concilio Vaticano II, el Papa Pablo VI declaró a María Santísima «Madre de la Iglesia, esto es, de todo el pueblo cristiano, que la llama Madre amorosa».
A partir de entonces, muchas iglesias particulares y familias religiosas empezaron a venerar a la Santísima Virgen con este título.
MARTES VIII
Muchos de los últimos serán los primeros
Lectura del libro del Eclesiástico 35, 1-12
Observar la Ley es como presentar muchas ofrendas
y ser fiel a los mandamientos
es ofrecer un sacrificio de comunión;
devolver un favor es hacer una oblación de harina
y hacer limosna es ofrecer un sacrifico de alabanza.
La manera de agradar al Señor es apartarse del mal,
y apartarse de la injusticia es un sacrificio de expiación.
No te presentes ante el Señor con las manos vacías,
porque todo esto lo prescriben los mandamientos.
Cuando la ofrenda del justo engrasa el altar,
su fragancia llega a la presencia del Altísimo.
El sacrificio del justo es aceptado
y su memorial no caerá en el olvido.
Glorifica al Señor con generosidad
y no mezquines las primicias de tus manos.
Da siempre con el rostro radiante y consagra el diezmo con alegría.
Da al Altísimo según lo que él te dio,
y con generosidad, conforme a tus recursos,
porque el Señor sabe retribuir
y te dará siete veces más.
No pretendas sobornarlo con un don, porque no lo aceptaría,
y no te apoyes en un sacrificio injusto.
Porque el Señor es juez
y no hace distinción de personas.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 49, 5-8. 14. 23
R. ¡El Señor es el único Juez!
Al que va por el buen camino,
Le haré gustar la salvación de Dios.
El Dios de los dioses, el Señor,
habla para convocar la Tierra
desde la salida del sol hasta el ocaso. R
«Reúnanme a mis amigos,
a los que sellaron mi alianza con un sacrificio.»
¡Que el cielo proclame su justicia,
porque el Señor es el único Juez! R.
«Escucha, pueblo mío, yo te hablo;
Israel, voy a alegar contra ti: yo soy el Señor, tu Dios.
No te acuso por tus sacrificios:
¡tus holocaustos están siempre en mi presencia!» R.
«Ofrece al Señor un sacrificio de alabanza
y cumple tus votos al Altísimo.
El que ofrece sacrificios de alabanza, me honra de verdad;
y al que va por el buen camino,
le haré gustar la salvación de Dios.» R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 10, 28-31
Pedro le dijo a Jesús: «Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.»
Jesús respondió: «Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia, desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna.
Muchos de los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros.»
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
- En este texto, el Sirácida trata de conseguir un equilibrio entre la liturgia y la caridad, dos dimensiones en la vida del creyente.
- El sabio enumera diversas clases de sacrificios: los de comunión, los de flor de harina, los de alabanza, los de expiación. Recomienda que se hagan las ofrendas que recomienda la ley. Dios no se dejará ganar en generosidad: «El Señor sabe pagar y te dará siete veces más».
- Pero a la vez, el Sirácida afirma que lo principal no son los sacrificios rituales, externos, sino la ofrenda interna, total, del creyente. Debemos ofrecernos nosotros mismos, como hizo Jesús, que se entregó a sí mismo en el altar de la cruz.
- Todo ello hecho con buena cara, sin darnos importancia, sin aparentar que nos cuesta, ni llamar la atención; sin buscar el aplauso de los hombres, sino con sencillez y autenticidad interior: el Padre, que ve en lo escondido, nos lo premiará. Los sacrificios «rituales», y a la vez el sacrificio «vital» de nuestra persona.
***
- Jesús ha pedido al rico que quería heredar el reino que lo venda todo y lo siga. Sin animarse a dar ese paso se aleja triste. Pedro aprovecha la ocasión para recordar que ellos lo han dejado todo y lo han seguido. Pedro y los discípulos todavía tienen una idea política del mesianismo de Jesús. No han descubierto todavía lo que les ofrece Jesús y buscan puestos de honor, recompensas humanas, soluciones cuasi mágicas.
- Jesús y su Espíritu los irán ayudando a madurar en su fe, hasta que después de la Pascua puedan entregarse gratuita y generosamente al servicio de Cristo Jesús y de la comunidad, hasta la entrega de sus propias vidas.
- La respuesta de Jesús es misteriosa y alentadora: «Recibirá en este tiempo cien veces más y en el futuro, la vida eterna».
- No se trata de matemática. La respuesta habla de una situación de absoluta novedad. Jesús armará en torno a sí una nueva comunidad unida por lazos más fuertes que los de la sangre.
- Al céntuplo que se recibirá de todo Jesús agrega: “con persecuciones”. En ningún momento Jesús asegura el éxito, felicidad humana y aplausos de los hombres. La promesa de la vida eterna viene después. A la Pascua salvadora se llega por el vía crucis del Viernes Santo. El amor muchas veces supone sacrificio. Requiere esfuerzo y lucha; pero vale la pena. Habrá felicidad, pero será la de aquel que descubre que hay “más alegría en dar que en recibir”. La felicidad será del que se sacrifica por los demás.
- La pobreza por el Evangelio no se queda en una simple renuncia a los bienes materiales, ni mucho menos en un asistencialismo consistente en darle a los bienes, un fin social. El modo viejo de vivir marcado por el egoísmo y la seguridad que da la acumulación de bienes, tiene que dar paso a la donación, que lleva compartir los bienes de la tierra en solidaridad y comunión.
- Jesús termina remarcando que no se puede pertenecer a la nueva comunidad del Reino con criterios de protagonismo o superioridad basados en el poder y el prestigio que dan las riquezas.
- En el reino todos tendrán que adoptar la actitud de Jesús, la de hacerse “último de todos y servidor de todos”. En el Reino no valen las posiciones que crean diferencias. Lo que caracteriza al reino es la gratuidad en la cual no hay precio, pero sí hay valor. ¿Acaso, pregunta una madre cuánto le van a pagar por su trabajo? ¿Pone un amigo precio a la sinceridad? ¿Pasó factura Jesús por su entrega en la cruz? Lo que verdaderamente tiene valor es lo que se gesta desde el amor hecho de justicia, compasión misericordia y servicio.
PARA DISCERNIR
- ¿Qué sentido doy a mis renuncias?
- ¿Tengo yo una actitud meramente negativa?
- ¿Hago opciones o elecciones que sobrepasan todo precio humano?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Recibiremos cien veces más
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Ya en este tiempo, cien veces más
«Sembrad en justicia, dice el Señor, y recogeréis la esperanza de la vida». No habla del último día cuando todo se nos dará realmente y ya no en esperanza; habla del presente. Cierto, nuestro gozo será grande, nuestra alegría infinita, cuando comenzará la verdadera vida. Pero ya la esperanza de un gozo tan grande no se puede dar sin gran gozo. «Que la esperanza os tenga alegres» dice el apóstol Pablo (Rm 12,12). Y David no dice que estará gozoso, sino que ya lo ha estado el día en que ha esperado poder entrar en la casa del Señor (Sl 121,1). Todavía no poseía la vida, pero ya había cosechado la esperanza de la vida. Y al mismo tiempo experimentaba la verdad de la Escritura que dice que no sólo la recompensa sino «la esperanza de los justos está llena de gozo» (Pr 10,28). Este gozo se produce en el alma de aquel que ha sembrado para la justicia, por la convicción que tiene de que sus pecados le son perdonados…
…Cualquiera de entre vosotros, después de los principios amargos de la conversión, tiene la felicidad de verse aliviado por la esperanza de los bienes que espera… ya desde ahora ha recogido el fruto de sus lágrimas. Ha visto a Dios y ha escuchado de él: «Dadle el fruto de sus obras» (Pr 31,31). ¿Cómo es posible que el que ha «gustado y visto cuán bueno es el Señor» (Sl 33,9) no haya visto a Dios? El Señor Jesús aparece dulce a aquel que recibe de él no sólo la remisión de sus faltas, sino también el don de la santidad y, más aún, la promesa de la vida eterna. Dichoso el que ha hecho ya tan buena cosecha… El profeta dice en verdad: «Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares» (Sl 125,5)… Ningún provecho ni honor terrestre no nos parecerá estar por encima de nuestra esperanza y de este gozo de esperar, desde ahora enraizado profundamente en nuestros corazones: «La esperanza no engaña, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado» (Rm 5,5)…
San Bernardo. Sermón 37 sobre el Cántico de los Cánticos
PARA REZAR
Jesús:
La certeza de tu identidad te ha liberado
para servir a Dios de maneras que no puedo imaginar.
Me siento muy limitado por mis temores y mis ansiedades,
y sin embargo me atrae la libertad que veo en Ti,
la libertad para servir a Dios.
Jesús, ayúdame a descubrir
dónde es que Dios quiere que yo sirva.
Veo muchas cosas negativas e injustas
en el mundo, en mi país, en mi ciudad,
y hasta en mi familia. Pero tengo miedo.
¿Cómo puedo cambiar ciertas cosas?
¿Cómo puedo aprender a confrontar?
Y más importante aún, ¿qué es lo que Dios quiere que yo haga?
Mi querido amigo Jesús, cuando Te veo,
quedo enamorado de Tu fuerza y de
la libertad con que sirves a Dios.
Eso me atrae fuertemente.
Quiero aprender a servir a Dios sin la carga de mis temores.
Pareces estar muy consciente de Tu identidad
y de cómo Dios Te ha llamado a servir.
Quiero tener el valor suficiente para confrontar
las estructuras y las autoridades que veo actuando mal.
Pero, Jesús, tengo miedo.
La confrontación me trae recuerdos de viejos temores
que necesitan ser sanados, y necesito sentir Tu amor
y Tu libertad para servir con todo el corazón.
Nunca he sido una persona luchadora, sino alguien que rehuye a los conflictos.
Pero cuando estoy contigo esta semana,
veo que las constantes confrontaciones
con las autoridades parecen darte una paz más profunda
y mayor firmeza.
Siento que estás cada vez más consciente
de Quien eres y de la misión que Dios Te ha encomendado.
Jesús, eso es lo que quiero. Quiero poder levantar la cabeza
y, como Tú, poder mirar la gente a los ojos cuando las desafío.
Quiero tener el valor de hablar por quienes necesitan ayuda.
Quiero tener el valor de estar contigo a todo momento,
trabajar como Tú, por la justicia y para llevar la buena nueva a los pobres.
Gracias por compartir Tu vida conmigo.
Siento que se van estrechando los lazos que me unen a Ti
a medida que Te voy conociendo cada día más.
Gracias por invitarme a acompañarte en esta travesía.
Dame el valor que necesito para caminar como Tú.
MIÉRCOLES VIII
31 DE MAYO – LA VISITACIÓN DE SANTA MARÍA VIRGEN (F)
Feliz de ti, Virgen María, por haber creído
Lectura de la profecía de Sofonías 3, 14-18
¡Grita de alegría, hija de Sión! ¡Aclama, Israel! ¡Alégrate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén! El Señor ha retirado las sentencias que pesaban sobre ti y ha expulsado a tus enemigos. El Rey de Israel, el Señor, está en medio de ti: ya no temerás ningún mal.
Aquel día, se dirá a Jerusalén: ¡No temas, Sión, que no desfallezcan tus manos!
El Señor, tu Dios, está en medio de ti, es un guerrero victorioso! El exulta de alegría a causa de ti, te renueva con su amor y lanza por ti gritos de alegría, como en los días de fiesta.
Yo aparté de ti la desgracia, para que no cargues más con el oprobio.
Palabra de Dios.
O bien:
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Roma 12, 9-16b
Hermanos:
Amen con sinceridad. Tengan horror al mal y pasión por el bien. Ámense cordialmente con amor fraterno, estimando a los otros como más dignos. Con solicitud incansable y fervor de espíritu, sirvan al Señor. Alégrense en la esperanza, sean pacientes en la tribulación y perseverantes en la oración. Consideren como propias las necesidades de los santos y practiquen generosamente la hospitalidad.
Bendigan a los que los persiguen, bendigan y no maldigan nunca. Alégrense con los que están alegres, y lloren con los que lloran. Vivan en armonía unos con otros, no quieran sobresalir, pónganse a la altura de los más humildes.
Palabra de Dios.
SALMO Is 12, 2-3. 4bcd. 5-6 (R.: 6b)
R. ¡Es grande en medio de ti el Santo de Israel!
Este es el Dios de mi salvación:
yo tengo confianza y no temo,
porque el Señor es mi fuerza y mi protección;
él fue mi salvación.
Ustedes sacarán agua con alegría
de las fuentes de la salvación. R.
Den gracias al Señor, invoquen su Nombre,
anuncien entre los pueblos sus proezas,
proclamen qué sublime es su Nombre. R.
Canten al Señor porque ha hecho algo grandioso:
¡que sea conocido en toda la tierra!
¡Aclama y grita de alegría, habitante de Sión,
porque es grande en medio de ti
el Santo de Israel! R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-56
María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó:
«¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor.»
María dijo entonces:
«Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre.»
María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
- No sabemos si Sofonías, cuando habla de la Hija de Sión, piensa en el pueblo elegido o en una persona individual que lo simboliza; posiblemente se le superponen ambas imágenes. Lo importante para él es la expresión que muestra que Yahvé está en medio de su pueblo. Y, cuando Yahvé se acerca a los suyos, aparta el temor y aparece la fiesta, la alegría y el gozo.
- Lucas contempla a María desde los antiguos símbolos judíos: la Hija de Sión, el arca de la Alianza, el santuario cerrado; todo lo que puede significar la presencia cercana del Dios entrañable. María, como el Arca de la Alianza, sube a la montaña de Judá llevando consigo al Dios del gozo.
- Lucas subraya su prontitud para el servicio. La indicación de que Isabel, su prima, de edad ya avanzada, va a necesitar ayuda basta para provocar el movimiento de la Virgen María. No permanece pasiva, encerrada en su mundo de joven embarazada que necesita atención y cuidados.
- No se regodea en su privilegio y alegría. María sale de su mundo, de sí misma y tomando el camino que atravesaba los montes de Samaría acude con rapidez a Ain Karem donde residían Isabel y Zacarías para ayudar a su parienta.
- Así como el ángel «entró» en su casa y la «saludó» con el “Ave María”, María «entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel». Se confunden en un abrazo la que va a ser Madre de Dios con la que será madre del Precursor.
- Dos mujeres habitadas por el Espíritu Santo comparten la obra de Dios en un impulso de ternura. El encuentro de las dos madres sirve de telón de fondo para el encuentro de los dos niños que lleva cada una en su seno. El hijo de María, verdadero “Hijo del Altísimo” concebido gracias a la potencia del Espíritu, es la fuente del gozo que experimenta Isabel al oír el saludo de María y la causa por la cual el otro niño, Juan, salta de alegría en el vientre de su madre.
- Isabel proclama a María, Bienaventurada porque ha creído. Ella es la primera de los pobres de Yahvé que, en medio de su misma pobreza ha recibido la gracia de Dios y ha respondido con fe y con el corazón abierto a los planes de Dios. María es de Dios. Por eso es grande y dichosa: ha recibido el don de Dios, ha creído, y puede presentarse como portadora de Dios entre los seres humanos.
- María es mujer de nuestra historia, abierta a Dios y a los seres humanos. Ha vivido siempre en actitud de gratuidad y de donación. Se reconoce amada de Dios que es su Señor, y canta agradecida. Mujer solidaria que cree en el Dios solidario.
- El Dios de María, el Dios Santo y Todopoderoso es solidario y está a favor
de los humildes, de los humillados, de los pobres. María se reconoce inmersa en la historia de pobreza y sufrimiento de los seres humanos, descubriendo, al mismo tiempo, la fuerza creadora de Dios que transforma, por medio de Jesús, las viejas condiciones de la historia. María alaba al Señor por esa misteriosa forma en que actúa y proclama no sólo lo que Dios ha hecho en su vida, sino que alza su voz para cantar la acción de Dios en la humanidad. - María cree y canta a un Dios solidario y, por eso, liberador del mal que pesa sobre la vida del hombre bajo diversas formas. La solidaridad lleva a Dios a hacerse hombre en Jesús de Nazaret. Esa solidaridad liberadora del Dios de la vida, lleva a Jesús a la pasión y a la cruz. María, Mujer solidaria estará al lado de su hijo que muere en la cruz.
- Hoy es preciso mirar a María, verla en el Evangelio como ella se presenta y no como nosotros nos la imaginamos. Es necesario mirar a María para contemplar el papel esencial que ella tiene en el misterio de Cristo y en el misterio de la Iglesia. En ella, como imagen de la Iglesia, se nos muestra el cuño con el que cada cristiano y la Iglesia entera debe ser modelada.
- …“La Iglesia contempla a María «como purísima imagen de lo que ella misma, toda entera, ansía y espera ser”… (SC 103; MC 22). En la escuela de la Madre de Dios, la Iglesia aprende el estilo de vida de la gratuidad, del amor que se adelanta a las necesidades del otro y le trasmite no sólo la vida, sino el gozo y el sentido de la vida: …»La Virgen fue en su vida ejemplo de aquel amor maternal con que es necesario que estén animados todos aquellos que, en la misión apostólica de la Iglesia, cooperan a la regeneración de los hombres»… (LG 65).
- En el acontecimiento de la Visitación, María ayuda a la Iglesia a tomar conciencia de su vocación misionera. …“En efecto, con su visita a Isabel, María realiza el preludio de la misión de Jesús y, colaborando ya desde el comienzo de su maternidad en la obra redentora del Hijo, se transforma en el modelo de quienes en la Iglesia se ponen en camino para llevar la luz y la alegría de Cristo a los hombres de todos los lugares y de todos los tiempos…” San Juan Pablo II
PARA DISCERNIR
- ¿Qué me dice la imagen de María en la Visitación?
- ¿Reconozco en la servicialidad un gesto evangelizador?
- ¿Sé proclamar lo que Dios obra en mi vida y en la historia?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Mi alma canta la grandeza del Señor
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
…“La conciencia cristiana «percibe a María como la figura de la Iglesia…, su sacramento…, el espejo en el que se refleja toda la Iglesia. Ella la lleva ya y la contiene toda entera en su persona. María es el inicio, el germen y la forma perfecta de la Iglesia; en ella se encuentra todo lo que el Espíritu derramará sobre la Iglesia. En María se celebra la promesa y la anticipación del triunfo de la Iglesia. De este modo, María «no eclipsa la gloria de todos los santos como el sol, al levantarse la aurora, hace desaparecer las estrellas«, como se lamentaba santa Teresa de Lisieux de las presentaciones de la Virgen. Al contrario, la Virgen María «supera y adorna» a todos los miembros de la Iglesia”…
San Buenaventura. H. de Lubac, Meditación sobre la Iglesia,
PARA REZAR
Virgen María, que movida por la caridad,
no dudaste en abandonar tu tierra
y ponerte en marcha hacia la casa de tu prima Isabel,
dame un corazón desprendido
para que no tema abandonar mis propias seguridades
y lanzarme al encuentro de aquellos que me necesitan.
Tú, que a pesar de estar embarazada,
te pusiste al servicio de tu anciana pariente
que necesitaba de tu ayuda,
enséñame a hacer de mi vida un servicio constante a los demás.
Que sepa llevar a los demás a Jesucristo,
así como tú lo llevaste en tu vientre,
y lo hiciste presente en la casa de Isabel.
Yo también quiero, Madre, ser misionero como tú,
y hacer presente a Jesucristo en todo lugar donde vaya,
donde la voluntad del Padre del Cielo quiera llevarme.
Ahora hemos obtenido misericordia
Lectura del libro del Eclesiástico 42, 15-25
Ahora voy a recordar las obras del Señor,
lo que yo he visto, lo voy a relatar:
por las palabras del Señor existen sus obras.
El sol resplandeciente contempla todas las cosas,
y la obra del Señor está llena de su gloria.
No ha sido posible a los santos del Señor
relatar todas sus maravillas,
las que el Señor todopoderoso estableció sólidamente
para que el universo quedara afirmado en su gloria.
Él sondea el abismo y el corazón,
y penetra en sus secretos designios,
porque el Altísimo posee todo el conocimiento
y observa los signos de los tiempos.
Él anuncia el pasado y el futuro,
y revela las huellas de las cosas ocultas:
ningún pensamiento se le escapa,
ninguna palabra se le oculta.
El dispuso ordenadamente las grandes obras de su sabiduría,
porque existe desde siempre y para siempre;
nada ha sido añadido, nada ha sido quitado,
y él no tuvo necesidad de ningún consejero.
¡Qué deseables son todas sus obras!
Y lo que vemos es apenas una chispa!
Todo tiene vida y permanece para siempre,
y todo obedece a un fin determinado.
Todas las cosas van en pareja, una frente a otra,
y él no ha hecho nada incompleto:
una cosa asegura el bien de la otra.
¿Quién se saciará de ver su gloria?
Palabra de Dios.
SALMO Sal 32, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9 (R.: 6a)
R. La palabra del Señor hizo el cielo.
Alaben al Señor con la cítara,
toquen en su honor el arpa de diez cuerdas;
entonen para él un canto nuevo,
toquen con arte, profiriendo aclamaciones. R.
Porque la palabra del Señor es recta
y él obra siempre con lealtad;
él ama la justicia y el derecho,
y la tierra está llena de su amor. R.
La palabra del Señor hizo el cielo,
y el aliento de su boca, los ejércitos celestiales;
él encierra en un cántaro las aguas del mar
y pone en un depósito las olas del océano. R.
Que toda la tierra tema al Señor,
y tiemblen ante él los habitantes del mundo;
porque él lo dijo, y el mundo existió,
él dio una orden, y todo subsiste. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 10, 46-52
Cuando Jesús salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo Bartimeo, un mendigo ciego- estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: « ¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!» Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: « ¡Hijo de David, ten piedad de mí!»
Jesús se detuvo y dijo: «Llámenlo.» Entonces llamaron al ciego y le dijeron: « ¡Animo, levántate! El te llama.» Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia él.
Jesús le preguntó: « ¿Qué quieres que haga por ti?»
El le respondió: «Maestro, que yo pueda ver.»
Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado.» En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino.
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
- Esta página es como un eco a los primeros capítulos del Génesis. Todo lo ha hecho Dios y lo ha hecho bien. Una excede a otra en belleza: ¿quién se saciará de contemplar su hermosura?
- Pero otro aspecto despierta la admiración del sabio, el que se refiere al hombre: «Dios sondea el corazón, penetra todas sus tramas… no se le oculta ningún pensamiento». Dios es el verdadero Sabio.
- El cántico de las criaturas que nos enseñó san Francisco de Asís podría ayudarnos a ordenar nuestros sentimientos ante Dios y su obra creadora: «Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas…».
- Dios conoce hasta lo más profundo de nuestro corazón. A la vez que estamos como envueltos en la sabiduría creadora de Dios en la naturaleza, también por dentro lo sentimos presente.
- Somos invitados a convertirnos en personas con más esperanza, porque nos sabemos conocidos y guiados por Dios, envueltos en su amor.
***
- El camino de Jericó a Jerusalén es una larga «subida» por un camino muy brusco. Jericó está situada a 200 metros bajo el nivel del mar y Jerusalén está a 800 metros sobre el nivel del mar.
- Un mendigo ciego, hijo de Timeo estaba sentado junto al camino sin más porvenir que seguir prisionero para siempre de sus tinieblas. Es un pobre, no puede trabajar, inmóvil, dependiente de los que le rodeaban. Pasa los días sentado al borde del camino, tendiendo la mano a los que pasan.
- Ese día oyendo que pasaba Jesús de Nazaret, una esperanza desconocida lo levanta de su miseria: se pone a gritar sencillamente y sin pretensión. Usa el título más popular para hablar del Mesías: «Hijo de David». El Mesías era esperado por el pueblo como el que debía restablecer la realeza en Israel». Como Jesús «sube a Jerusalén», los que están a su alrededor piensan que va allí para comenzar a reinar con poder. Es lo que la muchedumbre dirá el día de Ramos: «¡Hosana! bendito sea el reino que llega, el reino de nuestro padre, David».
- La gente primero reacciona perdiendo la paciencia con el pobre que grita. Bartimeo sólo pide un poco de compasión, pide poder ver, en contraste con los discípulos que en el pasaje anterior se disputan el primer lugar. Los que acompañan a Jesús lo quieren callar creyendo que Jesús se debe ocupar sólo de las cosas de Dios, olvidando que es precisamente en los pobres como Bartimeo donde se manifiesta el amor de Dios.
- Jesús lo atiende y manda que se lo traigan. La multitud «levanta» al enfermo y lo conduce a la presencia de Aquel, en quien se cumple el oráculo de Isaías. El ciego suelta su manto, que era, sin duda, todo lo que poseía; rompe con su pasado y da un salto hacia la luz.
- El ciego es imagen del verdadero discípulo que se despoja del manto que hasta entonces lo cegaba; deja hacer a Jesús y, desde ese momento, puede seguirlo ya por el camino que conduce a Jerusalén. La ceguera de este hombre es en el evangelio de Marcos el símbolo de una ceguera espiritual e intelectual más grave. Este episodio se sitúa en medio de escenas en que aparece la incredulidad de los judíos y la torpeza de los apóstoles.
- La curación se convierte en signo para que los discípulos comprendan que es necesario tener una nueva mirada a fin de comprender lo que significa entregar la propia vida por los demás.
- Todo el Evangelio nos hace saber que este camino de los ciegos y los cojos es el camino que lleva a Jerusalén: es la subida con el Hijo de Dios, es el paso por la cruz y entregada en manos del Padre. Y para cada uno de nosotros este camino toma una dirección más propia y precisa.
- La historia de Bartimeo es nuestra propia historia, pues también nosotros estamos ciegos para muchas cosas, y Jesús está pasando junto a nuestra vida. Todos somos ciegos de nacimiento, pero no todos somos tinieblas. Cuando queremos ver y reconocemos la ceguera ya comenzamos a ver algo.
- A menudo tenemos deformaciones de nuestro modo de ver las cosas y los demás. Tenemos una imagen falseada, y superficial. Y esta deformación nos lleva a ser injustos, duros, cerrados, a juzgar por las apariencias, a confundir nuestro punto de vista con la verdad, nuestros intereses con el bien y nuestro mundo con el mundo. La verdadera imagen del hombre y del mundo se nos han revelado a través de Jesús de Nazaret, la luz que ha venido a este mundo. Su luz nos da esta mirada nueva que nos muestran al hombre, al mundo y a Dios en su verdad más plena.
- El paso de Jesús por nuestra vida se hace luz que nos cura de la ceguera, nos libera de todas las visiones deformadas. Es la Luz verdadera que ilumina a todo hombre que sea capaz de aceptarla. La luz de Jesús es empezar un camino y un estilo de vida nuevos. Vivir en la luz significa: vivir y luchar por la bondad, por la justicia, por la verdad, que son los frutos de la luz. Vivir en nuestras vidas todos estos valores nuevos que nuestros ojos alcanzan y sacarnos de encima las obras estériles de las tinieblas. Esa es la tarea de fe, de conversión, y de renovación que estamos llamados a vivir.
- Si de verdad nos dejamos iluminar por la luz de Jesús, si caminamos en su luz, seremos sus discípulos. Esta es nuestra grandeza y nuestra responsabilidad. Estamos llamados -siguiendo el ejemplo de Jesús a reflejar en el mundo su luz. Jesús quiere que vivamos sin miedo, siendo testigos de la luz frente a toda la oscuridad que hay en nosotros mismos y a nuestro alrededor.
PARA DISCERNIR
- ¿Desde qué luz percibimos la realidad?
- ¿Nos dejamos iluminar por la luz de Jesús?
- ¿Aceptamos la luz de Jesús para empezar un camino y un estilo de vida distintos?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Sigamos haciendo el bien
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
…”Como nuestra vida «natural», también nuestro nacimiento a la Vida de Dios yace en una profundidad oscura; en el misterio del bautismo, de la gracia. En el seno de Dios. Y sentimos que este vivir adquiere relieve en la conciencia sólo de vez en cuando. Anotamos su llamada, su aviso y sus leyes. Tenemos el presentimiento de sus posibilidades eternas. Y debemos creer que este existir es real, más real aún que lo natural, lo terreno.
En nuestra persona debemos ver también la Vida de Dios y, como educadores, tener una viva solicitud por ella. La primera cuestión en la que el educador ayuda, en efecto, al educando es en la de adquirir la firme convicción de tener un destino y una posibilidad de afirmación. Así ocurre también respecto a la existencia divina en nosotros. Esa existencia está engendrada por Dios dentro de nuestra vida, y nosotros creemos que este Dios la ayudará y la conducirá a la plena libertad. Creemos que Dios nos hará encontrar las cosas que ayudan a la vida divina en nosotros; creemos que Dios alejará aquello que la perjudica y nos protegerá de la tentación. A todo ello está ligada también la firme convicción, procedente de la fe, de que el mundo no es para nada un autómata rígidamente programado, sino que está en las manos de Dios; de que el misterio de la acción del Dios vivo penetra el mundo en todo instante.
Es justo que todo esto haya sido colocado como último sello en nuestra común reflexión. Toda educación natural posee un sentido positivo. Ahora bien, lo que es único y original es el hecho de que tenga lugar en nosotros un nacimiento, un nacimiento engendrado por Dios: hay en nosotros una realidad a la que debemos prestar atención, en la que creemos y por la que debemos orar a Dios para que la guíe hasta su realización cabal. El Padrenuestro es la magna oración con la que mendigamos la Vida de Dios”…
R. Guardini, Persona y Iibertad.
PARA REZAR
El ciego Bartimeo
sabía que ahí estabas…
¡Pero no podía verte!
y te imploraba, y gritaba…
… hasta que Tú, al fin, lo sanaste,
y vio la luz y el amor,
y la vida… y el color…
… y te alababa… y te amaba… y saltaba… y cantaba…
Yo, Señor, también sé que estás aquí,
muy cerquita de mí
en la viña de mi vida…
… ¡pero mis ojos no te palpan!
Y este vivir estando muerto,
ni las perlas de mis lágrimas arranca.
¡Abre mis ojos, Señor!
Yo quiero verte,
yo quiero ser tu fuente sonriente…
¡Toca, Jesús, mi vida!
Yo quiero sentirte,
ser cogollo de tu dicha…
Yo quiero servirte…
¡Poda en mi viña las parras!
Que sólo den ramas dulces,
¡No más uvas amargas!
Yo quiero alabarte,
yo quiero amarte.
VIERNES VIII
Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones
Lectura del libro del Eclesiástico 44, 1. 9-13
Elogiemos a los hombres ilustres,
a los antepasados de nuestra raza.
Pero hay otros que cayeron en el olvido
y desaparecieron como si no hubieran existido;
pasaron como si no hubieran nacido,
igual que sus hijos después de ellos.
No sucede así con aquellos, los hombres de bien,
cuyas obras de justicia no han sido olvidadas.
Con su descendencia se perpetúa
la rica herencia que procede de ellos.
Su descendencia fue fiel a las alianzas
y también sus nietos, gracias a ellos.
Su descendencia permanecerá para siempre,
y su gloria no se extinguirá.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 149, 1-2. 3-4. 5-6a y 9b (R.: 4a)
R. ¡El Señor ama a su pueblo!
Canten al Señor un canto nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que Israel se alegre por su Creador
y los hijos de Sión se regocijen por su Rey. R.
Celebran su Nombre con danzas,
cántenle con el tambor y la cítara,
porque el Señor tiene predilección por su pueblo
y corona con el triunfo a los humildes. R.
Que los fieles se alegren por su gloria
y canten jubilosos en sus fiestas.
Glorifiquen a Dios con sus gargantas
esta es la victoria de todos sus fieles. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 11,11-25
Jesús llegó a Jerusalén y fue al Templo; y después de observarlo todo, como ya era tarde, salió con los Doce hacia Betania.
Al día siguiente, cuando salieron de Betania, Jesús sintió hambre.
Al divisar de lejos una higuera cubierta de hojas, se acercó para ver si encontraba algún fruto, pero no había más que hojas; porque no era la época de los higos. Dirigiéndose a la higuera, le dijo: «Que nadie más coma de tus frutos». Y sus discípulos lo oyeron.
Cuando llegaron a Jerusalén, Jesús entró en el Templo y comenzó a echar a los que vendían y compraban en él. Derribó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas, y prohibió que transportaran cargas por el Templo. Y les enseñaba: «¿Acaso no está escrito: Mi Casa será llamada Casa de oración para todas las naciones? Pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones».
Cuando se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas, buscaban la forma de matarlo, porque le tenían miedo, ya que todo el pueblo estaba maravillado de su enseñanza. Al caer la tarde, Jesús y sus discípulos salieron de la ciudad.
A la mañana siguiente, al pasar otra vez, vieron que la higuera se había secado de raíz. Pedro, acordándose, dijo a Jesús: «Maestro, la higuera que has maldecido se ha secado».
Jesús le respondió: «Tengan fe en Dios.
Porque yo les aseguro que si alguien dice a esta montaña: ‘Retírate de ahí y arrójate al mar’, sin vacilar en su interior, sino creyendo que sucederá lo que dice, lo conseguirá. Por eso les digo: Cuando pidan algo en la oración, crean que ya lo tienen y lo conseguirán. Y cuando ustedes se pongan de pie para orar, si tienen algo en contra de alguien, perdónenlo, y el Padre que está en el cielo les perdonará también sus faltas».
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
- Jesús ya llega a Jerusalén. Saltándonos la escena de la entrada solemne -que leemos el Domingo de Ramos- escuchamos hoy la acción simbólica en torno a la higuera estéril y la otra acción, no menos simbólica y valiente, de Jesús arrojando a los mercaderes del Templo.
- La higuera no tenía frutos. No era tiempo de higos. Jesús se queja de esa esterilidad. Su lamento nos recuerda el poema de la viña estéril de Isaías 5. Jesús pronuncia unas palabras duras contra la higuera: «nunca jamás coma nadie de ti». En efecto, al día siguiente, la higuera se había secado. Si Jesús hizo este gesto es porque apuntaba a otra clase de esterilidad: es el pueblo de Israel, sobre todo sus dirigentes, el árbol que no da los frutos que Dios pedía. Israel es la higuera seca.
- En medio del episodio de la higuera, entre su inicio y su conclusión al día siguiente, Marcos coloca la escena del Templo y el gesto de Jesús. También aquí no había motivo evidente para la ira de Jesús: los mercaderes que vendían animales para el sacrificio o cambiaban monedas, estaban en el atrio, contaban con todos los permisos de los responsables y no parecían estorbar el culto.
- Lo que hace Jesús es, un gesto simbólico, no tanto contra los mercaderes, sino contra los responsables del Templo: lo que denuncia es la hipocresía del culto, hecho de cosas exteriores pero sin obras coherentes en la vida. El culto tiene que ir acompañado de la fidelidad a la Alianza.
- Jesús quiere que el Templo sea «casa de oración para todos los pueblos», lugar de oración auténtica.
- El evangelio de hoy termina, no sólo invitando a la oración llena de fe, sino también a la caridad fraterna, sobre todo el perdón de las ofensas.
PARA DISCERNIR
- ¿A qué me invitan las palabras que la liturgia me regala este día?
- ¿Qué actitudes me siento llamado a convertir como discípulo?
- ¿Integro el sufrimiento y la persecución al seguimiento del Señor?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Cuando se pongan a orar, perdonen lo que tengan contra otros
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
«La Escritura dice: Mi casa se llama casa de oración para todos los pueblos. Vosotros, en cambio, la habéis convertido en cueva de bandidos»
El Señor entró en el Templo y se puso a echar fuera a todos los que compraban y vendían, diciendo: «Mi casa se llama casa de oración. Vosotros, en cambio, la habéis convertido en cueva de bandidos». ¿Cuál es ese templo convertido en cueva de bandidos? Es el alma y el cuerpo del hombre, que son más realmente el templo de Dios que todos los templos edificados (1C 3,1; 6,19).
Cuando Nuestro Señor quiere llegarse a este último templo, lo encuentra cambiado en un escondite de bandidos y en un bazar de comerciantes. ¿Qué es un comerciante? Son los que dan lo que tienen – a su libre arbitrio- a cambio de lo que no tienen –las cosas de este mundo. ¡El mundo entero está lleno de esa clase de comerciantes! Los encontramos entre los presbíteros y los laicos, entre los religiosos, los monjes y las monjas… Tanta gente llena de su propia voluntad…; tanta gente que buscan en todo su propio interés. Si, por el contrario, tan sólo quisieran comerciar con Dios dándole su propia voluntad, ¡qué comercio tan dichoso no harían!
El hombre debe querer, debe perseguir, debe buscar a Dios en todo lo que hace; y cuando ha hecho todo eso –beber, dormir, comer, hablar, escuchar- que deje completamente las imágenes de las cosas y obre de manera que su templo quede totalmente vacío. Una vez el templo esté vacío, una vez que habrás echado fuera toda la tropa de vendedores, las imaginaciones que le estorban, entonces podrás ser una casa de Dios (Ef 2,19). Y así encontrarás la paz y el gozo de tu corazón, y ya nada te atormentará, nada de lo que ahora te inquieta, de deprime y te hace sufrir.
Juan Taulero (hacia 1300-1361), dominico – Sermón 46
PARA REZAR
Vivir como semilla
Ser como un grano de trigo,
pequeña semilla,
que guarda en su interior
la posibilidad de ser pan,
para ofrecerse, sencillo, cotidiano,
a todo el que lo necesite.
Tú nos llamas a ser semilla, Señor.
Y la semilla,
que está llena de vitalidad y potencial,
debe morir a ser semilla
para convertirse en planta y crecer.
Tu vida nos muestra
que es posible morir para vivir.
Entregar todo para ser para los demás…
Pura ofrenda y donación.
Marcelo Murúa
SÁBADO VIII
¿Con qué autoridad haces esto?
Lectura del libro del Eclesiástico 51, 12-20a
¡Señor, te daré gracias y te alabaré!
Bendeciré el nombre del Señor.
En mi juventud, antes de andar por el mundo,
busqué abiertamente la sabiduría en la oración;
a la entrada del Templo, pedí obtenerla
y la seguiré buscando hasta el fin.
Cuando floreció como un racimo que madura,
mi corazón puso en ella su alegría;
mi pie avanzó por el camino recto
y desde mi juventud seguí sus huellas.
Apenas le presté un poco de atención, la recibí
y adquirí una gran enseñanza.
Yo he progresado gracias a ella:
al que me dio la sabiduría, le daré la gloria.
Porque resolví ponerla en práctica,
tuve celo por el bien y no me avergonzaré de ello.
Mi alma luchó para alcanzarla,
fui minucioso en la práctica de la Ley,
extendí mis manos hacia el cielo
y deploré lo que ignoraba de ella.
Hacia ella dirigí mi alma
y, conservándome puro, la encontré.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 18, 8. 9. 10. 11 (R.: 9a)
R. ¡Tus preceptos alegran el corazón, Señor!
La ley del Señor es perfecta,
reconforta el alma;
el testimonio del Señor es verdadero,
da sabiduría al simple. R.
Los preceptos del Señor son rectos,
alegran el corazón;
los mandamientos del Señor son claros,
iluminan los ojos. R.
La palabra del Señor es pura,
permanece para siempre;
los juicios del Señor son la verdad,
enteramente justos. R.
Son más atrayentes que el oro,
que el oro más fino;
más dulces que la miel,
más que el jugo del panal. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 11,27-33
Y llegaron de nuevo a Jerusalén. Mientras Jesús caminaba por el Templo, los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos se acercaron a él y le dijeron: «¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿O quién te dio autoridad para hacerlo?».
Jesús les respondió: «Yo también quiero hacerles una sola pregunta. Si me responden, les diré con qué autoridad hago estas cosas. Díganme: el bautismo de Juan, ¿venía del cielo o de los hombres?».
Ellos se hacían este razonamiento: «Si contestamos: ‘Del cielo’, él nos dirá: ‘¿Por qué no creyeron en él?’. ¿Diremos entonces: «De los hombres’?». Pero como temían al pueblo, porque todos consideraban que Juan había sido realmente un profeta, respondieron a Jesús: «No sabemos». Y él les respondió: «Yo tampoco les diré con qué autoridad hago estas cosas».
Palabra del Señor
PARA REFLEXIONAR
- Termina nuestra lectura del Sirácida con un cántico de alabanza a la sabiduría. «Deseé la sabiduría con toda mi alma, la busqué desde mi juventud… mi corazón gozaba con ella… presté oído para recibirla… mi alma saboreó sus frutos».
- El autor muestra una fundada satisfacción ya que desde joven la ha seguido y ha gozado de sus frutos.
- La Palabra de Dios es palabra viva dicha para nosotros hoy y aquí. Una palabra y una sabiduría que tiene fuerza para iluminar y transformar todos los posibles senderos de nuestra vida.
- Seguimos a Cristo, Camino, Verdad y Vida. Tenemos motivos para alegrarnos de tener la sabiduría de Dios muy cerca. En nuestro estilo de conducta y en las decisiones que vamos tomando, Jesús, el Maestro, nos va enseñando sus caminos.
***
- La escena de hoy es continuación de la de ayer: ante el gesto profético de Jesús expulsando a los mercaderes y cambistas del Templo, las autoridades, envían una delegación a pedirle cuentas.
- Jesús les propone una pregunta. Cuando Él ve que no hay fe, o que hay doblez en la pregunta, considera inútil dar argumentos. A veces se calla, a veces contesta planteando a su vez preguntas. Jesús también sabe ser astuto y desenmascarar las intenciones capciosas.
- La pregunta de los jefes no era sincera. Es inútil razonar con estas personas. Jesús no les va a dar el gusto de afirmar una cosa que no van a aceptar.
- Desde ahora se van a precipitar las cosas, con fuertes controversias que desembocarán en el proceso y la ejecución de Jesús.
- Hay que saber discernir personal y comunitariamente, si los movimientos o las voces nuevas vienen o no del Espíritu. No deberían ser los intereses personales, el orgullo o la pereza lo que motive nuestra decisión.
PARA DISCERNIR
- ¿Practicamos el discernimiento personal y comunitario?
- ¿A qué actitudes nuevas me invita la liturgia de hoy?
- ¿Qué implica esta palabra en el discipulado?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Tu gracia vale más que la vida
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
¿Con qué autoridad haces esto?
Es del Padre este Hijo que se le parece. Viene de él, este Hijo que se le puede comparar, porque le es semejante. Es su igual este Hijo que hace las mismas obras que él (Jn 5,36)… Sí, el Hijo hace las mismas obras del Padre; por eso nos pide creer que él es el Hijo de Dios. No se otorga un título que no le es debido; no es sobre sus propias obras que apoya su reivindicación. ¡No! Él da testimonio que no es sobre sus propias obras, sino sobre las de su Padre. Con ello da testimonio de que el esplendor de sus acciones le viene de su nacimiento divino. Pues ¿cómo los hombres hubieran podido reconocer en él al Hijo de Dios, en el misterio de este cuerpo que había asumido, en este hombre nacido de María? Es, precisamente, para que penetrara en su corazón la fe en él, que el Señor hacía todas sus obras: «Si hago las obras de mi Padre, aunque no me creáis a mi, creed a las obras» (Jn 10,38).
Si la condición humilde de su cuerpo parece ser un obstáculo para creer en su palabra, nos pide de creer, al menos, por sus obras. En efecto ¿por qué el misterio de su nacimiento humano nos iba a ser un obstáculo para percibir su nacimiento divino?… «Aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí y yo en el Padre»…
Esta es la naturaleza que posee por su nacimiento; este es el misterio de una fe que nos asegura la salvación: no dividir a los que son una unidad, no privar al Hijo de su naturaleza, y proclamar la verdad del Dios Viviente nacido del Dios Viviente… «Igual que el Padre que me ha enviado, vive, igualmente yo vivo por el Padre» (Jn 6,57). «Igual que el Padre tiene la vida en él, igualmente ha dado al Hijo el poder de tener la vida en sí mismo» (Jn 5,26).
San Hilario (hacia 315-367), obispo de Poitiers y doctor de la Iglesia – Sobre la Trinidad, VII, 26-27
PARA REZAR
Tu palabra nos da vida
Tu Palabra nos da vida, Señor,
nos ayuda a seguir adelante
nos sirve para meditar y aprender,
nos reconforta en la aflicción,
nos orienta en el discernimiento
y en la toma de decisiones.
Tu Palabra es un espejo
que nos revela tu rostro.
Nos permite conocerte,
descubrirte, amarte con profundidad,
anhelar el encuentro contigo.
Tu Palabra es una ventana
por donde miramos al mundo que nos rodea,
es una lupa poderosa
que nos revela los secretos
de la historia que vivimos,
dándonos pistas, claves, guías,
para vivir con más fidelidad
a tus propuestas de vida.
Tu Palabra es el pozo límpido donde ir a beber,
para apagar la sed de justicia y de paz
que nos brota desde adentro,
al contemplar las cosas que vivimos,
la sociedad que hemos hecho,
o tolerado, por no escuchar tus enseñanzas.
Marcelo Murúa