TIEMPO DTE EL AÑO – CICLO C
29 DE JUNIO – SAN PEDRO Y SAN PABLO, APÓSTOLES (S)
3 DE JULIO – SANTO TOMÁS, APÓSTOL (F)
TIEMPO DTE EL AÑO – CICLO C
DOMINGO XIII
29 DE JUNIO – SAN PEDRO Y SAN PABLO, APÓSTOLES (S)
Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo
PRIMERA LECTURA
Lectura de los Hechos de los apóstoles 12, 1-11
Por aquel entonces, el rey Herodes hizo arrestar a algunos miembros de la Iglesia para maltratarlos. Mandó ejecutar a Santiago, hermano de Juan, y al ver que esto agradaba a los judíos, también hizo arrestar a Pedro. Eran los días de «los panes Ácimos.»
Después de arrestarlo, lo hizo encarcelar, poniéndolo bajo la custodia de cuatro relevos de guardia, de cuatro soldados cada uno. Su intención era hacerlo comparecer ante el pueblo después de la Pascua. Mientras Pedro estaba bajo custodia en la prisión, la Iglesia no cesaba de orar a Dios por él.
La noche anterior al día en que Herodes pensaba hacerlo comparecer, Pedro dormía entre los soldados, atado con dos cadenas, y los otros centinelas vigilaban la puerta de la prisión.
De pronto, apareció el Ángel del Señor y una luz resplandeció en el calabozo. El Ángel sacudió a Pedro y lo hizo levantar, diciéndole: «¡Levántate rápido!» Entonces las cadenas se le cayeron de las manos.
El Ángel le dijo: «Tienes que ponerte el cinturón y las sandalias» y Pedro lo hizo. Después de dijo: «Cúbrete con el manto y sígueme.»
Pedro salió y lo seguía; no se daba cuenta de que era cierto lo que estaba sucediendo por intervención del Ángel, sino que creía tener una visión.
Pasaron así el primero y el segundo puesto de guardia, y llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad. La puerta se abrió sola delante de ellos. Salieron y anduvieron hasta el extremo de una calle, y en seguida el Ángel se alejó de él.
Pedro, volviendo en sí, dijo: «Ahora sé que realmente el Señor envió a su Ángel y me libró de las manos de Herodes y de todo cuanto esperaba el pueblo judío.»
Palabra de Dios.
SALMO Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9 (R.: 5)
R. El Señor me libró de todos mis temores.
Bendeciré al Señor en todo tiempo,
su alabanza estará siempre en mis labios.
Mi alma se gloría en el Señor:
que lo oigan los humildes y se alegren. R.
Glorifiquen conmigo al Señor,
alabemos su Nombre todos juntos.
Busqué al Señor: él me respondió
y me libró de todos mis temores. R.
Miren hacia él y quedarán resplandecientes,
y sus rostros no se avergonzarán.
Este pobre hombre invocó al Señor:
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R.
El Ángel del Señor acampa
en torno de sus fieles, y los libra.
¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!
¡Felices los que en él se refugian! R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo
a Timoteo 4, 6-8. 17-18
Querido hermano:
Yo ya estoy a punto de ser derramado como una libación, y el momento de mi partida se aproxima: he peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe. Y ya está preparada para mí la corona de justicia, que el Señor, como justo Juez, me dará en ese Día, y no solamente a mí, sino a todos los que hayan aguardado con amor su Manifestación.
Pero el Señor estuvo a mi lado, dándome fuerzas, para que el mensaje fuera proclamado por mi intermedio y llegara a oídos de todos los paganos. Así fui librado de la boca del león.
El Señor me librará de todo mal y me preservará hasta que entre en su Reino celestial. ¡A él sea la gloria por los siglos de los siglos! Amén.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 16, 13-19
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?»
Ellos le respondieron: «Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas.»
«Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?»
Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Y Jesús le dijo: «Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.»
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
- El Prefacio de este día en el que celebramos a San Pedro y a San Pablo nos ayuda a descubrir a cada uno de ellos como dos formas de ser y de actuar que llevan adelante la obra de Cristo en su Iglesia. Dos personalidades con temperamentos y dotes muy distintos.
- Pedro, impulsivo, generoso, noble, dispuesto a la entrega a Cristo, nuestra roca firme y nuestro guía en la fe que profesamos. Es lo que le pidió Cristo después de aquella triple confesión de fidelidad: apacienta a mis ovejas. Es el pescador del mar de Galilea fuerte y decidido, que deja todo para seguir radicalmente a Jesús y aquel que después, consolidará la Iglesia primitiva con los israelitas que creyeron y la conducirá a lo largo de la historia mediante sus sucesores. Pedro es la autoridad constituida por Cristo para darle la unidad y la solidez necesarias a la Iglesia para que sea signo visible y eficaz de salvación para todos los hombres.
- Saulo de Tarso, genio de alta formación en la más pura tradición judía, apasionado y profundo; perseguidor de la Iglesia llevado por su celo por la verdad, su fidelidad a Dios y a la fe de sus antepasados, se convirtió en el más ferviente y más dinámico predicador, fundador y maestro de comunidades creyentes fuera de Israel y a lo largo de las márgenes del Mar Mediterráneo. Su personalidad, su genio y su imagen son las que le permitieron extender la fe de la Iglesia naciente.
- Ambos representan dos líneas de pensamiento y de acción diferentes, que conforman el ser, la misión y el quehacer de la Iglesia de todos los tiempos.
Por eso, “después de haber congregado por caminos diversos a la familia de Cristo, esa misma familia los asocia ahora en su veneración con una sola corona” - Ambos apóstoles, son signo de una Iglesia llamada a ser instrumento de salvación para todos los hombres y mujeres que buscan y aman la verdad y desde el amor a Dios se esfuerzan por la práctica de la justicia y de la paz. Pero en los dos, lo más importante que se observa es la apertura a la acción de la gracia que, poco a poco, los va transformando en instrumentos para la misión evangelizadora. Los dos llegan al final con generosidad y capacidad suficientes para dar su vida por el Evangelio. Los dos nos recuerdan que el cristiano alcanza la santidad en la medida en que abre el corazón a la acción de la gracia.
- Las columnas que sostienen la comunión eclesial ejercieron su función desde la cercanía afectiva y entusiasmante hacia el Maestro y amigo.
- La Iglesia necesitó y necesita un principio sólido, estable y permanente de autoridad y de unidad en la misión. Éste es Pedro y sus sucesores. Pero también necesita del elemento innovador que movido por el Espíritu esté continuamente buscando las formas de acercamiento al hombre en su cultura y en sus circunstancias propias de cada tiempo y de cada lugar. Éste es Pablo y la multitud de hombres y mujeres que a su imagen renuevan continuamente la Iglesia.
- Esta fiesta es una invitación a todos los que integramos la Iglesia, a una conversión permanente hacia Dios, según los criterios del evangelio. Que Pedro, la roca firme, sea nuestro ejemplo y nos ayude a confesar a Jesús y volver a Él con humildad, a pesar de nuestras negaciones. Que Pablo, el Apóstol nos dé la apertura de corazón y la audacia para anunciar a Jesucristo a todos los que desean ser fieles al plan de Dios.
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
«Cuando seas viejo…, te llevará a donde no quieras»
¡No tienes miedo de venir a esta ciudad de Roma, oh apóstol san Pedro!… No temes a esta Roma, dueña del mundo, tú que en casa de Caifás te has acobardado ante una sirvienta del sumo sacerdote. El poder de los emperadores Claudio y Nerón ¿acaso era menor que el juicio de Pilato o el furor de los dirigentes judíos? Sencillamente era que la fuerza del amor triunfaba en ti sobre las razones del temor; no creías deber tuyo temer a aquellos a quienes has recibido la misión de amar. Esta caridad intrépida, ya la habías recibido cuando el amor que profesaste al Señor se vio fortificado por su triple pregunta (Jn 21, 15s)… ¡Y para hacer crecer tu confianza tenías los signos de tantos milagros, el don de tantos carismas, la experiencia de tantas obras maravillosas!… Así pues, sin dudar de la fecundidad de la empresa ni ignorar el tiempo que te quedaba de vida, tu llevaste el trofeo de la cruz de Cristo a Roma donde te esperaban a la vez, por divina predestinación, el honor de la autoridad y la gloria del martirio.
En esta misma ciudad llegaba san Pablo apóstol, como tu instrumento escogido (Ac 9,19) y maestro de los paganos (1Tm 2,7) para estar contigo en este tiempo en el cual todo lo que era inocencia, todo lo que era libertad, todo lo que era pudor estaban oprimidos bajo el poder de Nerón. Fue él quien, en su locura, fue el primero en decretar una persecución general y atroz contra el nombre cristiano, como si la gracia de Dios pudiera ser constreñida por la matanza de los santos… Pero «preciosa es a los ojos de Dios la muerte de sus santos» (sal 115, 15). Ninguna crueldad ha podido destruir la religión fundada por el misterio de la cruz de Cristo. La Iglesia no sólo no ha menguado sino que se ha engrandecido con las persecuciones; el campo del Señor se ha revestido sin cesar de una más rica siega, cuando los granos, cayendo uno a uno, renacían multiplicados (Jn 12,24). ¡Qué gran descendencia han dado esas dos plantas sembradas al desarrollarse! Millares de santos mártires, imitando el triunfo de estos dos apóstoles han… coronado esta ciudad con una diadema de innombrable pedrería!
San León Magno (¿-c. 461) – papa y doctor de la Iglesia – Sermón 82/69 para el aniversario de los apóstoles Pedro y Pablo
PARA REZAR
“Me has dicho: ‘Anda y enseña a todas las naciones’ (Mt 28,19).
Creí y por eso hablé (Sal 116,10; 2 Cor 4,13)
Me prohibieron enseñar en tu Nombre (Hch 5,28),
pero yo obedecí a Dios antes que a los hombres (Hch 5,29).
Fui extremadamente humillado (Sal 116,3),
pero estoy feliz de haber sido considerado digno
de padecer ultrajes por el Nombre de Jesús (Hch 5,41).
Y cada día, en el Templo y en las casas,
no dejé de anunciar, oh Jesús, que Tú eres el Cristo (Hch 5,42).
Apacenté el rebaño que me confiaste,
lo cuidé de buena gana, apacible con todos (1 Pe 5,2).
Los que odiaban la paz me atacaron sin motivo (Sl 12).
Me regocijé por tener parte en tus sufrimientos.
Me alegraré cuando se manifieste tu Gloria.
Fui ultrajado por tu Nombre, pero de eso me regocijé,
pues tu Espíritu, oh Dios, reposó en mí.
Padecí como cristiano y no tuve vergüenza.
Glorifiqué a Dios por el Nombre de cristiano (1 Pe 4,14).
Y tú, rompiste mis lazos (Sl 116,16).
Reconocí verdaderamente que Tú mandaste a tu Ángel
y me libraste de la expectación del pueblo (Hch 12,1-19).
A ti me ofrezco en hostia de alabanza,
y tu Nombre aún lo invoco (Sl 116,4).
Cumplo mi promesa a la faz de todo el pueblo,
en los atrios de tu Templo Santo, en medio de Jerusalén (Sl 116,18-19),
no dejaré de anunciar que Tú eres el Cristo”.
(Oración compuesta con base en el Salmo 116, pasajes de los Hechos de los Apóstoles y 1ª Pedro 4 y 5; Preparada por el Monasterio Apostólico Piedra Blanca- Colombia)
Sígueme
Lectura del libro del Génesis 18, 1-2a.16-33
El Señor se apareció a Abraham junto al encinar de Mamré, mientras él estaba sentado a la entrada de su carpa, a la hora de más calor. Alzando los ojos, divisó tres hombres que estaban parados cerca de él.
Después, los hombres salieron de allí y se dirigieron hacia Sodoma, y Abraham los acompañó para despedirlos.
Mientras tanto, el Señor pensaba: «¿Dejaré que Abraham ignore lo que ahora voy a realizar, siendo así que él llegará a convertirse en una nación grande y poderosa, y que por él se bendecirán todas las naciones de la tierra? Porque yo lo he elegido para que enseñe a sus hijos, y a su familia después de él, que se mantengan en el camino del Señor, practicando lo que es justo y recto. Así el Señor hará por Abraham lo que ha predicho acerca de él.»
Luego el Señor añadió: «El clamor contra Sodoma y Gomorra es tan grande, y su pecado tan grave, que debo bajar a ver si sus acciones son realmente como el clamor que ha llegado hasta mí. Si no es así, lo sabré.»
Dos de esos hombres partieron de allí y se fueron hacia Sodoma, pero el Señor se quedó de pie frente a Abraham. Entonces Abraham se le acercó y le dijo: «¿Así que vas a exterminar al justo junto con el culpable? Tal vez haya en la ciudad cincuenta justos. ¿Y tú vas a arrasar ese lugar, en vez de perdonarlo por amor a los cincuenta justos que hay en él? ¡Lejos de ti hacer semejante cosa! ¡Matar al justo juntamente con el culpable, haciendo que los dos corran la misma suerte! ¡Lejos de ti! ¿Acaso el Juez de toda la tierra no va a hacer justicia?»
El Señor respondió: «Si encuentro cincuenta justos en la ciudad de Sodoma, perdonaré a todo ese lugar en atención a ellos.»
Entonces Abraham dijo: «Yo, que no soy más que polvo y ceniza, tengo el atrevimiento de dirigirme a mi Señor. Quizá falten cinco para que los justos lleguen a cincuenta. Por esos cinco ¿vas a destruir toda la ciudad?»
«No la destruiré si encuentro allí cuarenta y cinco», respondió el Señor.
Pero Abraham volvió a insistir: «Quizá no sean más que cuarenta.»
Y el Señor respondió: «No lo haré por amor a esos cuarenta.»
«Por favor, dijo entonces Abraham, que mi Señor no lo tome a mal si continúo insistiendo. Quizá sean solamente treinta.»
Y el Señor respondió: «No lo haré si encuentro allí a esos treinta.»
Abraham insistió: «Una vez más, me tomo el atrevimiento de dirigirme a mi Señor. Tal vez no sean más que veinte.»
«No la destruiré en atención a esos veinte», declaró el Señor.
«Por favor, dijo entonces Abraham, que mi Señor no se enoje si hablo por última vez. Quizá sean solamente diez.»
«En atención a esos diez, respondió, no la destruiré.»
Apenas terminó de hablar con él, el Señor se fue, y Abraham regresó a su casa.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 102, 1-2. 3-4. 8-9. 10-11 (R.: 8a)
R. ¡El Señor es bondadoso y compasivo!.
Bendice al Señor, alma mía,
que todo mi ser bendiga a su santo Nombre;
bendice al Señor, alma mía,
y nunca olvides sus beneficios. R.
El perdona todas tus culpas
y cura todas tus dolencias;
rescata tu vida del sepulcro,
te corona de amor y de ternura. R.
El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse y de gran misericordia;
no acusa de manera inapelable
ni guarda rencor eternamente. R.
No nos trata según nuestros pecados
ni nos paga conforme a nuestras culpas.
Cuanto se alza el cielo sobre la tierra,
así de inmenso es su amor por los que lo temen. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 8, 18-22
Al verse rodeado de tanta gente, Jesús mandó a sus discípulos que cruzaran a la otra orilla. Entonces se aproximó un escriba y le dijo: «Maestro, te seguiré adonde vayas.»
Jesús le respondió: «Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.»
Otro de sus discípulos le dijo: «Señor, permíteme que vaya antes a enterrar a mi padre.»
Pero Jesús le respondió: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos.»
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
- El relato comienza con un soliloquio divino (vv.17-21). En él queda claro cuál es la misión que el Señor asignará a Abrahán dentro de su plan total: convertirlo en una nación grande y poderosa por medio de la cual se bendecirán todas las demás (v.18).
- También el Señor toma la decisión de descender con el fin de comprobar si las acciones pecaminosas de Sodoma y Gomorra son tan graves como el clamor que ha llegado a Su Presencia (vv.20-21).
- El versículo siguiente reanuda el hilo de la narración.
- Finalmente, a partir del v.23 comienza a vislumbrarse el gran papel de Abrahán como poderoso y audaz intercesor delante de Dios. Con insistencia, el patriarca se acerca a Dios y comienza a negociar con Él, con el fin de que la justicia de unos pocos hombres obtenga el perdón y la misericordia para toda la población.
- La incisiva y hasta atrevida intercesión de Abrahán a favor de estas ciudades es figura del sacrificio único y perfecto del Justo por excelencia, Jesucristo, “siempre vivo para interceder por nosotros” (Heb 7,21).
***
- Jesús ordena a sus discípulos ir a la otra orilla del mar de Galilea, frente a Cafarnaún, para huir de la muchedumbre. Aparecen hoy, en un breve pasaje dos relatos de vocación.
- El primero que manifiesta su deseo de seguir a Jesús es un letrado, un escriba que puede pertenecer al grupo de los que aparecen como hostiles a Jesús. A pesar de esto, el texto no dice que no sea sincero. Jesús le explica al doctor de la ley las dificultades y exigencias de su seguimiento. Aprovecha la ocasión para aclarar a quienes quieran seguirlo, que deben estar dispuestos a no tener seguridades y estabilidades humanas.
- Jesús sigue una vida de peregrino, itinerante, desarraigado y pobre; por eso dice que «no tiene dónde reclinar la cabeza». Esa será la vida de los que los que lo sigan. El discípulo no puede esperar ventajas, comodidades o prerrogativas por encima del resto de la gente.
- El otro, ya discípulo, le pide que le permita ir primero a enterrar a su padre». Jesús le dice que lo siga y que deje que los muertos entierren a sus muertos. Después del desprendimiento de los «bienes materiales» Jesús va a exigir a los discípulos el desapego y el desprendimiento incluso de la «familia».
- Jesús no sugiere una actitud inhumana y cruel que descuide a los padres, a la familia o el deber de enterrar a los muertos. Con esas dos afirmaciones, tan radicales, está mostrando que su seguimiento es exigente; reclama decisión absoluta y estar dispuestos a vivir desprendidos de todo, no instalados en nuestras seguridades. La fe cristiana no promete bienes materiales y éxitos según los criterios de este mundo. El mismo ha dejado su familia de Nazaret para dedicarse a su misión y camina de pueblo en pueblo, sin arraigarse en ninguno.
- Existen ideales por los que vale la pena sacrificarse. Hay valores más profundos que los que presenta este mundo. El seguimiento de Jesús va en esta línea de decisión generosa. El momento es ahora.
- Como verdaderos discípulos, busquemos al Hijo del Hombre que no tiene donde reclinar la cabeza y siguiéndolo descubramos el auténtico valor de las cosas para servirnos de ellas, en el anuncio del Reino de Dios.
PARA DISCERNIR
- ¿Qué lugar ocupan las cosas materiales en mi vida y en mis opciones?
- ¿Reconozco qué entorpece mi camino hacia el Señor?
- ¿Me sirvo de las cosas para construir el reino o sirvo al reino de las cosas?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
El Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
…”¿Cómo podría llegar a darse cuenta el hombre del mal y cómo podría llegar a tomar en serio, con toda su gravedad, su pecado y el de los demás, por muy claro que pueda estar ante sus ojos? […]. La respuesta está en la cruz. El peso del pecado, la atrocidad de la corrupción humana, la profundidad del abismo en que va a precipitarse el hombre que hace el mal, pueden medirse por el hecho de que el amor de Dios ha podido y querido responder al pecado, superarlo y eliminarlo, y salvar así al hombre, sólo entregándose a sí mismo en Jesucristo, sacrificándose para ejecutar el juicio sobre el hombre haciéndose juzgar en su lugar y dejando que muera en su persona el hombre viejo del pecado.
Sólo cuando se ha comprendido esto, es decir, cuando se ha comprendido que Dios nos ha reconciliado consigo al precio de sí mismo, en la persona del Hijo, sólo entonces deja de haber lugar para la confortable ligereza que quisiera ver nuestra maldad limitada por nuestra bondad”…
K. Barth, Dogmatica ecclesiale, Bolonia, pp. 140 ss.
PARA REZAR
Señor Jesús
Mi fuerza y mi fracaso
eres tú.
Mi herencia y mi pobreza.
Tú, mi justicia, Jesús.
Mi guerra, y mi paz.
¡Mi libre libertad!
Mi muerte y mi vida.
Tú, Palabra de mis gritos,
silencio de mi espera,
testigo de mis sueños,
¡Cruz de mi cruz!
Causa de mi amargura,
perdón de mi egoísmo,
crimen de mi proceso,
juez de mi pobre llanto,
razón de mi esperanza,
¡Tú! Mi tierra prometida
eres tú…
La Pascua de mi Pascua,
¡nuestra gloria por siempre,
Señor Jesús!
¿Por qué tienen miedo?
Lectura del Libro del Génesis 19,15-29
En aquellos días, los ángeles urgieron a Lot: «Anda, toma a tu mujer y a esas dos hijas tuyas, para que no perezcan por culpa de Sodoma.» Y, como no se decidía, los agarraron de la mano, a él, a su mujer y a las dos hijas, a quienes el Señor perdonaba; los sacaron y los guiaron fuera de la ciudad.
Una vez fuera, le dijeron: «Ponte a salvo; no mires atrás. No te detengas en la vega; ponte a salvo en los montes, para no perecer.»
Lot les respondió: «No. Tu siervo goza de tu favor, pues me has salvado la vida, tratándome con gran misericordia; yo no puedo ponerme a salvo en los montes, el desastre me alcanzará y moriré. Mira, ahí cerca hay una ciudad pequeña donde puedo refugiarme y escapar del peligro. Como la ciudad es pequeña, salvaré allí la vida.»
Le contestó: «Accedo a lo que pides: no arrasaré esa ciudad que dices. Aprisa, ponte a salvo allí, pues no puedo hacer nada hasta que llegues.» Por eso la ciudad se llama La Pequeña.
Cuando Lot llegó a La Pequeña, salía el sol. El Señor, desde el cielo, hizo llover azufre y fuego sobre Sodoma y Gomorra. Arrasó aquellas ciudades y toda la vega con los habitantes de las ciudades y la hierba del campo. La mujer de Lot miró atrás y se convirtió en estatua de sal.
Abrahán madrugó y se dirigió al sitio donde había estado con el Señor. Miró en dirección a Sodoma y Gomorra, toda la extensión de la vega, y vio humo que subía del suelo, como el humo de un horno. Así, cuando Dios destruyó las ciudades de la vega, arrasando las ciudades donde había vivido Lot, se acordó de Abrahán y libró a Lot de la catástrofe.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 25, 2-3.9-12
R: Tengo ante los ojos, Señor, tu bondad.
Escrútame, Señor, ponme a prueba,
sondea mis entrañas y mi corazón,
porque tengo ante los ojos tu bondad,
y camino en tu verdad. R.
No arrebates mi alma con los pecadores,
ni mi vida con los sanguinarios,
que en su izquierda llevan infamias,
y su derecha está llena de sobornos. R.
Yo, en cambio, camino en la integridad;
sálvame, ten misericordia de mí.
Mi pie se mantiene en el camino llano;
en la asamblea bendeciré al Señor. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 8, 23-27
Jesús subió a la barca y sus discípulos lo siguieron. De pronto se desató en el mar una tormenta tan grande, que las olas cubrían la barca. Mientras tanto, Jesús dormía. Acercándose a él, sus discípulos lo despertaron, diciéndole: « ¡Sálvanos, Señor, nos hundimos!»
El les respondió: « ¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?» Y levantándose, increpó al viento y al mar, y sobrevino una gran calma.
Los hombres se decían entonces, llenos de admiración: « ¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?»
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
- Los redactores de la destrucción de Sodoma, utilizando de nuevo una leyenda popular a partir de la consecuencia de un cataclismo natural, como suele haberlos, le dieron una «significación» de fe.
- A pesar de la plegaria de Abraham, Dios no encontró en Sodoma los diez justos que le valieran salvar la ciudad. Sin embargo, Dios acepta que Lot, sobrino de Abraham, se libre del castigo.
- Con la mentalidad rural en que vive el pueblo de Israel, la «ciudad» era considerada como lugar del mal y del pecado, por lo tanto huir de ella, es «convertirse». Los hebreos abandonarán Egipto y luego, Babilonia, símbolo de la perversión pagana.
- El autor sagrado aprovecha la existencia de una roca de forma particular, en la región estéril y del mar Muerto, para introducir el hecho que sucedió cuando la mujer de Lot miró hacia atrás y se convirtió así en columna de sal. Aceptar la invitación de Dios, convertirse implica no «retroceder», no «mirar atrás», no echar de menos lo que dejamos.
***
- La escena presenta un contraste radical entre la actitud de los discípulos y la de Jesús. En el momento de la tempestad viene la prueba sobre la calidad y profundidad de la fe. Los discípulos siguen a Jesús hasta la barca. Pero frente al temporal sienten miedo y desconfianza mientras Jesús duerme. La agitación que provocó la tormenta no fue suficiente para despertarlo. Los discípulos en su desesperación despertarán al Maestro.
- En el dramatismo de la escena se revela Jesús. La tormenta continuaba su furia y los discípulos continuaban llenos de agitación. El Señor simplemente y tranquilamente, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma. De la Palabra de Jesús, sigue la calma que no iba destinada sólo a realizarse en el agua agitada, sino que se dirigía sobre todo a calmar los corazones temerosos de sus discípulos.
- Él les hace ver la fragilidad de su fe. Con la fuerza de su palabra es capaz de controlar la tempestad. Los discípulos pasaron de la turbación y del miedo a la admiración propia de aquel que acaba de asistir a algo impensable hasta entonces.
- En los momentos de tranquilidad nos sentimos seguros y confiados de todo. ¡Cómo nos cuesta mantenernos firmes, ante las adversidades de la vida! Pero cuando se nos mueve el piso y sentimos nuestra seguridad amenazada nos desesperamos.
- Pero Jesús, igual que en el evangelio, viaja con nosotros. Su presencia es imperceptible. Necesitamos recurrir a Él porque es nuestra única y verdadera carta de navegación.
- Que nuestra constante admiración por lo que cotidianamente hace por nosotros, y por todos los hombres, nos ayude a viajar por este mundo con la certeza de su presencia silenciosa, pero fiel y segura. Cuando sintamos que la tierra se nos hunde, no olvidemos que nuestro Salvador es Dios mismo hecho hombre, que ha querido ser Dios con nosotros, y nos aseguró su compañía hasta el fin de los tiempos. ¿Quién es el que puede calmar las tormentas del cielo y de la tierra y, a la vez, las de los corazones de los hombres? Sólo quien «durmiendo como hombre en la barca, puede dar órdenes a los vientos y al mar como Dios». (Nicetas de Remesiana).
PARA DISCERNIR
- ¿A quién acudimos en las dificultades?
- ¿Vacila mi fe en las pruebas?
- ¿Me angustio ante las contrariedades de la vida?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Aumenta mi fe
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
« ¡Señor, sálvanos!»
…Dios mío, mi corazón es como un ancho mar siempre agitado por las tempestades: que en ti encuentre la paz y el descanso. Tú mandaste al viento y al mar que se calmaran, y al oír tu voz se apaciguaron; ven ahora a apaciguar las agitaciones de mi corazón a fin de que en mí todo sea pacífico y tranquilo y pueda yo poseerte a ti, mi único bien, y contemplarte, dulce luz de mis ojos, sin confusión ni oscuridad. Oh Dios mío, que mi alma, liberada de los pensamientos tumultuosos de este mundo «se esconda a la sombra de tus alas» (Sl 16,8). Que encuentre en ti un lugar de refrigerio y de paz; que exultante de gozo pueda cantar: «En paz me acuesto y enseguida me duermo junto a ti» (Sl 4,9).
Que mi alma descanse, te pido, Dios mío, que descanse de todo lo que hay bajo el cielo, despierta para ti sólo, como está escrito: «Duermo, pero mi corazón está en vela» (Ct 5,2). Mi alma sólo puede estar en paz y seguridad, Dios mío, bajo la protección de tus alas» (Sl 90,4). Que permanezca, pues, eternamente en ti y sea abrasada con tu fuego. Que elevándose por encima de ella misma contemple y cante tus alabanzas llena de gozo. En medio de las turbaciones que me agitan, que tus dones sean mi consolación, hasta que yo venga a ti, oh tú, la paz verdadera…
San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte) y doctor de la Iglesia -Meditaciones, c. 37
PARA REZAR
Dios, en tus manos me abandono
Yo me abandono ¡Dios! en tus manos.
Toma este barro y trabájalo,
como arcilla entre las manos del alfarero,
dale una forma y después, rómpela, si quieres
como es despedazada la vida de tantos hermanos.
Pide, ordena ¿Qué quieres que haga?
¿Qué quieres que no haga?
Ensalzado o humillado, perseguido,
incomprendido,
calumniado, alegre o triste,
o inútil para todo, sólo diré,
a ejemplo de tu Madre:
«Hágase en mí según tu palabra».
Dame el amor por excelencia,
el amor de la cruz.
Pero no de las cruces heroicas
que podrían nutrir mi vanidad,
sino de las cruces vulgares que,
sin embargo, llevo con repugnancia.
De esas que se encuentran cada día
en la contradicción,
en el olvido, en los juicios falsos,
en la frialdad del alma,
en los desaires y desprecios de los demás;
en el malestar y defectos del cuerpo,
en la oscuridad de la mente
y en el silencio y aridez del corazón.
Entonces sólo Tú sabrás que te amo,
aunque ni yo lo sepa, con eso me basta.
Amén
Te llamo a ser luz de las naciones
Lectura del libro del Génesis 21, 3.5. 8-20
Abraham tenía entonces cien años de edad. El niño creció y fue destetado, y el día en que lo destetaron, Abraham ofreció un gran banquete. Sara vio que el hijo de Agar, la egipcia, jugaba con su hijo Isaac. Entonces dijo a Abraham: «Echa a esa esclava y a su hijo, porque el hijo de esa esclava no va a compartir la herencia con mi hijo Isaac.» Esto afligió profundamente a Abraham, ya que el otro también era hijo suyo.
Pero Dios le dijo: «No te aflijas por el niño y por tu esclava. Concédele a Sara lo que ella te pide, porque de Isaac nacerá la descendencia que llevará tu nombre. Y en cuanto al hijo de la esclava, yo hará de él una gran nación, porque también es descendiente tuyo.»
A la madrugada del día siguiente, Abraham tomó un poco de pan y un odre con agua y se los dio a Agar; se los puso sobre las espaldas, y la despidió junto con el niño. Ella partió y anduvo errante por el desierto de Berseba. Cuando se acabó el agua que llevaba en el odre, puso al niño debajo de unos arbustos, y fue a sentarse aparte, a la distancia de un tiro de flecha, pensando: «Al menos no veré morir al niño.» Y cuando estuvo sentada aparte, prorrumpió en sollozos.
Dios escuchó la voz del niño, y el Ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo: « ¿Qué te pasa, Agar?», le dijo. «No temas, porque Dios ha oído la voz del niño que está ahí. Levántate, alza al niño y estréchalo bien en tus brazos, porque yo haré de él una gran nación.»
En seguida Dios le abrió los ojos, y ella divisó un pozo de agua. Fue entonces a llenar el odre con agua y dio de beber al niño.
Dios acompañaba al niño y este fue creciendo. Su morada era el desierto, y se convirtió en un arquero experimentado.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 33, 7-8. 10-11. 12-13 (R.: 7a)
R. El pobre invocó al Señor: y él lo escuchó.
Este pobre hombre invocó al Señor:
Él lo escuchó y los salvó de sus angustias.
El Ángel del Señor acampa
en torno de sus fieles, y los libra. R.
Teman al Señor, todos sus santos,
porque nada faltará a los que lo temen.
Los ricos se empobrecen y sufren hambre,
pero los que buscan al Señor no carecen de nada. R.
Vengan, hijos, escuchen:
voy a enseñarles el temor del Señor.
¿Quién es el hombre que ama la vida
y desea gozar de días felices? R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 8, 28-34
Cuando Jesús llegó a la otra orilla, a la región de los gadarenos, fueron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros. Eran tan feroces, que nadie podía pasar por ese camino. Y comenzaron a gritar: «¿Que quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?»
A cierta distancia había una gran piara de cerdos paciendo. Los demonios suplicaron a Jesús: «Si vas a expulsarnos, envíanos a esa piara.» Él les dijo: «Vayan.» Ellos salieron y entraron en los cerdos: estos se precipitaron al mar desde lo alto del acantilado, y se ahogaron.
Los cuidadores huyeron y fueron a la ciudad para llevar la noticia de todo lo que había sucedido con los endemoniados. Toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, al verlo, le rogaron que se fuera de su territorio.
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
- Tras el relato de la destrucción de Sodoma y Gomorra, el texto continúa hablando del cumplimiento de la promesa del ángel. Abraham tiene cien años cuando nace su hijo Isaac, el hijo esperado, el hijo de la promesa, del que se espera que dé origen a una numerosa descendencia.
- La fe de Abraham, puesta a prueba tanto tiempo, no fue en vano. Después de una larga espera, el plan de Dios se realiza. La casa se llena de alegría. Isaac significa «Dios sonríe» o «Dios es propicio».
- Sara sintió celos porque Abraham miraba con buenos ojos a Ismael y a su madre, la esclava egipcia Agar. Ismael, el primogénito no es el que va a prolongar la línea de la promesa.
- Abraham se ve obligado a despedirlo, junto con su madre, y ambos emprenden un amargo viaje al desierto. “Despide a esa sirvienta y a su hijo; pues éste no ha de heredar juntamente con mi hijo Isaac”, estas palabras disgustaron mucho a Abraham. Dios le da a entender que la promesa pasa por Isaac, pero que Ismael, tendrá también un destino útil.
- Agar vagó por los montes; pero Dios en su providencia cuidó del hijo de la esclava. Dios piensa también en ese muchacho que llegará a ser el padre de los ismaelitas, nómadas del desierto, y los árabes.
- La fe de Abraham es ejemplar, es la de un creyente que es «padre». Su preocupación paternal viene a ser una muestra de la paternidad divina.
***
- Jesús llega a la ciudad helenística de Gadara que se encontraba cerca del mar de Galilea. Atraídos por su presencia, van a su encuentro dos hombres endemoniados, poseídos por un espíritu inmundo. Los poseídos acuden a Jesús desde el cementerio; salen de los sepulcros, lugar de la muerte, para acercarse a Él; desean ver en Jesús una posibilidad de vida nueva.
- En el mundo antiguo, judío y pagano, se atribuían frecuentemente a los demonios los trastornos para los que acostumbradamente no había explicación. Los endemoniados gritan y protestan porque creen descubrir en Jesús, hostilidad hacia ellos, como la que habían encontrado en los demás. Estos endemoniados se resisten a la acción de Jesús, como lo muestran sus gritos, pero reconocen al mismo tiempo su condición divina. Es el «Hijo de Dios», el Mesías; el único liberador que puede sacarlos de la situación miserable en que se encuentran.
- Cerca del lugar había una piara de cerdos; se trata evidentemente de un país pagano. En la mentalidad judía, el cerdo no tenía valor y nadie sufría por su pérdida. Los demonios le suplican a Jesús para que los envíe a la piara de cerdos. Los demonios entraron en la piara y de inmediato se precipitaron en el mar y murieron junto con los cerdos.
- Hay un solo poder con el que los hombres deben contar, y es el poder de Dios que vence cualquier otro poder.
- Dios nos ama principalmente con un amor de Padre. Sin embargo, su infinito poder llega hasta donde se lo permite nuestra “poderosa” libertad. Los lugareños muestran la estrechez y mezquindad de las que es capaz el corazón humano, cuando lo que se le presenta contradice sus planes o intereses.
- Dios siempre “dispone todo para el bien de aquellos que ama”, a pesar de los impedimentos que le podamos poner. De hecho, nuestros impedimentos son, antes que nada, impedimentos para nosotros mismos. Dios sigue siendo Señor de la historia. En eso apoyamos nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra fuerza para seguir caminando.
PARA DISCERNIR
- ¿Qué cosas me han incomodado del paso de Dios por mi vida?
- ¿Desconfío de las promesas de Dios?
- ¿Qué impedimentos pongo en la construcción del reino?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Jesús confío en Ti
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
«Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestros corazones» (Col 3,15)
Es propio de Dios y de sus ángeles, en sus mociones, dar una verdadera alegría y gozo espiritual, alejando toda tristeza y turbación suscitada por el enemigo. Por el contrario, es propio de éste último luchar contra esta alegría y consolación espiritual, proponiendo aparentes razones, sutilezas y continuados sofismas. Tan sólo Dios nuestro Señor da al alma la consolación sin causa precedente. En efecto, es propio del Creador, entrar, salir, producir mociones en el alma, atrayéndola toda entera al amor de su divina Majestad. Digo sin causa, es decir, sin ningún sentimiento anterior ni conocimiento de un objeto gracias al cual vendría esta consolación…
Es propio del ángel malo, que se transforma en «ángel de luz» (2Co 11,14), ir primeramente en el mismo sentido del alma fiel y, para después, llevarla hacia el suyo. Es decir, que propone pensamientos buenos y santos, de acuerdo con el alma justa, y, seguidamente, poco a poco, intenta llevarla hacia sus fines arrastrando al alma a sus secretos engaños e intenciones perversas.
Debemos estar muy atentos al curso que siguen nuestros pensamientos. Si el principio, a la mitad y al final son enteramente buenos, orientados hacia el bien, es signo que son del buen ángel. Pero si el curso que siguen nuestros pensamientos nos lleva finalmente a alguna cosa mala o que nos distrae o menos buena de lo que el alma tenía en proyecto al comenzar, o que lo disminuye, inquieta o turba al alma quitándole la paz, la tranquilidad y el descanso que tenía previamente, esto es un signo claro que viene del mal espíritu, enemigo de nuestro progreso y de nuestra salvación eterna… A los que andan de bien en mejor, el buen ángel les toca el alma de manera dulce, ligera y suave, tal como una gota de agua que entra en una esponja. El maligno la toca de manera punzante, con ruido y agitación.
San Ignacio de Loyola (1491-1556) – fundador de la Compañía de Jesús – Ejercicios espirituales: reglas para un mejor discernimiento de espíritus
PARA REZAR
Gracias, Jesús
Tu eres el Hijo de Dios que te hiciste hermano y amigo nuestro.
Gracias, Jesús porque me quieres.
Tu viniste a enseñarnos el camino del cielo
Tu viniste a salvarnos del pecado y de la muerte.
Tú viniste a decirnos que Dios es un Padre que nos ama.
Tú viniste a enseñarnos a construir un mundo más digno del hombre.
Tu viniste a animarnos y hadarnos fuerza para ser mejores.’
Tú viniste a consolarnos en nuestras tristezas y a traer alegría a
nuestra vida.
Tú viniste a enseñarnos como amarnos y perdonarnos unos a otros.
Padre Dios, Tu nos amaste tanto que nos enviaste a Jesús, tu propio
Hijo, para salvarnos; ayúdanos a escuchar y cumplir siempre lo que El
nos dice.
Te lo pedimos por el mismo Cristo Jesús.
Amén.
JUEVES XIII
3 DE JULIO – SANTO TOMÁS, APÓSTOL (F)
¡Señor mío y Dios mío!
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Éfeso 2, 19-22
Hermanos:
Ustedes ya no son extranjeros ni huéspedes, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Ustedes están edificados sobre los apóstoles y los profetas, que son los cimientos, mientras que la piedra angular es el mismo Jesucristo. En él, todo el edificio, bien trabado, va creciendo para constituir un templo santo en el Señor.
En él, también ustedes son incorporados al edificio, para llegar a ser una morada de Dios en el Espíritu.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 116, 1. 2 (Cf. R.: Mc. 16, 15)
R. Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia.
¡Alaben al Señor, todas las naciones,
glorifíquenlo, todos los pueblos! R.
Porque es inquebrantable su amor por nosotros,
y su fidelidad permanece para siempre. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Juan 20, 24-29
Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: «¡Hemos visto al Señor!»
Él les respondió: «Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré.»
Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes!»
Luego dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe.»
Tomas respondió: «¡Señor mío y Dios mío!»
Jesús le dijo: «Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!»
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
- Hoy, la Iglesia celebra la fiesta de Santo Tomás: “el incrédulo”. La experiencia de los apóstoles con Jesús había despertado falsas expectativas, porque para muchos de ellos se limitaba a una restauración social y política.
- Los hechos del viernes santo produjeron miedo, sentimiento de fracaso, la decepción, tanto en Tomás como en otros discípulos del Señor. Uno de los elementos comunes de todas las apariciones de Jesús descritas o citadas en los evangelios, es que se trata de encuentros personales; para los destinatarios fueron una vivencia objetiva. En ella pudieron experimentar que Jesús no era un espíritu. Era el crucificado, no cabía duda: vieron la marca de la cruz en su cuerpo. Y, paradójicamente, era distinto: su corporeidad no estaba sujeta a las limitaciones propias del tiempo y del espacio. En cualquier caso, sólo se le puede reconocer si Él se da a conocer.
- El evangelista Juan, después de describir la aparición de Jesús, el mismo domingo de resurrección; nos dice que el apóstol Tomás no estaba allí, cuando los Apóstoles que habían visto al Señor, dieron testimonio de lo que había sucedido. La frase de los discípulos: ¡Hemos visto al Señor!, formula la experiencia que los ha transformado. Esta nueva realidad muestra por sí sola que Jesús no es una figura del pasado, sino que está vivo y activo entre los suyos.
- Tomás experimenta dificultades para aceptar la resurrección, y no acepta el testimonio de los discípulos. Exige pruebas tangibles, lógicas, válidas. A pesar del aparente fracaso en que viven no ha abandonado la comunidad de discípulos. Quizás por ese motivo a Tomás no le bastan las palabras de los otros discípulos. Pasados ocho días, Jesús se aparece otra vez y dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente».
- Es necesaria la aparición de Jesús, que se presenta en medio de ellos y le ofrece a Tomás las pruebas que había exigido y lo que es más importante, lo invita a creer. Jesús, demostrándole su amor, toma la iniciativa y lo invita a tocarlo. La resurrección no lo ha despojado de su condición humana anterior: es la condición humana llevada a su cumbre que asume toda su historia y su pasado. La delicadeza de la cercanía de Jesús provoca una confesión personal cargada de afecto: «Señor mío y Dios mío». Tomás manifiesta no sólo su fe en la resurrección de Jesús, sino también en su divinidad porque la consecuencia última de la resurrección del Mesías es el reconocimiento como Hijo de Dios.
- Sólo cuando todo es oscuro y se pierde toda seguridad es posible experimentar la fuerza de la fe. Jesús resucitado invitará de ahora en adelante a todos los hombres, a lanzarse con absoluta confianza al aparente vacío del creer, sólo apoyados en el testimonio y la experiencia eclesial que nos trasmite la fe.
- La comunidad que se renueva desde la vivencia de la Palabra y los sacramentos, que crece y vive en la experiencia del amor mutuo que sana heridas, será la invitación a creer para los hombres de hoy, para los nuevos Tomás que necesitan creer.
PARA DISCERNIR
- ¿Qué necesito ver para creer?
- ¿Qué lugar ocupa la comunidad en mi experiencia de fe?
- ¿Qué signos doy de la presencia del Resucitado en mi vida?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Señor mío, y Dios mío
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
…“Santo Tomás quiere seguir a Cristo donde sea que vaya y comprender todo lo que dice…
Cuando Jesús, en un momento crítico de su vida, decidió ir a Betania para resucitar a Lázaro, acercándose de esta manera, peligrosamente, de Jerusalén (cf Mc 10,32), Tomás dijo a sus condiscípulos: «Vayamos, nosotros también, a morir con él» (Jn 11,16). Su determinación de seguir al Maestro es verdaderamente ejemplar y nos da una preciosa enseñanza: revela su total disponibilidad de adherirse a Jesús, hasta identificarse con su suerte y querer compartir con él la prueba suprema de la muerte. En efecto…, cuando los evangelios emplean el verbo «seguir», es para significar que donde se dirige Jesús, también allí debe ir su discípulo. La vida cristiana se define, pues, como una vida con Jesucristo…: morir juntos, vivir juntos, estar en su corazón como él está en el nuestro.
Una segunda intervención de Tomás se nos narra en la última Cena. Jesús, prediciendo su inminente partida, anuncia que va a preparar un lugar para sus discípulos a fin de que también éstos puedan estar donde él se encuentre. Y les precisa: «Para ir adonde yo voy ya sabéis el camino» (Jn 14,4). Es entonces cuando Tomás interviene diciendo: «Señor, si no sabemos dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?»… Sus palabras dan ocasión a Jesús de pronunciar la célebre definición: «Yo soy, el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14,6). Es, pues, a Tomás a quien se ha hecho por primera vez esta revelación, pero es válida para todos nosotros y por todos los tiempos…
Al mismo tiempo, esta pregunta nos confiere el derecho, por así decir, de pedir explicaciones a Jesús. A menudo, no lo comprendemos. Tengamos la valentía de decir: «No te comprendo, Señor, escúchame, ayúdame a comprender». Así, con esta sencillez, que es la verdadera manera de orar, de hablar a Jesús, expresamos nuestra pobre capacidad de comprender y, al mismo tiempo, nos ponemos en la confiada actitud de los que esperan la luz y la fuerza de parte de aquel que nos la puede dar”…
Papa Benedicto XVI – Audiencia general del 27-9-06
PARA REZAR
A abrir camino me llamas
No hay caminos en mi vida, Señor;
apenas senderos
que hoy abro y mañana desaparecen.
Yo estoy en la edad de los caminos:
caminos cruzados, caminos paralelos.
Yo vivo en encrucijada
y mi brújula, Señor,
no marca el norte.
Yo corro cansado hacia la meta
y el polvo del camino
se me agarra a cada paso,
como la oscuridad a la noche.
Yo voy a galope caminando,
y a tientas busco un rastro,
y sigo unas pisadas. Y me digo:
¿Dónde me lleva el camino?
¿Eres quien ha extendido
a lo largo de mi vida un camino?
¿Cuál es el mío?
Si Tú me lo has dado
me pertenece.
¿Dónde me lleva? Si Tú lo has trazado
quiero saber la meta.
Señor, yo busco tu camino (sólo uno),
y me fío de tu Palabra.
Dame fuerza, tesón a cada paso
para caminar contigo.
Yo busco ahora un camino, Señor.
Tú, que eres Camino,
da luz verde a mi vida
pues a abrir camino Tú me llamas.
Pastoral Sj.
No quiero sacrificios sino misericordia
Lectura del libro del Génesis
23, 1-4. 19; 24, 1-12.15-16.23-25.32-34.37-38.57-59.61-67
Sara vivió ciento veintisiete años, y murió en Quiriat Arbá -actualmente Hebrón- en la tierra de Canaán. Abraham estuvo de duelo por Sara y lloró su muerte.
Después se retiró del lugar donde estaba el cadáver, y dijo a los descendientes de Het: «Aunque yo no soy más que un extranjero residente entre ustedes, cédanme en propiedad alguno de sus sepulcros, para que pueda retirar el cadáver de mi esposa y darle sepultura.
Abraham ya era un anciano de edad avanzada, y el Señor lo había bendecido en todo. Entonces dijo al servidor más antiguo de su casa, el que le administraba todos los bienes: «Coloca tu mano debajo de mi muslo, y júrame por el Señor, Dios del cielo y de la tierra, que no buscarás una esposa para mi hijo entre las hijas de los cananeos, con los que estoy viviendo, sino que irás a mi país natal, y de allí traerás una esposa para Isaac.»
El servidor le dijo: «Si la mujer no quiere venir conmigo a esta tierra, ¿debo hacer que tu hijo regrese al país de donde saliste?»
«Cuídate muy bien de llevar allí a mi hijo», replicó Abraham. «El Señor, Dios del cielo, que me sacó de mi casa paterna y de mi país natal, y me prometió solemnemente dar esta tierra a mis descendientes, enviará su Ángel delante de ti, a fin de que puedas traer de allí una esposa para mi hijo. Si la mujer no quiere seguirte, quedarás libre del juramento que me haces; pero no lleves allí a mi hijo.»
Entretanto, Isaac había vuelto de las cercanías del pozo de Lajai Roí, porque estaba radicado en la región del Négueb. Al atardecer salió a caminar por el campo, y vio venir unos camellos. Cuando Rebeca vio a Isaac, bajó del camello y preguntó al servidor: « ¿Quién es ese hombre que viene hacia nosotros por el campo?»
«Es mi señor», respondió el servidor. Entonces ella tomó su velo y se cubrió.
El servidor contó a Isaac todas las cosas que había hecho, y este hizo entrar a Rebeca en su carpa. Isaac se casó con ella y la amó. Así encontró un consuelo después de la muerte de su madre.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 105, 1-2. 3-4a. 4b-5 (R.: 1a)
R. ¡Den gracias al Señor, porque es bueno!
¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!
¿Quién puede hablar de las proezas del Señor
y proclamar todas sus alabanzas? R.
¡Felices los que proceden con rectitud,
los que practican la justicia en todo tiempo!
Acuérdate de mí, Señor,
por el amor que tienes a tu pueblo. R.
Visítame con tu salvación,
para que vea la felicidad de tus elegidos,
para que me alegre con la alegría de tu nación
y me gloríe con el pueblo de tu herencia. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 9-13
Jesús, al pasar, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: «Sígueme.» Él se levantó y lo siguió.
Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con él y sus discípulos. Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: « ¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?»
Jesús, que había oído, respondió: «No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
- Sara, la mujer de Abraham, murió. Es un luto familiar. Abraham como hombre de fe transformará ese episodio en un acto profético, en el sentido del futuro prometido por Dios. Abraham, siendo nómada, compra una parcela de tierra, para enterrar dignamente a su esposa. Es el primer paso hacia la posesión de la tierra prometida por Dios.
- Abraham es ya muy anciano y su muerte está muy próxima. Hace jurar a su servidor Eliezer, que encontrará una mujer para su hijo que no sea cananea. Queda excluida terminantemente la posibilidad de que Isaac vuelva a la tierra nativa de Abrahán, ya que el plan de Dios y el camino de salvación emprendido por Abrahán no admiten marcha atrás. Según costumbre de aquel tiempo, la esposa debe pertenecer al mismo clan; los israelitas no se casaban con una extranjera, porque la transmisión de la Fe y de la Promesa están en juego.
- Isaac es un hombre del desierto. A la caída de la tarde ve llegar una caravana de camellos. Rebeca monta uno de ellos. Salta de su camello y pregunta a su servidor por ese joven que sale al encuentro» Luego enrojece y cubre el rostro con su velo.
- Los dos relatos, están explícitamente en relación el uno con el otro. Queda de manifiesto la importancia de las mujeres en una cierta transmisión de la herencia humana y de la herencia de la Fe. La esposa de Isaac relevará a su propia madre. Transmitir la vida no es tan sólo dar la vida biológica, sino la vida del espíritu.
***
- El evangelio intercala la llamada de Mateo, una escena de vocación apostólica. Es el mismo a quien llaman Leví y al que se atribuye uno de los cuatro evangelios.
- El plan de Dios llevado a cabo en Jesucristo es contrario al plan de Dios que habían imaginado los judíos. Jesús planteó todo lo contrario a lo que el pueblo de Israel había creído acerca de Dios. Para los judíos, sólo los de su raza, más aún, sólo los hombres y los justificados por la ley merecían el amor de Dios. Se olvidaron que si Dios los amaba era por pura gracia y no porque lo merecieran.
- Jesús propone a todos el Reino de Dios. Dios no se limita sólo a los hombres y a los judíos puros, Jesús presenta el amor de Dios a las mujeres, a todos los que la ley consideraba impuros; a los despreciados y desprotegidos. Por eso, significativamente elige a un recaudador de impuestos al servicio de la potencia ocupante, Roma, y, como publicano, con muy mala fama entre el pueblo. Jesús le da un voto de confianza, sin pedirle confesión pública de conversión.
- Mateo, dejándolo todo, lo sigue inmediatamente. Seguir a Jesús es dejar todo atrás. Es cargar con el pasado pero no como condena sino como lugar de encuentro con la gracia salvadora y escuela para una vida nueva hacia delante liberado de la esclavitud del pecado.
- Mateo le ofrece en su casa una comida de agasajo a la que también invita a otros publicanos, con gran escándalo para los «creídos por buenos». Para el legalismo judío la mesa es el lugar donde sólo se podían sentar los que eran puros.
- Jesús con su actitud declara que la misericordia de Dios es abundante y es para todos. Se pone así de manifiesto la preferencia del Dios de Jesús por todos aquellos que aparecen desfavorecidos en la estructura religiosa de la época: publicanos y pecadores. Ellos son, particularmente, destinatarios de la gracia salvadora que trae Jesús.
- Jesús curando a los enfermos, al paralítico, quiere simbolizar que es el “médico” que sana la enfermedad del pecado, que es la más profunda.
- El reino es gracia, don, invitación amorosa y persuasiva. Jesús no es el premio por buena conducta que Dios nos ofrece: es el médico que necesitan los enfermos, es el perdón y la gracia que buscan los que se saben pecadores.
PARA DISCERNIR
- ¿De qué grupo formo parte, del de las personas perfectas o del de los que se reconocen sinceramente necesitados?
- ¿Me siento justo frente a los demás? ¿Juzgo con facilidad?
- ¿Me siento merecedor de Dios?
PARA REZAR
¡Qué alegría!
JESUCRISTO:
¡Qué alegría!
saber que estás de mi parte,
haga lo que haga,
Jesucristo, por tu amor.
¡Qué alegría!
sentir que me aceptas como soy,
y que no necesitas que me justifique,
Jesucristo, por tu amor.
¡Qué alegría!
comprobar tu fidelidad inagotable,
inamovible como la Roca,
Jesucristo, por tu amor.
¡Qué alegría! poder decirte «Te quiero»,
y tú creértelo a pesar de todo,
Jesucristo, por tu amor.
¡Qué alegría!
hacer contigo de la vida una historia de amor,
hecha de holas y adioses,
por tu amor.
¡Qué alegría!
descubrir que otros te aman y que Tú les amas,
y saber que sus amores,
como el mío te son imprescindibles,
Jesucristo, por tu amor.
¡Qué alegría!
poder regalarte algo
de todo lo que tú me has dado antes,
Jesucristo, por tu amor.
¡Qué alegría!
tenerlo todo en Ti,
no teniendo yo nada,
Jesucristo, por tu amor.
¡Qué alegría me da Señor,
que me quieras tanto!
Jesucristo, por tu amor.
Padre José María Garbayo
A vino nuevo, odres nuevos
Lectura del libro del Génesis 27, 1-5. 15-29
Cuando Isaac envejeció, sus ojos se debilitaron tanto que ya no veía nada. Entonces llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: « ¡Hijo mío!» «Aquí estoy», respondió él. «Cómo ves, continuó diciendo Isaac, yo estoy viejo y puedo morir en cualquier momento. Por eso, toma tus armas -tu aljaba y tu arco- ve al campo, y cázame algún animal silvestre. Después prepárame una buena comida, de esas que a mí me gustan, y tráemela para que la coma. Así podré darte mi bendición antes de morir.»
Rebeca había estado escuchando cuando Isaac hablaba con su hijo Esaú. Y apenas este se fue al campo a cazar un animal para su padre, Rebeca tomó una ropa de su hijo mayor Esaú, la mejor que había en la casa, y se la puso a Jacob, su hijo menor; y con el cuero de los cabritos le cubrió las manos y la parte lampiña del cuello. Luego le entregó la comida y el pan que había preparado.
Jacob se presentó ante su padre y le dijo: « ¡Padre!» Este respondió: «Sí, ¿quién eres, hijo mío?» «Soy Esaú, tu hijo primogénito, respondió Jacob a su padre, y ya hice lo que me mandaste. Por favor, siéntate y come lo que cacé, para que puedas bendecirme.»
Entonces Isaac le dijo: « ¡Qué rápido lo has logrado, hijo mío!» Jacob respondió: «El Señor, tu Dios, hizo que las cosas me salieran bien.»
Pero Isaac añadió: «Acércate, hijo mío, y deja que te toque, para ver si eres realmente mi hijo Esaú o no.»
Él se acercó a su padre; este lo palpó y dijo: «La voy es de Jacob, pero las manos son de Esaú.» Y no lo reconoció, porque sus manos estaban cubiertas de vello, como las de su hermano Esaú. Sin embargo, cuando ya se disponía a bendecirlo, le preguntó otra vez: « ¿Tú eres mi hijo Esaú?» «Por supuesto», respondió él.
«Entonces sírveme, continuó diciendo Isaac, y déjame comer lo que has cazado, para que pueda darte mi bendición.»
Jacob le acercó la comida, y su padre la comió; también le sirvió vino, y lo bebió. Luego su padre Isaac le dijo: «Acércate, hijo mío, y dame un beso.» Cuando él se acercó para besarlo, Isaac percibió la fragancia de su ropa. Entonces lo bendijo diciendo:
«Sí, la fragancia de mi hijo es como el aroma de un campo que el Señor ha bendecido. Que el Señor te dé el rocío del cielo, y la fertilidad de la tierra, trigo y vino en abundancia. Que los pueblos te sirvan y las naciones te rindan homenaje. Tú serás el señor de tus hermanos, y los hijos de tu madre se inclinarán ante ti. Maldito sea el que te maldiga, y bendito el que te bendiga.»
Palabra de Dios.
SALMO Sal 134, 1-2. 3-4. 5-6 (R.: 3a)
R. Alaben al Señor, porque es bueno.
Alaben el nombre del Señor,
alábenlo, servidores del Señor,
los que están en la Casa del Señor,
en los atrios del Templo de nuestro Dios. R.
Alaben al Señor, porque es bueno,
canten a su Nombre, porque es amable;
porque el Señor eligió a Jacob,
a Israel, para que fuera su posesión. R.
Sí, yo sé que el Señor es grande,
nuestro Dios está sobre todos los dioses.
El Señor hace todo lo que quiere
en el cielo y en la tierra,
en el mar y en los océanos. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 14-17
Se acercaron los discípulos de Juan y le dijeron: « ¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacemos nosotros y los fariseos?»
Jesús les respondió: « ¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.
Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido y la rotura se hace más grande.
Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque los odres revientan, el vino se derrama y los odres se pierden. ¡No, el vino nuevo se pone en odres nuevos, y así ambos se conservan!»
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
- El anciano Isaac, está ciego. Este es uno de los elementos básicos en la trama dramática del relato. El amor del padre, Isaac, a favor de Esaú era respetuoso con la tradición de la primogenitura, y se disponía a sellar en él la herencia con bendición solemne. Este tipo de bendición familiar es el más antiguo de los muchos que aparecen en la Biblia. Al valor humano ligado a la sangre, se añadía el valor divino en forma de bendición, y Dios contaba con ello en sus designios. La bendición implicaba una fuerza vital, por eso Isaac, antes de concederla, quiere fortalecerse con una comida sustanciosa, preparada con la carne de los animales cazados por Esaú.
- Sin embargo las preferencias de Rebeca por Jacob hace que ambos tramen sustituir a Esaú, aprovechándose de la ceguera del anciano. El patriarca se sorprende de que haya encontrado caza tan pronto para la comida. Jacob involucra a Yahvé en el engaño, ya que lo que está haciendo choca con la ley de Israel, que prohíbe aprovecharse de los ciegos.
- Isaac para superar su desconfianza quiere palparlo. A pesar de que la voz traiciona a Jacob, el disfraz de las pieles tiene éxito. Finalmente, tras recibir el beso de su hijo y sentir el aroma del traje de Esaú, Isaac se dispone a impartir la bendición. Esta se dirige ante todo al campo, a fin de que sea fecundo, fértil, abundante en sus frutos y superioridad sobre los otros pueblos.
- Y de ese modo, le arrebatan a Esaú, con la bendición paterna que recae en Jacob, los derechos que tenía como primogénito. Jacob y Rebeca han conseguido llevar adelante su plan, pero esta mala acción no va a quedar impune. Y por encima de la debilidad humana se impondrá el plan de Dios.
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- En este pasaje, la polémica sobre el ayuno, no debe entenderse dirigida inmediatamente a esa práctica ascética, consistente en privarse de algo de comida con una finalidad de penitencia o austeridad; sino al ayuno como signo de la espera mesiánica.
- Esta controversia provocada por los discípulos de Juan tiene como trasfondo la aceptación o no a Cristo, como el enviado de Dios. Por este motivo los seguidores del Bautista corren de inmediato a preguntarle a Jesús por qué sus discípulos no ayunan.
- La respuesta de Jesús es clara: si el ayuno manifestaba la espera del Mesías; y ésta es una realidad presente y operante, no se puede seguir con la mente y la vida animadas por esquemas ya caducos, y por ritos externos vacíos que han dejado de lado muchas veces la justicia y la misericordia. Dios estaba en medio de ellos con la presencia de Jesús. Sólo cabe una actitud posible: la alegría, el gozo por la presencia del Dios hecho hombre.
- Jesús se compara a sí mismo con el novio y el esposo: los amigos del esposo están de fiesta. Los discípulos no deben vivir tristes, con miedo, como obligados, sino con una actitud de alegría interna y festiva. Creer en Él y seguirlo, no significa cambiar unos pequeños detalles, poner unos remiendos nuevos a un traje viejo, ocultando sus roturas, o guardar el vino nuevo de la fe en los de una vida asimilada al pecado. Jesús nos viene a decir que lo nuevo es incompatible con lo viejo.
- Seguirlo es cambiar el vestido entero, es cambiar la mentalidad, no sólo las formas.
- El Evangelio vivo de Jesús no es un asunto de remiendo ni parches, sino de conversión profunda y radical. No afecta solamente lo externo, sino que hace de la persona un ser nuevo. Es tener un corazón nuevo que afecta a toda nuestra vida, no sólo a unas prácticas de piedad u oraciones: “He aquí que hago las cosas nuevas” o “hay que nacer de nuevo”.
- El cristianismo no puede no ser fiesta, porque se apoya en el amor de Dios, en la salvación que nos ofrece Cristo Jesús. La vida del reino, no es recuerdo melancólico ni atadura a glorias pasadas, sino apertura a la acción transformadora del Espíritu que todo lo recrea y lo hace nuevo.
- «Justo es nuestro ayuno si quemamos en deseos de verle» San Agustín.
PARA DISCERNIR
- ¿Vivo la experiencia del evangelio como novedad?
- ¿Creo en la fuerza renovadora de la gracia?
- ¿Pongo mi vida y mis opciones en sintonía con la Buena Nueva del Evangelio?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Déjame nacer de nuevo
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
«El Esposo está con ellos»
… El pecado de Adán se comunicó a todo el género humano, a todos sus hijos… Es, pues, necesario que también la justicia de Cristo se comunique a todo el género humano; de la misma manera que Adán, por el pecado, hizo perder la vida a su descendencia, así Cristo, por su justicia, dará la vida a sus hijos (cf Rm 5,19s)…
En la plenitud de los tiempos, Cristo recibió de María un alma y nuestra carne. Esta carne, él vino a salvarla, y no la abandonó en la región de los muertos (Sl 15,10), la unió a su espíritu y la hizo suya. Estas son las bodas del Señor, su unión a una sola carne, a fin de que, según «este gran misterio» sean «dos en una sola carne: Cristo y la Iglesia» (Ef. 5,31). De estas nupcias nació el pueblo cristiano, y sobre ellas descendió el Espíritu del Señor. Esta siembra venida del cielo se expandió rápidamente en la substancia de nuestras almas y se mezclaron con ella. No desarrollamos en las entrañas de nuestra Madre y, creciendo en su seno, recibimos la vida en Cristo. Eso es lo que hizo decir al apóstol Pablo: «El primer hombre, Adán, se convirtió en ser vivo; el último Adán, en espíritu que da vida» (1C 15,45).
Es así como Cristo, por sus presbíteros, engendró a hijos en la Iglesia, tal como lo dice el mismo apóstol: «Soy yo quien os ha engendrado para Cristo Jesús» (1C 4,15). Y es así como por el Espíritu de Dios, Cristo, por las manos de su presbítero, y con la fe por testigo, hace nacer al hombre nuevo formado en el seno de su Madre y dado a luz en la fuente bautismal… Es, pues, necesario creer que podemos nacer… y que es Cristo quien nos da la vida. El apóstol Juan lo dice: «A cuantos la recibieron les da poder para ser hijos de Dios»… (Jn 1,12).
San Paciano de Barcelona (?-hacia 390), obispo – Homilía sobre el bautismo; PL 13,1092
PARA REZAR
Si no busco el poder
ningún poderoso podrá hacerme daño.
Si no ambiciono riquezas
jamás me sentiré amenazado por la miseria.
Si no corro tras los honores
convertiré toda humillación en humildad.
Si no me comparo con nadie
seré feliz con lo bueno que hay en mí mismo.
Si no me dejo invadir por la prosa
encontraré tiempo para todo lo necesario.
Si no soy esclavo de la eficacia
daré el fruto que los demás esperan de mí.
Si no me enredo en la competitividad
entraré en comunión con lo bueno que hay en todo.
Si vivo a fondo el momento presente
seré dueño absoluto del pasado y del futuro.
Si acepto el fracaso de mi vida
habré librado mi vida de toda frustración.
Si vivo para el AMOR
el AMOR estará siempre vivo para mí.