PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Éxodo     16, 2-4. 12-15

En el desierto, los israelitas comenzaron a protestar contra Moisés y Aarón. «Ojalá el Señor nos hubiera hecho morir en Egipto, les decían, cuando nos sentábamos delante de las ollas de carne y comíamos pan hasta saciarnos. Porque ustedes nos han traído a este desierto para matar de hambre a toda esta asamblea.»

Entonces el Señor dijo a Moisés: «Yo haré caer pan para ustedes desde lo alto del cielo, y el pueblo saldrá cada día a recoger su ración diaria. Así los pondré a prueba, para ver si caminan o no de acuerdo con mi ley.

Yo escuché las protestas de los israelitas. Por eso, háblales en estos términos: «A la hora del crepúsculo ustedes comerán carne, y por la mañana se hartarán de pan. Así sabrán que yo, el Señor, soy su Dios.»»

Efectivamente, aquella misma tarde se levantó una bandada de codornices que cubrieron el campamento; y a la mañana siguiente había una capa de rocío alrededor de él. Cuando esta se disipó, apareció sobre la superficie del desierto una cosa tenue y granulada, fina como la escarcha sobre la tierra. Al verla, los israelitas se preguntaron unos a otros: « ¿Qué es esto?» Porque no sabían lo que era.

Entonces Moisés les explicó: «Este es el pan que el Señor les ha dado como alimento.»

Palabra de Dios.

SALMO     Sal 77, 3 y 4bc. 23-24. 25 y 54 (R.: 24b)

R. El Señor les dio como alimento un trigo celestial.

Lo que hemos oído y aprendido,
lo que nos contaron nuestros padres,
lo narraremos a la próxima generación:
son las glorias del Señor y su poder.

Mandó a las nubes en lo alto
y abrió las compuertas del cielo:
hizo llover sobre ellos el maná,
les dio como alimento un trigo celestial.

Todos comieron un pan de ángeles,
les dio comida hasta saciarlos.
Los llevó hasta su Tierra santa,
hasta la Montaña que adquirió con su mano.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo

a los cristianos de Éfeso 4, 17. 20-24

Hermanos:

Les digo y les recomiendo en nombre del Señor: no procedan como los paganos, que se dejan llevar por la frivolidad de sus pensamientos.

Pero no es eso lo que ustedes aprendieron de Cristo, si es que de veras oyeron predicar de él y fueron enseñados según la verdad que reside en Jesús.

De él aprendieron que es preciso renunciar a la vida que llevaban, despojándose del hombre viejo, que se va corrompiendo por la seducción de la concupiscencia, para renovarse en lo más íntimo de su espíritu y revestirse del hombre nuevo, creado a imagen de Dios en la justicia y en la verdadera santidad.

Palabra de Dios.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Juan     6, 24-35

Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.

Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo llegaste?»
Jesús les respondió: «Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse.

Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello.»

Ellos le preguntaron: « ¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?»

Jesús les respondió: «La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado.»

Y volvieron a preguntarle: « ¿Qué signos haces para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra realizas?

Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Les dio de comer el pan bajado del cielo.»

Jesús respondió: «Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo.»

Ellos le dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan.»

Jesús les respondió: «Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed.»

Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

  • En el libro del Éxodo se describe al pueblo, que tras su salida de Egipto, ya en el desierto, desesperado, protesta contra Moisés porque los ha llevado a una libertad que viene a ser para ellos una esclavitud mayor. Moisés, como intermediario, pide a Dios su intervención.
  • El maná fue la señal del cielo para el pueblo de Israel. La mañana en que vieron la tierra cubierta de este fruto especial, entendieron que el Señor estaba con ellos. Comieron y se saciaron y quedaron reconfortados para continuar la travesía. Dios no abandona a los suyos.

***

  • Prosigue la parte exhortativa de la carta a los Efesios del domingo anterior. El autor exhorta al sentido personal y comunitario de la existencia cristiana. Es una exhortación ética, pero desde la perspectiva cristiana. El Espíritu de Jesucristo “acuña” en el corazón del cristiano, de modo que lo hace sentirse una persona nueva.
  • El autor, los convoca a vivir como personas nuevas, no como viven los paganos, que no tienen la experiencia del Espíritu por la que los cristianos están marcados. Aquí se presenta el contraste entre el hombre viejo y el hombre nuevo con un énfasis particular en la vida vacía, la vida sin sentido y la vida entregada a los poderes de este mundo. El autor exhorta a ser discípulos de Jesús viviendo su Espíritu, porque no tener ese Espíritu significa estar sometidos a los criterios de este mundo en el que ya sabemos que no hay lugar para el amor, el perdón, la misericordia, la paz.

***

  • La multiplicación de los panes y peces del domingo pasado, le brindó a Jesús éxito popular. Pero ése no era el éxito que Jesús deseaba.
  • El evangelio de Juan nos lleva de la mano hasta la ciudad de Cafarnaún después de la multiplicación de los panes. La multitud que lo seguía comió, se sació y con ello se dio por satisfecha. Jesús huye de los que quieren proclamarlo rey confundiéndolo con un Mesías político. Con un rey de tales características tenían cubiertas, para siempre, todas sus necesidades.
  • La actitud de la gente que busca a Jesús, está condicionada porque comieron todo lo que  quisieron. Pero la misión de Jesús no era dar de comer a los hambrientos, sino despertar el hambre de los satisfechos. Jesús a partir del pan que ha multiplicado, va a llevarlos hacia otra hambre y otro pan. Quiere dejar bien claro que no pueden quedarse únicamente con esto, y los invita a ir más allá orientando a su auditorio hacia las hambres profundas, hacia el hambre de vivir intensamente y de vivir eternamente.
  • Por eso los invita a «trabajar». Cuando le pregunta en qué consiste este trabajo, la respuesta es sorprendente. No se trata del trabajo para conseguir el pan ni el cumplir con la ley de Moisés: este trabajo es «creer». Creer en Jesús, en el enviado de Dios.
  • Los invita a trabajar porque creer en su persona implica un esfuerzo de identificación para tener «sus mismos sentimientos, de hacer de Él, camino, verdad y vida»; nuestro camino, nuestra verdad y nuestra vida. La verdad es el camino para llegar a la auténtica libertad, por eso la fe es camino de libertad, porque nos hace conocer y vivir la Verdad. Y por ello Jesús, que nos quiere libres nos ha dicho hoy: «Este es el trabajo que Dios quiere, creer en el que Él ha enviado».
  • Quien acepta a Jesús por la fe tiene que trabajar su corazón, sus actitudes, sus pensamientos, sus criterios y valores para sentir como Jesús sintió, para vivir como Jesús vivió, para ponerse preferentemente de parte de los pobres como Jesús lo hizo, para ver en cada hombre un hermano, un hijo de Dios, para enfrentarse con todo aquello que, en nuestro mundo, engendra violencia, opresión, injusticia, mentira, esclavitud. Aceptar así la vida es ser un verdadero creyente.
  • El pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo. Jesús les habla del «pan de Dios que baja del cielo y da vida al mundo». Jesús no se desentiende de la vida material de los hombres, muy por el contrario, su preocupación es por la vida entera de cada persona. Él no quiere ser la cabeza de un pueblo que acepte vivir en la esclavitud en cuanto pueda comer tanto pan como quiera. Jesús quiere para cada hombre una plenitud de vida, la que el Padre da gratuitamente, una Vida abundante que se nos ofrece para ser vivida y dada. El pan del cielo es el pan de vida, el que no sólo sirve para sustentar la vida, sino que le da sentido. El pan que da el Padre es el que perdura. Es perecedero el pan que sólo sirve para consumir y nos hace consumidores. Perdura el pan que se reparte y comparte y que nos hace hermanos.
  • Jesús se había presentado como dador de pan, ahora se identifica con el pan. Él es el pan que Dios ofrece a los hombres. Este pan es el que únicamente puede saciar el hambre profunda del hombre y hacer que el hombre alcance la verdadera calidad de vida.
  • Jesús pan es su palabra, su presencia en medio del pueblo, su persona, el camino de amor en fidelidad al Padre, la cruz, y su resurrección como garantía de la plenitud humana. Es el alimento que hace al hombre acogedor, interesado por los valores verdaderos de paz, justicia, libertad, amor, amistad, comunicación, convivencia, esperanza, fe, belleza y eternidad. Conformarse con menos es no haber entendido la fe en Jesús.
  • El trabajo que Jesús nos pide a sus discípulos es que nos pongamos de su parte, que aceptemos plenamente su proyecto de hacer de este mundo un mundo más humano, que dejemos que el Padre nos selle con su Espíritu y nos dé la fuerza que nos permita ser capaces de hacer de nuestra vida un don continuo en favor de la vida del mundo, trabajando por el pan de cada día pero sin perder de vista que las hambres del hombre no se sacian sólo con pan, sino con amor nacido de Dios y arraigado en nuestra vida.
  • Hay que trabajar para hacer real el mundo nuevo con el que todos esperamos. Pues éste es el trabajo que Dios quiere: que creamos en su enviado, que vivamos como él.

PARA DISCERNIR

  • ¿Cuáles son mis hambres más profundas? ¿Con qué panes las alimento?
  • ¿Me adhiero al proyecto de Jesús o sólo espero lo que me puede dar?
  • ¿Es capaz nuestra fe de descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos pequeños y grandes de nuestra existencia?
  • Nuestro corazón busca la felicidad pero ¿dónde solemos hacerlo: en las migajas pasajeras que ofrece el mundo o en el pan de vida eterna?
  • ¿Soy de los que buscan más el pan material que el pan que lleva a la eternidad?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Jesús, danos siempre de tu pan

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Tenemos necesidad de que Cristo nos convenza de que el sustento no basta. Que hay en nosotros un hambre y una sed «distintos», que han de ser respetados, aunque no advirtamos sus estímulos (el espíritu es discreto, silencioso, no grita, no reivindica los propios derechos de una manera ruidosa…).

La paradoja para nosotros es que morimos de hambre porque tenemos la tripa llena. Estamos en peligro precisamente porque tenemos hambre y sed de otra cosa, que no entra en el menú habitual, y no caemos en la cuenta de ello.

Señor, haz que caigamos en la cuenta de que nuestro alimento de cada día, aunque sea (demasiado) abundante, resulta insuficiente. Es indigno de nuestra hambre. Concédenos caer en la cuenta de que nuestro comer es un «comer para morir».

Haz que redescubramos el sentido del «alimento para vivir».

Danos de nuevo el gusto del pan que es vida. Pan que es gratuidad, dignidad, libertad, valores del espíritu. Palabra, conciencia. Haznos reconocer que sólo gracias al pan que tú nos das, es más, que eres tú, nuestra vida se puede llamar vida.

Quién sabe si, digeridas borracheras e indigestiones, no vendremos finalmente a buscarte. Y esta vez será por el motivo justo.

Ten compasión de nosotros, de nuestra preocupante no-hambre. Ayúdanos, porque ya no tenemos hambre.

Haz el milagro del pan, aunque veas que tenemos demasiadas cosas que llevarnos a la boca.

Ha durado demasiado tiempo nuestro ayuno a pesar de la apariencia de las acostumbradas «comilonas».

Quizás ha llegado el momento de decirte, bajando los ojos: «Señor, danos siempre de este pan».

Alessandro Pronzato

PARA REZAR

Señor, 
andamos como perdidos entre tantas cosas.
Tenemos la casa llena de cosas,
tenemos llenos de cosas las tiendas y los almacenes,
llenos de cosas los museos y las ciudades,
lleno de cosas el tiempo,
llena de cosas el alma.

Enséñanos a desprendernos de las que nos estorban,
a repartir las que no necesitamos,
a compartir las necesarias,
para ganar a los hermanos,
aunque perdamos dinero y prestigio.

Enséñanos a descubrir el verdadero sentido de las cosas,
su funcionalidad y caducidad,
su sentido de solidaridad,
su verdadera dimensión de dones tuyos.

Ayúdanos a usar bien de las cosas,
sin empobrecer a los otros,
sin degradar la naturaleza,
sin poner en ellas el corazón ni la esperanza,
para que no seamos consumidores,
sino vivientes, creyentes, 
hermanos de todos los hombres;
pues tú, Señor, eres el Padre de todos
y todo nos lo has dado
para que todos podamos vivir felices y en paz.

Lectura del libro del profeta Jeremías      28, 1-17

Aquel mismo año, al comienzo del reinado de Sedecías, rey de Judá, el cuarto año, en el quinto mes, Ananías, hijo de Azur, que era un profeta de Gabaón, me habló así en la Casa del Señor, en presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo:

«Así habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: ¡Yo he quebrado el yugo del rey de Babilonia! Dentro de dos años, devolveré a este lugar los objetos de la Casa del Señor que Nabucodonosor, rey de Babilonia, sacó de este lugar y se llevó a Babilonia. Y también a Jeconías, hijo de Joaquím, rey de Judá, y a todos los deportados de Judá que fueron a Babilonia, los haré volver a este lugar -oráculo del Señor- cuando yo quiebre el yugo del rey de Babilonia.»

Entonces el profeta Jeremías se dirigió al profeta Ananías, en presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo, que estaban de pie en la Casa del Señor, y el profeta Jeremías dijo: « ¡Amén! ¡Que así lo haga el Señor! Que el Señor cumpla tus palabras, las que tú has profetizado, haciendo volver los objetos de la Casa del Señor y a todos los deportados, de Babilonia a este lugar. Sin embargo, escucha bien esta palabra que yo digo a tus oídos y a los oídos de todo el pueblo: Los profetas que nos han precedido desde siempre, a mí y a ti, profetizaron la guerra, el hambre y la peste a numerosos países y contra grandes reinos. Pero si un profeta profetiza la paz, sólo cuando se cumple la palabra de ese profeta, él es reconocido como profeta verdaderamente enviado por el Señor.»

El profeta Ananías tomó la barra que estaba sobre el cuello de Jeremías y la quebró. Luego dijo, en presencia de todo el pueblo: «Así habla el Señor: De esta misma manera, dentro de dos años, yo quebraré el yugo de Nabucodonosor, rey de Babilonia, que está encima del cuello de todas las naciones.» Y el profeta Jeremías se fue por su camino.

Después que el profeta Ananías quebró la barra que estaba sobre el cuello del profeta Jeremías, la palabra del Señor llegó a Jeremías, en estos términos: «Ve a decirle a Ananías: Así habla el Señor: Tú has quebrado barras de madera, pero yo pondré en lugar de ellas barras de hierro. Porque así habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Yo he puesto un yugo de hierro sobre todas estas naciones, para que sirvan a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y ellas lo servirán; hasta los animales del campo se los he dado.»

El profeta Jeremías dijo al profeta Ananías: « ¡Escucha bien, Ananías! El Señor no te ha enviado, y tú has infundido confianza a este pueblo valiéndote de una mentira. Por eso, así habla el Señor: Yo te enviaré lejos de la superficie del suelo: este año morirás, porque has predicado la rebelión contra el Señor.»

El profeta Ananías murió ese mismo año, en el séptimo mes.

Palabra de Dios.

SALMO          Sal 118, 29. 43. 79. 80. 95. 102 (R.: 68b)

R.        Señor, enséñame tus mandamientos.

Apártame del camino de la mentira,

Y dame la gracia de conocer tu ley.  R.

No quites de mi boca la palabra verdadera,

Porque puse mi esperanza en tus juicios.  R.

Que se vuelvan hacia mí tus fieles;

Los que tienen en cuenta tus prescripciones.  R.

Que mi corazón cumpla íntegramente tus preceptos,

Para que yo no quede confundido.  R.

Los malvados están al acecho para perderme,

Pero yo estoy atento a tus prescripciones.  R.

No me separo de tus juicios,

Porque eres tú el que me enseñas.  R.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Mateo         14, 13-21

Al enterarse de la muerte de Juan el Bautista, Jesús se alejó en una barca a un lugar desierto para estar a solas. Apenas lo supo la gente, dejó las ciudades y lo siguió a pie. Cuando desembarcó, Jesús vio una gran muchedumbre y, compadeciéndose de ella, curó a los enfermos.

Al atardecer, los discípulos se acercaron y le dijeron: «Este es un lugar desierto y ya se hace tarde; despide a la multitud para que vaya a las ciudades a comprarse alimentos.»

Pero Jesús les dijo: «No es necesario que se vayan, denles de comer ustedes mismos.»

Ellos respondieron: «Aquí no tenemos más que cinco panes y dos pescados.»

«Tráiganmelos aquí», les dijo.

Y después de ordenar a la multitud que se sentara sobre el pasto, tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes, los dio a sus discípulos, y ellos los distribuyeron entre la multitud.

Todos comieron hasta saciarse y con los pedazos que sobraron se llenaron doce canastas. Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.

Palabra del Señor.

Si de la Dedicación de la basílica de Santa María:

Lecturas optativas: Apocalipsis 21, 1-5a

S.R. Judit 13, 18bcde.19

Lucas 11, 27-28

PARA REFLEXIONAR

  • Baruc nos narra una de las escenas más dramáticas de la actividad de Jeremías.  Jeremías después de los gestos simbólicos del cinturón de lino y el taller del alfarero aparece caminando por la calle, encorvado, con un yugo de madera al cuello.
  • El rey Sedecías cree que, con la ayuda militar de otros reyes vecinos, va a poder resistir a Nabucodonosor. Jeremías quiere hacerle entender que van a caer en la esclavitud como castigo de los males que han hecho.
  • Pero el problema surge cuando un profeta de la corte, Ananías asegura a las autoridades que no hay que tener miedo porque Dios los librará una vez más y vencerán a los ejércitos del norte. Jeremías reconoce que es muy fácil anunciar la felicidad y no encuentra ningún placer en anunciar la prueba y el sufrimiento. También él desea la felicidad y desearía que Ananías tuviera razón.
  • Ananías cree que Yahvé tiene obligación de salvar a su pueblo siempre, la elección comporta una seguridad total, Jerusalén es inviolable; Jeremías, en cambio, sabe que Yahvé es libre y tiene decidido un período de castigo para salvar, después, con más plenitud; y preparar al hombre a recibir esta salvación.
  • Ananías conduce al pueblo y a las autoridades a una confianza falsa. Cuando Ananías rompe el yugo de madera, Jeremías, se retira, pero luego, recibe entonces una nueva palabra de Yahvé, que le descubre la mentira de Ananías y lo confirma en su postura y se siente forzado por el mismo Yahvé, a anunciar la muerte a Ananías como castigo y confirmación de que no tenía razón. Jeremías intenta ser fiel a la voluntad de Dios, por eso  se atreve a denunciar los pecados de sus oyentes y a anunciar castigos.
  • Jeremías presenta los criterios para discernir entre un verdadero y un falso profeta: no hay que fiarse del que nos anuncia éxitos, porque puede que lo diga solamente para conformar al oyente, mientras que al que anuncia la dureza de la existencia, le podemos creer porque eso no es algo fácil de decir.

***

  • Al enterarse Jesús de la muerte de Juan Bautista, huye en una barca a un lugar solitario y tranquilo. Pero la gente lo supo y lo siguió por tierra, de modo que al desembarcar, vio una gran muchedumbre, sintió compasión y curó a los enfermos. Caída la tarde, los discípulos al ver a la gente hambrienta, se acercaron a pedirle a Jesús que despida a la multitud, para que vayan a las aldeas a comprar comida. La reacción de los discípulos funciona de acuerdo a la lógica humana: mandarlos a comprar lo necesario. Jesús los desafía a que  les den de comer ellos mismos. Mientras los discípulos utilizan la lógica humana; Jesús, aplica la lógica del Reino y los invita a compartir.
  • Les pide que actúen aunque tengan nada más que cinco panes y dos peces. Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos a su vez los dieron a la gente.
  • Jesús exhorta a dar de lo que necesitan. Esa entrega generosa produce resultados abundantes. La multitud empieza a compartir lo que tiene, en vez de guardarlo para sí misma. Así la solidaridad se contagia y todos reciben lo necesario. Al final queda un excedente que puede beneficiar a todo el pueblo.
  • Lo que los discípulos han visto en el reparto de los panes, no es una acción extraordinaria exclusiva de Jesús, es el efecto de la entrega personal, que pasará a ser la norma de vida para el discípulo. Jesús no está solamente satisfaciendo una necesidad, sino celebrando el reino que viene a los débiles y afligidos.
  • El relato es un programa para la comunidad de los seguidores de Jesús. Es la lección de solidaridad para con los que pasan hambre, con los que buscan, con los que andan errantes por el desierto. La consigna de Jesús es: denles de comer. La Iglesia no sólo debe ofrecer el Pan con mayúscula; también el pan con minúscula, que es cultura y cuidado de la salud, preocupación por la justicia en todos los ámbitos y la solidaridad de los que tienen con los que pasan necesidad.
  • Hay un doble pan porque el hambre también es doble: de lo humano y de lo trascendente. Y la fracción del pan debe ser tanto partir el Pan eucarístico, como compartir el pan material con el hambriento.
  • Jesús, con esta multiplicación del pan material, quiere ayudar a los hombres a pasar del hambre de lo humano, al hambre de lo divino; así como ha hecho pasar al ciego de nacimiento, de la luz de los ojos a la luz de la fe.
  • La vida de Jesús invita a la Iglesia a abrirse a la multitud. La comunidad de discípulos tiene que ser solidaria con la muchedumbre enferma, hambrienta y desorientada. Los sentimientos de compasión, misericordia y justicia que Jesús experimentaba ante el pueblo abandonado, deben estar presentes en el espíritu que anima toda y cada una de las acciones de la iglesia.

PARA DISCERNIR

  • ¿Cómo vivo la misericordia?
  • ¿Qué puedo hacer para saciar el hambre de los hermanos?
  • ¿Confío en la providencia del Señor?
  • ¿Qué significa “confiarse a la Providencia”?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Habla, Señor: anunciaré tu Palabra

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

…”El camino de la experiencia gradual de Dios fue también, para la Iglesia de los orígenes, el camino de una libertad cada vez mayor. Para mí, la vía de la mística es el auténtico camino hacia la libertad.

Por el camino místico nos tropezamos, en primer lugar, con nuestra verdad personal. Y sólo la verdad nos hará libres. Descubrimos aquí los modelos de vida de los que somos prisioneros, nuestros modos de ver ilusorios que distorsionan la realidad y a causa de los cuales nos hacemos mal. Cuanto más nos acercamos a Dios, con mayor claridad reconocemos nuestra verdad. Cuanto más unidos estamos a Dios, más libres nos volvemos.

Todos anhelamos la libertad, pero la verdadera libertad no consiste en la liberación con respecto a una soberanía externa a nosotros mismos, sino que consiste en la libertad interior, en la libertad respecto al dominio del mundo, en la libertad respecto al poder de los otros hombres y mujeres, y respecto a la libertad de las constricciones interiores y exteriores.

Debe quedar claro que la libertad constituye un aspecto esencial del mensaje cristiano y que todo camino espiritual auténtico conduce al final a la libertad interior. Y esto es así porque la experiencia de Dios y la experiencia de la libertad están intrínsecamente conectadas”…

Anselm Grün- edición española: Portarse bien con uno mismo, Sígueme, Salamanca 1999.

PARA REZAR

Te comparto mi esperanza

Te comparto mi esperanza de esperar cada momento
con la misma fuerza y ganas de la primera mañana.
Ofrecer siempre las manos abiertas y no cerradas,
saber entregar amor a través de la mirada.
Aprender a dar la vida, compartir la espera larga,
al lado de los que sufren hacer la fe solidaria.
Soñar con las utopías, vivir para realizarlas,
luchando por los ideales, y la justicia sumarla.
Saber caminar con otros en lucha comunitaria, para que
todos los hombres vivan una vida más humana.
Vivir para los demás, como nos mostró Jesús,
hasta entregarnos su vida en lo alto de una cruz.
Vivir mirando las cosas con la mirada de Dios,
para hacer un mundo nuevo de Justicia, Paz y Amor.

No creas que será fácil caminar este camino pero
las crisis ayudan a ir descubriendo el sentido.
La verdad que hay en las cosas es un tesoro escondido,
quien equivoca la senda, tal vez su vida ha perdido.
El Evangelio te muestra como no errar el camino,
de veras, vale la pena a Jesucristo seguirlo.
Te comparto mi esperanza de empezar cada momento
con la misma fuerza y ganas de la primera mañana.

Marcelo A. Murúa

Lectura de la profecía de Daniel    7, 9-10. 13-14

Yo estuve mirando hasta que fueron colocados unos tronos y un Anciano se sentó. Su vestidura era blanca como la nieve y los cabellos de su cabeza como la lana pura; su trono, llamas de fuego, con ruedas de fuego ardiente. Un río de fuego brotaba y corría delante de él. Miles de millares lo servían, y centenares de miles estaban de pie en su presencia. El tribunal se sentó y fueron abiertos unos libros

Yo estaba mirando, en las visiones nocturnas, y vi que venía sobre las nubes del cielo como un Hijo de hombre; él avanzó hacia el Anciano y lo hicieron acercar hasta él. Y le fue dado el dominio, la gloria y el reino, y lo sirvieron todos los pueblos, naciones y lenguas. Su dominio es un dominio eterno que no pasará, y su reino no será destruido.

Palabra de Dios.

o bien 2 Pedro 1, 16-19

SALMO          Sal 96, 1-2. 5-6. 9 (R.: Cf. 1a y 9a)

R.        El Señor reina, altísimo por encima de toda la tierra.

¡El Señor reina! Alégrese la tierra,

regocíjense las islas incontables.

Nubes y Tinieblas lo rodean,

la Justicia y el Derecho son la base de su trono.  R.

Las montañas se derriten como cera

delante del Señor, que es el dueño de toda la tierra.

Los cielos proclaman su justicia

y todos los pueblos contemplan su gloria.  R.

Porque tú, Señor, eres el Altísimo:

estás por encima de toda la tierra,

mucho más alto que todos los dioses.  R.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 9,2-10

Seis días después, Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó a ellos solos a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos.

Sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo podría blanquearlas.

Y se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.

Pedro dijo a Jesús: «Maestro, ¡Qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».

Pedro no sabía qué decir, porque estaban llenos de temor.

Entonces una nube los cubrió con su sombra, y salió de ella una voz: «Este es mi Hijo muy querido, escúchenlo».

De pronto miraron a su alrededor y no vieron a nadie, sino a Jesús solo con ellos.

Mientras bajaban del monte, Jesús les prohibió contar lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.

Ellos cumplieron esta orden, pero se preguntaban qué significaría «resucitar de entre los muertos».

Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

  • La lectura del libro de Daniel nos recuerda que la cultura griega como una nueva forma de entender la vida, invadía todo y se extendía con rapidez. Esto trajo una crisis profunda en todos los que se encontraban con su cultura y su fe. Con la llegada de Antíoco IV Epífanes, comienza una persecución abierta a los judíos que siguen fieles a su fe. La «cultura superior» lleva consigo la prepotencia y termina por masacrar a personas sencillas e inocentes. En este clima, surge el libro de Daniel invitando a resistir, recordando acontecimientos del pasado, anima a resistir en el tiempo presente.
  • La apocalíptica judía del siglo III a. C intentaba presentar las grandes opciones de Dios para el presente, mediante símbolos litúrgicos, cósmicos y sobrenaturales. El blanco representa la máxima santidad, la presencia divina. Los tronos simbolizan la capacidad para gobernar la historia. El hijo del hombre, aquel ser humano capaz de hacer realidad la voluntad de Dios. El evangelio se vale de estos símbolos para presentarnos la figura de Jesús como el hombre totalmente nuevo, capaz de realizar la unión definitiva entre Dios y su pueblo.
  • Los discípulos ven en Jesús, un Mesías triunfal e invencible. Pero Él, fiel a la voluntad del Padre, no se deja asociar a la imagen puramente mundana de sus discípulos y de muchos de la multitud. Ante la petición de Pedro, el mismo Padre manifiesta que quiere que los hombres escuchen a su Hijo y sigan su camino.  
  • Escuchar significa hacer su voluntad, contemplar su persona, imitarlo, poner en práctica sus consejos, tomar nuestra cruz y seguirlo.
  • De cara al triunfalismo de Pedro y los discípulos, la palabra que autentica el Padre, es que el camino de Jesús, no es el de los triunfos estridentes, sino el de una subida a Jerusalén en la cualel Mesías sufrirá. La gloria de Dios actúa desde la humildad y la entrega.

***

  • La Transfiguración de Jesús nos muestra la vida a la que estamos llamados: el destino final de la existencia humana es ser transfigurados por la vida de Dios.
  • La vida es como una montaña que obliga a un ascenso lento y difícil, pero necesario para superar la insignificancia del llano. El hombre es invitado por la fe a superarse día a día hasta descubrir el significado total de la existencia humana. Cada uno debe hacer su propia búsqueda y su propia ascensión. A  pesar de la oscuridad del camino, el cristiano es sostenido y guiado por su confianza plena de que “el amor de Dios se ha manifestado en Jesucristo”. Jesús transfigurado, imagen del hombre nuevo, es nuestra única garantía. Buscamos porque Él ya ha encontrado. Por eso buscamos en su nombre y tras sus huellas.
  • Nuestro camino de fe será permitir que el tejido de gracia y pecado que es nuestra vida, sea penetrado cada vez más por la gracia divina; que en esa mezcla de luces y sombras que hay en cada uno, resplandezca cada vez más la luz divina.
  • Todo lo que no es transfigurado e iluminado por Jesucristo, es desfigurado y se transforma en una caricatura deformada: si el amor de esposos no es transfigurado en la donación total y permanente al otro, termina por ser una soledad compartida; si la amistad no es transfigurada por la lealtad y sinceridad, termina por ser una búsqueda egoísta del otro; si la actividad política no es transfigurada por la búsqueda de justicia social, termina por ser un juego de poderes; si los bienes materiales no son transfigurados por la generosidad y la solidaridad, terminan por ser una acumulación utilitaria, etc.
  • Cualquier dimensión de nuestra vida o de nuestro mundo que no exponemos a la luz de Jesucristo, termina por perder su verdadero sentido y finalidad.
  • Como Iglesia no estamos libres de esta búsqueda. Dios no es propiedad de  nadie. Seguir buscándolo en medio de la oscuridad, es la tarea que le permite a la Iglesia, ser la humilde servidora de Dios y de los hombres luchando por el reino más allá de los pobres y facilistas esquemas humanos, dejándose día a día transfigurar por la Palabra de gracia.
  • Para poder vivir este proyecto, la respuesta viene de la voz que escucharon los discípulos que nos invita a seguir escuchando a Jesús.
  • A Jesús se lo puede escuchar siguiéndolo, recorriendo su mismo camino. El proceso de ir viviendo bajo su luz resplandeciente, ocurre en el itinerario imprevisible de nuestras vidas; itinerario no siempre agradable a nuestros pasos que, en ocasiones, desearían recorrer otros caminos. De ahí que seguir a Jesús significa tomar la propia cruz.
  • «Él que se había revestido con nuestra miserable túnica de piel, hoy se ha puesto el vestido divino, y la luz le ha envuelto como un manto». Atanasio, el Sinaita.

PARA DISCERNIR

  • ¿Descubrimos en el evangelio el «camino» que Jesús nos ofrece?
  • ¿Cuál es nuestra esperanza?
  • ¿Es nuestra oración un encuentro con Dios?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Quiero escucharte Señor y obedecerte

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Homilía sobre la Transfiguración del Señor, 16-18; PG 96, 572

…” «Una nube luminosa les cubrió con su sombra» y los discípulos fueron presa de un gran temor viendo a Jesús el Salvador, en la nube, con Moisés y Elías. Antiguamente, es verdad, cuando Moisés vio a Dios entró en la nube divina (Ex 24,18), dando a entender así que la Ley era una sombra. Escucha lo que dice san Pablo: «La Ley presenta sólo un vislumbre de los bienes futuros y no la imagen auténtica de la realidad» (Hb 10,1).

En aquel tiempo, Israel «no podía fijar la vista en el rostro de Moisés por el resplandor de su rostro’» (2C 3,7). «Pero nosotros todos, que llevamos la cara descubierta, reflejamos la gloria del Señor y nos vamos transformando en su imagen con resplandor creciente; así es como actúa el Señor, que es Espíritu» (v. 18). Por esto la nube que cubrió a los discípulos con su sombra no era una nube llena de tinieblas sino de luz. En efecto, «el misterio escondido desde siglos y generaciones, ahora ha sido revelado» (Col 1,26) y se ha manifestado la gloria perpetua y eterna. Por eso, Moisés y Elías, a un lado y otro del Salvador, personificaban a la Ley y los Profetas. El que en verdad anunciaban, tanto la Ley como los Profetas, es Jesús, el dispensador de vida.

Moisés representa también a la asamblea de los santos que desde antiguo se durmieron (Dt 34,5) y Elías, la de los vivientes (2R 2,11), porque el Señor transfigurado es Señor de vivos y de muertos. Y Moisés, por fin entró en la Tierra prometida porque es Jesús quien conduce hasta ella. En otro tiempo Moisés había visto sólo de lejos la herencia prometida (Dt 34,4); hoy la ve claramente”…

San Juan Damasceno (hacia 675-749), monje, teólogo, doctor de la Iglesia

Homilía sobre la Transfiguración del Señor, 16-18; PG 96, 572

PARA REZAR

Muéstrate, por fin, Señor.

No permanezcas por más tiempo

oculto a nuestros ojos.

No guardes silencio más días.

¿Hasta cuándo vamos a caminar entre tinieblas,

cansados, desorientados y abatidos?

Desata tu brazo, Señor, desata tu poder

y sal en defensa del pobre y oprimido.

Tiende tus brazos a los que vacilan,

hazte encontradizo a los que te buscan,

sorprende a los que te huyen.

No permitas que se blasfeme tu nombre,

diciendo: es el azar,

es el inconsciente,

es la materia.

¿Acaso el que ha hecho el oído… no oye?

¿No ve el que se ha inventado los ojos?

Los pensamientos de todos los hombres

están en tu ordenador,

todas sus palabras están registradas.

Bienaventurado

el que se deja enseñar por tu palabra.

Dichosos los que no ven y creen.

Sin estar en la seguridad social, están seguros.

Sin necesidad de tranquilizantes,

dormirán tranquilos y vivirán en paz.

Porque tú, Señor,

eres nuestro Padre

y nos quieres.

Lectura del libro del profeta Jeremías      31, 1-7

En aquel tiempo -oráculo del Señor- yo seré el Dios de todas las familias de Israel y ellos serán mi Pueblo.

Así habla el Señor: Halló gracia en el desierto el pueblo que escapó de la espada; Israel camina hacia su descanso. De lejos se le apareció el Señor: Yo te amé con un amor eterno, por eso te atraje con fidelidad. De nuevo te edificaré y serás reedificada, virgen de Israel; de nuevo te adornarás con tus tamboriles y saldrás danzando alegremente; de nuevo plantarás viñas sobre los montes de Samaría: los que las planten tendrán los primeros frutos. Porque llega el día en que a los vigías gritarán sobre la montaña de Efraím: « ¡De pie, subamos a Sión, hacia el Señor, nuestro Dios!»

Porque así habla el Señor: ¡Griten jubilosos por Jacob, aclamen a la primera de las naciones! Háganse oír, alaben y digan: « ¡El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel!»

Palabra de Dios.

SALMO          Jer 31, 10. 11-12b. 13 (R.: cf. 10d)

R.        El Señor nos cuidará como un pastor a su rebaño.

¡Escuchen, naciones, la palabra del Señor,

anúncienla en las costas más lejanas!

Digan: «El que dispersó a Israel lo reunirá,

y lo cuidará como un pastor a su rebaño.»  R.

Porque el Señor ha rescatado a Jacob,

lo redimió de una mano más fuerte que él.

Llegarán gritando de alegría a la altura de Sión,

afluirán hacia los bienes del Señor.  R.

Entonces la joven danzará alegremente,

los jóvenes y los viejos se regocijarán;

yo cambiaré su duelo en alegría,

los alegraré y los consolaré de su aflicción.  R.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Mateo   15, 21-28

Jesús partió de allí y se retiró al país de Tiro y de Sidón. Entonces una mujer cananea, que procedía de esa región, comenzó a gritar: «¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio.» Pero él no le respondió nada.

Sus discípulos se acercaron y le pidieron: «Señor, atiéndela, porque nos persigue con sus gritos.»

Jesús respondió: «Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel.»

Pero la mujer fue a postrarse ante él y le dijo: «¡Señor, socórreme!»

Jesús le dijo: «No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los cachorros.»

Ella respondió: «¡Y sin embargo, Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!»

Entonces Jesús le dijo: «Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!» Y en ese momento su hija quedó curada.

Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

  • Jeremías quiere que el pueblo no pierda la esperanza. Los caminos de Dios siguen siendo caminos de salvación y reconstrucción a pesar que el golpe del destierro va a ser duro.
  • Dios le habla desde sus entrañas paternas. Es el Dios de la Alianza, el que ama con amor eterno, el que ayuda prolongando su misericordia, el que aunque todo parezca que está perdido es capaz de reconstruir.
  • Dios será el Dios de todas las tribus y familias de Israel, y ellas serán su pueblo. La Alianza es una pertenencia mutua, una reciprocidad de destino.
  • Dios se ha comprometido a ser fiel aun cuando el pueblo no lo sea.
  • Una doncella feliz que baila de alegría al compás de tamboriles en fiesta, un pueblo peregrino, un pueblo en marcha hacia Dios, hacia el gozo; así es como imagina Dios, pasado el tiempo de la prueba, a la humanidad salvada.

***

  • Jesús pasa una frontera. Su ministerio se extenderá a una tierra pagana, al país de Tiro y Sidón que es el actual Líbano. Y una mujer cananea  se puso a gritarle. Su grito insistente a través de la gente, se entiende desde la perspectiva del lugar que ocupaba la mujer, en la sociedad en aquel momento.
  • En la cultura judía las mujeres estaban marginadas y no podían hablar a los varones, mucho menos a un prestigioso Maestro. Además, las mujeres paganas estaban excluidas por no pertenecer al pueblo judío, y la enfermedad era un nuevo título de exclusión de la comunidad. Muchos motivos de exclusión acumulaba pues esta mujer sobre sí misma.
  • La mujer cananea se dirige a Jesús llamándolo «Hijo de David». Jesús escucha el grito de esa mujer pero guarda silencio. Los discípulos, como otras veces, se preocupan por alejarla para que no moleste al maestro. Luego, Jesús responde a la mujer señalando los límites de su misión. Él ha sido enviado sólo para las ovejas descarriadas de Israel. Ante la insistencia de la mujer, Jesús pone una nueva prueba, «no está bien quitarle el pan a los hijos para echárselo a los cachorros».
  • La mujer no se da por vencida ante los límites que Jesús le presenta, y va respondiendo a cada una de las «dificultades» que la ponen a prueba: “los cachorros se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos”. La mujer no abandonará su plegaria, llega hasta el fin. Las palabras de la mujer conmueven a Jesús y reconoce que la fe de esta mujer, es capaz de liberar a su hija del mal en que ha caído.
  • Es otro de los casos en que Jesús alaba la fe de un extranjero, en contraposición a los judíos, los de casa, a los que se les podría pedir una fe mayor que a los de fuera.
  • La fe de esta mujer interpela a los que somos “de casa”, a los que “estamos adentro” y que, por eso mismo, quizás estamos autosuficientes y pasivos olvidando la humildad que necesitamos ante Dios y los demás. Muchas veces, la oración de tantas personas aparentemente alejadas, que no saben rezar litúrgicamente, pero que lo hacen desde la hondura de su ser, es más agradable a Dios que muchos cantos y oraciones rutinarias y satisfechas.
  • También es admirable la apertura de Jesús, su audacia para ir más allá de lo que considera razonable, su capacidad para creer y mostrar un «Dios mayor» y poder escuchar su voz a través de los gritos de sus criaturas más sufrientes.
  • Nuestra situación cultural hace que la fe se vea retada a superar sus límites tradicionales, a entrar en otros campos y ámbitos, a responder a muchos gritos que no encuentran respuesta. La comunidad eclesial imagen de Jesús buen Pastor, es la que sabe escuchar los gritos de su pueblo.
  • Es más sencillo cuidar lo que tenemos y repetir lo que sabemos; pero también es menos fecundo y no sigue la línea marcada por Jesús. Sin lugar a dudas, los gritos de “los de afuera” que nos desestabilizan, rompen nuestras formas tradicionales. En la medida que existen estas voces nos vemos en la obligación de encarnar el Evangelio.
  • Si no somos capaces de escuchar estas voces corremos el riesgo de que la fe se convierta en algo cada vez más irrelevante reservado a unos pocos. Si nos encerramos en nuestras seguridades, ciertamente estaremos desoyendo los gritos de los muchos hombres y mujeres que quieren y necesitan tocar a Jesús y sentirse queridos por Él.

PARA DISCERNIR

  • ¿Qué actitud asumimos ante los que no son de los nuestros?
  • ¿El bien que hacemos brota de un deseo profundo o lo hacemos para sacarnos problemas de encima?
  • ¿Qué miramos primeramente en las acciones de los demás?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Creo Señor, pero aumenta mi fe

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

«Mujer, qué grande es tu fe»

… «No está bien echar a los perros el pan de los hijos». La mujer recoge estas palabras y dice: « ¡Sí, Señor!». Como si dijera:… «No pido más que una pequeña migaja de la mesa y de la mano de un amo generoso que ‘da alimento a todo viviente’ (Sl 135,25). ¡Tú tratas a los judíos como a hijos; por eso te pido no rehúses dar una migaja a tu pequeña perra cananea!»

Jesús le dice: « ¡Mujer, que grande es tu fe!». Riñe a Pedro por su poca fe (Mt 14,31); admira a esta mujer por la grandeza de la suya. Verdaderamente tiene una gran fe puesto que proclama que el Verbo hecho carne es el hijo de David, y porque, segura de su poder divino, confía en el poder que tiene él para devolver la salud a su hija ausente, y esto, con tan sólo un acto de su voluntad.

También tú, si tu fe es grande, si tu fe es esta fe viva de la cual vive el justo (Rm 1,17), y no una fe muerta, a la que le falta el alma, es decir, la caridad, también alcanzarás no sólo la completa curación de tu hija, es decir, de tu alma, sino que «tendrás poder para trasladar las montañas» (Mt 17,20)…

Comentario del Evangelio por Julián de Vézelay (hacia 1080-hacia 1160), monje benedictino – Sermón 17

PARA REZAR

Señor ayúdame a evangelizar

Señor ayúdame a evangelizar a todas las personas.
Que nunca me cierre a nadie y atienda a las llamadas que me hacen.
Quiero caminar con ojos abiertos y el corazón en la mano
igual que hicieron Jesús y su Madre.
Confesando mi fe, sin miedo ni vergüenza

para predicar tu Palabra,
siendo Testigo tuyo en el mundo.
Llevando la Buena Noticia a la humanidad,

construyendo una  Iglesia unida, justa y fraternal.

María Madre de los Apóstoles,

enséñame la radicalidad del Evangelio,

para no desfigurar el mensaje de salvación

y un día pueda encontrarme con todos en el Reino.

Amén.

María Eugenia Ochoa Medina – MVP – Colombia

Lectura del libro del profeta Jeremías      31, 31-34

Llegarán los días -oráculo del Señor- en que estableceré una nueva Alianza con la casa de Israel y la casa de Judá. No será como la Alianza que establecí con sus padres el día en que los tomé de la mano para hacerlos salir del país de Egipto, mi Alianza que ellos rompieron, aunque yo era su dueño -oráculo del Señor-.

Esta es la Alianza que estableceré con la casa de Israel, después de aquellos días -oráculo del Señor-: pondré mi Ley dentro de ellos, y la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi Pueblo. Y ya no tendrán que enseñarse mutuamente, diciéndose el uno al otro: «Conozcan al Señor.» Porque todos me conocerán, del más pequeño al más grande -oráculo del Señor-. Porque yo habré perdonado su iniquidad y no me acordaré más de su pecado.

Palabra de Dios.

SALMO          Sal 50, 12-13. 14-15. 18-19 (R.: 12a)

R.        Crea en mí, Dios mío, un corazón puro.

Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,

y renueva la firmeza de mi espíritu.

No me arrojes lejos de tu presencia

ni retires de mí tu santo espíritu.  R.

Devuélveme la alegría de tu salvación,

que tu espíritu generoso me sostenga:

yo enseñaré tu camino a los impíos

y los pecadores volverán a ti.  R.

Los sacrificios no te satisfacen;

si ofrezco un holocausto, no lo aceptas:

mi sacrificio es un espíritu contrito,

tú no desprecias el corazón contrito y humillado.  R.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Mateo   16, 13-23

Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: « ¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?»

Ellos le respondieron: «Unos dicen que es Juan el Bautista; otros Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas.»

«Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?» Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»

Y Jesús le dijo: «Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo.» Y yo te digo: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.»

Entonces ordenó severamente a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.

Desde aquel día, Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día. Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: «Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá.»

Pero él, dándose vuelta, dijo a Pedro: « ¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres.»

Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

  • Termina hoy la lectura de Jeremías, con una página también esperanzadora que nos anuncia una Nueva Alianza. Esta profecía de Jeremías constituye una de las cimas del Antiguo Testamento.
  • En el Antiguo Testamento, nunca se presenta una Alianza distinta de la del Sinaí, a pesar de haber sido tantas veces rota por el pueblo, pero siempre mantenida por la fidelidad de Dios.
  • Ahora, el profeta, anuncia, de parte de Dios, que a esa primera Alianza le va a seguir otra, definitiva, mucho más profunda y personal. Dios no retrocede en su deseo, y anuncia una Alianza mejor, de fe, de conocimiento de Dios, de perdón y reconciliación. Porque pondrá su ley en su interior y la escribirá en sus corazones, y no tendrán necesidad de adoctrinarse el uno al otro, ni un código de moral exterior. Dios confía totalmente en el hombre porque su ley es interiorizada.
  • El será su Dios y ellos serán su pueblo. Es la Alianza que no podrá romperse, un pacto más sólido, inquebrantable que se sellará, no con sangre de animales, como la del Sinaí, sino con la propia Sangre de Jesús en la cruz.

***

  • En Cesarea de Filipo, haciendo un alto en el camino, Pedro debe confesar su fe. Si bien ya lo había hecho cuando vio a Jesús caminar sobre el agua, ahora lo hará de forma más solemne, más profunda, más completa. Pedro proclama la fe de la Iglesia en Jesús como Hijo de Dios, y Jesús como respuesta, lo proclama bienaventurado porque se dejó habitar por Dios.
  • Con esta felicitación, Jesús constituye a Pedro cabeza de su naciente Iglesia, aunque poco después tendrá que reprenderlo por tener una idea demasiado humana y equivocada de su misión. No lo acepta como el Mesías sufriente profetizado por Isaías, que entrega su vida en la cruz.
  • En medio de una sociedad que propugna el éxito rápido, aprender sin esfuerzo, y conseguir el máximo provecho con el mínimo de labor, es fácil que acabemos viendo las cosas más como los hombres que como Dios. Humanamente, resulta costoso aceptar que los caminos de Dios, pasen muchas veces por la renuncia y el sacrificio.
  • Confesar a Jesús como Mesías, significa aceptar lo que esto implica: caminar su mismo camino, sin renegar del esfuerzo y del sufrimiento por la construcción del Reino. Reconocerlo y no seguirlo sería incompleto y absurdo.
  • Pedro junto con los primeros discípulos aparecen con estas vacilaciones, en su más cruda realidad. No son súper hombres, sino gente de carne y hueso, con virtudes y flaquezas. La obra de la gracia se realiza en la fragilidad humana.
  • Aquel que es cabeza de la Iglesia no lo es por sus méritos personales, sino porque Dios, le confía este servicio, que lo constituye primero entre muchos. Es Dios quien garantiza la firmeza de la Iglesia, en la lucha entre el pecado y la gracia, que se da cotidianamente en sus miembros, estructuras y acciones. Pedro, con su propia vida y en su propia muerte aprendió por dónde pasaba el camino que debía seguir.
  • La cruz, el camino de redención asumido por Jesús, nos purifica constantemente para que no olvidemos que el poder nos viene de Dios. Ese es también nuestro camino. Seguimos al resucitado por el camino del crucificado.
  • «Las tribulaciones del mundo están llenas de pena y vacías de premio; pero las que se padecen por Dios se suavizan con la esperanza de un premio eterno». San Efrén.

PARA DISCERNIR

  • ¿Cómo vivimos nuestro cristianismo?
  • ¿Qué lugar le damos al sufrimiento y al dolor?
  • ¿Descubro en la cruz las huellas que Jesús me marca?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

No hay amor más grande

…”El sacramento de la reconciliación: «Todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo»

La confesión es un acto magnífico, un acto de gran amor. Tan sólo podemos ir a ella como pecadores, portadores de pecado, y de ella sólo podemos marcharnos como pecadores perdonados, sin pecado.

La confesión no es otra cosa que la humildad puesta en acto. Anteriormente la llamábamos penitencia, pero se trata verdaderamente de un sacramento de amor, del sacramento del perdón. Cuando entre Cristo y yo se abre una brecha, cuando mi amor se resquebraja, cualquiera puede venir a llenar esta fisura. La confesión es el momento en que yo permito a Cristo quitar de mi todo lo que divide, todo lo que destruye. La realidad de mis pecados debe ser lo primero. Para la mayoría de entre nosotros el peligro que nos acecha es olvidar que somos pecadores y que debemos ir a la confesión como tales. Debemos llegarnos a Dios para decirle cuán desolados estamos por todo lo que hayamos podido hacer y que a él le ha provocado una herida.

El confesionario no es un lugar para conversaciones banales o charlatanerías. Hay un solo sujeto que preside la conversación: mis pecados, mis errores, mi perdón, cómo vencer mis tentaciones, cómo practicar la virtud, cómo crecer en el amor de Dios”…

Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de la Hermanas Misioneras de la Caridad

PARA REZAR

La fuerza de la Vida

Creo en un Dios impotente,
débil y debilitado;
creo en un Dios que no puede;
que no triunfa. Derrotado.

Creo en un Dios ¡tan vecino!
que se vuelve un Dios-humano;
que su vida entre nosotros,
es muerte que le entregamos.

Ceo en un Dios sin poder,
hecho hombre y torturado;
y por coronas, ¡espinas!
y por respuesta, ¡insultado!

Creo en un Dios impotente,
un Dios de brazos atados;
un Dios distinto a los hombres,
poderosos, soberanos…

Creo en un Dios
que no sabe negar lo que ha declarado;
creo en un Dios impotente,
¡impotente de enamorado!

Creo en un Dios novedoso,
de novedad siempre a mano;
que genera a cada instante
lo que el amor va dictando.

Creo en un Dios generoso,
del amor crucificado;
creo en un Dios también pobre,
que tiene a los pobres al lado.

Creo en un Dios que no puede,
¡es el amor quien lo ha atado!
Creo en un Dios sin poder;
pobre… ¡Resucitado!

Lectura de la profecía de Nahum  2, 1.3; 3, 1-3. 6-7

Miren sobre las montañas los pasos del que trae la buena noticia, del que proclama la paz. Celebra tus fiestas, Judá, cumple tus votos, porque el hombre siniestro no pasará más por ti: ha sido exterminado por completo. ¡Un destructor te ataca de frente! ¡Monta guardia en la fortaleza, vigila los accesos, cíñete el cinturón, concentra todas tus fuerzas!

Sí, el Señor ha restaurado la viña de Jacob y la viña de Israel. Los salteadores las habían saqueado y habían destruido sus sarmientos.

¡Ay de la ciudad sanguinaria, repleta de mentira, llena de rapiña, que nunca suelta la presa! ¡Chasquido de látigos, estrépito de ruedas, galope de caballos, rodar de carros, carga de caballería, centelleo de espadas, relampagueo de lanzas! ¡Multitud de víctimas, cuerpos a montones, cadáveres por todas partes! ¡Se tropiezan con los cadáveres!

Arrojaré inmundicias sobre ti, te cubriré de ignominia y te expondré como espectáculo. Así, todo el que te vea huirá lejos de ti, diciendo: « ¡Nínive ha sido devastada! ¿Quién se lamentará por ella? ¿Dónde iré a buscar alguien que te consuele?»

Palabra de Dios.

SALMO          Deut 32, 35c-36b. 39abcd. 41 (R.: 39c)

R.        Yo doy la muerte y la vida.

Está cerca el día de su ruina

y ya se precipita el desenlace.

Sí, el Señor hará justicia con su pueblo

y tendrá compasión de sus servidores.  R.

Miren bien que yo, sólo yo soy,

y no hay otro dios junto a mí.

Yo doy la muerte y la vida,

yo hiero y doy la salud.  R.

Cuando afile mi espada fulgurante

y mi mano empuñe la justicia,

me vengaré de mis enemigos

y daré su merecido a mis adversarios.  R.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Mateo   16, 24-28

Entonces Jesús dijo a sus discípulos:

«El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?

Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras. Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de ver al Hijo del hombre, cuando venga en su Reino.»

Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

  • El de Nahúm es un libro profético de sólo tres páginas. Nahúm es un contemporáneo de Jeremías que vive sumergido en el período agitado que precede al derrumbamiento de Jerusalén.
  • Cuando Nahúm profetiza, en 553 a. C., el imperio asirio y sus ejércitos invencibles han conquistado incluso Tebas, capital del poderoso Egipto. Nínive, capital de Asiria está en el apogeo de su poder. Esta civilización tan prestigiosa como violenta, hace temblar al mundo. Nínive es el símbolo del orgullo y de la violencia, de los «poderosos» de todo orden. Nínive es el tipo de ciudad que quiere dominar el mundo por medio de violencias, barbarie, brutalidad y fraudes. Una ciudad de este tipo no podría durar ante Dios sin ser destruida.
  • Cincuenta años después, Nínive se derrumba bajo la embestida de Babilonia. Al describir por adelantado esta caída de la orgullosa Nínive, lo que canta el profeta es la esperanza de los pobres: todas las pequeñas naciones, hasta ahora aplastadas, podrán levantar la cabeza.
  • Después de esta victoria, volverá la paz. El mensajero corre con todas sus fuerzas para ir a anunciar a sus conciudadanos y gritar su mensaje, su buena noticia.
  • La ruina de los asirios supone, de momento, la paz para Israel y llena de alegría a Judá. Sin embargo los babilonios no serán mejores y llevarán, a su vez, al reino del Sur, al destierro.

***

  • Las palabras de Jesús parecen como una continuación del reproche que ayer dirigió a Pedro, al rechazar oír hablar de la cruz.
  • Jesús comienza a poner en evidencia la difícil situación que les espera al llegar a Jerusalén y va revelando a sus discípulos el sentido del camino recorrido y del camino por recorrer. Las pretensiones mesiánicas de los discípulos, especialmente de Pedro, se podían convertir en un verdadero tropiezo para la misión. Jesús presenta claramente las exigencias del discípulo para evitar que quienes lo sigan se engañen.
  • Jesús avisa a sus seguidores que, al igual que Él mismo, en su camino hacia la Pascua, a todos ellos les tocará «negarse a sí mismos», «cargar con la cruz», «seguirlo», «perder la vida». Aceptar seguirlo, irse con El, indica el acto de adhe­sión inicial que podrá continuar con el seguimiento. Las condiciones que Jesús les presenta, muestran una identificación con su destino.
  • Las condi­ciones son dos: «negarse a sí mismo» y «cargar con la cruz». La primera: «Negarse a sí mismo», es una renuncia radical y primera a las propias ambiciones. El discípulo no puede anteponer sus intereses a la urgencia de realizar el Reino. Las seguridades humanas y los beneficios personales no son compatibles con el seguimiento de Jesús.
  • Es llevar a la práctica de forma concreta la primera bienaventuranza, «elegir ser pobre». Los que «ganan el mundo», empeñan la propia vida en una cantidad muy grande de trabajos y preocupaciones con la ilusión de que les traerán la felicidad en esta vida y en la otra. La realidad, sin embargo, es otra. Los que ganan este mundo pierden su propia vida.
  • El camino del Maestro es el camino del discípulo. Desde el momento en que el discípulo decide seguir a Jesús se abre completamente a la novedad de Dios y, a la vez, acepta el conflicto que lo enfrentará con los criterios de este mundo.
  • En el camino del seguimiento: «cargar con la propia cruz» significa aceptar ser perse­guido y aún condenado a muerte, vivir sin concesiones la última bienaventuranza: «ser perseguidos a causa de la fidelidad al reino». Vivir estas dos bienaventuranzas constituyen la esencia del camino del discípulo; son la “regla de oro” que nin­gún discípulo puede dejar de aceptar.
  • La vida no está hecha para ser guardada, sino para ser entregada. Amar no es «sentir emoción», no es desear poseer al otro, es olvidarse de sí mismo para darse al otro. «Tomar» para sí es dejar de amar. Amar de verdad, implica ser capaz de renunciar, de morir a uno mismo en beneficio de aquel a quien se ama. La renuncia no tiene su fin en sí misma; es la condición de una «vida» en plenitud. La «cruz» de Jesús no es solamente un instrumento de tortura y suplicio: es el signo del amor más grande que haya podido abrazar a un corazón.
  • Por la renuncia y la cruz, Jesús no propone una destrucción, sino un perfeccionamiento, una transformación, un crecimiento total y definitivo.
  • Nuestra esperanza está íntimamente asociada a la realidad del dolor y el sufrimiento humano. Las circunstancias en que se desarrolla la vida del discípulo exigen la capacidad de asumir el padecimiento necesario para la transformación de la realidad, para poder llevar a cabo el plan de Dios.
  • Las acciones humanas adquieren consistencia en Dios. La capacidad y donación semejantes a las mostradas por Jesús en su vida terrena, son los únicos criterios que pueden asegurar la vida presente en íntima relación con el futuro definitivo.
  • De esa forma, el futuro, se hace realidad en la existencia del discípulo, que tiene la posibilidad de acceder a ese Reino, anticipadamente, identificándose con la vida del Maestro y compartiendo su suerte.

PARA DISCERNIR

  • ¿Soy capaz de sacrificarme por los demás?
  • ¿Vivo la cruz como un castigo o como una opción?
  • ¿Experimento la cruz como fuente de gracia y bendición?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Envía Señor a tu mensajero de paz

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

«Que tome su cruz y me siga»

    …“ A lo largo de tu vida Cristo no te pide que lleves con él toda su pesada cruz, sino tan sólo una pequeña parte aceptando tus sufrimientos. No tienes nada que temer. Por el contrario, tente por muy dichosa de haber sido juzgada digna de tener parte en los sufrimientos del Hombre-Dios. Por parte del Señor, no se trata de un abandono ni de un castigo; por el contrario, es un testimonio de su amor, de un gran amor para contigo. Debes dar gracias al Señor y resignarte a beber el cáliz de Getsemaní.

A veces el Señor te hace sentir el peso de la cruz, este peso te parece insoportable y, sin embargo, lo llevas porque el Señor, rico en amor y misericordia, te tiende la mano y te da la fuerza necesaria. El Señor, ante la falta de compasión de los hombres, tiene necesidad de personas que sufran con él. Es por esta razón por la que te lleva por los caminos dolorosos de los que me hablas en tu carta. Así pues, que el Señor sea siempre bendito, porque su amor trae suavidad en medio de la amargura; él cambia los sufrimientos pasajeros de esta vida en méritos para la eternidad”…

San Pío de Pietrelcina (1887-1968), capuchino FSP, 119; Ep 3, 441; CE, 21; Ep 3, 413

PARA REZAR

Dar hasta que duela.

El amor, para que sea auténtico,

tiene que pasar por el crisol del sufrimiento.

Si Cristo no hubiera derramado su sangre,

no hubiera llegado la salvación.
Sin sufrimiento, nuestro amor y caridad

no sería más que una asistencia social,

pero no sería el verdadero amor redentor.

Sólo compartiendo con el prójimo sus sufrimientos,

siendo parte de los que sufren, podemos redimirlos,

podemos llevarlos a Dios y hacer que Dios,

que es Amor, entre en sus vidas.
Un amor que no está dispuesto a compartir los sufrimientos

con la persona amada, en el fondo no es más

que un egoísmo disfrazado.

Hay que amar hasta que duela.

El dolor es la prueba del verdadero amor.

Dime cuanto sufres y te diré cuanto amas.
El dolor por sí mismo, independiente del amor,

conduce al masoquismo o a un orgulloso estoicismo.
Lo que no se asume, no se redime.

Solamente los que son capaces de bajar

al infierno de la desesperación de los pobres,

podrán sacar de la miseria material y espiritual a los marginados.

Lectura de la segunda carta del apóstol San Pablo

a los Corintios            9,6-10

Hermanos:

Sepan que el que siembra mezquinamente, tendrá una cosecha muy pobre; en cambio, el que siembra con generosidad, cosechará abundantemente.

Que cada uno dé conforme a lo que ha resuelto en su corazón, no de mala gana o por la fuerza, porque Dios ama al que da con alegría.

Por otra parte, Dios tiene poder para colmarlos de todos sus dones, a fin de que siempre tengan lo que les hace falta, y aún les sobre para hacer toda clase de buenas obras.

Como dice la Escritura: El justo ha prodigado sus bienes: dio a los pobres y su justicia permanece eternamente.

El que da al agricultor la semilla y el pan que lo alimenta, también les dará a ustedes la semilla en abundancia, y hará crecer los frutos de su justicia.

Palabra de Dios

SALMO          Sal 112(111) ,1-2.5-6.7-8.9.

R.        Feliz el hombre que siempre camina en la ley de Dios.

Feliz el hombre que teme al Señor

y se complace en sus mandamientos.

Su descendencia será fuerte en la tierra:

la posteridad de los justos es bendecida. R.

Dichoso el que se compadece y da prestado,

y administra sus negocios con rectitud.

El justo no vacilará jamás,

su recuerdo permanecerá para siempre. R.

No tendrá que temer malas noticias:

su corazón está firme, confiado en el Señor.

Su ánimo está seguro, y no temerá,

hasta que vea la derrota de sus enemigos. R.

El da abundantemente a los pobres:

su generosidad permanecerá para siempre,

y alzará su frente con dignidad. R.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según San Juan 12,24-26

Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto.

El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna.

El que quiera servirme que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor. El que quiera servirme, será honrado por mi Padre.

Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

  • En la metáfora del grano de trigo que muere en la tierra, la muerte, es la condición para que se libere toda la energía vital que la semilla contiene, y la vida allí encerrada, se manifieste plenamente. Con esta metáfora, Jesús afirma que el hombre no produce vida sin dar la propia. Amar es darse sin escatimar, hasta desaparecer, si es necesario.
  • Solamente el don total libera las capacidades del hombre. Esta muerte no es un suceso aislado, sino la culminación de un proceso de donación de sí mismo. La fecundidad no depende de la transmisión de una doctrina, sino de una muestra extrema de amor. La vida es fruto del amor y no brota si el amor no es pleno, si no llega al don total.
  • Jesús va a entregarse por los demás, es solidario con los necesitados y por ellos ha aceptado la muerte y prevé ya el fruto. Dar la propia vida es condición para la fecundidad, es la suprema medida del amor. Tal decisión no es una pérdida para el hombre, sino una máxima ganancia; no significa frustrar la propia vida, sino llevarla a su completo éxito. «El que se ama a sí mismo pierde su vida, pero el que ofrece su vida por los demás la salvará». El temor a perder la vida es el gran obstáculo al compromiso por los demás, porque el amor a la propia vida lleva a todas las abdicaciones, a la injusticia, al silencio cómplice ante la realidad.
  • Cuando uno teme morir, puede encontrar serios obstáculos en su forma de amar. La fecundidad viene del amor verdadero, que Dios ha infundido en nuestros corazones. El verdadero discípulo de Jesús debe seguirlo a Él hacia su glorificación en Dios, sabiendo que, sin miedo a los riesgos, sin miedo a las amenazas de quienes quieran silenciar al enviado de Dios, debe incluso afrontar la propia muerte como un signo de amor fecundo; que haga brotar en uno mismo y en los demás, la vida eterna.
  • El que ofrece su vida por los demás: ama de verdad, se olvida del propio interés y seguridad, lucha por la vida, la dignidad y la libertad, en medio de una sociedad donde reina la muerte.

PARA DISCERNIR

  • ¿A qué conversión en mi amor, en mi entrega, en mi fecundidad me invita esta palabra?
  • ¿Qué miedos son obstáculo para mi vida de discípulo/a?
  • ¿Me fío del Señor como el único capaz de colmar mi plenitud?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Que sea generoso y alegre Señor

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Si muere, da mucho fruto

…”Cuando san Lorenzo vio que llevaban al obispo Sixto al martirio, se puso a llorar. No fue el sufrimiento de su obispo lo que le hizo derramar lágrimas sino el hecho de que fuera al martirio sin él. Por eso lo interpeló con estas palabras: « ¿Dónde vas, Pedro, sin tu hijo? ¿Hacia dónde te apresuras a ir sin tu diácono? ¡Tú tenías la costumbre de jamás ofrecer el sacrificio sin ministro!… Da, pues, prueba de que has escogido a un buen diácono: aquél a quien has encomendado el ministerio de la sangre del Señor, aquél con quien compartes los sacramentos ¿rechazarás comulgar con él el sacrifico de la sangre?»…

El papa Sixto respondió a Lorenzo: «No es verdad que me olvido de ti, hijo mío, ni te abandono, sino que te dejó para que sostengas más grandes combates. Soy viejo y no puedo sostener más que una ligera lucha, pero tú eres joven y te queda mantener un triunfo mucho más grande y glorioso contra el tirano. Muy pronto vendrás, seca tus lágrimas. Dentro de tres días, tú me seguirás…»

Tres días después Lorenzo fue arrestado. Se le pide que traiga los bienes y los tesoros de la Iglesia. Y promete obedecer. Al día siguiente lleva consigo a los pobres. Le preguntan dónde están los tesoros que debía llevarles. Les enseña los pobres diciendo: «Aquí tenéis los tesoros de la Iglesia. ¿Qué mejores tesoros tendría Cristo sino aquellos de quien dijo: ‘Lo que hagáis a uno de estos pequeños, me lo hacéis a mí’?» (Mt 25,40). Lorenzo mostró estos tesoros y venció porque el perseguidor no tenía ningún deseo de quitárselos. Pero, furioso, lo hizo quemar vivo”…

San Ambrosio (hacia 340-397) obispo de Milán y doctor de la Iglesia – de los Oficios de los ministros I, 84; II, 28; PL 16,84

PARA REZAR

Padre, me abandono en tus manos

haz de mí lo que quieras.
Hagas lo que hagas, te lo agradezco.
Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo.
Hágase tu voluntad en mí
y en todas las criaturas.
Esto es todo lo que quiero, Señor.
En tus manos, Señor, encomiendo mi alma.
Te lo agradezco con todo el amor de mi corazón
porque te quiero, Señor.
No puedo menos de ofrecerme a mí mismo,
de entregarme en tus manos,
sin reservas y con ilimitada confianza,
porque tú eres mi Padre.

Carlos de Foucauld

Oremos

Dios nuestro, que inflamaste con el fuego de tu amor a San Lorenzo, para que brillara por la fidelidad a su servicio diaconal y por la gloria de un heroico martirio, haz que nosotros te amemos siempre como él te amó y practiquemos lo que él enseñó. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.