PRIMERA LECTURA

Lectura del primer libro de los Reyes      19, 1-8

Luego Elías caminó un día entero por el desierto, y al final se sentó bajo una retama. Entonces se deseó la muerte y exclamó: « ¡Basta ya, Señor! ¡Quítame la vida, porque yo no valgo más que mis padres!» Se acostó y se quedó dormido bajo la retama.

Pero un ángel lo tocó y le dijo: « ¡Levántate, come!» El miró y vio que había a su cabecera una galleta cocida sobre piedras calientes y un jarro de agua. Comió, bebió y se acostó de nuevo.

Pero el Ángel del Señor volvió otra vez, lo tocó y le dijo: « ¡Levántate, come, porque todavía te queda mucho por caminar!»

Elías se levantó, comió y bebió, y fortalecido por ese alimento caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta la montaña de Dios, el Horeb.

Palabra de Dios.

SALMO          Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9 (R.: 9a)

R.        ¡Gusten y vean que bueno es el Señor!

Bendeciré al Señor en todo tiempo,

su alabanza estará siempre en mis labios.

Mi alma se gloría en el Señor:

que lo oigan los humildes y se alegren.

Glorifiquen conmigo al Señor,

alabemos su Nombre todos juntos.

Busqué al Señor: él me respondió

y me libró de todos mis temores. 

Miren hacia Él y quedarán resplandecientes,

y sus rostros no se avergonzarán.

Este pobre hombre invocó al Señor:

Él lo escuchó y lo salvó de sus angustias.

El Ángel del Señor acampa

en torno de sus fieles, y los libra.

¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!

¡Felices los que en Él se refugian! 

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo

a los cristianos de Efeso    4, 30-5, 2

Hermanos:

No entristezcan al Espíritu Santo de Dios, que los ha marcado con un sello para el día de la redención.

Eviten la amargura, los arrebatos, la ira, los gritos, los insultos y toda clase de maldad.

Por el contrario, sean mutuamente buenos y compasivos, perdonándose los unos a los otros como Dios los ha perdonado en Cristo.

Traten de imitar a Dios, como hijos suyos muy queridos.

Practiquen el amor, a ejemplo de Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros, como ofrenda y sacrificio agradable a Dios.

Palabra de Dios.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Juan     6, 41-51

Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: «Yo soy el pan bajado del cielo.» Y decían: « ¿Acaso este no es Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo puede decir ahora: «Yo he bajado del cielo?»»

Jesús tomó la palabra y les dijo: «No murmuren entre ustedes. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en el libro de los Profetas: Todos serán instruidos por Dios.

Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí. Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre.

Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna.

Yo soy el pan de Vida. Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron. Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera.

Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo.»

Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

  • Elías está desesperado. Mira su trabajo y mira el trabajo de sus antepasados. No ha sido capaz de hacer lo que hicieron ellos. Moisés, David, etc., lograron vencer la idolatría del pueblo; él, no. Se encuentra solo y fracasado; pide a Dios la muerte. Ha creído que era capaz de más. Ha contado quizás demasiado con sus fuerzas humanas. En medio de esta crisis se siente ayudado por Dios. Elías acepta esta ayuda para recuperar sus fuerzas, como algo propio y no para los demás, para seguir luchando. Interviene Dios para decirle que se alimente más, que el camino y la tarea va a resultar superior a sus fuerzas. Elías cree y acepta el alimento que le viene de Dios. Elías, débil, se hace fuerte con Dios.

***

  • Según Pablo, el Espíritu sella al cristiano, lo lleva, es el fundamento de nuestra creación, nos hace llamar a Dios “Abba”, nos introduce en el conocimiento íntimo de Dios. El constituye la rica gama de dones diversos repartidos entre las personas, nos hace plenamente libres, hace al cristiano hombre de una pieza. El Espíritu nos hará hombres “según Dios”: serenos en las adversidades, esperanzados siempre, como Cristo, ya que Dios nos renueva siempre en Cristo. El Espíritu que es Amor nos quiere trabajar el corazón de modo que amemos siempre, como Dios.

***

  • En el Evangelio aparece la crítica dura y no se comprende a Jesús porque ha dicho: “Yo soy el pan bajado del cielo”. Es demasiado difícil superar los obstáculos del origen humano de Jesús para poder reconocerlo como Dios.
  • El día anterior Jesús había hecho que la multitud se saciara con los cinco panes y dos pescados. Sin embargo, esto debía entenderse como un “signo” de que la acción salvadora de Dios estaba presente en la persona de Jesús.
  • Los judíos no lo entendieron así y se quedaron sólo en el hecho superficial, cosa que Jesús les reprocha. Ese era un pan perecedero; que alimenta la vida perecedera que tiene el hombre mientras vive en este mundo. Por eso Jesús los invita a trabajar por “el alimento que permanece para la vida eterna”, que no se obtiene por el esfuerzo del hombre, sino que “lo dará el Hijo del hombre” y que es pura gratuidad de Dios. Hay un pan que comunica al hombre vida eterna y  este pan lo dará Jesús.
  • Los judíos piden a Jesús un signo porque no les ha bastado la multiplicación de los panes. Quieren un signo como el que acreditó a Moisés en el desierto. Es aquí donde comienza el discurso de Jesús. Jesús se presenta como el Pan de vida y hace la invitación a comerlo, que marca la diferencia radical con Moisés: Jesús, él mismo, da la vida, el maná era simplemente un alimento material. Jesús es el verdadero maná que alimenta para la vida eterna.
  • El evangelista insiste que el que cree tiene vida eterna y que la vida eterna es ahora, la vida que Jesús da es la experiencia profunda de haber superado ya la barrera de la muerte; no significa simplemente una vida de duración ilimitada, incluso después de la muerte.
  • Es la experiencia profunda de sentirse pleno, realizado como persona en el encuentro personal con Jesús y en el seguimiento de su estilo de vida. Una vida de profundidad y calidad nueva; una vida que no puede ser destruida por ningún virus, ni quedar frustrada por un revés de la vida ni por algún acontecimiento inesperado; una vida plena, que nos trasciende, porque es ya una participación en la vida misma de Dios.
  • Y esto es puro don que viene de lo alto. Es imposible aceptar a Cristo con nuestras solas fuerzas, ni con razonamientos fruto de nuestra humana especulación. La fe es un don del Padre. Para creer en Jesús necesitamos “ser atraídos por el Padre”. La fe no parte de nosotros, sino de Dios. Somos hombres de fe cuando humildemente nos dejamos iluminar y llevar por el Padre a Jesús, cuando nos dejamos enseñar por Dios, a través de su Palabra, de los acontecimientos, de la oración. Escuchar a Jesús significa dejarnos instruir por el mismo Padre.
  • Cuando Jesús dice «el que come de este pan” nos está invitando a convertirlo en nuestro propio alimento, nos llama a encontrar en Él el único pan que vale la pena comer.
  • “Comer su pan” es participar de su modo de vivir, es ofrecerse a un esfuerzo que haga posible una vida mejor para todos. Es participar en una relación nueva con los demás, basada en el amor, en el cariño, en la comprensión. Es luchar contra lo que hace difícil una vida de alegría, de igualdad, de gozo.
  • Por eso finaliza diciendo que el pan que dará es su carne para “la vida del mundo». Jesús es el pan de vida, es su cuerpo que se entrega para que todos tengan vida. Y esto para los discípulos significa incorporarse a la causa de Jesús: «para la vida del mundo» con sus sentimientos.
  • El pan que da la vida es un amor que viene de Dios para los hombres y lo recibimos de Cristo. Un amor que debemos hacer extensivo a todos los hombres. Un amor que nos eleva por encima de los egoísmos y nos hace luchar para que todos tengan pan; hambre de justicia y de fraternidad.
  • Los discípulos creemos que la manera más auténtica de vivir como personas en plenitud es la que nace de una adhesión total a Jesucristo. Es necesario que creamos que nuestra vida, vivida evangélicamente puede ser más plena y profunda, más libre y gozosa. Porque hubo una vida que se entregó y un pan que se parte, existe una plenitud, un dinamismo, una libertad, una ternura que el hombre puede dar al mundo si se atreve a enraizar su vida en Jesucristo

PARA DISCERNIR

  • ¿Vivo hambriento de la sabiduría que proviene de su espíritu?
  • ¿Me entretengo a alimentos que no sacian?
  • ¿Comulgo con la certeza de que Dios quiere que tengamos vida en abundancia?
  • ¿Muestro a otros esta gran noticia?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Jesús, dame el pan de tu vida

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

¿Cómo pudo ser que el hombre que permanecía sujeto a la tierra y sometido a la muerte, pudiera tener de nuevo acceso a la inmortalidad? Era necesario que su carne se hiciera partícipe del poder vivificante que reside en Dios. Ahora bien, el poder vivificante de Dios Padre, es su Palabra, es el Hijo Único; es Él el que los ha enviado como Salvador y Redentor…

Si echas un pedazo pequeño de pan en aceite o en agua o en vino, rápidamente se va a impregnar de sus propiedades. Si pones el hierro en contacto con el fuego, muy pronto estará lleno de su energía y, a pesar de no ser fuego por naturaleza, pronto aparecerá semejante al fuego. Así pues, el Verbo vivificante de Dios al unirse a la carne que él se apropió, la convirtió en vivificante.

En efecto, él dijo: «El que cree en mí tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida ». Y dijo más todavía: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo. Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros». Así pues, comiendo la carne de Cristo, el Salvador de todos, y bebiendo su sangre, tenemos la vida en nosotros y llegamos a ser uno con él, permanecemos en él y Él en nosotros.

Era necesario que viniera a nosotros de la manera propia de Dios, por el Espíritu Santo y que, en cierta manera, se mezcle con nuestros cuerpos a través de su santa carne y su sangre preciosa que, en el pan y el vino, recibimos como bendición vivificante… En efecto…, Dios manifestó su gran condescendencia hacia nuestra debilidad y puso en los elementos del pan y del vino toda la fuerza de su vida y éstos llevan en sí toda la energía de su propia vida. No dudes, pues, en creerlo puesto que el mismo Señor ha dicho claramente: «Esto es mi cuerpo» y «Esta es mi sangre».

San Cirilo de Alejandría

PARA REZAR

Sólo creyendo…

podremos restablecer el equilibrio perdido.

Sólo creyendo…

lograremos vivir el puesto que Dios nos ha asignado en la creación y en la historia de la salvación.

Sólo creyendo…

descubriremos que aun siendo el más pequeño de la creación soy importante.

Sólo creyendo…

descubriremos que en las limitaciones propias de nuestra condición de criatura no hay un freno sino una posibilidad y un desafío.

Sólo creyendo…

ante la experiencia del sufrimiento como nuestro pan cotidiano podremos llegar a convertirlo en resurrección.

Sólo viviendo en comunión con Jesús

nos abrimos a una vida plena, duradera y feliz.

Sólo el que come de Jesús hecho pan no muere.

Lectura de la profecía de Ezequiel            1, 2-5. 24-28c

El día cinco del mes -era el año quinto de la deportación del rey Joaquín- la palabra del Señor llegó a Ezequiel, hijo del sacerdote Buzí, en el país de los caldeos, a orillas del río Quebar. Allí la mano del Señor descendió sobre él.

Yo miré, y vi un viento huracanado que venía del norte, y una gran nube con un fuego fulgurante y un resplandor en torno de ella; y de adentro, de en medio del fuego, salía una claridad como de electro. En medio del fuego, vi la figura de cuatro seres vivientes, que por su aspecto parecían hombres.

Yo oí el ruido de sus alas cuando ellos avanzaban: era como el ruido de aguas torrenciales, como la voz del Todopoderoso, como el estruendo de una multitud o de un ejército acampado. Al detenerse, replegaban sus alas. Y se produjo un estruendo sobre la plataforma que estaba sobre sus cabezas.

Encima de la plataforma que estaba sobre sus cabezas, había algo así como una piedra de zafiro, con figura de trono; y encima de esa especie de trono, en lo más alto, una figura con aspecto de hombre. Entonces vi un fulgor como de electro, algo así como un fuego que lo rodeaba desde lo que parecía ser su cintura para abajo; vi algo así como un fuego y una claridad alrededor de él: como el aspecto del arco que aparece en las nubes los días de lluvia, así era la claridad que lo rodeaba.

Este era el aspecto, la semejanza de la gloria del Señor. Al verla, caí con el rostro en tierra.

Palabra de Dios.

SALMO          Sal 148, 1-2. 11-12. 13-14a. 14bc

R.        Llenos están los cielos y la tierra de tu gloria.

Alaben al Señor desde el cielo,

alábenlo en las alturas;

alábenlo, todos sus ángeles,

alábenlo, todos sus ejércitos.  R.

Los reyes de la tierra y todas las naciones,

los príncipes y los gobernantes de la tierra;

los ancianos, los jóvenes y los niños.  R.

Alaben el nombre del Señor.

Porque sólo su Nombre es sublime;

su majestad está sobre el cielo y la tierra,

y él exalta la fuerza de su pueblo.  R.

¡A él, la alabanza de todos sus fieles,

y de Israel, el pueblo de sus amigos!  R.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Mateo   17, 22-27

Mientras estaban reunidos en Galilea, Jesús les dijo: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres: lo matarán y al tercer día resucitará.» Y ellos quedaron muy apenados.

Al llegar a Cafarnaúm, los cobradores del impuesto del Templo se acercaron a Pedro y le preguntaron: «¿El Maestro de ustedes no paga el impuesto?» «Sí, lo paga,» respondió.

Cuando Pedro llegó a la casa, Jesús se adelantó a preguntarle: «¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes perciben los impuestos y las tasas los reyes de la tierra, de sus hijos o de los extraños?» Y como Pedro respondió: «De los extraños,» Jesús le dijo: «Eso quiere decir que los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizar a esta gente, ve al lago, echa el anzuelo, toma el primer pez que salga y ábrele la boca. Encontrarás en ella una moneda de plata: tómala, y paga por mí y por ti.»

Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

  • La lectura de hoy nos coloca al comienzo del libro de Ezequiel, presentándonos una gran teofanía, que prepara el relato de su vocación.
  • La catástrofe del 586 a. C., la destrucción de Jerusalén y de toda la vida institucional judía, sin rey, ni templo, ni culto, marca un cambio decisivo para el pueblo elegido. El sueño de un estado temporal desaparece.
  • El mismo Ezequiel, que era sacerdote, se encuentra entre los deportados, lejos de su país, lejos de su templo. El pueblo está en el destierro. Ezequiel era sacerdote en Jerusalén y junto con otros muchos israelitas también fue deportado a Babilonia. Lejos de la tierra prometida, de la ciudad santa, del templo se preguntan si son todavía pueblo elegido.
  • El profeta comparte con el pueblo la experiencia del destierro y a orillas del río tiene la primera visión misteriosa.
  • Ezequiel era muy imaginativo, lleno de fantasía, con un lenguaje cargado de simbolismos. Su visión mezcla elementos cósmicos: como el viento, nube, relámpagos y; misteriosos como son los cuatro seres vivientes, con estrépito de alas, y sobre todo uno en forma humana, rodeado de luz y fuego. El profeta explica esta figura como la apariencia visible de la Gloria del Señor.
  • En esta situación, la narración intenta confortar a los exiliados: Dios no está atado ni a un lugar, ni a una tierra concreta, ni a un templo determinado. Trasciende todos estos lugares. Dios está presente en medio de los hombres, estén donde estén y sean los que sean.
  • Dios no los ha abandonado, y los deportados ahora saben con certeza que Dios está «también» presente en medio de los exiliados, en una tierra extraña.

***           

  • En tiempos de Jesús, el impuesto, era propio de los pueblos sometidos más que de los ciudadanos de derecho, a los que se llamaba hijos. Los que cobraban el «didracma», tributo anual para el templo, se acercaron a Pedro y le preguntaron si Jesús, su maestro, no pagaba el impuesto.
  • Desde tiempos de Nehemías, era costumbre que los israelitas mayores de veinte años, pagaran cada año, una pequeña ayuda para el mantenimiento del templo de Jerusalén: dos dracmas y  la ofrenda de los sacrificios.
  • Jesús se presenta a sí mismo como un «Hijo de Hombre», como un hombre totalmente libre, e inmerso en el amor de Dios, pero que no escapa a las exigencias de su tiempo. Jesús afirmará que es superior al templo y se siente exento de pagar el impuesto al templo, pero, a pesar de esto, se comporta como un ciudadano, igual a los demás, un israelita piadoso, cumplidor de sus deberes.
  • Jesús inmediatamente imprime un giro decisivo a la cuestión. Los hijos del Reino, los que aceptaron a Jesús como Hijo del Padre, están libres del impuesto del templo. Jesús los ha liberado de esta obligación.
  • Sin embargo, como quiere evitar una ruptura que exacerbe los conflictos con la autoridad religiosa, señala un camino para poder cumplir con la obligación. Invita a Pedro a realizarlo mediante la práctica de su oficio de pescador.
  • Jesús utiliza este incidente para demostrar que los que ponen su fe en Él, están libres de cara a las instituciones judías y que los verdaderos hijos del Reino serán aquellos que, como los discípulos, se remiten a Él, y por ese motivo pueden considerarse exentos del pago del impuesto. Sin embargo, para no escandalizar manda pagar este impuesto.
  • El “Hijo” pagó el precio del esclavo, para que, los que estaban sometidos a la esclavitud, desde ese momento fueran hijos. Por eso Jesús, no se deja intimidar por la actitud de los funcionarios y con una libertad soberana pagará el impuesto.
  • La Iglesia de Cristo, es fundamentalmente libre, porque es hija de su sangre; no tiene que pagar impuesto a nadie; no debe ninguna adoración ni sumisión alguna, a ningún tipo de poder. Si bien los hijos del Reino cumpliendo sus responsabilidades cívicas pagamos nuestros impuestos, el espíritu permanece libre frente a la política de los reinos de este mundo.
  • Nos liga la búsqueda del bien común que se funda en la caridad. Somos, como hijos de Dios, los testigos del Viviente, del hombre resucitado, y a través de Él somos invitados a ser los forjadores de la libertad humana en todas sus expresiones.

PARA DISCERNIR

  • ¿Sabemos dar el lugar verdadero a las realidades divinas en la vida cotidiana?
  • ¿Sabemos dar el lugar verdadero a las realidades cotidianas dentro del plan de Dios?
  • ¿Vivimos nuestra vida como un testimonio constante de la obra de Dios?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Quiero vivir como tu hijo Señor

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Liberados por el Hijo del hombre que se entrega a manos de los hombres

…”Todos los pueblos, por nuestro Señor Jesucristo, han sido liberados de los poderes que los habían hecho cautivos. Es él, sí, es él quien nos ha rescatado. Tal como lo dice el apóstol Pablo: «Nos perdonó todos nuestros pecados. Borró el protocolo que nos condenaba con sus cláusulas, lo quitó de en medio, clavándolo en la cruz. Despojándose a sí mismo, arrastró a los poderes del mal en el cortejo de su triunfo» (Col 2,13-15). Libró a los encadenados y rompió nuestros lazos, tal como lo había dicho David: «El Señor liberta a los cautivos, el Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan». Y más aún: «Rompiste mis cadenas, te ofreceré un sacrificio de alabanza» (Sl 145, 7-8; 115, 16-17).

Sí, hemos sido liberados de nuestras cadenas, nosotros que hemos sido llamados por el Señor para ser congregados por el sacramento del bautismo…; hemos sido liberados por la sangre de Cristo y por la invocación de su nombre… Así, pues, amados míos, hemos sido lavados por el agua del bautismo de una vez por todas, y de una vez por todas somos acogidos en el Reino inmortal. Una vez por todas «dichosos aquellos que están absueltos de sus culpas, a quienes han sepultado sus pecados» (Sl 31,1; Rm 4,7). Mantened con valentía lo que habéis recibido, conservadlo para vuestra dicha, no pequéis más. Desde ahora guardaos puros e irreprochables para el día del Señor”…

 San Paciano de Barcelona (?- hacia 390), obispo – Homilía sobre el bautismo, 7

PARA REZAR

Oración a la divina Providencia

Dios y Señor Nuestro, Padre, Hijo y Espíritu Santo,
cuya Providencia no se equivoca en todo lo que dispone,
y nada acontece que no lo ordene,
rendidamente te pedimos y suplicamos
que apartes de nosotros todo lo que nos pueda separar de Ti,
y nos concedas todo lo que nos conviene.

Haz que en toda nuestra vida busquemos primeramente tu Reino
y que seamos justos en todo;
que no nos falte el trabajo,
el techo bajo el cual nos cobijamos,
ni el pan de cada día.
Ayúdanos en las enfermedades y líbranos de la miseria;
que ningún mal nos domine.
Sálvanos del pecado, el mayor de todos los males,
y que siempre estemos preparados esperanzadamente a la muerte.

Por tu Misericordia, Señor y Dios Nuestro,
haz que vivamos siempre en tu Gracia.
Así seremos dignos de adorar tu amable Providencia
en la eterna bienaventuranza.
Amén.

Lectura de la profecía de Ezequiel            2, 8-3, 4

Así habla el Señor:

Tú, hijo de hombre, escucha lo que te voy a decir; no seas rebelde como ese pueblo rebelde: abre tu boca y come lo que te daré.

Yo miré y vi una mano extendida hacia mí, y en ella había un libro enrollado. Lo desplegó delante de mí, y estaba escrito de los dos lados; en él había cantos fúnebres, gemidos y lamentos.

El me dijo: Hijo de hombre, come lo que tienes delante: como este rollo, y ve a hablar a los israelitas. Yo abrí mi boca y él me hizo comer ese rollo.

Después me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu vientre y llena tus entrañas con este libro que yo te doy. Yo lo comí y era en mi boca dulce como la miel.

El me dijo: Hijo de hombre, dirígete a los israelitas y comunícales mis palabras.

Palabra de Dios.

SALMO          Sal 118, 14. 24. 72. 103. 111. 131 (R.: 103a)

R.        ¡Señor, qué dulce es tu palabra para mi boca!

Me alegro de cumplir tus prescripciones,

más que de todas las riquezas.  R.

Porque tus prescripciones son todo mi deleite,

y tus preceptos, mis consejeros.  R.

Para mí vale más la ley de tus labios

que todo el oro y la plata.  R.

¡Qué dulce es tu palabra para mi boca,

es más dulce que la miel!  R.

Tus prescripciones son mi herencia para siempre,

porque alegran mi corazón.  R.

Abro mi boca y aspiro hondamente,

porque anhelo tus mandamientos.  R.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Mateo   18, 1-5. 10. 12-14

En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: «¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?»

Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: «Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos. Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos. El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo.

Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial.

¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió? Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se extraviaron. De la misma manera, el Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños.

Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

  • A continuación de la teofanía, Ezequiel recibe su vocación profética. Del mismo modo que con otros grandes profetas, su vocación está señalada por signos y  gestos simbólicos.
  • Ezequiel vive en una época ya marcada por la civilización escrita, por eso lo que el profeta recibe de parte de Dios no es la Palabra, sino un libro; ese es el motivo del gesto simbólico que le hizo realizar Dios, «comer» el rollo de su Palabra, antes de predicarla a los demás. Ezequiel era un desterrado en medio de su pueblo. La Palabra que tenía que anunciar, no era una Palabra fácil, ni agradable, pero no podía dejar de decirla, porque era como fuego devorador dentro de su ser.
  • Dios lo llama a hacerse solidario de ella; para que pueda hacer de mediador y,  transmitir al pueblo la voz de Dios y, a Dios la oración de su pueblo.
  • El profeta tendrá que transmitir la Palabra de Dios, y como todo profeta, él es un hombre, enviado a una misión, que lo sobrepasa. No habrá palabra de Dios sino allí donde se dé, al mismo tiempo la palabra del hombre.
  • Por eso su palabra humana tendrá un alcance divino; la primera obligación del profeta será asimilar y hacer suyo el mensaje, antes de pronunciarlo, ha de interiorizarlo. Lo que él ha de decir al pueblo no han de ser sólo palabras oídas, sino recibidas en el corazón.
  • Asimilado el pensamiento de Dios podrá luego ser su portavoz.

***

  • Los discípulos, todavía inmaduros y sin penetrar a fondo en el sentir de Jesús, aspiraban a ser hombres de prestigio a la sombra del Maestro. Tienen la humana preocupación del lugar que ocupan en la comunidad y se lo preguntan a Jesús.
  • La respuesta de Jesús es realmente desconcertante. Llama a un niño y lo pone como medida y modelo a seguir. Igual que los extranjeros, los enfermos y las mujeres, los niños carecían también de valor en el mundo antiguo. Su simplicidad e impotencia ante la vida, eran despreciadas en la mentalidad de la cultura antigua. Solo los varones adultos tenían algún valor.
  • Jesús, sin embargo, aprovecha ese significado de la niñez en aquella cultura, para enseñar la condición fundamental del discípulo. El niño que pone en medio puede ser un joven de los que habitualmente había en las casas haciendo los trabajos más domésticos. Al colocarlo en medio, lo hace Jesús centro de atención y modelo para los discípulos, echando por tierra que el más importante, no va a ser el que más sabe ni el más dotado de cualidades humanas. El más importante es aquel que se hace niño. 
  • Lo que Jesús alaba de un niño es su pequeñez, su indefensión, su actitud de apertura, su necesidad de los demás. Y, en los tiempos de Cristo, también su condición de marginado en la sociedad. Por lo tanto, hacerse como niños es cambiar de actitud, convertirse, ser sencillos de corazón, abiertos, sin vueltas ni cálculos fríos, convencidos de que no podemos nada por nuestras solas fuerzas y necesitamos de Dios y de los demás.
  • En la comunidad de discípulos, la grandeza se juzga por criterios opuestos a los de la sociedad. El que sirve, no el que manda, es el más grande. Toda ambición de preeminencia o de dominio queda excluida.
  • El pequeño servidor pasa a ser modelo de discípulo. La disposición al servicio debe acompañar al discípulo en la misión; llevando de este modo con él, la presencia de Jesús.
  • Teniendo claro quién es el mayor, Mateo, presenta la actitud que debe tener la comunidad con los «pequeños», mediante la imagen de los pastores que abandonan el cuidado del rebaño para ir a buscar la oveja que se extravió. Con este relato sacado de la vida diaria de sus oyentes, muestra hasta dónde llega la misericordia de Dios y hasta dónde debe llegar la preocupación de la comunidad por cada uno de sus miembros, especialmente por los más pequeños o débiles.
  • A la actitud de los fariseos, excesivamente intransigente en su justicia, que veían en el pecador a un enemigo de Dios, Jesús opone la alegría de Dios, que prefiere la conversión del pecador, a la satisfacción de los justos estancados en sus hábitos adquiridos. Dios no espera el arrepentimiento para amar al pecador, sino que lo deja todo para ir en su búsqueda.
  • Cristo presenta la misericordia de Dios, como el esfuerzo incesante de Dios para salvar a los pecadores. Jesús mismo es, fiel al deseo del Padre y, lleva hasta las últimas consecuencias la búsqueda del pecador.
  • Los discípulos somos invitados a hacer la experiencia espiritual de la misericordia de Dios, que nos acepta tal como somos. Dios anda siempre, en nuestra búsqueda. Aquel que no se avergüenza frente a Dios de sus límites y pide ayuda como un niño, puede gozar de la gracia que el Señor quiere derramar. La misericordia es la que llama al pecador a la conversión y la que lo restaura para que pueda vivir en la libertad de los hijos de Dios.
  • El testimonio del discípulo pasa por su vida reconciliada. El signo evangelizador en una sociedad que margina, clasifica y excluye, es el ejercicio de la misericordia para con los demás, para con toda miseria humana.
  • La Iglesia, como comunidad de discípulos, tiene que mostrar en su actitud concreta, la plena acogida y búsqueda a aquellos que se sienten en inferioridad de condiciones, o cualquier tipo de marginación; la valoración que Dios tiene de cada uno y la dignidad que nos regala por pura misericordia. Todo lo que se hace por el menor, por el más pequeño, es a Cristo a quien se hace.

PARA DISCERNIR

  • ¿Qué imagen tengo del discípulo?
  • ¿Quiénes son los más importantes para mí?
  • ¿Qué actitud tengo con los errados?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Hazme pequeño como un niño, Señor

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Vuestro Padre del cielo no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños

…”Ven, Señor Jesús, busca a tu siervo; busca a tu oveja fatigada; ven, pastor… Mientras tú te retrasas por los montes, tu oveja va errante: deja, pues, a las noventa y nueve restantes, que son tuyas y ven a buscar a la única que se ha perdido. Ven sin hacerte ayudar, sin hacerte anunciar; ahora es a ti a quien espero. No cojas tu látigo, coge tu amor; ven con la suavidad de tu Espíritu. No dudes en dejar en los montes a estas noventa y nueve ovejas que ya son tuyas; sobre las cumbres en que las has puesto, los lobos no tienen acceso a ellas… Ven a mí, que me extraviado quedando lejos de los rebaños de allá arriba, porque también a mí me habías colocado con ellas, pero los lobos de la noche me han hecho abandonar tus apriscos.

¡Búscame, Señor, puesto que mi oración te busca! ¡Búscame, encuéntrame, levántame, llévame!  Al que tú buscas, puedes encontrarlo, al que encuentras, dígnate levantarlo, al que levantas, póntelo sobre tus hombros. Esta carga de tu amor, jamás te es cargosa, y sin cansarte te haces el pagador de la justicia. Ven, pues, Señor, porque es verdad que me extravío, «no he olvidado tu palabra» (Sl 118,16), y sé que seré curado. Ven, Señor, tú eres todavía el único capaz de llamar a tu oveja perdida, y a las otras que vas a dejar, no les causarás ningún dolor; también ellas estarán contentas de ver como regresa el pecador. Ven, y habrá salvación en la tierra y gozo en el cielo (Lc 15,7).

No mandes a tus pequeños servidores, no mandes mercenarios, ven tú mismo a buscar a tu oveja. Levántame en esta misma carne en que cayó Adán. Por tu gesto reconoce en mí, no al hijo de Eva sino al hijo de María, virgen pura, virgen por gracia, sin ninguna sospecha de pecado; después, llévame hasta tu cruz, ella es la salvación de los extraviados, el solo descanso de los cansados, la única vida de los que mueren”…

San Ambrosio (hacia 340-397), obispo de Milán y doctor de la Iglesia

Comentario al salmo 118, 22, 27-30; CSEL 62, 502-504 

PARA REZAR

Señor

luz para mis pobres ojos,
luz que ilumina por dentro,
luz que señala el sendero,
luz que da color a las cosas,
luz que despeja horizontes,
luz que rodea los montes,
luz que clarifica mi mente,
luz que desvanece las tinieblas,
luz que eres Dios, horno ardiente,
luz, siempre luz, plena luz.
Luz total, luz incandescente,
Luz de Luz, toda la luz.
Toda está en Ti,
envuelve en Ti, penetra en Ti,
y nos la das para que vivamos en Ella.

Carmen Cerezo

Lectura de la profecía de Ezequiel            9, 1-7; 10, 18-22

Oí al Señor llamar en voz alta: Acérquense, verdugos de la ciudad, empuñando cada uno su arma mortal.» Entonces aparecieron seis hombres por el camino de la puerta de arriba, la que da al norte, empuñando mazas. En medio de ellos, un hombre vestido de lino, con los avíos de escribano a la cintura. Al llegar, se detuvieron junto al altar de bronce.

La gloria del Dios de Israel se había levantado del querubín en que se apoyaba, yendo a ponerse en el umbral del templo.

Llamó al hombre vestido de lino, con los avíos de escribano a la cintura, y le dijo el Señor: Recorre la ciudad, atraviesa Jerusalén y marca en la frente a los que se lamentan afligidos por las abominaciones que en ella se cometen.»

A los otros les dijo en mi presencia: «Recorran la ciudad detrás de él, hiriendo sin compasión y sin piedad. A viejos, mozos y muchachas, a niños y mujeres, mátenlos, acaben con ellos; pero a ninguno de los marcados lo toquen. Empiecen por mi santuario.» Y empezaron por los ancianos que estaban frente al templo. Luego les dijo: Profanen el templo, llenando sus atrios de cadáveres, y salgan a matar por la ciudad.»

Luego la gloria del Señor salió, levantándose del umbral del templo, y se colocó sobre los querubines. Vi a los querubines levantar las alas, remontarse del suelo, sin separarse de las ruedas, y salir. Y se detuvieron junto a la puerta oriental de la casa del Señor; mientras tanto, la gloria del Dios de Israel sobresalía por encima de ellos.

Eran los seres vivientes que yo había visto debajo del Dios de Israel a orillas del río Quebar, y me di cuenta de que eran querubines. Tenían cuatro rostros y cuatro alas cada uno, y una especie de brazos humanos debajo de las alas, y su fisonomía era la de los rostros que yo había contemplado a orillas del río Quebar. Caminaban de frente.

Palabra de Dios.

SALMO          Sal 112, 1-6

R.        La gloria del Señor se eleva sobre el cielo

Alaben, siervos del Señor,

alaben el nombre del Señor.

Bendito sea el nombre del Señor,

ahora y por siempre. R.

De la salida del sol hasta su ocaso,

alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,

su gloria sobre el cielo. R.

¿Quién como el Señor, Dios nuestro,

que se eleva en su trono

y se abaja para mirar

al cielo y a la tierra? R.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Mateo   18, 15-20

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:

«Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano. Les aseguro que todo lo que aten en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo. Les aseguro, además, que si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».

Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

  • Ezequiel era un visionario y sus imágenes son brillantes y fuertes. En la  visión de hoy un personaje misterioso vestido de lino marca en la frente a los que «gimen y lloran por las abominaciones que se cometen en la ciudad», o sea, a los que han resistido a la tentación de la idolatría y son fieles a la Alianza con Dios. Los que llevan esa marca se salvan.
  • También, en la visión,  el profeta ve cómo la Gloria del Señor abandonó el umbral del templo posándose sobre los querubines y se dirige, con los deportados, hacia el Norte. Es un detalle simbólico que deja lugar a la esperanza.
  • Dios abandona el templo de Jerusalén para ir a habitar en tierra extranjera, a reunirse con los deportados a orillas del río de Babilonia. El Señor no está ligado a un santuario, ni a un lugar determinado sino que está presente en todas partes, especialmente allá donde los hombres creen en El, allá donde los hombres sufren.
  • Dios no se ha alejado de muchos judíos deportados a Babilonia, ha continuado viviendo en medio de ellos, con un culto más interior y que invita a la conversión.
  • Aparece ahora la gran promesa de un nuevo y maravilloso éxodo en el que Él mismo les arrancará el corazón de piedra y les dará un corazón de carne, con el que sean capaces de quitar todas las iniquidades y abominaciones.

***

  • El capítulo 18 de Mateo está centrado en la dinámica que debe caracterizar las relaciones de los discípulos de Jesús entre sí. Hoy, el evangelista aborda el tema del perdón.
  • La sociedad primitiva, se manifestaba violentamente contra las faltas del individuo, porque al carecer de medios para perdonarlo, sólo podía repararse la ofensa mediante un castigo ejemplar setenta y siete veces más fuerte que la misma falta.
  • La ley del talión, marca un progreso importante al tener que ser la venganza, no superior a la ofensa o daño recibido. Si bien el Levítico da un paso en este proceso, no establece la obligación del perdón. Sin embargo se pone un fuerte acento en la solidaridad que debe unir a los hermanos entre sí y deja bien en claro la prohibición de arreglar sus diferencias recurriendo a procedimientos judiciales.
  • Una de las novedades que aporta el texto es la aparición del término «hermano» para designar la relación existente entre los integrantes de la comunidad de discípulos de Jesús.
  • Al inicio se presentan tres caminos para ganar al hermano. Los dos primeros: la corrección privada y la hecha en presencia de dos o tres testigos eran procedimientos habituales entre los judíos y confirmados por los libros sagrados.
  • Las ofensas y perjuicios entre hermanos llevan a la pérdida de fraternidad y ésta no se recupera si el perjudicado, no gana al ofensor por el camino del perdón.
  • El camino de la corrección fraterna lleva al ofendido a buscar a la persona que le ha causado el problema y a tratar de hacerle ver el error. De este modo, se rompe el círculo vicioso de las ofensas mutuas porque el ofendido toma una actitud reconciliadora. Si el que ofende se niega a reconocer el error cometido, entonces se llama a dos testigos, no para recriminarle la falta, sino para ayudarlo a entrar en razón. Cuando esto no funciona, entonces, el problema pasa a manos de la comunidad. Este modo de obrar es exigente y no pocas veces ingrato e incómodo. Hay que evitar caer en la trampa de una equivocada “caridad cristiana”, que puede ser un puro escapismo, cobardía o comodidad.
  • Jesús repite a toda la comunidad lo que había dicho personalmente a Pedro: “Todo lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo, y todo lo que aten en la tierra, quedará atado en el cielo”. Así, todos los miembros de la comunidad quedan encargados de perdonar a sus hermanos. La Iglesia  tiene que ser el lugar de la misericordia.
  • Nuestras comunidades necesitan ser espacios reconciliados y reconciliadores. Comunidades abiertas al diálogo, tolerantes y comprometidas con las necesidades de quienes lo necesitan. Iglesia donde las personas que se sientan agredidas por el hermano, se adelanten a ayudar al otro a reconocer su falta.

PARA DISCERNIR

  • ¿Cuál es nuestra actitud ante nuestros amigos, compañeros y vecinos cuando se presenta un conflicto?
  • ¿Somos capaces de vivir el amor de Cristo en la vida cotidiana?
  • ¿Preferimos aislarnos en nuestro rencor o damos pasos para el perdón?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

“Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de este domingo, tomado del capítulo 18 de Mateo, presenta el tema de la corrección fraterna en la comunidad de los creyentes: es decir, cómo debo corregir a otro cristiano cuando hace algo que no está bien. Jesús nos enseña que si mi hermano cristiano comete una falta en contra de mí, me ofende, yo debo tener caridad hacia él y, ante todo, hablarle personalmente, explicándole que lo que dijo o hizo no es bueno. ¿Y si el hermano no me escucha? Jesús sugiere una intervención progresiva: primero, vuelve a hablarle con otras dos o tres personas, para que sea mayormente consciente del error que cometió; si, con todo, no acoge la exhortación, hay que decirlo a la comunidad; y si no escucha ni siquiera a la comunidad, hay que hacerle notar la fractura y la separación que él mismo ha provocado, menoscabando la comunión con los hermanos en la fe.

Las etapas de este itinerario indican el esfuerzo que el Señor pide a su comunidad para acompañar a quien se equivoca, con el fin de que no se pierda. Es necesario, ante todo, evitar el clamor de la crónica y las habladurías de la comunidad —esto es lo primero, evitar esto—. «Repréndelo estando los dos a solas» (v. 15). La actitud es de delicadeza, prudencia, humildad y atención respecto a quien ha cometido una falta, evitando que las palabras puedan herir y matar al hermano. Porque, vosotros lo sabéis, también las palabras matan. Cuando hablo mal, cuando hago una crítica injusta, cuando «le saco el cuero» a un hermano con mi lengua, esto es matar la fama del otro. También las palabras matan. Pongamos atención en esto. Al mismo tiempo, esta discreción de hablarle estando solo tiene el fin de no mortificar inútilmente al pecador. Se habla entre dos, nadie se da cuenta de ello y todo se acaba. A la luz de esta exigencia es como se comprende también la serie sucesiva de intervenciones, que prevé la participación de algunos testigos y luego nada menos que de la comunidad. El objetivo es ayudar a la persona a darse cuenta de lo que ha hecho, y que con su culpa ofendió no sólo a uno, sino a todos. Pero también de ayudarnos a nosotros a liberarnos de la ira o del resentimiento, que sólo hacen daño: esa amargura del corazón que lleva a la ira y al resentimiento y que nos conducen a insultar y agredir. Es muy feo ver salir de la boca de un cristiano un insulto o una agresión. Es feo. ¿Entendido? ¡Nada de insultos! Insultar no es cristiano. ¿Entendido? Insultar no es cristiano.

En realidad, ante Dios todos somos pecadores y necesitados de perdón. Todos. Jesús, en efecto, nos dijo que no juzguemos. La corrección fraterna es un aspecto del amor y de la comunión que deben reinar en la comunidad cristiana, es un servicio mutuo que podemos y debemos prestarnos los unos a los otros. Corregir al hermano es un servicio, y es posible y eficaz sólo si cada uno se reconoce pecador y necesitado del perdón del Señor. La conciencia misma que me hace reconocer el error del otro, antes aún me recuerda que yo mismo me equivoqué y me equivoco muchas veces.

Por ello, al inicio de cada misa, somos invitados a reconocer ante el Señor que somos pecadores, expresando con las palabras y con los gestos el sincero arrepentimiento del corazón. Y decimos: «Ten piedad de mí, Señor. Soy pecador. Confieso, Dios omnipotente, mis pecados». Y no decimos: «Señor, ten piedad de este que está a mi lado, o de esta, que son pecadores». ¡No! «¡Ten piedad de mí!». Todos somos pecadores y necesitados del perdón del Señor. Es el Espíritu Santo quien habla a nuestro espíritu y nos hace reconocer nuestras culpas a la luz de la palabra de Jesús. Es Jesús mismo que nos invita a todos a su mesa, santos y pecadores, recogiéndonos de las encrucijadas de los caminos, de las diversas situaciones de la vida (cf. Mt 22, 9-10). Y entre las condiciones que unen a los participantes en la celebración eucarística, dos son fundamentales, dos condiciones para ir bien a misa: todos somos pecadores y a todos Dios da su misericordia. Son dos condiciones que abren de par en par la puerta para entrar bien en la misa. Debemos recordar siempre esto antes de ir al hermano para la corrección fraterna”.

Papa Francisco – Ángelus – Plaza de San Pedro – Domingo 7 de septiembre de 2014

PARA REZAR

Señor Dios

ayúdanos a trabajar en comunidad.

Que cada uno aprenda a poner en común,

esa parte de verdad y de bien

que todos poseemos.

Que no haya egoísmos.

Danos valor y comprensión.

Que nunca callemos

cuando debamos hablar

y que nunca digamos

ni un sola palabra de más

cuando tenemos que callar.

Te pedimos constancia y entusiasmo,
ganas de participar y fuerzas para hacerlo.
Que nos queme el fuego del servicio,
los deseos de salir de adentro nuestro
para correr hacia Vos que estás en los otros,
en el hermano que pasa a nuestro lado.

Que sepamos servir con alegría
porque ser alegres nos llena de vida
y sabemos que a tu lado, es posible.

Amén.

Lectura del libro del Apocalipsis   11, 19a; 12, 1-6a. 10ab

Se abrió el Templo de Dios que está en el cielo y quedó a la vista el Arca de la Alianza.

Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza.

Estaba embarazada y gritaba de dolor porque iba a dar a luz.

Y apareció en el cielo otro signo: un enorme Dragón rojo como el fuego, con siete cabezas y diez cuernos, y en cada cabeza tenía una diadema. Su cola arrastraba una tercera parte de las estrellas del cielo, y las precipitó sobre la tierra. El Dragón se puso delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo en cuanto naciera.

La Mujer tuvo un hijo varón que debía regir a todas las naciones con un cetro de hierro. Pero el hijo fue elevado hasta Dios y hasta su trono, y la Mujer huyó al desierto, donde Dios le había preparado un refugio.

Y escuché una voz potente que resonó en el cielo: «Ya llegó la salvación, el poder y el Reino de nuestro Dios y la soberanía de su Mesías.»

Palabra de Dios.

SALMO          Sal 44, 10bc. 11-12. 15b-16 (R.: 10b)

R.        Es la reina, adornada con tus joyas y con oro de Ofir.

Una hija de reyes está de pie a tu derecha:

es la reina, adornada con tus joyas

y con oro de Ofir.  R.

¡Escucha, hija mía, mira y presta atención!

Olvida tu pueblo y tu casa paterna,

y el rey se prendará de tu hermosura.

El es tu señor: inclínate ante él.  R.

Las vírgenes van detrás, sus compañeras la guían,

con gozo y alegría entran al palacio real.  R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo

a los cristianos de Corinto 15, 20-27a

Hermanos:

Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos. Porque la muerte vino al mundo por medio de un hombre, y también por medio de un hombre viene la resurrección.

En efecto, así como todos mueren en Adán, así también todos revivirán en Cristo, cada uno según el orden que le corresponde: Cristo, el primero de todos, luego, aquellos que estén unidos a él en el momento de su Venida.

En seguida vendrá el fin, cuando Cristo entregue el Reino a Dios, el Padre, después de haber aniquilado todo Principado, Dominio y Poder. Porque es necesario que Cristo reine hasta que ponga a todos los enemigos debajo de sus pies. El último enemigo que será vencido es la muerte, ya que Dios todo lo sometió bajo sus pies.

Palabra de Dios.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Lucas   1, 39-56

María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó:

« ¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor.»

María dijo entonces:

«Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso he hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre.»

María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.

Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

  • La Asunción de María es un acontecimiento que nos afecta de cerca. Sobre todo hombre destinado a morir, hay una promesa de Cristo que lo abre a una futura resurrección. El misterio de la Asunción de la Virgen nos asegura que la muerte no es la última palabra.
  • Dios da señales que invitan a la esperanza: la lucha a muerte del dragón contra la mujer y su descendencia, el arca de la alianza como signo de la presencia de Dios en medio su pueblo. La mujer es la asamblea del pueblo de Dios reunida ahora y aquí, en la Eucaristía dominical. El dragón es el mal, que actúa insertándose en la historia humana, para intentar destruir la unidad y la comunión de la asamblea dominical. El poder de este mundo se opone al alumbramiento de la mujer (se opone a Cristo) y quiere destruir su fruto (los cristianos). El Cristo elevado y sentado en el Trono de Dios señala la derrota de Satanás. La Iglesia en el desierto, huye del mal y es sostenida por Dios, como Jesús. La glorificación de Cristo, una vez para siempre, es la garantía que nunca jamás, nada, impedirá que Él sea dado a luz por la asamblea eucarística dominical en el hoy, en el espacio-tiempo, hasta su venida en la plenitud de la gloria. María asunta es figura de la Iglesia, tanto la celestial como la que camina dando a luz a Cristo para el ser humano de hoy, y prefigura la victoria final de toda la Iglesia con Cristo, por Él y en Él.
  • La segunda lectura nos afirma que Cristo es el Resucitado, el vencedor de la muerte, causa de la resurrección de los muertos. Cristo ha derrotado la muerte en su propio terreno y le ha arrebatado todo su poder sobre la vida, liberando a todos los que estaban bajo su poder.
  • El evangelio se centra en el encuentro de las dos madres y de sus respectivos niños, se unen los relatos paralelos de la infancia de Juan, el último profeta y de Jesús. El Espíritu marca la continuidad del designio de Dios entre Antiguo y Nuevo Testamento. Lucas pone en boca de María este himno inspirado en el cántico de Ana y en toda la tradición bíblica que expresa la fe y la esperanza de los pobres y humildes del pueblo de Dios. Son los pobres del Señor quienes, en María y con ella, alaban a Dios por las grandes obras que ha hecho en ellos.
  • La «asunción» gloriosa de María que celebramos no se trata de ninguna elevación o traslación física, de ningún viaje sideral. No lo fue la «ascensión» de Jesús; mucho menos lo es en el caso de María. Esa asunción gloriosa significa que en María, Dios ha dignificado a todos los seres humanos, convirtiéndolos en plenos participantes de su obra salvífica. El ser humano había echado a perder los planes de Dios con opresiones, violencias y desigualdades. Dios, en Jesús, llama al mundo al nuevo orden, donde todos los seres humanos son igualmente dignos y de este modo se inaugura una nueva era de plenitud.
  • Esta fiesta nos invita a vivir en el presente el futuro prometido por Dios y adelantado en la Virgen. María vivió su existencia como una manifestación de la obra salvadora de Dios. No hubo momento de su existencia en el que el amor misericordioso del Padre no se hiciera solidaridad, misericordia y compasión con todas las personas que, como ella, vivían situaciones de pobreza y exclusión.
  • María encarnó todos aquellos valores que nos permiten comprender como el futuro de Dios se puede manifestar en las limitaciones de nuestro presente. María nos invita a vivir gozosamente la vida como un encuentro permanente con el Dios de la vida y la historia que realiza su obra redentora en las miserias de nuestro mundo y en las limitaciones de nuestra existencia.
  • La Asunción es la victoria de Dios confirmada en María y asegurada para nosotros. La Asunción es una señal y promesa de la gloria que nos espera, cuando en el fin del mundo, nuestros cuerpos resuciten y sean reunidos con nuestras almas.
  • «Hoy sube al cielo la Virgen llena de gloria, y colma de gozo a los ciudadanos celestes». « ¡Qué regalo más hermoso envía hoy nuestra tierra al cielo! Con este gesto maravilloso de amistad —que es dar y recibir— se funden lo humano y lo divino, lo terreno y lo celeste, lo humilde y lo sublime. El fruto más granado de la tierra está allí, de donde proceden los mejores regalos y los dones de más valor. Encumbrada a las alturas, la Virgen Santa prodigará sus dones a los hombres». San Bernardo.

PARA DISCERNIR

  • ¿Cómo ilumina mi fe la realidad de la muerte?
  • ¿Qué lugar le doy a la Virgen en mi esperanza?
  • La Asunción de la Virgen ¿Qué le aporta a mi experiencia de de fe?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

El Poderoso ha hecho grandes cosas en mí

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

…”El evangelio de la mañana de pascua describe la resurrección como la capacidad de ver abiertas las tumbas y de divisar la vida en el lugar de la muerte. Se trata de una experiencia tan antigua y tan profundamente arraigada en los seres humanos que, probablemente, nuestra misma conciencia, nuestra misma humanidad, nunca hubiera podido madurar y realizarse a sí misma si, al mismo tiempo, no hubiéramos desarrollado la capacidad de ver el mundo también de una manera diferente de cómo lo vemos sólo con los ojos terrenos. Si nos consideramos únicamente hijos de este mundo, estamos perdidos. Si la última palabra sobre nuestra existencia fuera que somos sólo lo que vemos, es decir, un mecanismo de breve duración, una envoltura sombría, los pocos años que estamos aquí no serían otra cosa más que un sueño fugaz, algo irreal, incomprensible, nada más que un capricho y un juego de la naturaleza.

Las primeras fórmulas interpretaron unánimemente la resurrección de Jesús como una transformación de nuestra vida ya aquí en la tierra. No es que Jesús haya fundado la fe en una prosecución de la vida o en una continuación de la existencia. Es mucho más importante el hecho de que Jesús vivió la vida contra la muerte y que no quería, ciertamente, que nosotros empezáramos a vivir sólo después de haber muerto físicamente. Las mujeres que la mañana de pascua van al sepulcro advierten la gran cantidad de energía que emana de Jesús. Jesús tuvo dentro de él este poder gracias a su confianza en la vida, hasta tal punto que la resurrección de la muerte puede empezar en este momento”…

E. Drewermann, La riqueza de la vida, Brescia pp. 268-270, passim.

PARA PROFUNDIZAR UN POCO MÁS

FUNDAMENTO DE ESTE DOGMA

El Papa Pío XII bajo la inspiración del Espíritu Santo, y después de consultar con todos los obispos de la Iglesia Católica, y de escuchar el sentir de los fieles, el primero de Noviembre de 1950, definió solemnemente con su suprema autoridad apostólica, el dogma de la Asunción de María. Este fue promulgado en la Constitución «Munificentissimus Deus»:

«Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo».

El Papa Pío XII presentó varias razones fundamentales para la definición del dogma:

1-La inmunidad de María de todo pecado: La descomposición del cuerpo es consecuencia del pecado, y como María, careció de todo pecado, entonces Ella estaba libre de la ley universal de la corrupción, pudiendo entonces, entrar prontamente, en cuerpo y alma, en la gloria del cielo.

2-Su Maternidad Divina: Como el cuerpo de Cristo se había formado del cuerpo de María, era conveniente que el cuerpo de María participara de la suerte del cuerpo de Cristo. Ella concibió a Jesús, le dio a luz, le nutrió, le cuidó, le estrechó contra su pecho. No podemos imaginar que Jesús permitiría que el cuerpo, que le dio vida, llegase a la corrupción.

3-Su Virginidad Perpetua: como su cuerpo fue preservado en integridad virginal, (toda para Jesús y siendo un tabernáculo viviente) era conveniente que después de la muerte no sufriera la corrupción.

4-Su participación en la obra redentora de Cristo: María, la Madre del Redentor, por su íntima participación en la obra redentora de su Hijo, después de consumado el curso de su vida sobre la tierra, recibió el fruto pleno de la redención, que es la glorificación del cuerpo y del alma.

PARA REZAR

Decir tu nombre, María

Decir tu nombre, María,
es decir que la Pobreza
compra los ojos de Dios.

Decir tu nombre, María,
es decir que la Promesa
sabe a leche de mujer.

Decir tu nombre, María,
es decir que nuestra carne
viste el silencio del Verbo.

Decir tu nombre, María,
es decir que el Reino viene
caminando con la Historia.

Decir tu nombre, María,
es decir junto a la Cruz
y en las llamas del Espíritu.

Decir tu nombre, María,
es decir que todo nombre
puede estar lleno de Gracia.

Decir tu nombre, María,
es decir que toda muerte
puede ser también Su Pascua.

Decir tu nombre, María,
es decirte Toda Suya,
Causa de Nuestra Alegría.

Oración

Señor Dios todopoderoso, tú que, mirando complacido la profunda humildad de la siempre Virgen María, la elevaste a la excelsa dignidad de ser madre de tu Hijo hecho hombre y, en este día, la coronaste de gloria y de honor, concédenos, por su intercesión, que ya que como María tenemos parte en tu redención, alcancemos, también como ella, la gloria del reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Lectura de la profecía de Ezequiel            16, 1-15. 60. 63

La palabra del Señor me llegó en estos términos:

Hijo de hombre, da a conocer a Jerusalén sus abominaciones. Tú dirás: Así habla el Señor a Jerusalén: Por tus orígenes y tu nacimiento, perteneces al país de Canaán; tu padre era un amorreo y tu madre una hitita. Al nacer, el día en que te dieron a luz, tu cordón umbilical no fue cortado, no fuiste lavada con agua para ser purificada, ni frotada con sal, ni envuelta en pañales. Nadie se compadeció de ti para hacerte alguna de esas cosas, sino que fuiste arrojada en pleno campo, porque dabas asco el día que naciste.

Yo pasé junto a ti, te vi revolcándote en tu propia sangre y entonces te dije: «Vive y crece como un retoño del campo.» Tú comenzaste a crecer, te desarrollaste y te hiciste mujer; se formaron tus senos y crecieron tus cabellos, pero estabas completamente desnuda. Yo pasé junto a ti y te vi. Era tu tiempo, el tiempo del amor; extendí sobre ti el borde de mi manto y cubrí tu desnudez; te hice un juramento, hice una alianza contigo -oráculo del Señor- y tú fuiste mía. Yo te lavé con agua, limpié la sangre que te cubría y te perfumé con óleo.

Te puse un vestido bordado, te calcé con zapatos de cuero fino, te ceñí con una banda de lino y te cubrí con un manto de seda. Te adorné con joyas, puse brazaletes en tus muñecas y un collar en tu cuello; coloqué un anillo en tu nariz, pendientes en tus orejas y una espléndida diadema en tu cabeza. Estabas adornada de oro y de plata, tu vestido era de lino fino, de seda y de tela bordada; te alimentabas con la mejor harina, con miel y aceite. Llegaste a ser extraordinariamente hermosa y te convertiste en una reina. Tu fama se extendió entre las naciones, porque tu belleza era perfecta gracias al esplendor con que yo te había adornado -oráculo del Señor- .

Pero tú te preciaste de tu hermosura y te aprovechaste de tu fama para prostituirte; te entregaste sin pudor a todo el que pasaba y fuiste suya.

Pero yo me acordaré de la alianza que hice contigo en los días de tu juventud y estableceré para ti una alianza eterna. Para que te acuerdes y te avergüences, y para que en tu confusión no te atrevas a abrir la boca, cuando yo te haya perdonado todo lo que has hecho -oráculo del Señor- .

Palabra de Dios.

SALMO          Is 12, 2-3. 4bcd. 5-6 (R.: 1c)

R.        Se ha apartado tu ira y me has consolado.

Este es el Dios de mi salvación:

yo tengo confianza y no temo,

porque el Señor es mi fuerza

y mi protección;

él fue mi salvación.

Ustedes sacarán agua con alegría

de las fuentes de la salvación.  R.

Den gracias al Señor, invoquen su Nombre,

anuncien entre los pueblos sus proezas,

proclamen qué sublime es su Nombre.  R.

Canten al Señor porque ha hecho algo grandioso:

¡que sea conocido en toda la tierra!

¡Aclama y grita de alegría, habitante de Sión,

porque es grande en medio de ti

el Santo de Israel!  R.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Mateo   19, 3-12

Se acercaron a él algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron: « ¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?»

El respondió: « ¿No han leído ustedes que el Creador, desde el principio, los hizo varón y mujer; y que dijo: Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido.»

Le replicaron: «Entonces, ¿por qué Moisés prescribió entregar una declaración de divorcio cuando uno se separa?»

El les dijo: «Moisés les permitió divorciarse de su mujer, debido a la dureza del corazón de ustedes, pero al principio no era así. Por lo tanto, yo les digo: El que se divorcia de su mujer, a no ser en caso de unión ilegal, y se casa con otra, comete adulterio.»

Los discípulos le dijeron: «Si esta es la situación del hombre con respecto a su mujer, no conviene casarse.» Y él les respondió: «No todos entienden este lenguaje, sino sólo aquellos a quienes se les ha concedido. En efecto, algunos no se casan, porque nacieron impotentes del seno de su madre; otros, porque fueron castrados por los hombres; y hay otros que decidieron no casarse a causa del Reino de los Cielos. ¡El que pueda entender, que entienda!»

Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

  • El capítulo 16 de Ezequiel trata realmente de una meditación del profeta sobre la historia de Jerusalén y de su misión en el establecimiento del reinado de Dios en el mundo. Jerusalén es una ciudad cananea. Pero desde su nacimiento subsiste de milagro.
  • Jerusalén ha recorrido la historia de Canaán con toda clase de dificultades. El amor de Yahvé a Jerusalén se manifiesta como una elección personal, como un don del corazón. Se trata de una comunión total, y nada, en la vida de la ciudad, es ignorado por el amor y la gracia divina.
  • Ezequiel usa una gran alegoría, mediante la imagen del matrimonio;  de una jovencita abandonada, perdida, que alguien recoge y ama. Y cuando podía esperar amor de ella, se encontró con una esposa infiel. Las relaciones con los ídolos son explicadas con la imagen de la prostitución o fornicación, en cuanto significan infidelidad hacia Dios.
  • Finalmente Ezequiel habla de la esposa perdida y hallada de nuevo, del amor cuya llama renace.
  • Es la actitud concluyente del Señor: a pesar de todo, a pesar de la infidelidad a la alianza; Dios la restablecerá por pura benevolencia y gratuidad.

***           

  • Jesús en su camino a Jerusalén, terminado ya el «discurso eclesial o comunitario», da unas recomendaciones: esta vez es la tan controvertida cuestión del divorcio.
  • La pregunta no es acerca de la licitud del divorcio, que era algo admitido. Sino sobre cuál de las dos interpretaciones de la ley era más correcta: la de algunos maestros como Hillel, que multiplicaban los motivos para que el marido pudiera pedir el divorcio, no así la mujer, o la de la escuela de Shammai, que sólo lo admitía en casos extremos, por ejemplo el adulterio.
  • En la sociedad judía de la época, los varones tenían todas las ventajas, eran los propietarios de la tierra, de los bienes y de sus esposas. Podían despedirlas cuando quisieran y, muchas veces, sin causa justa. Estas mujeres quedaban entonces en la más absoluta pobreza y corrían el peligro, si no se casaban pronto, de perder toda su dignidad.
  • Con esta realidad como contexto los fariseos se acercan de nuevo a Jesús para ponerlo a prueba en el conocimiento de la ley y obtener una declaración contra la ley de Moisés.
  • Del mismo modo que lo hace con el tema del perdón, Jesús deja aparte la casuística y reafirma la indisolubilidad del matrimonio, recordándoles el proyecto de Dios: ya no son dos, sino una sola carne: así pues, que el hombre no separe lo que Dios ha unido. Y así, negando el divorcio, Jesús restablece la dignidad de la mujer, que no puede ser tratada como un objeto o desde una perspectiva interesada.
  • Esta respuesta de Jesús da un paso más allá de la ley y rescata el valor de las personas creadas por Dios y hechas a imagen suya.
  • El hombre y la mujer se dan el uno al otro, ya no son más que una sola carne, con el mismo impulso, la misma ternura de Dios cuando se da, cuando se entrega a su criatura.
  • La reacción de los discípulos evidencia las dificultades que engendra la ley de la indisolubilidad. Jesús con su respuesta evidencia que esta indisolubilidad no se fundamenta en normas humanas; es el reflejo de un don de Dios. El hombre y la mujer se dan el uno al otro por medio de Cristo, al mismo tiempo que se dan por amor. Esto es posible y sólo tiene sentido en la fe; es imposible para el hombre y la mujer abandonados a sus propias fuerzas.
  • El matrimonio, desde la perspectiva del reino, es el rostro de Cristo que entrega su vida por la Iglesia, y esto es una gracia, un don de Dios que se da en el hombre y la mujer cuando viven entre sí el amor y el perdón que Dios es el primero en testimoniarles.
  • Los discípulos protestan contra tal rigorismo: en esas condiciones, el matrimonio no es ventajoso. Jesús ante lo que acaban de decir les quiere hacer entender que la fidelidad estable vale igualmente para los que han optado por otro camino; tal como dedicarse total y absolutamente al trabajo por el reino de Dios.
  • Jesús afirma que renunciar al matrimonio no es posi­ble para todo hombre; hace falta un don especial para ello. El celibato es un don de Dios que debe estar al servicio del Reino.
  • Los discípulos del Señor desde la vida matrimonial o desde la vida consagrada al servicio del reino, deben ser un resplandor de la fidelidad y del amor de Dios por su pueblo.

PARA DISCERNIR

  • ¿Reconocemos en el amor fiel y generoso una manifestación del amor de Dios?
  • ¿Cuál es nuestra actitud ante las pruebas por las que tiene que pasar el amor?
  • ¿Vivimos en el interior de nuestras familias los valores de la justicia y el respeto?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Tengo confianza y no temo

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

«Ya no son dos, sino una sola carne»

Señor, Dios nuestro,

creador del universo y de todo lo que vive,

tú has hecho al hombre y a la mujer a tu semejanza (Gn 1,27),

y para asociarlos a tu obra de amor,

les has dado un corazón capaz de amar.

Tú has querido que hoy, en esta iglesia,

N. y N. unan sus vidas.

Tú quieres que ahora construyan su propio hogar,

que busquen amarse cada día más

siguiendo el ejemplo de Cristo

que amó a los hombres hasta morir en una cruz.

Bendice, protege y fortifica el amor de estos nuevos esposos:

que su amor mutuo sostenga su fidelidad; 

les haga felices y les haga descubrir en Cristo

el gozo del don total a quien se ama.

Que su amor, semejante a tu amor, Señor,

sea para ellos una fuente de vida;

que les mantenga atentos a las necesidades de sus hermanos,

y que su hogar esté abierto a los otros.

Que apoyando su amor en el amor de Cristo

tomen parte activa en la construcción de un mundo más justo y fraterno

y así sean fieles a su vocación de hombres y de cristianos.

Amén.

Ritual del matrimonio: Bendición 5a

PARA REZAR

Oración del matrimonio

Señor, nuestro Dios,

te bendecimos

por tomar en tu mano

nuestro amor.

Ayúdanos a cumplir

nuestra misión,

ven a compartir

nuestra vida.

Ayúdanos

a formar a nuestros hijos, a ser testigos de tu amor,

en nuestra familia

y en la comunidad.

Danos fuerzas

en los desalientos.

comparte nuestras alegrías.

Señor, bendice nuestro amor.

Amén

Lectura de la profecía de Ezequiel            18, 1-10. 13b. 30-32

La palabra del Señor me llegó en estos términos: ¿Por qué andan repitiendo este refrán en la tierra de Israel: «Los padres comieron uva verde, y los hijos sufren la dentera»?

Juro por mi vida -oráculo del Señor- que ustedes nunca más dirán este refrán en Israel. Porque todas las vidas me pertenecen, tanto la del padre como la del hijo: la persona que peca, esa morirá.

Si un hombre es justo y practica el derecho y la justicia; si no participa de las comidas sagradas en las montañas y no levanta sus ojos hacia los ídolos de la casa de Israel; si no deshonra a la mujer de su prójimo y no se acerca a una mujer en los días de su menstruación; si no oprime a nadie, si devuelve la prenda al deudor y no quita nada por la fuerza; si da su pan al hambriento y viste al desnudo; si no presta con usura ni cobra intereses; si aparta su mano de la injusticia y juzga imparcialmente en los litigios; si camina según mis preceptos y observa mis leyes, obrando con fidelidad, ese hombre es justo y seguramente vivirá -oráculo del Señor- .

Pero si engendra un hijo ladrón y sanguinario, que hace alguna de esas cosas, este hijo no vivirá. A causa de todas las abominaciones que cometió, morirá irremediablemente, y su sangre recaerá sobre él.

Por eso, casa de Israel, yo los juzgaré a cada uno de ustedes según su conducta -oráculo del Señor- . Conviértanse y apártense de todas sus rebeldías, de manera que nada los haga caer en el pecado. Arrojen lejos de ustedes todas las rebeldías que han cometido contra mí y háganse un corazón nuevo y un espíritu nuevo.

¿Por qué quieres morir, casa de Israel? Yo no deseo la muerte de nadie -oráculo del Señor- . Conviértanse, entonces, y vivirán.

Palabra de Dios.

SALMO          Sal 50, 12-15. 18-19

R.        Crea en mí, Dios mío, un corazón puro.

Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,

y renueva la firmeza de mi espíritu.

No me arrojes lejos de tu presencia

ni retires de mí tu santo espíritu.  R.

Devuélveme la alegría de tu salvación,

que tu espíritu generoso me sostenga:

yo enseñaré tu camino a los impíos

y los pecadores volverán a ti.  R.

Los sacrificios no te satisfacen;

si ofrezco un holocausto, no lo aceptas:

mi sacrificio es un espíritu contrito,

tú no desprecias el corazón contrito y humillado.  R.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Mateo   19, 13-15

Trajeron entonces a unos niños para que les impusiera las manos y orara sobre ellos. Los discípulos los reprendieron, pero Jesús les dijo: «Dejen a los niños, y no les impidan que vengan a mí, porque el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos.»

Y después de haberles impuesto las manos, se fue de allí.

Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

  • En el pueblo de Israel y todos los de su entorno, se tenía un fuerte sentido de la solidaridad: las faltas del ambiente son también mías y cada una de ellas, acrecienta el mal del conjunto. A veces, los profetas se encargaron de poner de relieve esta corresponsabilidad comunitaria. Pero esta vez Ezequiel presenta la libertad de cada uno ante Dios y sus hermanos.
  • El proverbio de los israelitas: «los padres comieron agraces y los hijos tuvieron dentera» indicaba que eran los padres quienes habían pecado, y sus hijos, sufrían las consecuencias; los padres no sufrieron el castigo y los hijos sí, sin tener culpa alguna. La culpa de las generaciones anteriores sería la explicación de que tuvieran que estar sufriendo la burla del destierro, por lo tanto, ya de nada valía convertirse.
  • Pero el profeta les recuerda que cada uno es responsable de sus actos y que no vale refugiarse en un falso sentido de culpa colectiva.
  • Ezequiel los pone ante otro planteo: si todos fallan, y tú no, quedarás a salvo y  el pecado de los demás no caerá sobre ti. Si los demás son buenos, pero tú has decidido hacer el mal, no te servirá de nada la bondad de tu familia o de tu comunidad: tendrás que responder de tus actos.
  • Ante Dios no sólo no cuentan los pecados de los demás, sino que ni siquiera los personales ya pasados, de los cuales no lleva cuenta. Dios exige nuestra voluntad, nuestra acción decidida en favor de los demás en cada momento, continuamente, sin que importe el pasado y sin ponerlo como excusa.
  • Y lo que vale para los pecadores vale también para el justo: no se puede confiar en obras anteriores, sino que hay que seguir haciéndolas ahora.

***           

  • Al subir a Jerusalén, Jesús se detendrá varias veces a lo largo del camino para acercarse con preferencia a los más débiles y marginados de la sociedad: los enfermos, los «pecadores». Lo doloroso de su camino hacia Jerusalén por las consecuencias, no lo alejan de su ministerio compasivo con los más pobres, los más pequeños y los enfermos.
  • En la mentalidad judía, aun siendo el niño una bendición, se le consideraba oficialmente como un ser insignificante que no adquiere total importancia hasta su entrada adulta en la sinagoga, a los doce años.
  • Era común en la época, el rito de la imposición de manos y la bendición de los niños. Lo hacían los padres y también se pedía la bendición de los rabinos importantes.
  • Seguramente muchas madres se acercaban a Jesús con los niños, para que los bendijera, teniendo en cuenta la fama que había adquirido con su enseñanza y los milagros que realizaba.
  • Los apóstoles se impacientan con los niños que le traen a Jesús para que los bendiga. Jesús no sólo se detiene y reprende a los discípulos, sino que hace de su gesto una enseñanza. «Dejen que los niños vengan a mí», no es sólo una invitación a hacerse como niños, sino una declaración y una verdadera promesa hecha a todos los que son como ellos, que son parte del Reino.
  • El Reino, que no es un logro del hombre, es dado gratuitamente por Dios; Jesús bendice a los niños y los propone como modelo de todos los que quieran caminar hacia el Reino y quieran recibirlo. De nuevo se presenta la infancia como signo y figura del buen discípulo. Hacerse como niños no es un camino de infantilización, sino tener la capacidad de asumir desde la madurez de la fe, la novedad de los valores de la Buena Nueva del Evangelio, confiados en la ayuda y presencia permanente del Señor.
  • El discípulo sólo puede perseverar en el amor, la pobreza radical, el perdón absoluto de las ofensas, si su corazón permanece tan disponible a la gracia como el de los niños.
  • Jesús alaba de los niños su pequeñez, su incapacidad de ascender por el camino del Evangelio con sus solas fuerzas. Así como en los brazos de los adultos, los niños alcanzan lo que por sí mismos no pueden; para vivir el Reino no hay más recurso que dejarse llevar por Dios. Jesús propone al niño como modelo porque es la imagen de la apertura a la gracia.

PARA DISCERNIR

  • ¿Nos dejamos sorprender por la novedad del Evangelio?
  • ¿Nos abandonamos confiados en las manos del Padre?
  • ¿Valoro la propuesta de tener corazón de niño?

Repitamos a lo largo de este día

Crea en mí, oh Dios, un corazón puro, un corazón de niño

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

De las cartas de Santa Teresita del Niño Jesús

Cta. 36

…”Yo soy la pelotita del Niño Jesús; si Él quiere romper su juguete, es muy dueño de hacerlo. Sí, acepto todo lo que él quiera”…

Cta. 49

…“Tú que eres un águila llamada a cernirte en las alturas y a clavar tu mirada fijamente en el sol, reza por esta cañita tan débil que está en el fondo del valle; el menor soplo la hace doblarse.

Pide que tu hijita sea siempre un granito de arena muy oscuro y muy escondido a los ojos de todos, que sólo Jesús pueda verlo. Que se haga cada vez más pequeño, que se vea reducido a nada”…

PARA REZAR

Mi pequeñez

Tú que mi pequeñez miras piadoso
y no desdeñas descender a mí
entra en mi corazón ¡Rey del sagrario!
ya lo ves palpitar… solo por ti.
Y luego nada más seré dichosa
si me dejas, mi Bien, morir de amor…
Mira ¡oh Jesús! El grito de mi alma
¡Reina en mi corazón!

Pues mi gran pequeñez Tú no desdeñas
ya que no temes descender a mí
aprenda el amor que Tú me enseñas
reciba yo esa gran virtud de Ti.
Mi pecho lleno de candor divino
¡Oh sacramento! clamará favor
puesto que eres mi vida y mi destino
¡Guarda mi amor!

Santa Teresita