TIEMPO DE ADVIENTO – CICLO C
TIEMPO DE ADVIENTO – CICLO C
DOMINGO I
Levanten la cabeza, está por llegar la liberación
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Jeremías 33, 14-16
Llegarán los días, oráculo del Señor, en que yo cumpliré la promesa que pronuncié acerca de la casa de Israel y la casa de Judá:
En aquellos días y en aquel tiempo, haré brotar para David un germen justo, y él practicará la justicia y el derecho en el país.
En aquellos días, estará a salvo Judá y Jerusalén habitará segura. Y la llamarán así: «El Señor es nuestra justicia.»
Palabra de Dios.
SALMO Sal 24, 4-5a 8-9. 10 y 14 (R.: 1b)
R. A ti, Señor, elevo mi alma.
Muéstrame, Señor, tus caminos,
enséñame tus senderos.
Guíame por el camino de tu fidelidad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador.
El Señor es bondadoso y recto:
por eso muestra el camino a los extraviados;
él guía a los humildes para que obren rectamente
y enseña su camino a los pobres.
Todos los senderos del Señor son amor y fidelidad,
para los que observan los preceptos de su alianza.
El Señor da su amistad a los que lo temen
y les hace conocer su alianza.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Tesalónica. 3, 12-4, 2
Hermanos:
Que el Señor los haga crecer cada vez más en el amor mutuo y hacia todos los demás, semejante al que nosotros tenemos por ustedes. Que él fortalezca sus corazones en la santidad y los haga irreprochables delante de Dios, nuestro Padre, el Día de la Venida del Señor Jesús con todos sus santos.
Por lo demás, hermanos, les rogamos y les exhortamos en el Señor Jesús, que vivan conforme a lo que han aprendido de nosotros sobre la manera de comportarse para agradar a Dios. De hecho, ustedes ya viven así: hagan mayores progresos todavía. Ya conocen las instrucciones que les he dado en nombre del Señor Jesús.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 21, 25-28. 34-36
Jesús dijo a sus discípulos:
«Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas. Los hombres desfallecerán de miedo por lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán. Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria.
Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación.»
Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra.
Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre.»
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
- La lectura del libro de Jeremías nos ubica ante un pueblo que está desolado por la destrucción de Jerusalén y empieza a tomar conciencia de su situación. Jeremías dirige su palabra profética y les dice que Dios no los ha abandonado, que hará regresar a los cautivos y los perdonará, se construirán de nuevo las ciudades, los campos volverán a granar y los ganados a pastar. El signo será que el Señor hará brotar un rey justo que restaurará al pueblo de Israel, el cual será llamado «Dios es nuestra justicia».
***
- El salmo responsorial expresa que esa esperanza que leemos en la primera lectura, no quedará defraudada, pues quien espera y es fiel al Señor siempre es colmado en su espera. Dios siempre cumple su palabra.
***
- Pablo exhorta a los Tesalonicenses a mantenerse fieles a Jesús y prepararse para esa segunda venida rebosando en el amor mutuo y siendo «santos» ante Dios. Jesús vino con humildad, como un pobre de Nazaret: fue obediente al Padre hasta la muerte y por esa obediencia está resucitado y al final de los tiempos regresará a manifestar su gloria.
***
- Lucas alude en el evangelio a la venida y salvación definitivas al final de los tiempos, ese tiempo final se ha inaugurado ya con la presencia de Jesús. Es un todo unido: la venida de Jesús en un momento histórico, la venida por la fe en cada momento existencial, la Navidad que se acerca y la venida final.
- Adviento y Navidad son la noticia que Dios viene nuevamente a nuestra historia personal o comunitaria por más pobre que sea, porque quiere renovarnos y liberarnos. La salvación de Dios en Cristo Jesús es esperanza. Aunque la sociedad, nuestra comunidad o la iglesia parezca un tronco seco: Dios nos asegura que todavía tiene vida. En la angustia del destierro Dios nos anuncia la alegría de la liberación.
- Todo lo viejo y decepcionante que hay en nosotros o en el mundo o en la Iglesia, todo lo que hay de cansancio y desilusión, de hastío pasa a un segundo plano por esta invitación a levantar la cabeza, porque ese Dios que en Cristo se acercó a nosotros y que vendrá también al final de los tiempos, es por siempre Emmanuel: el Dios con nosotros.
- Detrás de las imágenes apocalípticas, el evangelio de hoy entronca el gran desafío para todo hombre: animarse a ponerse de pie, a levantar la cabeza. Por más difícil y contradictoria que se presente la existencia, aunque esté marcada tantas veces por la angustia y por el miedo, todavía hay lugar para la esperanza de nuestra liberación.
- Una liberación que es nacimiento dentro de uno mismo del Hijo del Hombre, el Cristo hecho carne en nuestra propia carne. El nacimiento del Hijo del Hombre se hace en el Belén de nuestra vida: allí donde cada uno va construyendo la vida como puede y con lo que tiene; con ilusiones que se desvanecen, con logros que animan a seguir andando, luchando entre el pesimismo y el miedo, provocados por el día que viene a seguir apostando a la esperanza, hacia arriba, hacia adelante.
- Navidad es algo más que la historia de un nacimiento hace más de dos mil años; algo más que un recuerdo sentimental. Es dejar que todo el poder y la fuerza de Dios escondidos dentro de cada uno brote con fuerza para hacer de nosotros un espacio fecundo de vida nueva.
- En esta lucha, sólo una constante vigilancia impedirá que la muerte, bajo sus diversas máscaras, ahogue el nacimiento de este Hijo del Hombre que no proviene de la sangre ni de la carne sino de la fuerza de Dios, que ya está obrando en el aquí y ahora cuando nos decidimos a vivir en la esperanza.
- Esperanza cristiana que no es un quietismo piadoso, sino actividad incesante, como lo es la vida del hombre que está despierto. No vive la esperanza el hombre que dice esperar algo mejor y no pone su esfuerzo para lograrlo. Lo que esperamos es lo que tenemos que ir haciendo, porque esperar que el mundo cambie por sí solo no es cristiano.
- El Señor nos pide que “levantemos la cabeza” y tengamos en cuenta que el “fin de un mundo” es la preparación de la venida de una nueva historia que con la fuerza de su presencia construiremos entre todos.
PARA DISCERNIR
- ¿Tenemos claro cuál es el camino que nos conduce al Señor, a la Navidad?
- ¿Estamos atentos a las señales que el Señor y los acontecimientos nos presentan?
- ¿Nos damos cuenta de que nuestra vida está en constante transformación? ¿Hacia dónde levantamos nuestras cabezas?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Levantemos nuestra cabezas…se acerca la liberación
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Llamados al Reino de los cielos
Si aquí abajo un rey llama hombres a la gloria, al éxito, a la riqueza, al lujo y al gozo, los vemos lanzarse hacia todo eso con diligencia, celo, alegría. A nosotros, es el Dios y rey del universo que nos llama. Y no nos llama a esos bienes corruptibles que acabamos de evocar, sino al Reino de los cielos, a una luz que no conoce eclipse, una vida sin fin, una inefable bienaventuranza, a la adopción filial y la herencia de bienes eternos. Entonces, con mucho más celo, alegría e insaciable ardor, debemos cada día y a toda hora, correr, luchar y ser diligentes. Ni tribulación, ni angustia, hambre, sed, peligro, espada o muerte (Rom 8,35.38), nada debe inspirarnos temor o hacernos retroceder. Al contrario, con coraje, vigor y fuerza de alma debemos seguir hasta el final la vía ascética y soportar todo como ligero y fácil, en vista de la espera que nos es propuesta y de nuestra bienaventurada esperanza (cf. Rom 8,19). (…)
Hijos muy queridos, también ustedes fortifíquense con el vigor de su fuerza (cf. Ef 6,10). A sus luchas y primeras pruebas, agreguen las presentes y las a venir, teniendo por alegría perfecta (cf. Sant 1,2) el ser considerados dignos de sufrir voluntariamente todo esto por Cristo Salvador (cf. Flp 1,29), siendo los imitadores de sus sufrimientos. Para los que lo comprendan, ¡solo esto constituye la más grande recompensa! (…) Queremos reanimar nuestro ardor y el de todos, despertarnos, ponernos de pie, renovar nuestra diligencia para llegar a cumplir los servicios que son pedidos a cada uno y realizarlos sin negligencia. En Cristo Jesús nuestro Señor, al que pertenecen la gloria y el poder, con el Padre y el Espíritu Santo, ahora y por los siglos de los siglos. Amén.
San Teodoro el Estudita (759-826) – monje en Constantinopla – Catequesis 83
PARA REZAR
Levántense y alcen la cabeza
Un nuevo adviento llama a nuestra puerta,
un adviento que es portada
de un año surcado de recuerdos.
Adviento de un hombre que busca;
que ha desencantado muchas cosas,
pero que se siente internamente vacío;
que ha anunciado la muerte de Dios,
para crear nuevos dioses de mentira;
que se embota con objetos de oropel
y ha perdido el sabor de lo sencillo…
Adviento de un Dios que nos busca
y sale siempre a nuestro encuentro;
que sigue creyendo en los hombres
a pesar de nuestros olvidos y rechazos;
que hace nacer nuevas esperanzas
de nuestras cenizas y desilusiones;
que siempre empuja a los hombres
a crear justicia y derecho en la tierra.
En un nuevo adviento más,
cargado de recuerdos y memorias,
Dios llama a nuestro corazón:
Levántense y alcen la cabeza;
no busquen mares desconocidos;
miren en su interior;
allí hay una riqueza mayor
que la que cargaban las naves de Indias.
«Estén siempre despiertos»;
porque hay una brújula y una estela
que lleva a puertos de esperanza
a pesar de nuestras quiebras y naufragios.
«Se acerca su liberación»:
no buscada con espadas y corazas,
sino con una cruz salvadora
que hermana a hombres de toda raza.
Adviento que nos dice quedamente:
« Levántense y alcen la cabeza»,
Dios sigue creyendo en el hombre;
el hombre puede navegar hacia Dios.
Endereza tu rumbo.
Alza la cabeza…
Alza el corazón…
Javier Gafo
Señor no soy digno
Lectura del libro del profeta Isaías 2, 1-5
Palabra que Isaías, hijo de Amós, recibió en una visión, acerca de Judá y de Jerusalén:
Sucederá al fin de los tiempos que la montaña de la Casa del Señor será afianzada sobre la cumbre de las montañas y se elevará por encima de las colinas. Todas las naciones afluirán hacia ella y acudirán pueblos numerosos, que dirán:
«Vengan, subamos a la montaña del Señor, a la Casa del Dios de Jacob! El nos instruirá en sus caminos y caminaremos por sus sendas. Porque de Sión saldrá la Ley, y de Jerusalén, la palabra del Señor.
El será juez entre las naciones y árbitro de pueblos numerosos. Con sus espadas forjarán arados y podaderas con sus lanzas. No levantará la espada una nación contra otra ni se adiestrarán más para la guerra. Ven, casa de Jacob, y caminemos a la luz del Señor!
Palabra de Dios.
SALMO Sal 121, 1-2. 4-5. 6-7. 8-9 (R.: cf. 1)
R. Vamos con alegría a la Casa del Señor.
Qué alegría cuando me dijeron:
«¡Vamos a la Casa del Señor»!
Nuestros pies ya están pisando
tus umbrales, Jerusalén. R.
Allí suben las tribus,
las tribus del Señor
-según es norma en Israel-
para celebrar el nombre del Señor.
Porque allí está el trono de la justicia,
el trono de la casa de David. R.
Auguren la paz a Jerusalén:
¡haya paz en tus muros
y seguridad en tus palacios!» R.
Por amor a mis hermanos y amigos,
diré: «La paz esté contigo.»
Por amor a la Casa del Señor, nuestro Dios,
buscaré tu felicidad. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 8, 5-11
Al entrar en Cafarnaún, se le acercó un centurión, rogándole: «Señor, mi sirviente está en casa enfermo de parálisis y sufre terriblemente.» Jesús le dijo: «Yo mismo iré a curarlo.»
Pero el centurión respondió: «Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. Porque cuando yo, que no soy más que un oficial subalterno, digo a uno de los soldados que están a mis órdenes: «Ve», él va, y a otro: «Ven», él viene; y cuando digo a mi sirviente: «Tienes que hacer esto», él lo hace.»
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: «Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe. Por eso les digo que muchos vendrán de Oriente y de Occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob, en el Reino de los Cielos.»
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
- La primera semana de Adviento nos ofrece unas lecturas de Isaías, profeta de la esperanza, en medio de una historia atormentada del pueblo de Israel con la amenaza asiria, ocho siglos antes de Cristo.
- Sus pasajes serán anuncios de esperanza, de salvación, de futuro más optimista para el resto de Israel, para los demás pueblos, e incluso para todo el cosmos.
- El profeta, que ve la historia desde los ojos de Dios, anuncia la luz y la salvación para todos los pueblos.
- Jerusalén será como el faro situado en una montaña alta, para que todos lo vean desde lejos, e ilumine a todos los pueblos. Dios quiere enseñar desde aquí sus caminos. La palabra salvadora brotará de Jerusalén.
- Tanto judíos como paganos «caminarán a la luz del Señor» y formarán un solo pueblo.
- Habrá paz cuando suceda; y lo dice con comparaciones que el hombre de campo entiende bien: de las espadas se forjarán arados, de las lanzas, podaderas, nadie levantará la espada contra nadie.
- La lectura de hoy nos presenta la imagen del monte del Señor, la montaña santa que Dios se eligió en la tierra de Judá, sobre la cual se alza hasta el día de hoy Jerusalén, y se alzaba hasta hace unos 2000 años el templo de los judíos. Isaías vaticina un destino glorioso para Sión, el de convertirse en el centro del mundo y de la historia, de donde fluya sobre el mundo la Palabra y la ley justa y liberadora del Señor. Anuncia además una era de paz universal expresada con las imágenes de las espadas convertidas en arados y las lanzas en podaderas.
***
- El Evangelio nos cuenta la curación del criado de un centurión, un pagano, oficial del ejército romano que ocupaba y oprimía el territorio de Israel, una persona que no pertenecía a la comunidad judía; lo que nos hace pensar en este sueño de Dios: “que todo hombre se salve”. Sueño que exige una respuesta radical desde la fe.
- El hombre que se dirige a Jesús es alguien que pertenecía a la estructura de poder y de dominio; pero que muestra unas cualidades humanas admirables y especialmente una fe que merece el elogio de Jesús. El Señor viene para invitar a todos los seres humanos, de cualquier clase y condición, a asumir el camino de salvación que es la realización en el hoy y el aquí de su Reinado.
- Cada milagro que Jesús hace es un signo eficaz de que Dios está irrumpiendo en el mundo. El Mesías que invocamos es el de los pobres y de la paz; Mesías para el hombre que ha experimentado como este centurión romano la precariedad del orgullo y de la suficiencia. La única exigencia para vivir la salvación que trae es la fe; la respuesta llena de esperanza y entusiasmo para recibir la oferta salvadora de Jesús.
- El adviento es un tiempo de fe, de adhesión incondicional a la palabra viva de Jesús, de humilde expectativa de su venida a nosotros, sabiendo que para nada somos dignos de su visita.
- Un tiempo de oración intensa y confiada como la del centurión, pidiendo a Cristo que venga a curar la enfermedad que nos impide ponernos a servir a los hermanos.
PARA DISCERNIR
- ¿Qué Mesías espero?
- ¿Dónde se apoyan mis esperanzas?
- ¿Quiero soñar junto con Dios?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Creo en Ti, Señor
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
“Cuando el Hijo vino a los suyos, éstos no le recibieron. El «patriotismo» del pueblo elegido debería consistir en la fe en Dios y su Palabra, y, por lo tanto, en su nueva Palabra. Pero el Verbo encarnado no encontró esa fe. Aquel pueblo había regulado, desde hacía mucho, su propia relación con Dios, pensando que no había que cambiar nada. Le parecía que su alianza con Dios era una razón para no dejarle acercarse más, y que su obediencia de antaño le dispensaba ahora de escucharle más de cerca lo que Dios quería decirle.
El Hijo no encontró ya fe en el pueblo que creía en el Padre, porque era ya demasiado «creyente». Sin embargo, encontró esta fe en un centurión de los ejércitos paganos que ocupaban el país. El que todo lo sabe desde siempre se admiró. Durante toda su vida esta admiración permaneció en el corazón del Hijo del hombre y también la conmoción respecto a muchos que parecen estar fuera y están dentro, y otros que, nacidos ciudadanos del Reino, serán arrojados a las tinieblas exteriores. Y es que la fe sin condiciones con frecuencia brota más fácilmente del corazón de los «no creyentes» que del corazón de aquellos creyentes ortodoxos de toda la vida, y el cielo encuentra la penitencia sincera más en los pecadores que en los que piensan que no necesitan penitencia.”
K. Rahner, La fe que la tierra ama, Friburgo 51971
PARA REZAR
Señor, yo te bendigo
Señor, yo te bendigo, porque me diste
un corazón sensible y un espíritu triste,
porque me estás haciendo amar el bien y la belleza
y siento que tu mano se posa en mi cabeza.
Señor, yo te bendigo porque en mis horas
angustiadas y algunas veces doloridas,
en oraciones florecerán mis heridas
y en ternura la soledad de mis auroras.
Porque es tan bello sentir el alma llena
de una enorme piedad por cada pena,
y olvidarse un instante de sí mismo,
y dar a los demás lo que nos queda,
de esperanza, de amor y de optimismo.
Eloy Rodríguez Castañeda
Felices los ojos que ven lo que ustedes ven
Lectura del libro del profeta Isaías 11, 1-10
En aquel día, saldrá una rama del tronco de Jesé y un retoño brotará de sus raíces. Sobre él reposará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor del Señor -y lo inspirará el temor del Señor- .
El no juzgará según las apariencias ni decidirá por lo que oiga decir: juzgará con justicia a los débiles y decidirá con rectitud para los pobres del país; herirá al violento con la vara de su boca y con el soplo de sus labios hará morir al malvado. La justicia ceñirá su cintura y la fidelidad ceñirá sus caderas.
El lobo habitará con el cordero y el leopardo se recostará junto al cabrito; el ternero y el cachorro de león pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá; la vaca y la osa vivirán en compañía, sus crías se recostarán juntas, y el león comerá paja lo mismo que el buey.
El niño de pecho jugará sobre el agujero de la cobra, y en la cueva de la víbora, meterá la mano el niño apenas destetado. No se hará daño ni estragos en toda mi Montaña santa, porque el conocimiento del Señor llenará la tierra como las aguas cubren el mar.
Aquel día, la raíz de Jesé se erigirá como emblema para los pueblos: las naciones la buscarán y la gloria será su morada.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 71, 1-2. 7-8. 12-13. 17 (R.: cf. 7)
R. Que en sus días florezca la justicia y abunde la paz eternamente.
Concede, Señor, tu justicia al rey
y tu rectitud al descendiente de reyes,
para que gobierne a tu pueblo con justicia
y a tus pobres con rectitud. R.
Que en sus días florezca la justicia
y abunde la paz, mientras dure la luna;
que domine de un mar hasta el otro,
y desde el Río hasta los confines de la tierra. R.
Porque él librará al pobre que suplica
y al humilde que está desamparado.
Tendrá compasión del débil y del pobre,
y salvará la vida de los indigentes. R.
Que perdure su nombre para siempre
y su linaje permanezca como el sol;
Que él sea la bendición de todos los pueblos
y todas las naciones lo proclamen feliz. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 10, 21-24
En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo:
«Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.» Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos:
« ¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven! ¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!»
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
- La paz es uno de los bienes más grandes, constantemente implorados en el Antiguo Testamento. La verdadera paz llegará a la tierra recién con la venida del Mesías. Isaías, un profeta de la corte y amante de la dinastía davídica, esperaba al rey Mesías del linaje de David. Y esperaba que el reinado de este descendiente sea en verdad un reinado de fidelidad a la Ley de Dios.
- La imagen del tronco y del renuevo le sirve a Isaías, para anunciar que, a pesar de que el pueblo de Israel parece un tronco seco y sin futuro, Dios le va a infundir vida y de él va a brotar un retoño que traerá a todos la salvación.
- Jesé era el padre del rey David. Por tanto el «tronco de Jesé» hace referencia a la familia y descendencia de David, que será la que va a alegrarse de este nuevo brote. La «raíz de Jesé» se erguirá como enseña y bandera para todos los pueblos.
- Esta página del profeta fue siempre interpretada como un anuncio de los planes salvadores de Dios para los tiempos mesiánicos aunque la profecía no se dispara hacia un «más allá» celestial. El profeta espera que en verdad un rey reine de esta manera.
- Y el modo de reinar y de impartir la justicia ha de ser a favor de los pobres.
- El Espíritu de Dios reposará sobre el Mesías y lo colmará de sus dones. Por eso su juicio será siempre justo, doblegará a los violentos y en su tiempo reinará la paz.
- La salvación que Jesús viene a traer recuperará el orden querido por Dios en la creación, en donde ni los animales, ni los hombres se causarán daño entre sí. Esa paz será garantizada por la experiencia de Dios y por la justicia con los pobres.
***
- Jesús se estremece de júbilo en el Espíritu por lo que ha sido revelado a los pobres y sencillos. Y lo hace utilizando una fórmula de bendición que es familiar a los judíos. A lo largo del día los judíos piadosos eran invitados a dar gracias a Dios por todo diciéndole: » Bendito Tú eres por…» Este es un tipo de plegaria que Jesús hacía a menudo.
- En este momento su acción de gracias surge de la contemplación del trabajo que el Padre está haciendo en el corazón de los hombres. En una sociedad, hija del poder y de la sabiduría de los grandes, no era normal que los sencillos, los ignorantes, los sin poder, los que experimentaban todo tipo de pobreza, tuvieran una participación activa. Los fuertes y poderosos les quitaban todo protagonismo, los anulaban y los convertían en vasallos pasivos. Era peligroso que los pobres y sencillos tuvieran iniciativa o participación en las decisiones, porque eso se traduciría, tarde o temprano, en conciencia crítica, en autonomía, en rebelión, en búsqueda de justicia.
- Por eso, cuando Jesús ve actuar a los que hasta ese momento habían sido dejados de lado, su corazón rompe en alegría incontenible. Si a partir de la aceptación de la Palabra de vida, el miedo de los excluidos se transforma en valentía, la exclusión en inclusión, la marginación en participación activa, hay esperanzas de un mundo nuevo.
- Jesús en su modo de anunciar el Reino abrió un camino nuevo para el conocimiento de Dios. Ya no será por los caminos de la ciencia o de la sabiduría humana, sino por los caminos de la sencillez y la humildad que podremos abrirnos al don de Dios y alegrarnos de su salvación. El conocimiento de Dios pasará por una práctica de la justicia, según el Evangelio, que lleva a una existencia más solidaria, fraterna, de entrega, comunicación, comunión con otros, y destronamiento de toda clase de egoísmos que dominen al hombre y la creación.
- Esta nueva sabiduría que viene de un corazón pobre, acepta que la acción de Dios está mediada por la vida e historia de una persona concreta que es Jesús, el que venía de Galilea y murió en Jerusalén. «Nadie sabe quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre sino el Hijo».
- Conocimiento del Padre por la familiaridad y el amor. La verdadera felicidad del discípulo será participar en esta familiaridad que lo hace vivir con gozo y certeza la presencia de la salvación. Y esta es la esperanza. Para vivirla se necesita pequeñez y pobreza. Dejar que el espíritu se pose en nosotros para ser contados entre aquellos que son dichosos por ver lo que ven. Comienza así el tiempo tan esperado de la paz verdadera.
- Celebrar el Adviento no es otra cosa que dejarnos modelar interiormente por la presencia del Espíritu, crear espacio en nuestra vida para que podamos recibir sus dones de sabiduría, de discernimiento y fortaleza… todos ellos necesarios para descubrir los senderos por donde Él quiere que camine nuestra Iglesia en este tiempo.
PARA DISCERNIR
- ¿Siento que Jesús alaba a Dios por mi fe?
- ¿Conozco a Dios por el amor?
- ¿Experimento la felicidad de la fe?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Hazme sencillo, alegre, y agradecido Señor
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
…”No nos lamentemos demasiado fácilmente de la falta de tiempo para leer y no la hagamos responsable de un estado espiritual imputable con frecuencia a nuestra falta de decisión (la decisión de llevar las cosas a la práctica). Volvamos asiduamente al evangelio, a cualquier libro sólido, y tratemos de asimilarlo para vivirlo. No dejemos que se vaya agrandando la fisura entre verdad buscada y meditada y el llevar a la práctica sus exigencias. Es preciso exponer nuestra vida a la luz del Espíritu de Jesús, esforzándonos por practicar el sermón de la montaña, el discurso de la última Cena, el Vía Crucis, las parábolas de la oración y de la fe, y sobre todo el mandamiento del amor: ahí encontraremos la verdadera ciencia de Cristo, la que poseían los apóstoles.
Cualquier momento del día se nos brinda como algo único e irrepetible; por eso, los que no se han abandonado suficientemente al Espíritu y dependen de modo muy rígido de un ideal moral especulativo, no llegan a la santidad perfecta, viva, en consonancia con las exigencias de la vida. Su santidad es artificial, rígida, careciendo del impulso y espontaneidad del amor; son incapaces de un acto de locura en la pobreza, en el amor al prójimo; no viven el Evangelio del Salvador (…). La lectura de una biografía o de los escritos de los santos, con frecuencia es más eficaz para una auténtica vida espiritual que la lectura de libros doctrinales. Velad constantemente por mantener un gran equilibrio en vuestra vida, para conservarla siempre en la sencillez del momento presente y para llevar a la práctica el Evangelio”…
R. Voillaume, Turín s.f.
PARA REZAR
Derrama
Ven Señor Jesús, renuevo de Jesé,
derrama en nosotros el espíritu que nos guíe
para buscar la sabiduría que nos ayude a vivir bien
y lograr la felicidad que no pasa.
Ven Señor Jesús y derrama sobre nosotros tu espíritu
para que podamos comprender nuestra historia
como plan de Dios Padre.
Ven Señor Jesús y derrama el espíritu de consejo y valentía
para poder decidir la vida en cada acontecimiento.
Ven Señor Jesús y derrama en nosotros el espíritu de conocimiento
para sentirte cercano y conocer los secretos de tu corazón.
Ven Señor Jesús y derrama sobre nosotros el espíritu de temor del Señor
para que el centro de nuestros pensamientos,
deseos y proyectos sea la voluntad del Padre.
Ven Señor Jesús y derrama sobre nosotros el espíritu
con el que revelas el rostro del Padre a los pequeños y a los pobres
y que sintamos el gozo de haber sido elegidos para ser de los tuyos.
Todos comieron hasta saciarse
Lectura del libro del profeta Isaías 25, 6-10a
En aquel día:
El Señor de los ejércitos ofrecerá a todos los pueblos sobre esta montaña un banquete de manjares suculentos, un banquete de vinos añejados, de manjares suculentos, medulosos, de vinos añejados, decantados.
El arrancará sobre esta montaña el velo que cubre a todos los pueblos, el paño tendido sobre todas las naciones.
Destruirá la Muerte para siempre; el Señor enjugará las lágrimas de todos los rostros, y borrará sobre toda la tierra el oprobio de su pueblo, porque lo ha dicho él, el Señor.
Y se dirá en aquel día: «Ahí está nuestro Dios, de quien esperábamos la salvación: es el Señor, en quien nosotros esperábamos; ¡alegrémonos y regocijémonos de su salvación!» Porque la mano del Señor se posará sobre esta montaña.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6 (R.: 6cd)
R. Habitaré en la Casa del Señor, por muy largo tiempo.
El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.
El me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas. R.
Me guía por el recto sendero,
por amor de su Nombre.
Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal,
porque tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza. R.
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa. R.
Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 15, 29-37
Jesús llegó a orillas del mar de Galilea y, subiendo a la montaña, se sentó. Una gran multitud acudió a él, llevando paralíticos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros enfermos. Los pusieron a sus pies y él los curó. La multitud se admiraba al ver que los mudos hablaban, los inválidos quedaban curados, los paralíticos caminaban y los ciegos recobraban la vista. Y todos glorificaban al Dios de Israel.
Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, porque podrían desfallecer en el camino.»
Los discípulos le dijeron: « ¿Y dónde podríamos conseguir en este lugar despoblado bastante cantidad de pan para saciar a tanta gente?»
Jesús les dijo: « ¿Cuántos panes tienen?»
Ellos respondieron: «Siete y unos pocos pescados.»
El ordenó a la multitud que se sentara en el suelo; después, tomó los panes y los pescados, dio gracias, los partió y los dio a los discípulos.
Y ellos los distribuyeron entre la multitud. Todos comieron hasta saciarse, y con los pedazos que sobraron se llenaron siete canastas.
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
- En las costumbres orientales que aparecen frecuentemente en la Biblia el banquete forma parte del ritual de entronización de los reyes. Con frecuencia la magnificencia en la preparación de la mesa, la calidad de los manjares y de los vinos son signo del poder de un rey, y muy particularmente son el modo de celebrar una victoria.
- El texto de lectura del profeta Isaías fue probablemente redactado hacia el siglo quinto o cuarto antes de Cristo y el banquete quiere expresar como se solemniza la victoria de Israel sobre los demás pueblos que hasta entonces lo han oprimido. Dios es, en definitiva, el verdadero triunfador ya que ha conducido al pueblo en medio de calamidades hasta el triunfo; por eso, Dios mismo anuncia que será el anfitrión de su propia mesa en la que han de participar todos los que han sido fieles a su palabra. Dios no quiere ver lágrimas en los ojos de nadie, no habrá más luto ni tristeza; se ha acabado la violencia y la opresión.
- Con toda la poesía y humanidad que tiene la imagen de una comida, la Palabra nos ayuda a entender los planes de Dios. Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, Dios al invitarnos a la fiesta, celebra la victoria sobre la muerte: el enemigo más grande, la gran obsesión de la humanidad, el gran fracaso, el gran absurdo, el símbolo de la fragilidad y del sufrimiento.
***
- En el evangelio vemos como mucha gente se acerca a Jesús llevando lisiados, ciegos, mudos y otros enfermos. La lista es significativa, porque pone de relieve la atención de Dios, dirigida en primer lugar hacia las tantas miserias humanas.
- En Jesús de Nazaret se han cumplido las promesas del profeta. Con Él ha llegado la plenitud de los tiempos. El signo de la venida del Mesías es que el mal retrocede, la desgracia y la opresión son vencidas.
- El que tenía cautivo al hombre ha caído, y el llanto de los pobres es secado por el mismo Dios, que recogiendo sus dolores los transforma en gozo y fiesta.
- Jesús prepara un banquete y hace de una comida el signo de su gracia. Un banquete austero en cuanto a la comida, pero exuberante y especial en su manera de manifestar la providencia.
- Comida de acción de gracias, repartida por los discípulos y capaz de saciar a todos. Comida que es Él mismo y que nace de la compasión; está a nuestro lado sosteniendo nuestro caminar; llega a nosotros por ministerio de sus apóstoles y predicadores; Él es nuestra Eucaristía y puede saciar todo corazón y todo anhelo.
- Jesús ofrece fiesta, no tristeza. Fiesta en la que sólo se quiere expresar lo desbordante de la vida que Dios nos regala. El manjar, si bien es para todos, tendrá la medida del hambre y el sabor de aquello en lo que nos sentimos más hambrientos. Nuestra esperanza se alimenta de nuestra hambre, crece con el hambre.
- El Adviento es para los que nos sabemos débiles, hambrientos y pecadores y acudimos a Jesús, el Salvador que se compadece, seca nuestras lágrimas, nos da de comer, anuncia su palabra de vida y de fiesta, y nos acoge a todos. Adviento es ir tras la promesa de la fiesta, y la comida para los pobres, entre los pobres. Aceptar esta pobreza, es clamar sin dudas a Dios, que viene a transformar nuestro luto en danza y nuestro desierto en mesa de fiesta.
PARA DISCERNIR
- ¿Cuáles son mis hambres más profundas?
- ¿De qué necesito que Dios se compadezca y me salve?
- ¿Cuáles son los motivos por los que quiero hacer fiesta de la vida?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Dame un corazón compasivo y generoso Señor
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
…”Buscas maneras de encontrar a Jesús. Intentas conseguirlo, no sólo en tu mente sino también en tu cuerpo. Buscas su afecto y sabes que éste implica a su cuerpo lo mismo que al tuyo. Se hizo carne por ti, para que tú pudieras encontrarle en la carne y recibir su amor en ella.
Pero hay algo en ti que impide ese encuentro. Hay todavía mucha vergüenza y mucho sentido de culpabilidad en tu cuerpo, bloqueando la presencia de Jesús. Cuando estás en tu cuerpo, no te sientes realmente en casa; vives como arrojado en él, como si no fuera un lugar suficientemente bueno, suficientemente bello o suficientemente puro para encontrarte con Jesús.
Cuando examinas con atención tu vida, te das cuenta de hasta qué punto se ha visto llena de miedos, especialmente de miedo a las personas con autoridad: tus padres, profesores, obispos, directores espirituales, incluso de miedo a tus amigos. Nunca te consideras igual a ellos y te colocas debajo cuando te encuentras delante de ellos. Durante la mayor parte de tu vida has sentido como si necesitaras su permiso para ser tú mismo (…).
No podrás encontrarte con Jesús en tu cuerpo mientras éste siga con montones de dudas y miedos. Jesús vino para librarte de esos lazos y crear en ti un espacio en el que pudieras estar con él. Quiere que vivas la libertad de los hijos de Dios.
No desesperes pensando que no puedes cambiar después de tantos años. Sencillamente entra en la presencia de Jesús como eres y pídele que te dé un corazón libre de todo miedo en el que él pueda estar contigo. No puedes hacerte a ti mismo diferente. Jesús vino para darte un corazón nuevo, un espíritu nuevo, una mente nueva y un cuerpo nuevo. Deja que él te transforme por su amor y te permita recibir su afecto en todo tu ser“…
H. J. M. Nouwen, La voz interior del amor
PARA REZAR
Ven Señor Jesús
Ven Señor Jesús y acrecienta la feliz esperanza,
el hambre por el banquete de la vida plena y definitiva,
que con el Padre preparas para todos los hombres.
Te bendecimos por el pan de cada día,
signo de tu preocupación por nosotros.
Te bendecimos por el amor de cada día
que nos impulsa a buscar el pan que necesitamos,
para nosotros y para los que más necesitan.
Te bendecimos por tu amor que se hace amor
en nuestras pobres manos y busca alimentar
la esperanza de tu pueblo.
Ven Señor Jesús, a mi vida,
y desde mi vida a la vida del mundo.
Edificar sobre Cristo
Lectura del libro del profeta Isaías 26, 1-6
Aquel día, se entonará este canto en el país de Judá:
Tenemos una ciudad fuerte, el Señor le ha puesto como salvaguardia muros y antemuros. Abran las puertas, para que entre una nación justa, que se mantiene fiel. Su carácter es firme, y tú la conservas en paz, porque ella confía en ti.
Confíen en el Señor para siempre, porque el Señor es una Roca eterna. El doblegó a los que habitaban en la altura, en la ciudad inaccesible; la humilló hasta la tierra, le hizo tocar el polvo. Ella es pisoteada por los pies del pobre, por las pisadas de los débiles.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 117, 1 y 8-9. 19-21. 25-27a (R.: 26a)
R. ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!
Es mejor refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres;
es mejor refugiarse en el Señor
que fiarse de los poderosos. R.
«Abran las puertas de la justicia
y entraré para dar gracias al Señor.»
«Esta es la puerta del Señor:
sólo los justos entran por ella.»
Yo te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación. R.
Sálvanos, Señor, asegúranos la prosperidad.
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
Nosotros los bendecimos desde la Casa del Señor:
el Señor es Dios, y él nos ilumina. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 21. 24-27
Jesús dijo a sus discípulos:
«No son los que me dicen: «Señor, Señor», los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca.
Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande.»
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
- En Palestina y en todo el cercano oriente las rocas, que en realidad son alturas rocosas, tienen un gran valor: sirven como defensa, refugio del sol o de la lluvia, lugar de vigilancia para detectar los posibles enemigos. Una ciudad nunca se construye en un valle, pues caería fácilmente en manos de los enemigos.
- Tener una ciudad fuerte, asentada sobre roca, inexpugnable para el enemigo, era una de las condiciones más importantes para sentirse seguros. Sus murallas, torres, y sus puertas bien custodiadas, eran garantía de paz y de victoria. Jerusalén era considerada inexpugnable porque estaba admirablemente situada sobre un espolón rocoso, lugar muy estratégico para la defensa.
- Esta imagen le sirve al profeta para anunciar que la verdadera seguridad de una ciudad no procede de sus medios humanos de defensa, sino de su apoyo en Dios. Dios es la roca verdadera.
***
- En el evangelio de hoy encontramos una cierta continuidad con el fragmento de Isaías. En los dos pasajes, la roca, aparece como símbolo de seguridad.
- Jesús, con la parábola del hombre sabio, que edifica su casa sobre roca firme y el necio que la edifica sobre arena movediza, contrapone a los que han escuchado sus palabras y han hecho de éstas el verdadero fundamento para construir su vida; y por eso pueden sostenerse a pesar de los ataques, de las persecuciones y las dificultades; y aquellos cuyas vidas se han derrumbado, porque se han contentado sólo con oír la Palabra y decir ¡Señor, Señor!
- Nuestra vida de fe se va construyendo, en torno a la esperanza cierta, de llegar a nuestra plenitud en Cristo Jesús y entrar en el Reino de Dios. Por eso no basta con tener a Jesús en la boca, ni basta con cumplir lo mandado. Tomar en serio el camino de la fe, que nos convierte en verdaderos discípulos, implica buscar al Señor, para que descubriendo su voluntad en su Palabra y en su ejemplo, podamos vivir como hijos del Reino.
- La experiencia de construir el reino viviendo el mensaje de las bienaventuranzas, es la roca firme donde los discípulos de Jesús, tenemos que edificar nuestra vida como personas y como cristianos. El Señor se acerca a nosotros, no sólo para que nos alegremos con Él, sino para que vivamos en una auténtica amistad y compromiso, de tal forma que toda nuestra vida se edifique en Él; y podamos ser en el mundo, un verdadero reflejo del amor que Dios nos ha manifestado por medio de su Hijo.
- La imagen de la roca en este día de Adviento nos interpela, para que en la construcción de nuestro proyecto de vida o de comunidad, no nos fiemos sólo de nuestras propias fuerzas y capacidades, o en la firmeza de algunas instituciones, o en estructuras o doctrinas, sino en Dios, que en su Palabra escuchada y aceptada como criterio de vida, es el único fundamento que no falla y da solidez a lo que intentamos construir.
PARA DISCERNIR
- ¿Cómo estamos construyendo el edificio de nuestra vida?
- ¿Construimos para algunos años, o construimos para siempre?
- ¿Construimos desde la fachada, o desde las bases?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Se mi roca firme, Señor.
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Vendrá a nosotros la Palabra de Dios
…“Sabemos de una triple venida del Señor. Además de la primera y de la última, hay una venida intermedia. Aquellas son visibles, pero ésta no. En la primera, el Señor se manifestó en la tierra y convivió con los hombres, cuando, como atestigua él mismo, lo vieron y lo odiaron. En la última, todos verán la salvación de Dios y mirarán al que traspasaron. La intermedia, en cambio, es oculta, y en ella sólo los elegidos ven al Señor en lo más íntimo de sí mismos, y así sus almas se salvan. De manera que, en la primera venida, el Señor vino en carne y debilidad; en esta segunda, en espíritu y poder; y, en la última, en gloria y majestad.
Esta venida intermedia es como una senda por la que se pasa de la primera a la última: en la primera, Cristo fue nuestra redención; en la última, aparecerá como nuestra vida; en ésta, es nuestro descanso y nuestro consuelo.
Y para que nadie piense que es pura invención lo que estamos diciendo de esta venida intermedia, oídle a él mismo: El que me ama —nos dice— guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él. He leído en otra parte: El que teme a Dios obrará el bien; pero pienso que se dice algo más del que ama, porque éste guardará su palabra. ¿Y dónde va a guardarla? En el corazón, sin duda alguna, como dice el profeta: En mi corazón escondo tus consignas, así no pecaré contra ti.
Así es cómo has de cumplir la palabra de Dios, porque son dichosos los que la cumplen. Es como si la palabra de Dios tuviera que pasar a las entrañas de tu alma, a tus afectos y a tu conducta. Haz del bien tu comida, y tu alma disfrutará con este alimento sustancioso. Y no te olvides de comer tu pan, no sea que tu corazón se vuelva árido: por el contrario, que tu alma rebose completamente satisfecha.
Si es así como guardas la palabra de Dios, no cabe duda que ella te guardará a ti. El Hijo vendrá a ti en compañía del Padre, vendrá el gran Profeta, que renovará Jerusalén, el que lo hace todo nuevo. Tal será la eficacia de esta venida, que nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del hombre celestial. Y así como el viejo Adán se difundió por toda la humanidad y ocupó al hombre entero, así es ahora preciso que Cristo lo posea todo, porque él lo creó todo, lo redimió todo, y lo glorificará todo”…
San Bernardo, abad Sermón 5 en el Adviento del Señor
PARA REZAR
Ven Señor
Ven Señor Jesús y ayúdame
a construir mi vida en tus palabras,
roca que no vacila.
Ven Señor Jesús y perdona mi obstinación
en poner mis cimientos lejos de Ti.
Ven Señor Jesús y dame la valentía
para ser y no aparentar.
Ven Señor Jesús y construye en mí
desde tu amor una nueva casa,
espacio de tu misericordia
y remanso para el dolor de mis hermanos.
¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!
Lectura del libro del profeta Isaías 29, 17-24
Así habla el Señor:
¿No falta poco, muy poco tiempo, para que Líbano se vuelva un vergel y el vergel parezca un bosque?
Aquel día, los sordos oirán las palabras del libro, y verán los ojos de los ciegos, libres de tinieblas y oscuridad. Los humildes de alegrarán más y más en el Señor y los más indigentes se regocijarán en el Santo de Israel. Porque se acabarán los tiranos, desaparecerá el insolente, y serán extirpados los que acechan para hacer el mal, los que con una palabra hacen condenar a un hombre, los que tienden trampas al que actúa en un juicio, y porque sí no más perjudican al justo.
Por eso, así habla el Señor, el Dios de la casa de Jacob, el que rescató a Abraham:
En adelante, Jacob no se avergonzará ni se pondrá pálido su rostro. Porque, al ver lo que hago en medio de él, proclamarán que mi Nombre es santo, proclamarán santo al Santo de Jacob y temerán al Dios de Israel. Los espíritus extraviados llegarán a entender y los recalcitrantes aceptarán la enseñanza.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 26, 1. 4. 13-14 (R.: 1a)
R. El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es el baluarte de mi vida,
¿ante quién temblaré? R.
Una sola cosa he pedido al Señor,
y esto es lo que quiero:
vivir en la Casa del Señor
todos los días de mi vida,
para gozar de la dulzura del Señor
y contemplar su Templo. R.
Yo creo que contemplaré la bondad del Señor
en la tierra de los vivientes.
Espera en el Señor y sé fuerte;
ten valor y espera en el Señor. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 27-31
Cuando Jesús se fue, lo siguieron dos ciegos, gritando: «Ten piedad de nosotros, Hijo de David.»
Al llegar a la casa, los ciegos se le acercaron, y él les preguntó: « ¿Creen que yo puedo hacer lo que me piden?»
Ellos le respondieron: «Sí, Señor.»
Jesús les tocó los ojos, diciendo: «Que suceda como ustedes han creído.»
Y se les abrieron sus ojos.
Entonces Jesús los conminó: « ¡Cuidado! Que nadie lo sepa.»
Pero ellos, apenas salieron, difundieron su fama por toda aquella región.
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
- El pueblo de Israel, sometido al imperio de turno sabe que en su tierra fue ciego y fue sordo. Sabe que, de algún modo, él mismo es responsable del mal que ahora padece. Pero el profeta no hace tanto énfasis en el castigo, sino en el anuncio esperanzador de un tiempo nuevo: “los que sufren volverán a alegrarse en el Señor, los pobres gozarán con el Dios Santo de Israel”.
- El profeta vislumbra como cercana la salvación total. Esta salvación está ya presente en el corazón de los que esperan, aunque no aparezca en el orden externo.
- Cuando los profetas en medio de la cultura palestina, hablan de vergeles y de bosques, lo hacen desde un contexto en el que, lo normal es la sequedad, el calor, la infertilidad; situaciones, que el pueblo judío por sí mismo no podía solucionar. El Líbano convertido en un vergel, y el vergel en un bosque, expresa la presencia de Dios, el Día del Señor. Y esto se completa con la imagen de los sordos que oyen, los ciegos que ven, los oprimidos que se alegran y los pobres que se gozan en el Dios de Israel.
- Cuando triunfe el Mesías, cuando llegue su Reino y todo sea transformado y el mundo redimido, no podrá existir el mal en ningún sentido. Tanto el mal cósmico como el humano habrán desaparecido. Todos escucharán y todos verán, porque todos vivirán pendientes de la palabra de Yahvé y de su voluntad salvadora.
***
- La enfermedad quebranta, por eso los milagros de curación física tienen una fuerza particular: no sólo se trata del bien de la salud sino que devuelven la «firmeza» al decaído y derrumbado. El Dios que se muestra capaz de vencer la enfermedad, es el Dios que se revela capaz de devolver vigor y firmeza a la obra que Él mismo ha creado.
- Dos ciegos siguen a Jesús pidiéndole que los cure. La petición de estos dos hombres incluye una confesión de fe; al llamar a Jesús “hijo de David”, lo reconocen como el descendiente de David que tenía que venir, portador del cumplimiento de las promesas mesiánicas.
- El evangelista, muestra que Jesús no los curó inmediatamente, que esperó llegar a la casa a la que se dirigía, y que además los interrogó sobre su fe. La fe y no sólo el simple contacto de la mano de Jesús es lo que cura a los ciegos. La fe, que es confianza incondicional de que el bien vence al mal, que Dios es más grande que cualquier mal o enfermedad.
- Todo esto quiere decir que se hacen realidad las palabras de Isaías escuchadas por boca del profeta. La transformación anunciada toma cuerpo por el Mesías que da la vista a los ciegos. La vida marcada por el pecado propio o el de los otros, lleva a una visión distorsionada de nosotros mismos, de los otros y de la realidad y cuando no, una ceguera. La Buena Noticia, abre los ojos para ver la ceguera en la que estamos, y la necesidad que tenemos de ser curados y salvados.
- Hace falta reconocerse necesitado, abrir el corazón, para ver cómo la pobreza es capacidad para ser enriquecidos, la ceguera posibilidad de una nueva luz. Jesucristo abre los ojos a los ciegos. Es el final de la esclavitud y el comienzo de la liberación. Jesucristo devuelve a cada hombre la dignidad. Basta que un hombre lo acepte y alce la cabeza, para que lo que esclaviza, quede derrotado perdiendo su fuerza para degradarlo.
- Jesucristo explica y entrega al mundo en cada curación, en cada milagro, que Él hace nuevas todas las cosas. Basta un pequeño gesto de amor, para que el egoísmo y la maldad sean vencidos.
- Igual que los ciegos, que rápidamente divulgan la noticia por toda la comarca, el seguidor de Jesús, tocado por la misericordia y el amor del Señor, no puede callar la proclamación de las maravillas que realiza Dios entre sus hijos. Este tiempo de adviento puede ser una gran oportunidad para nosotros como personas, y como comunidades, para examinar si nuestro camino de fe sigue estos pasos.
PARA DISCERNIR
- ¿Dónde están puestas mis esperanzas?
- ¿Pido a Dios desde mi pobreza?
- ¿Encuentro en Jesús el cumplimiento de mis anhelos más profundos?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Oigo en mi corazón: ‘Busca mi rostro…’ No me escondas tu rostro
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
...”Habla, corazón mío; ábrete todo entero y dirígete a Dios: «Busco tu rostro; sí, Señor es tu rostro que busco» (Sl 26,8). Y tú, Señor, mi Dios, enseña a mi corazón cómo y dónde he de buscarte; cómo y dónde he de encontrarte, Señor. Señor, si tú no estás aquí, si estás ausente ¿dónde buscarte? Y si es que estás presente en todas partes ¿por qué yo no puedo verte? Ciertamente, tú habitas en una luz inaccesible. . Pero ¿dónde está esta luz inaccesible? ¿Quién me conducirá hasta ella y me introducirá en ella para que yo pueda verte? Y luego, ¿bajo qué signos, bajo qué figura podré descubrirte? No te he visto jamás, Señor Dios mío, y no conozco tu rostro. Altísimo Señor, ¿qué puedo hacer, qué hará este desterrado lejos de ti? ¿Qué puede hacer tu siervo, ansioso de tu amor y alejado de tu rostro? Aspira a contemplarte y tu rostro se le oculta enteramente. Desea reunirse contigo, pero tu mansión es inaccesible. Ansía encontrarte, pero no sabe dónde habitas. Emprende tu búsqueda, pero desconoce tu rostro.
Señor, tú eres mi Dios, tú mi Maestro, y sin embargo yo no te he visto. Tú me has creado y me has redimido, tú me has dado todos mis bienes, y sin embargo no te conozco aún. Me has hecho con la única finalidad de que te vea, y sin embargo yo no he realizado aún mi destino. Miserable condición la del hombre que ha perdido aquello para lo que fue creado… Te encontraré al amarte y te amaré mientras te encuentro”…
San Anselmo. Proslogion, 1
PARA REZAR
Ven Señor Jesús
Ven Señor Jesús, luz que viene de lo alto
y no permitas que las tinieblas tomen nuestro corazón.
Ven Señor Jesús, luz que no se apaga
y abre con la gracia de tu Espíritu nuestros ojos.
Ven Señor Jesús, luz venida a nuestro mundo
y sana nuestras cegueras y oscuridades.
Ven Señor Jesús, luz resplandeciente
y renueva nuestra mirada para tener tus mismos ojos
y reconocer la obra de Dios.
Se compadeció de nuestras debilidades
Lectura del libro del profeta Isaías 30, 19-21. 23-36
Así habla el Señor:
Sí, pueblo de Sión, que habitas en Jerusalén, ya no tendrás que llorar: él se apiadará de ti al oír tu clamor; apenas te escuche, te responderá.
Cuando el Señor les haya dado el pan de la angustia y el agua de la aflicción, aquel que te instruye no se ocultará más, sino que verás a tu maestro con tus propios ojos. Tus oídos escucharán detrás de ti una palabra: «Este es el camino, síganlo, aunque se hayan desviado a la derecha o a la izquierda.»
El Señor te dará lluvia para la semilla que siembres en el suelo, y el pan que produzca el terreno será rico y sustancioso.
Aquel día, tu ganado pacerá en extensas praderas. Los bueyes y los asnos que trabajen el suelo comerán forraje bien sazonado, aventado con el bieldo y la horquilla.
En todo monte elevado y en toda colina alta, habrá arroyos y corrientes de agua, el día de la gran masacre, cuando se derrumben las torres. Entonces, la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol será siete veces más intensa -como la luz de siete días- el día en que el Señor vende la herida de su pueblo y sane las llagas de los golpes que le infligió.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 146, 1-2. 3-4. 5-6
R. Felices los que esperan en el Señor.
¡Qué bueno es cantar a nuestro Dios,
qué agradable y merecida es su alabanza!
El Señor reconstruye a Jerusalén
y congrega a los dispersos de Israel. R.
Sana a los que están afligidos
y les venda las heridas.
El cuenta el número de las estrellas
y llama a cada una por su nombre. R.
Nuestro Señor es grande y poderoso,
su inteligencia no tiene medida.
El Señor eleva a los oprimidos
y humilla a los malvados hasta el polvo. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 35-10, 1. 5a. 6-8
Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias. Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos:
«La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.»
Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de curar cualquier enfermedad o dolencia.
A estos Doce, Jesús los envió con las siguientes instrucciones:
«Vayan, en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente.»
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
- Las palabras esperanzadoras de Isaías han de leerse en el contexto dramático que viven los habitantes de Jerusalén viendo acercarse a su puerta la amenaza asiria. Los ejércitos de la época arrasan las ciudades y matan a todos los habitantes, a excepción de los más fuertes que son deportados.
- El profeta enseña al pueblo que tiene que creer y confiar en el Señor simplemente porque éste es bueno y llama hacia él: creer en Dios significa experimentar que es fiel. Después de tantas infidelidades de Israel a la alianza, el profeta les recuerda que, la confianza firme en el amor misericordioso de Dios y el encuentro constante con su amor, que lo perdona y asume su fracaso constantemente, son la única esperanza y la única certeza en las que se puede abandonar el creyente; toda la iniciativa viene de Él. El hombre solamente puede recoger el don de su amor.
- Isaías evoca una felicidad paradisíaca, un futuro reino mesiánico del que todo mal habrá desaparecido. El anuncio de esperanza que se apoya en la fidelidad de Dios que no defrauda, se cumple en Cristo Jesús.
***
- El Dios que sana corazones destrozados, el Cristo que se apiada de los que sufren, es quien hoy nos invita a nosotros a tener y a repartir esperanza en una humanidad que sigue hambrienta, desorientada, desilusionada. La llamada del Adviento, el anuncio de la venida de Jesús a nuestra historia, viene dirigida a nosotros. Viene a enjugar nuestras lágrimas y a vendar nuestras heridas con ternura.
- Jesús no sólo muestra compasión, sino que es la compasión de Dios que se ha hecho presente en el mundo y en la historia. Su actitud humana revela a los hombres el corazón de Dios volcado hacia los hombres, un corazón que por la gracia estamos invitados a reproducir. Un corazón invitado a dejarse hablar por la realidad, un corazón que sabe compartir y hacer propias las angustias y esperanzas de los hombres para dar creativamente respuestas.
- El trabajo del discípulo queda perfectamente delineado por el mismo Jesús: proclamar el reino, y al mismo tiempo hacerlo manifiesto a través de las obras: curar enfermos, resucitar muertos, purificar leprosos y expulsar demonios. Realizar esto y no otra cosa, es la misión del discípulo.
- El pedido al Padre, que envíe operarios a la mies, es la oración que ya ha sido escuchada en el don de la venida de Jesucristo. Porque el Padre ha respondido y ha enviado a su mismo Hijo, los discípulos pueden ofrecerse confiadamente a sí mismos en el anuncio del evangelio.
- Nosotros somos parte de ese pueblo pobre, hambriento y necesitado. Pero a la vez el don de Jesucristo, también nos posibilita a dar desde nuestra pobreza, animarnos a conducir desde nuestro ser conducidos, consolar desde el consuelo con el que el Señor nos consuela.
PARA DISCERNIR
- ¿Experimento la compasión de Jesús por todos los hombres como propia?
- ¿Me siento sanado y consolado por el Buen pastor?
- ¿Me siento impulsado en este Adviento a pastorear con Jesús a su pueblo?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Quiero ser anuncio bueno para mis hermanos
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Dios nos ha hablado en Cristo
…”La principal causa por la cual en la ley antigua eran lícitas las preguntas que se hacían a Dios, y convenía que los profetas y sacerdotes quisiesen visiones y revelaciones de Dios, era porque entonces no estaba aún fundada la fe ni establecida la ley evangélica; y así, era menester que preguntasen a Dios y que él hablase, ahora por palabras, ahora por visiones y revelaciones, ahora en figuras y semejanzas, ahora en otras muchas maneras de significaciones. Porque todo lo que respondía y hablaba y obraba y revelaba eran misterios de nuestra fe y cosas tocantes a ella o enderezadas a ella. Pero ya que está fundada la fe en Cristo y manifiesta la ley evangélica en esta era de gracia, no hay para qué preguntarle de aquella manera, ni para qué él hable ya ni responda como entonces.
Porque en darnos, como nos dio, a su Hijo -que es una Palabra suya, que no tiene otra-, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra, y no tiene más que hablar.
Y éste es el sentido de aquella autoridad, con que san Pablo quiere inducir a los hebreos a que se aparten de aquellos modos primeros y tratos con Dios de la ley de Moisés, y pongan los ojos en Cristo solamente, diciendo: Lo que antiguamente habló Dios en los profetas a nuestros padres de muchos modos y maneras, ahora a la postre, en estos días, nos lo ha hablado en el Hijo, todo de una vez.
En lo cual da a entender el Apóstol, que Dios ha quedado ya como mudo, y no tiene más que hablar, porque lo que hablaba antes en partes a los profetas ya lo ha hablado en él todo, dándonos el todo, que es su Hijo.
Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios o querer alguna visión o revelación; no sólo haría una necedad, sino haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra cosa o novedad. Porque le podría responder Dios de esta manera: «Si te tengo ya hablado todas las cosas en mi Palabra, que es mi Hijo, y no tengo otra cosa que te pueda revelar o responder que sea más que eso, pon los ojos sólo en él; porque en él te lo tengo puesto todo y dicho y revelado, y hallarás en él aún más de lo que pides y deseas.
Porque desde el día que bajé con mi espíritu sobre él en el monte Tabor, diciendo: Éste es mi amado Hijo en que me he complacido; a él oíd, ya alcé yo la mano de todas esas maneras de enseñanzas y respuestas, y se la di a él; oídle a él, porque yo no tengo más fe que revelar, más cosas que manifestar. Que si antes hablaba, era prometiéndoos a Cristo; y si me preguntaban, eran las preguntas encaminadas a la petición y esperanza de Cristo, en que habían de hallar todo bien, como ahora lo da a entender toda la doctrina de los evangelistas y apóstoles.»”…
San Juan de la Cruz, Subida al monte Carmelo – (Libro 2, cap. 22,)
PARA REZAR
Ven Señor Jesús
Ven Señor Jesús para que podamos
sintonizar con tu compasión y hacernos
compasión para nuestros hermanos.
Ven Señor Jesús para que miremos
con tus ojos la mies ya madura y trabajemos
para que no se pierda por descuido.
Ven Señor Jesús para que sintamos
la seguridad de ser escuchados e
n nuestras plegarias por todos los hombres.
Ven Señor Jesús para que en comunión
de amor con tu palabra seamos fieles
testigos de tu amor en medio del mundo.